Somos seres conformados por un cuerpo y un alma y con necesidades en ambas áreas.
Con necesidades materiales para el cuerpo y espirituales para el alma.
Es así que la Iglesia pide misericordia para los dos aspectos.
Y en esta temporada, la Iglesia nos pide que seamos más sensibles a realizar obras de misericordia.
Pero en el camino nos podemos encontrar con desviaciones.
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Por ejemplo hay casos en que algunos supeditan hacer obras de misericordia corporales a que la persona comulgue con sus ideas.
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O el caso contrario, sacerdotes misioneros católicos que dicen que por gracia de Dios no bautizaron ningún indígena en 40 años de su misión entre ellos.
LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA CORPORAL
¿Y qué significa misericordia?
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Misericordia viene de la composición de palabras: miseri y cordia.
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Miseri significa estrechez, escasez, de cosas y también del espíritu. Cordia, como cardio, tienen que ver con el corazón.
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Misericordia significa entonces compadecer (padecer con), estar con, acompañar, asistir, en esa necesidad material o espiritual.
En otro artículo tratamos sobre las 7 obras de misericordia espirituales (ver aquí), que son:
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que está en error
Perdonar las injurias
Consolar al triste o dolorido
Sufrir con paciencia los defectos de los demás
Rogar a Dios por vivos y difuntos
En este artículo desarrollamos las 7 obras de misericordia corporales, las cuales parten de este pasaje de las escrituras:
“«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.»
Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?»
Y el Rey les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.»
Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.»
Entonces dirán también éstos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?»
Y él entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.»
E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»” San Mateo 25, 31-46
LA BASE ES AMAR AL PRÓJIMO
Diremos que las Obras de Misericordia Corporales que maneja la Iglesia son:
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Dar posada al necesitado
Vestir al que está desnudo
Visitar al que está enfermo
Socorrer a los presos
Enterrar a los muertos
Las Obras de Misericordia Corporales hechas con la más noble de las intenciones agradan al Corazón de Jesús inmensamente.
No siempre se pondrán poner en práctica, no por falta de voluntad, ni por no existir nadie, sino porque están fuera de nuestro alcance.
Y a veces existe conflicto entre lo que se pide y para qué se pide.
Veamos unas cuantas formas de practicar las obras, buscando beneficiar el cuerpo pero sin abandonar el alma.
Hay muchos que parecen estar hambrientos y tener sed, y las personas les dan un billete o un plato de comida.
Habrá quién lo use para comprar comida y quién no. Habrá quién lo coma y otros que no.
La situación está en saber a quién se le da. Porque socorrer a uno que no lo aprovecha, es dejar de socorrer a otro que sí.
O fomentar un vicio.
Los santos que practican la caridad han mostrado una rutina de amor con los demás, invitando a seguirles según el Evangelio.
¿A QUIÉN SE LE DA DE COMER Y DE BEBER?
“Da a todos los que te pidan, y no lo reclames (después). Porque el Padre quiere que se dé a todos de sus propias dádivas.
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¡Bienaventurado el que da según el mandato, porque es inocente!
¡Ay, empero, del que tome!
Porque quien tome por necesidad, es inocente.
Mas quien no tuviere necesidad, habrá de dar cuenta de por qué tomó y para qué.
Le tomarán preso y le interrogarán de lo que hizo; y no saldrá de allí hasta que haya devuelto el céntimo”. Didajé 1, 5.
Este libro antiguo nos recomienda darle a todos, son libres los que dan, sin saber que su aporte va a ser usado mal.
Como el que da dinero. Si la persona lo usa para mal tendrá que rendir cuentas.
Nuestra voluntad siempre ha de ser dar, pero si se ve, que aquello puede ser en contra del alma de la persona, hay que evitar darlo.
La beata Madre Teresa de Calcuta dice:
“Nunca dejemos que alguien se acerque a nosotros y no se vaya mejor y más feliz.
Lo más importante no es lo que damos, sino el Amor que ponemos al dar.
Halla tu tiempo para practicar la caridad. Es la llave del Paraíso”.
Esto puede resumir las ideas que se han puesto sobre que dar y a quién:
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– todo se puede dar,
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– no todo conviene,
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-pero dar con amor lo que creamos que conviene, será la mejor obra de caridad.
En esto se refuerza con la frase de Concepción Arenal, una escritora española.
“La caridad es un deber; la elección de la forma, un derecho.”
Esto nos recuerda que siempre hay que dar, pero sabiendo elegir.
Porque “La caridad no busca jamás la propia comodidad” dice San Camilo, por eso no hay que descansar en dar.
Jesús dice en los versículos que se han colocado al principio me dieron de comer, de beber, me vistieron, me fueron a ver…
Precisamente porque se debe reconocer que hay que ayudarle al necesitado.
Es como si fuese Cristo crucificado, o con la cruz a cuestas, como no podemos ayudarle a Él en ese momento, le ayudamos en el prójimo que es imagen de Jesús.
La Beata Madre Encarnación Rosal dice: “Que se pierda todo menos la caridad” está gran mística, conocida como la Santa Margarita de América, recibió diversos mensajes de Jesús, que se siente triste por la falta del amor con los demás, y es como sí le metieran una flecha.
Santa Faustina enfatiza en las obras de misericordia después de recibir las alocuciones y apariciones del Señor. “Sea misericordioso, para que Dios lo sea con usted”.
NO NECESARIAMENTE A UN POBRE
En el trabajo, o con tus amistades, cualquiera puede olvidar traer su almuerzo, o no tener suficiente para pagar por uno.
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Esas invitaciones también son obras de amor, ¡Cómo sonreír a las personas!
Llevar comida a un asilo, a un albergue, compartirla en algún desastre, esto también es una obra de misericordia.
