Dios hace su última llamada en una forma inusual en el último siglo.

Nuestro Dios nos sorprende permanentemente.

En el último siglo nos está haciendo el llamado final, dándonos la última oportunidad.

Y no lo ha hecho en un tono de amenaza, sino en un tono de gran amor y esperanza.

En vez de levantar el dedo y decirnos «te irá mal por las maldades que has hecho».

Nos habla de lo mucho que nos quiere y que no hay límites a Su Misericordia.

Que no hay pecado por más terrible que sea que no sea perdonado por Él.

Basta que desde el fondo de nuestro corazón le digamos «perdóname Señor».

Y si lo hacemos con sinceridad y docilidad, Él nos abrazará y nos protegerá, y no permitirá que nos perdamos.

Y también nos llama a decir a todos su propuesta.

¿De qué se trata esto? de la Divina Misericordia de Dios.

Aquí hablaremos sobre cómo es la última llamada que nos está haciendo en estos Tiempos Finales, sobre qué tenemos que hacer para reformar el mundo dejándonos abrazar por Su Divina Misericordia y sobre su pedido de extenderla por el mundo. 

Benedicto XVI, el gran teólogo de nuestra época, dice que vivimos en un tiempo en el que el hombre tiene la sensación de que Dios no puede dejar que la mayor parte de la humanidad caiga en la perdición.

Y por eso la preocupación por la salvación individual casi ha desaparecido.

Y entonces florecen las ideas de que Dios es tan bueno que no mandaría a nadie a la condenación eterna o que el infierno no existe o está vacío.

Sin embargo para Ratzinger también ha tomado fuerza la idea de que la misericordia de Dios, es la fuerza que pone el límite al mal del mundo.

Que no es una fuerza permisiva sino de control de la maldad, por lo cual necesitamos Su gracia y Su perdón.

Y entonces es que define a la Divina Misericordia como un signo de los tiempos.

¿Y cómo surgió todo esto?

Luego que Nuestra Señora apareció en Fátima en 1917 quedó la sensación de que el pecado de la humanidad nos iba a llevar a un gran castigo al mundo y a la Iglesia.

Los remedios que Ella nos dio no los supimos utilizar, y quedó la idea que íbamos rumbo al abismo.

La desesperación comenzó a ser un signo distintivo de nuestra época. 

¿Y qué hacemos ahora se preguntaron los hombres?

Entonces apareció la primera respuesta del cielo, cuando el castigo de la primera guerra mundial no cambió a la humanidad.

En 1921 Nuestro Señor se apareció a Sor Josefa Menéndez, una monjita española en Francia.

Él no se presentó como el justiciero, sino que le dijo,

«El mundo no sabe cuán misericordioso soy, voy a utilizarte para darlo a conocer».

Y agregó 

«Mi deseo es revelar a las almas el amor, la misericordia y el perdón de Mi Corazón».

Y le reveló algo sorprendentemente acogedor,

«Diré a Mis almas escogidas que Mi amor por ellas va más allá».

Y le explica cómo lo hará,

«Me serviré de sus mismas miserias, de sus fragilidades y hasta de sus caídas, para la salvación de las almas. 

El amor lo transforma y lo diviniza todo, y la misericordia lo perdona todo».

Ante el avance de la maldad Dios nos recordó la preeminencia y eficacia del Amor.

Sin embargo, Sor Josefa murió en 1923 y dejó inconclusa su tarea.

Los hombres estaban por entonces cada vez más lejos del arrepentimiento y podían caer fácilmente en la desesperación de Judas.

Ya el confesionario era como una puerta que no se animaban a traspasar.

Y a esto se han ido agregando pecados que van en camino de eliminar los valores que sostuvieron a las naciones por siglos, contra la vida y la naturaleza con que Dios nos creó.

Y entonces, casi una década después de la muerte de Sor Josefa, cuando ya las señales de una nueva guerra mundial estaban en el horizonte, el Señor se le apareció a otra monja, Faustina Kowalska en 1931, vistiendo una túnica blanca, con una mano levantada en ademán de bendecir, y con la otra mano se tocaba el pecho, de donde salían dos rayos de luz.

Jesús le pide que pinte esa imagen y la bendiga el primer domingo después de Pascua, lo que hoy se conoce como la fiesta de la Divina Misericordia.

Le explica que el rayo pálido representa el Agua, que justifica a las almas y el rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas.

Hoy hay 2 imágenes difundidas de Jesús de la misericordia. 

