No hay palabras para describir el ataque que sufrió Don Bosco.
La masonería es incompatible con el cristianismo por varias razones.
Pero una de mucho peso es que quiere terminar con la Iglesia Católica y con sus más destacados exponentes cuando no pueden cooptarlos.
Y para muestra de la veracidad de esto traemos el feroz ataque que sufrió Don Bosco de los masones para liquidarlo.
Aquí hablaremos sobre cuáles son las razones por las que la masonería es incompatible con la doctrina católica, que acciones ha realizado a través del tiempo para conspirar contra la Iglesia y contaremos los ataques que recibió Don Bosco para liquidarlo definitivamente.
La verdadera hostilidad y el peligro de la masonería, se encuentra en su encono con la Sede Apostólica y su intención de destruir la obra de Dios y la de sus testigos más importantes.
Muchos católicos piensan que la masonería es una institución bien intencionada.
A la que es necesario unirse para ascender en la escala corporativa.
Mientras a su vez apoyan obras de caridad que alivian la pobreza y ayudan a la sociedad a progresar hacia mayor tolerancia, con un espíritu de libertad, igualdad y fraternidad.
Pero nada más lejos de la realidad profunda.
Esa es solamente su fachada para operar y el argumento que venden a los grados bajos que entran en las logias.
Los católicos razonablemente catequizados saben que la Iglesia prohíbe la participación y la membresía en las Logias Masónicas.
Aunque algunos dicen que las Logias no son hostiles a la Iglesia.
Y se supo que hay Cardenales y Obispos que participan en secreto en las logias.
El periodista Nino Pecorelli publicó en 1976 una lista de más de un centenar de prelados pertenecientes a la Logia P2, dando nombre en clave y fecha de ingreso.
El de más alto grado habría sido el cardenal francés Achille Lienart que habría llegado al grado 33.
Pero por ejemplo, en la época de Juan Pablo I estaba en esa lista el Prefecto del Dicasterio para el nombramiento de los Obispos en todo el mundo.
A quien se ha vinculado con la muerte del Papa.
Sabemos además que hay una estrategia de infiltración en el clero.
En la década de 1850 la poderosa Logia de los Carbonarios llamaron al ingreso de jóvenes masones en los seminarios católicos, con la Instrucción Permanente Alta Vendita, a fin de ascender y con el tiempo lograr un pontífice abierto a la masonería.
Hay unos seiscientos documentos, aprobados por los Papas, que condenan la masonería desde su formación, en cualquiera de sus formas.
Los pronunciamientos de la Iglesia contra la masonería se repiten a lo largo de los siglos y hasta el momento nada ha cambiado.
Van desde la bula de excomunión «In eminenti» de Clemente XII, ya en 1738, hasta la última declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 26 de noviembre de 1983, redactada por el cardenal Joseph Ratzinger y aprobada por san Juan Pablo II .?
¿Por qué los papas de los últimos tres siglos condenaron tan enérgicamente la masonería?
¿Por qué han impuesto una sentencia de excomunión a cualquier católico que se afilie a la Logia Masónica?
Por tres razones. Hay una razón doctrinal.
Los masones niegan firmemente el pecado original y toda revelación divina sobrenatural, negando a Cristo.
La negación del pecado original incluye necesariamente la negación de toda la obra de redención realizada a través de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, ya que sin la Caída no hay necesidad de ser redimido.
Y niegan el valor de la verdad revelada, rechazando toda fe en los dogmas enseñados por la Iglesia.
Y por eso muestran un indiferentismo religioso considerando que todas las religiones son igualmente válidas.
La segunda razón por la que la Iglesia es incompatible con la masonería es el secretismo.
León XIII advirtió a los incautos que a los candidatos se les ordena jurar que nunca darán a conocer los miembros, los planes o los temas tratados.
Y quienes lo hacen corren riesgos graves, como ha sucedido a grados altos masones que han divulgado lo que sucede dentro de las logias, y han perdido sus trabajos y hasta han tenido que mudarse de país para preservar su integridad física.
¿Y por qué temer que se conozcan los miembros y los planes?
Porque prefieren la oscuridad a la luz.
Nuestro Señor dijo, “el que hace el mal odia la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean descubiertas.
Pero el que hace la verdad viene a la luz, para que se vea claramente que sus obras son hechas en Dios».
De modo que aunque no es una prueba absoluta, el secretismo ciertamente se erige como un signo revelador de intenciones siniestras más profundas.
Pero además las Logias Masónicas no solo vinculan a todos los miembros con un juramento de secreto, sino que ocultan muchas cosas a los miembros inferiores, que sólo son conocidas y planificadas por los de rango superior.
De modo que los miembros inferiores de la Logia se convierten en herramientas involuntarias en los planes de los miembros superiores.