Ejemplos hay muchos, solo hay que estar atento y ver que la persona en realidad lo necesita.
O sea que no sea un “engaño” para cometer algún pecado, por codicia, por no querer gastar o pereza de trabajar.
Porque el trabajador tiene derecho a su salario, pero también dice la Escritura que hay que dar a la viuda, al huérfano.
DAR POSADA AL QUE LO NECESITA
En estos tiempos, de tanta guerra, violencia y odio, se debe tener mucho cuidado.
Una obra buena puede también ser una imprudencia. ¿Qué pasa si es un asesino? ¿Si es un ladrón? Hay muchos lobos con piel de oveja.
Por ejemplo en estos momentos se está sucediendo una migración masiva de musulmanes a Europa, pero entre los musulmanes que entran han venido terroristas y personas que tienen sólo interés en vivir de los planes de asistencia de los estados europeos.
Porque entran muchos musulmanes jóvenes supuestamente para trabajar, pero los barrios musulmanes de muchas ciudades tienen muchas más personas que viven de los subsidios del gobierno por desempleo que los demás barrios.
Sí, hay que dar un lugar a los que necesitan dormir, nuestra inteligencia nos dirá que podemos hacer.
Como consejo puedes buscar una institución que se encargue de las personas que no tienen donde dormir, y dar cosas materiales o bien ser voluntario.
Tú disposición en dar, y de acuerdo a lo que te nace, irá echando frutos.
Recuerda que es como si fuera Cristo, sirve como una Santa Marta afanada, como cuando Jesús llegó.
Pero también no olvides que cada cosa que hagas encomiéndala a Jesús.
Si no puedes de ninguna forma ayudar, pídele a Dios, que Él ponga a las personas, o que Él las ayude según esas necesidades que sabe Él que tienen.
Da, no te canses de dar, incluso con tus oraciones.
Santa Teresita de Lixieux nunca fue misionera, pero se dedicaba a orar por ello, y es patrona de las misiones.
Dios no exige que hagamos las cosas en una determinada forma, lo que Él quiere es las hagamos con amor y de la mejor manera. Para gloria suya y bien de nuestra alma.
En cada situación se debe evaluar si esa obra de misericordia corporal se aplica para brindarla.
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O pone en peligro mi alma o la del que recibe la obra de misericordia.
DAR Y ACOMPAÑAR
El Papa Francisco ha dicho que una de las formas de hacer obras de misericordia es con cosas sencillas.
La ropa que ya no se usa, o que está acumulada se puede donar a personas o instituciones que las necesiten y las reciban.
No necesariamente es un individuo que esté desnudo.
Decir que hay que vestir al desnudo parece no tan fácil, pero en las cosas sencillas hechas con amor ahí está la obra.
El que requiere ropa, no necesita ropa en sí misma, sino cubrir su frío y eventualmente mostrarse de una manera adecuada para ir a trabajar o a una reunión.
Cada prenda de vestir que se da, es un acto de amor. Muchos pueden vivir con lo mismo y nunca cambiar.
Los Evangelios dicen que compartas, si tienes dos túnicas, darle una al que no tiene. Cada uno con una.
No es el hecho de dar miles de prendas.
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Como la viuda que dio en el templo una moneda sin valor, pero compartió todo lo que tenía con Dios.
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Lo importante no es lo que das, sino como lo das.
Estar con un enfermo, acompañarlo, puede ser gente de la comunidad, el papá, la mamá, los hermanos.
Al enfermo le falta salud y quién le acompaña está con él, para que se sienta mejor con su compañía o cuidados.
El preso está rodeado de paredes pero también de otros reclusos.
La obra de misericordia es ayudarlo a que este camino le sirva para reorientar su vida hacia Dios.
Se le socorre en la escucha, en el aporte a su vida para superarse.
ENTERRAR A LOS MUERTOS
El muerto no siente ya nada, pero llevarlo a “descansar” significa rezar por su alma y acompañar a quién sufre la ausencia de ese ser querido que ya no está.
Los primeros cristianos sufrían persecución por buscar a los mártires y darles sepultura.
Porque llevarlos a un mausoleo significa también que las cosas no se quedan ahí, que hay un futuro.
Si fuera solo por higiene podría meterlos una fosa común, pero colocarlos en ciertos lugares como los mausoleos, los cementerios implica eso.
Reconocer que la muerte no es el final. “Es la muerte la puerta que nos lleva hasta Dios” tal y como lo dice la canción llamada Asunción.
La Virgen María nos enseña con su tránsito y asunción que así como Ella pasó en el sepulcro y después fue a gozar con Dios, también quién confía en Él, se verá libre de las ataduras terrenas.
La obra de misericordia al enterrar a los muertos nos traslada a la oración, que es una obra espiritual de misericordia. Rezar por los difuntos.
Cada uno ha enterrado a un ser querido, porque la muerte es algo seguro. Es de lo único de lo que no nos libramos.
Y sentir que a este final se da un sentido, sirve de consuelo.
Las catacumbas eran lugares donde había cantidad de personas fallecidas y ahí se celebraba la Eucaristía.
Oraban por los difuntos y al colocarlos allí tomaba un sentido más profundo la muerte.
MISERICORDIA ES TIEMPO DE OBRAR
“Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia.
Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación.
Misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
Misericordia es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre, no obstante el límite de nuestro pecado.” Así lo dice el Papa Francisco.
Meditemos en la escena del juicio, que el mismo Jesús ha descrito.
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«apartaos de mí, malditos, e id al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.
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Porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; fui peregrino y no me recibisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo y encarcelado, y no me visitasteis».
Enrique Alfaro, de Guatemala, Profesor de Arte y Teología
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