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Visiones sobrenaturales de los detalles de la Resurrección de Jesús.

Tres místicas tuvieron visiones de la resurrección de Jesucristo: María de Jesús Ágreda, María Valtorta y Ana Catalina Emmerich.

Supuestamente estas visiones les fueron dadas por el propio Señor, que les hizo viajar en el tiempo al momento en que se produjo el suceso.

Cada una de ellas aporta una mirada diferente del suceso sobrenatural de la resurrección.

Y no contradicen el relato que hacen los evangelios, sino que lo complementan.

Aquí hablaremos sobre lo que podría haber sucedido sobrenaturalmente, desde ese momento en que el alma del Señor volvió al sepulcro y luego a Su cuerpo, hasta que visitó a Su madre, según estas tres místicas.

María de Ágreda dice que el alma de Cristo estuvo en el limbo desde las tres y media del viernes a la tarde, hasta después de las tres de la mañana del domingo siguiente, hora en que volvió al sepulcro.

Mientras tanto había en el sepulcro muchos ángeles que veneraban el sagrado cuerpo de Jesús. 

Algunos de ellos habían recogido las reliquias de la sangre, por mandato de su Reina, la Virgen María. 

Y dice que esas reliquias recogidas luego le fueron restituidas al sagrado cuerpo difunto, dejándole con su natural integridad y perfección.

Y en ese mismo instante el alma del Señor se reunió al cuerpo, y le dio inmortal vida y gloria. 

?

Mientras las llagas que antes afeaban su cuerpo en pies, manos y costado, quedaron hermosas, refulgentes y brillantes

Y así se levantó Jesucristo del sepulcro. 

Como vemos, su explicación del momento de la resurrección es muy escueta. ?

Pero agrega que en el mismo instante que el alma de Cristo entró en su cuerpo y le dio vida, se produjo en la Santísima Virgen la comunicación del gozo.

Y el evangelista San Juan, que había ido a visitarla para consolarla, la encontró repentinamente llena de resplandor y señales de gloria, en vez que revestida de tristeza.

Y juzgó que esa alegría se debía a que el Señor sería resucitado.?

De Ágreda cuenta que luego Su hijo resucitado la fue a visitar, acompañado de todos los Santos y Patriarcas. 

Y que el glorioso cuerpo del Hijo penetró en el de Su madre, como si un globo de cristal tuviera dentro de sí al sol.

Y así quedó el alma de María unida a la de su Hijo por medio de aquel contacto.?

María Valtorta por su parte tuvo una visión más detallada del momento de la resurrección.

Habla de una especie de meteorito lleno de esplendor que llega con su luminosidad cuando todavía no hay rayos de sol.

Y baja esparciendo una luz tan intensa, que la aurora queda superada por su incandescencia.

Los soldados quedan estupefactos, porque con la luz llega un estampido potente y solemne, que llena con su sonido toda la creación. 

Dice que viene de las profundidades paradisíacas y es el aleluya, que sigue al Espíritu de Cristo en su regreso a su carne gloriosa.

El meteoro arranca de cuajo la piedra del sepulcro y paraliza de terror a los soldados.

Entra en el oscuro sepulcro y lo llena de claridad.

Y mientras la luz permanece suspendida en el aire inmóvil, el Espíritu se reinfunde en el inmóvil cuerpo de Jesús.

Y debajo de la sábana, la carne gloriosa se recompone.

Dice que esto fue rapidísimo, no en un momento, sino en una fracción de momento.?

Luego Jesús le explica que su resurrección fue adelantada en algunas horas por la oración de Su madre.

Dijo “Yo había dicho: ‘Al Hijo del hombre lo matarán, pero al tercer día resucitará’. 

Había muerto a las tres de la tarde del viernes. 

Si calculáis las horas, no era el alba dominical la que debía verme resucitar.

Mi Cuerpo había estado sin vida treinta y ocho horas, en vez de setenta y dos.