Como le dijo un ex masón de alto nivel a Paul Copin-Albanacelli, “El país ignora nuestra organización y nuestros objetivos.
En consecuencia, podemos actuar sin que sospeche de nosotros, sin que se oponga a nuestra acción.
Ahí está el secreto de nuestro poder”.
Y la tercera razón de la incompatibilidad es que está muy lejos de la libertad, la igualdad y la fraternidad de las que se jacta la masonería.
La masonería tiene la intención expresa de destruir la Iglesia, en particular el papado, y a sus miembros más destacados.
En repetidas oportunidades han surgido documentos y acciones públicas que denotan este objetivo.
Por ejemplo, San Maximiliano Kolbe escribió que presenció en 1917 a los masones, celebrando su bicentenario marchando frente a la Plaza de San Pedro en el Vaticano, con pancartas que decían, “satanás debe reinar en el Vaticano y el Papa será su esclavo”.
Eso de que satanás debe reinar en el Vaticano no es una simple alegoría, sino un plan, porque los masones, en los grados más altos, veneran a Lucifer, el demonio.
Y consideran que fue el que trajo la luz a la Tierra.
No fue Jesucristo para ellos el portador de la luz sino el ángel caído que se transformó en satanás.
Y es tanta la aversión que los masones tienen contra los que testimonian la dedicación de su vida a Cristo, que Don Bosco sufrió dos atentados por parte de masones, relatados en las “Memorias biográficas de Don Bosco”.
Un ex alumno de Don Bosco llamado Alessandro Dasso se presentó en la puerta de entrada de donde vivía el Santo, a finales de junio de 1880, pidiendo hablar con el sacerdote.
Sus ojos estaban llenos de angustia.
Don Bosco lo recibió con su acostumbrada amabilidad, pero ante la creciente agitación del joven le preguntó, “¿Qué quieres de mí? ¡Habla! Sabes que Don Bosco te quiere”.
Ante estas palabras, Dasso cayó de rodillas, estalló en lágrimas y sollozos y reveló la verdad.
El joven pertenecía a la masonería, la secta que había sentenciado a Don Bosco.
Dice en las memorias “12 hombres habían sido sorteados; 12 individuos tuvieron que triunfar con esa orden, para ejecutar la sentencia”.
Dasso le dijo a Don Bosco que dependía de él ser el primero.
Y dijo, “¡Por eso vine! nunca lo haré, pero atraeré sobre mí la venganza de los demás; revelar el secreto es mi perdición, sé que estoy acabado. ¡Pero liquidar a Don Bosco, nunca!”.
Tras confesar cuál era su misión, el joven arrojó al suelo el pertrecho que escondía.
Y a pesar de los intentos de Don Bosco por consolarlo, el joven salió rápidamente de la casa.
El 23 de junio, Dasso intentó suicidarse arrojándose al río Po, pero la policía lo rescató a tiempo.
Tiempo después, Don Bosco lo ayudó a escapar de Italia y vivió escondido hasta el final de sus días.
Y meses después, en diciembre de 1880, otro joven de unos 25 años visitó a Don Bosco.
El brillo siniestro en los ojos del joven hizo que el santo sacerdote tuviera muy poca confianza.
El joven se expresó como un hombre alto y poderoso.
Mientras hablaba, un pequeño pertrecho se deslizó de su bolsillo sobre el sofá.
Y Don Bosco, sin que él se diera cuenta, colocó hábilmente su mano sobre él y lentamente lo metió en su bolsillo.
El joven trató en vano de encontrar el pertrecho en su propio bolsillo y miró asombrado.
Y Don Bosco, muy tranquilo, le preguntó: “¿Qué busca, señor?”.
El joven confundido respondió: “Algo tenía aquí en el bolsillo ¿Pero adónde fue a parar?”.
Y Don Bosco, moviéndose rápidamente hacia la puerta y poniendo su mano izquierda en la manija para estar listo para abrirla, le apuntó y sin enfadarse le dijo, “esta es la herramienta que buscabas, ¿no es así? Al ver esto, el bandido se quedó atónito”.
Intentó agarrar su pertrecho, pero Don Bosco le dijo con fuerza, “¡Anda, sal de aquí ahora mismo! ¡Y que Dios se apiade de ti!”
Luego abrió la puerta y pidió a algunos de los que estaban en la antesala que acompañaran al hombre a la puerta de entrada.
El joven titubeó, pero Don Bosco le dijo: ‘¡Fuera y no vuelvas!’”
Y tuvo que partir sin cumplir su misión, junto con otros compañeros que lo esperaban afuera en un carruaje.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las razones de la incompatibilidad entre la doctrina católica y la masonería, las formas en que la masonería ha atacado a la Iglesia y como trataron de hacerlo de forma extrema con Don Bosco.
Y me gustaría preguntarte si conoces gente que considera que la masonería es compatible con el cristianismo o no.
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