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El cielo ha informado sobre lo que pasará en el Mundo y en la Iglesia.

La pérdida de fe en el mundo y en la Iglesia ha sido un proceso de varios siglos, en el que el Cielo nos ha ido advirtiendo paso a paso.

Pero muchos se negaron y se niegan a escuchar los mensajes del cielo y a ver los signos de los tiempos. 

El Cielo nos informó que habría un punto en que la pérdida de fe llegaría a su clímax y se produciría una tribulación grande, que sería el preludio de la intervención divina y de la purificación del mundo.

Eso sería luego del pontificado de Benedicto XVI.

Y fue previsto desde hace décadas, aún antes de que conociéramos a Benedicto XVI.

Aquí hablaremos sobre cómo se generó el proceso de apostasía que tiene su clímax en nuestros días y que informaciones tenemos de que el punto de quiebre sucedería luego del pontificado de Benedicto XVI.

Hoy vemos cumplirse la Profecía de los Papas de San Malaquías, que vivió en el siglo XII, que en resumidas cuentas nos informa que luego del pontificado de Benedicto XVI vendría una gran crisis en la Iglesia Católica, que le haría cambiar su fisonomía.

Luego de la muerte de Benedicto XVI, el pontífice 111 según la profecía, se sitúa a un Pontífice que no tiene número y que muchos analistas creen que es una nueva estirpe de regentes de la Iglesia, en un mundo diferente.

A este pontífice del final le pone el nombre de Petrus Romanus y dice,   

«Durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana se sentará [en el pontificado] Pedro Romano, que pastoreará el rebaño en medio de muchas tribulaciones; cuando éstas terminen, la ciudad de las siete colinas será destruida, y el terrible Juez juzgará a su pueblo. El Fin».

El texto informa que durante este tiempo habrá muchas tribulaciones, el Vaticano será destruido y vendrá un juicio de Dios, que bien podría ser el Aviso profetizado en Garabandal.

Porque en estas apariciones de la década de 1960 en España, predecesoras de las de Medjugorje, también se reafirma que luego de Benedicto XVI el mundo entrará en una nueva época.

Cuando la muerte de Juan XIII, en 1963, la vidente Conchita le dijo a su madre, que la Virgen había dicho que ahora quedaban sólo 3 papas, más uno que no contaba por la escasa duración de su pontificado, y que luego vendría el Final de los Tiempos, que no es el Fin del Mundo.

Y sucedieron los pontificados de Pablo VI, Juan Pablo I (el de escasa duración), Juan Pablo II y Benedicto XVI.

¿Es esto una coincidencia entre Malaquias y Garabandal? 

Probablemente no, porque luego que Benedicto XVI renunció a su pontificado en el 2013, se desataron con más furor las tendencias destructivas en el mundo y en la Iglesia, que se venían preparando desde mucho antes.

Por ejemplo, una pandemia atacó a la humanidad, todos pudieron ver cómo la camarilla de los más ricos está en proceso de rehacer al mundo a su conveniencia, la ideología de género hoy prácticamente rige occidente y se desató una guerra en Europa que va escalando sistemáticamente.

Pero hay más.

El relevo de Benedicto XVI en el pontificado se produjo en circunstancias que causaron conmoción.

Renunció a su pontificado, pero siguió vistiendo con sus ornamentos de pontífice y el anillo del pescador.   

Y a raíz de eso se reflotaron varias profecías que señalan que cuando hubiera dos papas vivos, uno de ellos sería un antipapa y que habría un gran cisma en la Iglesia.

Y lo cierto es que hubo varias señales que en otros tiempos habrían adquirido mucho interés y estudio, por su fuerte significado simbólico.

La primera señal fue el rayo que cayó sobre la cúpula de San Pedro durante una tormenta a las 17:56 horas del 11 de febrero de 2013, el día en que Benedicto XVI anunció su dimisión. 

El suceso fue documentado por un fotógrafo de la agencia Ansa, y la foto se hizo famosa.

La segunda señal sucedió el 26 de enero de 2014, al final de la oración del Ángelus.

Francisco soltó dos palomas blancas al cielo sobre San Pedro, y fueron atacadas inmediatamente por una gaviota blanca y un gran cuervo negro. 

La atacada por el cuervo fue muerta delante de los miles de personas presentes en la plaza.

Un año antes, en enero de 2013, Benedicto XVI también había liberado una paloma desde la misma ventana, y también fue atacada por una gaviota, pero se había salvado al volver a entrar en el piso papal. 

Una diferencia que algunos dicen que es significativa.

Desde hace siglos, la paloma es uno de los símbolos más importantes de la Iglesia.

Es símbolo de paz y también del Espíritu Santo.

Y puede interpretarse que por eso es atacada por seres voraces y despiadados como un ave de rapiña.

Todo lo que estamos viendo es la culminación de un proceso de ataque a la Iglesia que viene creciendo desde hace siglos y que ha sido informado por el cielo que estaba sucediendo, pero que el clero desestimó.

