Qué gracias especiales le dio el Niño Jesús al Padre Pío.

El Niño Jesús se ha aparecido a varios místicos y videntes a través de los siglos.

Y muchas veces lo ha hecho en la forma sensible de un Niño.

Lo que nos lleva a pensar en Su nacimiento en Belén.

Y suscita el sentimiento de ternura que las personas suelen tener cuando ven un bebé.

El Padre Pío fue un agraciado de haber tenido estas apariciones, aunque rara vez las comentó.

Pero las apariciones del Niño Jesús que tuvo el Padre Pío fueron diferentes a las demás registradas, y por lo tanto fueron únicas en la historia.

Aquí hablaremos sobre esas apariciones y verás por qué fueron únicas.

El padre Pío era un gran devoto de la Santísima Virgen María y rezaba diariamente varios Rosarios.

Y obviamente adoraba a Jesús, especialmente durante la celebración de la eucaristía, cuando lloraba por su pasión.

Pero tenía un vínculo de amor con el Niño Jesús desde su infancia, que en una especie de juego de niños, providencial, comenzó con el armado del pesebre o belén en Navidad.

En su hogar en Pietrelcina, era él quien preparaba el pesebre para la familia. 

A menudo empezaba a trabajar en él ya en octubre. 

Cuando sacaba a pastar el rebaño familiar con unos amigos, buscaba arcilla para moldear las estatuillas de los pastores, las ovejas y los Reyes Magos. 

Y luego pondría un cuidado especial en la creación del niño Jesús, al que reconstruía una y otra vez incesantemente hasta que sentía que le había quedado perfecto.

También preparaba las lucecitas, llenando las conchas vacías de los caracoles con unas gotas de aceite y un poco de estopa.

Y luego permanecía horas delante del nacimiento, cantando o rezando el Rosario.

Ya de mayor, contaba los días que faltaban para Navidad y enviaba a todos sus augurios de paz y alegría.

Y luego de ordenado sacerdote escribía también a sus hijos espirituales invitándoles a orar a Jesús Niño en los días que precedían a Navidad.

Llamaba a sus hijos espirituales a rezar especialmente la novena al niño Jesús.

Decía,

«Al comenzar la santa novena en honor del santo Niño Jesús, mi espíritu se ha sentido como renacer a una vida nueva; el corazón se siente demasiado pequeño para contener los bienes del cielo».

Y hay una frase que ha quedado para la posteridad y que revela cómo él se sentía ante el niño, decía 

«Soy el juguete del Niño Jesús, como me repite a menudo, pero lo que es peor, Jesús ha elegido un juguete sin valor».

Y en su celda de San Giovanni Rotondo tenía una estatua tallada por un escultor desconocido que representa al Niño Jesús de pie y tiene 60 centímetros de alto.

El Niño Jesús está vestido con una túnica beige hasta los pies, la pequeña mano derecha está mostrando sus 3 levantados en señal de bendición

Y en la izquierda sostiene un corazón rojo donde arde una llama dorada. 

En el borde inferior de la sotana hay pequeñas cruces doradas. 

Y la corona colocada en la cabeza está grabada con las palabras «Corazón del Mundo».

El Padre Pio lo llamaba el «Bebé de los Besos» porque, cada vez que estaba frente a él, le rezaba y lo besaba.

Hoy esa imagen está custodiada por la familia Campanini.

El propio Padre Pío se lo entregó a Carlo Campanini para sacarlo de su frontera de oración y llevarlo al mundo. 

Esta imagen se exhibe durante el período navideño en la iglesia de San Salvatore in Lauro, en Roma, dedicada a la Virgen de Loreto, cerca de la Piazza Navona, que es el centro de coordinación regional de los grupos de oración del Padre Pío, y conserva importantes reliquias del santo.

Pero detrás de esa devoción formal, el Padre Pío tenía un contacto sobrenatural con el Niño Jesús, al punto que su vinculación con Jesús era especialmente a través de su niñez.

Y trataba de evitar que los contactos sobrenaturales que tenía con Él, no se hicieran públicos, por ejemplo cuando le ocurrieron eventos extraordinarios en que el Niño se le apareció.

Aunque a veces él mismo escribía esos encuentros, como por ejemplo en una carta al padre Agostino de 1912 donde dice,

«Por fin vino el Niño Jesús… ¡cómo latía mi corazón, cómo me ardían las mejillas cerca de este celestial Niño!»  

El Niño Jesús se le aparecía al Padre Pío y en realidad no sabemos cuantas veces lo hizo, porque no lo manifestó.