La primera, de Eugeniusz Kazimirowski que fue pintada con las indicaciones de Sor Faustina y que tuvo que ser ocultada en la persecución comunista en Polonia y Lituania.

Una segunda pintada por Adolfo Hyla, regalada al convento de las Hermanas de la Misericordia de Polonia y que con su fama protegió a la primera.

Y una tercera, que mandaron a hacer los obispos polacos que desconfiaban de Santa Faustina, a la que le quitaron los rayos y la redefinieron para promover el sacramento de la penitencia, y que fue tragada por la historia.    

Jesús de la Misericordia hace un poderoso llamado a los pecadores que continúa al día de hoy.

Le dijo que sólo hay que dar el primer paso y decir «Jesús, perdóname».

Porque la humanidad no encontrará ni tranquilidad ni paz, hasta que se vuelva con plena confianza a Su misericordia.

Le pidió a Sor Faustina que divulgara que cuando el alma descubra ante sus ojos todo el abismo de miseria en que ha caído, que no se desespere.

Sino que se arroje con confianza en los brazos de Su Misericordia, como un niño entre los brazos de su madre.

Que el pecador no tema, aun cuando sus pecados sean terribles, que se arrepienta y no dude nunca de Su compasión.

Utilizó a Sor Faustina para testimoniar la existencia del infierno.

Lo que constituye la declaración de que apelar a la Misericordia de Dios no es un mecanismo para ser perdonado y seguir pecado, sino que la consecuencia de seguir el mismo camino, lleva a la perdición eterna.

«Yo, la hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para poder contarle a las almas y testificar de su existencia, es un lugar de gran tortura»

Y vio los 7 tipos de tortura sufridas por los condenados.

Nuestro Señor dijo que Su Misericordia es una señal del Fin de los Tiempos.

Que después de Su Misericordia vendrá el día de su justicia, algo que queda muy bien presentado por la secuencia Aviso, Milagro y Castigo, que Nuestra Señora planteó en las apariciones de Garabandal en la década de 1960.

El Jesús de la la Misericordia le dijo a Sor Faustina,

«El que se niega a pasar por la puerta de Mi misericordia, debe pasar por la puerta de Mi justicia».

Por lo tanto la Misericordia no anula la Justicia.

Y fue más claro aún cuando le dijo,

«Les estoy dando la última esperanza de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia. 

Si no adoran Mi misericordia, perecerán por toda la eternidad».

Y llamó dichosos a los que habiten en el refugio de Su misericordia, porque la mano justa de Dios no le alcanzará.

El mensaje central de Jesús de la Misericordia es hacia los pecadores, al punto que dice que cuanto mayor es la miseria de un alma, mayor es su derecho a la misericordia de Dios.

Y llama a todas las almas a confiar en el abismo insondable de Su misericordia, porque su ofrecimiento está fundamentado en que quiere salvar a todas las almas.

De modo que la salvación de cada alma en nuestra época está relacionada con la aceptación de la Misericordia de Dios y con la veneración de la devoción al Jesús de la Misericordia. 

Por eso promete que el alma que venere Su imagen no perecerá, y promete la victoria sobre sus enemigos, especialmente en la hora de la muerte, diciendo que Él mismo la defenderá como Su propia gloria.

Entonces el Señor le dictó a Sor Faustina la Coronilla de la Divina Misericordia.

Y prometió Su personal defensa a la hora de la muerte a todos aquellos que la recen y a quienes divulguen la oración.

E indicó la hora en que se debe rezar, a las 3 de la tarde, la hora en que murió en la cruz. 

Dijo,

«A las tres, implora Mi misericordia, especialmente para los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi Pasión, particularmente en Mi abandono en el momento de la agonía» 

Y lo más sorprendente es que indicó que ese momento es la hora de la gran misericordia para el mundo entero.

Y agregó algo más sorprendente aún, 

«En esta hora nada negaré al alma que me lo pida en virtud de mi Pasión»  

Su antípoda, las 3 de la madrugada es el momento en que el enemigo, satanás adquiere más poder.

A esa hora se producen más crímenes que en cualquier otro momento, mientras que en la mayoría de los conventos y monasterios de la zona los religiosos y religiosas están durmiendo y sin orar.

Por eso, como hemos visto en otro video, el Señor llama a algunos a rezar a esa hora, para generar una capa de protección sobre la zona.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la razón por la que la Divina Misericordia es la devoción para el Final de los Tiempos, cuando el pecado ensombrece la mayor parte del mundo. 

Y me gustaría preguntarte si has rezado la coronilla de la Divina Misericordia o no.

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