La primera noticia que ha llegado hasta nuestros días fueron los mensajes de Nuestra Señora del Buen Suceso en el siglo XVII en Ecuador, que dijo a Sor Mariana de Jesús Torres, que vendría una gran apostasía en la Iglesia en el siglo XX, con consecuencias nefastas sobre la moral.

La luz de la fe se apagaría, abundarían las herejías y sería acompañada de calamidades físicas.

Pero que cuando todo parezca perdido el Cielo intervendrá y se producirá una rápida y completa restauración.   

Luego en el siglo XIX Nuestra Señora se apareció en los Alpes franceses, en La Salette, en 1846.

Y dijo que Roma perdería la fe, que los conventos se convertirían en lugar de pastoreo de los demonios y que la maldad y la perversión se extenderían cada vez más. 

La Iglesia experimentaría profundas desavenencias e incluso el caos: obispos contra obispos, cardenales contra cardenales, mientras el aterrorizado Papa huiría del Vaticano.

Pero también en este caso Nuestra Señora estableció que luego vendría una época de esplendor para la Iglesia y el mundo. 

La Iglesia reconoció estas apariciones y permitió la devoción a Nuestra Señora de La Salette, pero su mensaje fue minimizado y casi ocultado, por aquello de que da una visión sombría de la Iglesia, cuando está llamada a ser portadora de esperanza.

Sin embargo 7 décadas más tarde, Nuestra Señora bajó a Fátima, una de las apariciones más famosas, con un mensaje urgente de arrepentimiento, reparación, y conversión, para evitar la autodestrucción del mundo.

Allí nos aseguró que triunfaría Su Inmaculado Corazón y luego vendría una época de paz.

Y dejó un secreto que debía hacer público el Papa en 1960, pero Juan XXIII lo leyó y se rehusó a publicar, diciendo que no era para su pontificado.

Recién en el año 2000 el Vaticano publicó el secreto, pero muchos que habían leído el texto original del secreto, dicen que se omitió revelar el contenido de una hoja adicional, donde alertaba de que la Iglesia sufriría una fuerte pérdida de fe, apostasía, y que comenzaría en su vértice.

Esta apostasía dentro de la Iglesia fue y es informada por todas las apariciones posteriores hasta nuestros días.

Y por otro lado ya no se puede ignorar, al tiempo que uno se tome un poco de tiempo y lea lo que sacerdotes, obispos y cardenales declaran.

Se podrá ver que reina el desconcierto y la confusión, y las herejías abundan como nunca antes.

¿Y por qué sucedió lo que el cielo nos ha estado advirtiendo desde el siglo XVII y situó su punto de auge en este tiempo, luego que Benedicto XVI dejara su pontificado?

La respuesta también nos la dio el cielo, cuando el 13 de octubre de 1884, exactamente 33 años antes del Milagro del Sol en Fátima, el papa León XIII tuvo una visión sobrenatural.

Luego de celebrar la Misa en su Capilla privada del Vaticano, se detuvo repentinamente al pie del altar, como en trance unos 10 minutos, con el rostro blanco como la ceniza. 

Y luego se dirigió rápidamente a su oficina y compuso la oración a San Miguel Arcángel, pidiendo su protección, con la instrucción de que se recitara después de todas las Misas. 

Y cuando se le preguntó a León XIII qué había sucedido, explicó que cuando estaba a punto de dejar el altar, escuchó dos voces, una amable y gentil, la otra gutural y áspera, que parecían venir de cerca del tabernáculo. 

Satanás retaba a Jesucristo de que podía destruir la Iglesia y el Señor aceptó, entonces pidió de 75 a 100 años de más poder para él y los que trabajaran para él.

Y el Señor lo concedió.

Lamentablemente esta oración fue quitada de las misas luego del Concilio Vaticano II, cuando más se necesitaba.

Curiosamente los 75 años habrían vencido en 1959, coincidentemente en el año en que Juan XXIII convocó públicamente al Concilio Vaticano II.

Y tres años antes de que vencieran los 100 años, en 1981, Juan Pablo II sufrió el atentado en Plaza San Pedro que casi terminó con su vida, luego de lo cual comenzó a preocuparse más por Fátima.

Y coincidentemente con esto, en 1972, luego del Concilio Vaticano II, Pablo VI afirmó que tenía la sensación de que «el humo de Satanás había entrado en el templo de Dios por alguna grieta».

Y agregó algo más preocupante, ubicó la grieta en el postconcilio, cuando dijo, «Se creía que tras el Concilio llegaría un día soleado para la historia de la Iglesia. 

En su lugar, llegó un día de nubes, de tormenta, de oscuridad y de incertidumbre».

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre que luego del pontificado de Benedicto XVI se abrió un nuevo período en la Iglesia y el mundo, que marca el momento en que el cielo intervendrá y purificará la Tierra, y vendrá una era de paz. 

Y me gustaría preguntarte qué crees que pasará en los próximos 10 años sobre la Tierra.

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