Pero estas apariciones tuvieron una gran diferencia con otras apariciones, sobre las que hicimos videos.

La credibilidad de las apariciones del Niño Jesús al Padre Pío no dependieron del relato del santo.

Las apariciones conocidas del Padre Pío son atestiguadas por otras personas, que vieron al Padre Pío con el Niño Jesús.

Testigos han relatado que pudieron ver al Padre Pío sosteniendo en brazos a Jesús niño. 

Y no era una estatua de porcelana, sino el mismísimo Niño Jesús en visiones milagrosas.

Esto convierte a estas apariciones en únicas en la historia de la Iglesia.

La primera aparición del Niño Jesús al Padre Pío, testimoniada por personas externas, sucedió en noviembre de 1911, apenas un año después de su ordenación sacerdotal, cuando vivía en el convento de Venafro.

Fue testimoniada por el Padre Agostino.

Y la particularidad es que el Niño Jesús apareció con los estigmas de la crucifixión en manos, pies y costado. 

También la presencia de esos estigmas son un fenómeno raro en las apariciones de Jesús niño, aunque razonable en este caso de acuerdo a la vivencia que tenía el santo.

Los teólogos afirman que esto no es extrañar porque para san Pío de Pietrelcina, contemplar el misterio de la Navidad era ver al Niño Jesús a la luz del misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

La segunda aparición sucedió el 20 de septiembre de 1919 ya en San Giovanni Rotondo, en el primer aniversario de sus estigmas visibles, porque entre 1911 y 1918 sus estigmas fueron invisibles. 

Este suceso está documentado por el Padre Raffaele de Sant’Elia, que por ese entonces se estaba preparando para la ordenación sacerdotal.

Éste dormía en una celda casi enfrente a la número 5, que era la del Padre Pío. 

La noche entre el 19 y 20 de septiembre de 1919 no podía dormir

Y hacia medianoche se levanta asustado. 

El pasillo estaba en la oscuridad, sólo había una luz tenue de un candil.

Y mientras estaba a la puerta para salir, ve pasar al Padre Pío, todo luminoso, con algo en brazos. 

Avanzaba lentamente murmurando oraciones. 

Buscó una mejor vista y vio que tenía al Niño Jesús en sus brazos. 

Se quedó absorto en la puerta de su habitación, y cayó de rodillas. 

El Padre Pío pasó por su lado, todo refulgente y ni siquiera se percató de que Raffaele estaba allí.

Y la tercera aparición visible por otras personas sucedió el 24 de diciembre de 1922. 

Lucía Ladanza, una hija espiritual del Padre Pío, quiso pasar la vigilia de Navidad junto al Padre y narró lo que vio.

Aquella noche hacía frío y los frailes habían llevado a la sacristía un brasero con fuego. 

Ella y otras tres mujeres se quedaron junto al brasero esperando la media noche, para asistir a la Misa que debía celebrar el Padre Pío. 

Las otras tres mujeres comenzaron a adormecerse, mientras ella seguía rezando el rosario. 

Y en ese momento vio que por la escalera interior de la sacristía bajaba el Padre Pío y se detuvo junto a la ventana. 

Esto lo escribió en una página de su diario, fechada el 24 de diciembre de 1922. 

«Los frailes habían traído un gran brasero en la sacristía y había mucha gente alrededor para calentarse. 

Rezamos el Rosario mientras esperábamos la Misa. 

El padre Pío rezó con nosotros. 

De repente, en un halo de luz, vi aparecer al Niño Jesús en sus brazos. 

El rostro del Padre Pío se transfiguró, sus ojos se volvieron hacia esa figura de luz que tenía en sus brazos, que se mostraba con sus brazos abiertos y con una sonrisa como de asombro. 

Cuando la visión desapareció, el Padre Pío se dio cuenta de que lo había visto todo, por la forma en que lo miré. 

Se me acercó y me dijo: ‘Lucía, ¿qué has visto?’ 

Ella respondió: ‘Padre, he visto todo’. 

El Padre Pío entonces le advirtió con severidad: ‘No digas nada a nadie'».

Sin embargo, Lucía no fue ciertamente la única que presenció tales manifestaciones, los otros simplemente no lo comentaron.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las apariciones del Niño Jesús al Padre Pío, que son únicas en la historia de la Iglesia, porque al revés de las demás, no fueron informadas por el vidente, sino testimoniadas por otras personas, que vieron al Padre Pío con el Niño Jesús en brazos, vivo y refulgente.  

Y me gustaría preguntarte por qué crees tú que el Padre Pío no comentaba de esas apariciones, y por qué también, pudieron ser vistas por otras personas.  

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