Pero María anticipó el milagro. 

Como cuando con su oración abrió los Cielos algunos años antes, respecto a la época fijada para dar al mundo su Salvación».?

También como María de Ágreda se refiere a los rayos que irradian las Manos y los Pies. 

Las llagas ya no rezuman sangre, sino que irradian luz, que se transformarán en el gozo de Su Madre y de los bienaventurados, y el terror de los malditos y de los demonios en la Tierra.?

Valtorta también habla de dos luminosidades como estrellas, una hacia dentro y otra hacia afuera de la puerta, postradas en acto de adoración a su Dios, que pasa envuelto en su luz y sale.

Y cuando el Señor pisa la tierra, la naturaleza se despierta de alegría y resplandecen los colores de las hierbas y los rosales, y las corolas de los manzanos se abren ante Su presencia.

Jesús alza la Mano y bendice, y entonces cantan más fuerte los pájaros y más intensamente el viento perfuma el ambiente.

Y junto con sus ángeles va a ver a Su Madre, como también lo describió María de Ágreda.?

Por su parte Ana Catalina Emmerich presenta una visión complementaria sobre el momento de la resurrección.   

Vio el alma de Nuestro Señor entre dos ángeles, que iban vestidos de guerreros, era resplandeciente, luminosa como el sol al mediodía.

Dice que penetró en la roca, tocó el cuerpo sagrado, pasó a él, y los dos se unieron instantáneamente y se convirtieron en uno. 

Y entonces vio moverse los miembros, y el cuerpo del Señor, reunido con Su alma y con Su divinidad, se levantó y sacudió la sábana.

Mientras toda la cueva quedó iluminada.?

Y cuenta que en ese mismo momento de la resurrección vio un monstruo espantoso brotar de la tierra debajo del sepulcro. 

Tenía cola de serpiente, y levantaba orgullosamente su cabeza de dragón para atacar a Jesús, y además mostraba una cabeza humana.

Pero nuestro Señor sostenía en su mano una vara blanca, con un gran estandarte adosado.

Puso Su pie sobre la cabeza del dragón, y golpeó su cola tres veces con Su bastón, después de lo cual el monstruo desapareció.

Ella cuenta que había tenido esta misma visión muchas veces antes de la resurrección, viendo precisamente un monstruo así, que parecía querer esconderse, en el momento de la concepción de Nuestro Señor.

Se parecía mucho a la serpiente que tentó a nuestros primeros padres en el Paraíso, sólo que era más horrible. ?

Luego vio levantarse el cuerpo glorificado de Nuestro Señor, y atravesó la dura roca con una facilidad asombrosa.

La tierra tembló, y un ángel vestido de guerrero descendió del cielo con la velocidad del relámpago, entró en el sepulcro, levantó la piedra, la colocó del lado derecho y se sentó sobre ella. 

Y ante este tremendo espectáculo, los soldados cayeron al suelo y quedaron allí aparentemente sin vida.

Y en el mismo momento, la tierra tembló, y vio a Nuestro Señor aparecerse a su Santísima Madre en el Calvario.

Sus grandes heridas abiertas brillaban intensamente y se podían ver desde una gran distancia.

Las heridas en sus manos eran tan grandes que podía introducirse un dedo en ellas sin dificultad.

Y los rayos de luz que salían iban en la dirección de sus dedos. 

Las almas de los patriarcas que iban con Él se postraron ante Su Madre, y Jesús le habló de Su Resurrección, diciéndole muchas cosas. 

Él le mostró sus heridas, María se postró para besar sus sagrados pies, pero Él la tomó de la mano, la levantó y desapareció.

Bueno, hasta aquí el relato de la resurrección de Jesucristo contado por tres místicas, cada una de las cuales agregó algo en particular.

Y me gustaría preguntarte qué cosas te han llamado más la atención de estos relatos de la Resurrección de Jesucristo.

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