Durante la tribulación.

Hay profecías que recorren el cristianismo desde sus inicios, y que incluso vienen desde el Antiguo Testamento, que dicen que el enemigo, el maligno, entrará en la casa de Dios y regirá la Iglesia en algún momento.

Y que se suspenderá el santo sacrificio de la misa, o sea la eucaristía, con la consecuencia que Nuestro Señor ya no se hará presente en ella con su cuerpo y con su sangre.

La eucaristía se puede suspender por dos razones principales.

Una porque se suspenda la misa directamente, que no haya más celebraciones.

Y otra porque las palabras de la plegaria eucarística cambien tanto que ya no se produzca la transubstanciación, y por lo tanto Nuestro Señor no se haga presente en el pan y el vino consagrados, aunque el resto de la misa se realice.

Aquí hablaremos sobre esta etapa largamente profetizada de la suspensión de la eucaristía, y de los procesos que pueden llevar a ello, sobre la base de las principales profecías católicas sobre el tema. 

Hace 25 siglos el profeta Daniel predijo que habrá «un tiempo de angustia como no habrá habido hasta entonces otro, desde que existen las naciones»

A esa angustia el mismo profeta Daniel denominó el «misterio de la iniquidad».

¿Y qué sucederá en ese tiempo? 

Él dijo que pasarán 4 cosas:

El pastor o sea el papado, será herido. 

El rebaño se dispersará, huérfano porque no tiene pastor visible.

Se suspenderá el sacrificio perpetuo, o sea la eucaristía.

Y entrará en el lugar santo la abominación de la desolación, o sea que el anticristo usurpará la sede de pontificado en Roma.

Esto también fue comunicado por Nuestra Señora en las apariciones de La Sallete en 1846, diciendo que Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo.

Y León XIII una pocas décadas más tarde diría que en el lugar donde está la cátedra de San Pedro, o sea la sede del papado, se erigirá el trono de la abominación, de suerte que herido el Pastor, pueda dispersarse la grey.

Y poco tiempo antes de morir en 1226, San Francisco de Asís reunió a sus seguidores y les advirtió que se acercaba el tiempo en el que habrá grandes pruebas y tribulaciones.

En el que abundarán perplejidades y disensiones, tanto espirituales como temporales.

La caridad de muchos se enfriará y la malicia de los impíos se incrementará.

En esta tribulación, un hombre elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte.

Enseñará el error y se aceptará el error en lugar de oponerse a él.

Habrá tal diversidad de opiniones y cismas entre la gente, los religiosos y entre el clero, que si esos días no se acortaran, según las palabras del Evangelio, aun los escogidos serían inducidos a error.

Quedémonos aquí con estas profecías, hay muchas más sobre el mismo tema de la apostasía en Roma y la suspensión del santo sacrificio de la misa.

Hoy vemos señales de ese deterioro de la relación de la Iglesia y los fieles con la eucaristía.

La fidelidad a la Eucaristía ha ido disminuyendo. 

Muchos católicos tienen dudas, no lo recuerdan constantemente o simplemente no creen que en la hostia consagrada esté Jesucristo vivo.

A pesar de los milagros eucarísticos que se siguen suscitando y que manifiestan en las hostias sangre AB+, proveniente del miocardio, o sea el músculo del corazón, de una persona moribunda que ha sido castigada.

Y también a pesar del efecto sanador de la eucaristía en los que la consumen con fe.

Y como un preludio, en la crisis sanitaria de 2020 y 2021, pasaron meses sin que la gente pudiera recibir la eucaristía y varios pastores dicen que muchos se adaptaron, porque la vuelta a misa luego de la reapertura no ha sido masiva.

Ahora, si estas profecías que mencionamos se cumplen, no está claro si en el momento más álgido la misa se seguirá celebrando de una forma tal que los ritos impidan la transubstanciación. 

O bien, que ya no se pueda realizar la misa por la persecución y que por lo tanto sean tan pocos los sacerdotes que puedan seguir dando la comunión y distribuyéndola.

Porque siempre quedará algún sacerdote fiel que en los tiempos en que se predica que no habrá sacrificio, distribuirá la comunión.

Por otra parte, varios místicos que recibieron visiones sobre los refugios que tendrán los cristianos en el tiempo de la persecución, dicen que habrá sacerdotes que pasen por allí y den la comunión, y si no, los ángeles, y hasta el propio Jesucristo la repartirán.

Y en este sentido es interesante traer a colación a María-Julia Jahenny, quién fue una mística estigmatizada francesa relevante. 

Las profecías que recibió indican que la eucaristía pasará casi tan desapercibida, que apenas unos pocos sabrán dónde estará. 

Y es precisamente por la pérdida de fe ante la presencia real de Jesús en el pan y el vino consagrados. 

Maria Julia Jahenny es tal vez una de las más grandes místicas de la historia de Francia.

Nació en 1850, y desde su primera comunión el Señor la bendijo con grandes gracias. 

En 1873 recibió los estigmas que mantuvo hasta su muerte. 

Tuvo casi todas las llagas de Jesucristo: en las manos, los pies, el costado, la corona de espinas, la marca del peso de la cruz sobre los hombros, y las de los azotes. 

Vivió en una pequeña cabaña como víctima propiciatoria, para reparar los pecados de Francia. 

Y por ello el Señor y la Virgen santísima le hicieron numerosas visitas.

Ella predijo las dos guerras mundiales, la elección del Papa San Pío X, la apostasía y los castigos a Francia. 

Su vida ha sido un derroche de milagros, viviendo una etapa de su vida solo del Pan Eucarístico. 

En una de sus visiones, el Señor le mostró a Lucifer amenazando con atacar la Iglesia, derribar la cruz y diezmar la población.  

Dice que también depositará una gran debilidad en los corazones, que hará que se niegue la religión católica. 

Por un tiempo él será el amo de todas las cosas de la tierra. Incluso del templo de Dios, como se dice en las profecías que hablamos al principio.

San Miguel arcángel en otra ocasión le reveló que satanás tomará posesión de todas las cosas celestiales que están en la tierra, y que reinará por completo, sobre toda la religión. 

Todo lo aprobado por la Iglesia dejará de existir como lo vemos hoy en día. 

Dice que no quedará rastros del Santísimo Sacramento, no habrá fe. Todo será confusión.  

Todo esto nos quiere mostrar que tanto sacerdotes como fieles se perderán en el mundo y por causa del mundo. 

No tendrán el valor de reconocer que Jesús realmente está en la Eucaristía, ni para defenderla, y tampoco la buscarán a escondidas. 

Es decir que serán del mundo y el pecado los arrastrará.

De modo que María Julia muestra que la gente se perderá porque la doctrina del mundo los arrastrará.  

Y revela que los responsables principales de la crisis, que vendrá en la Iglesia, son los que gobiernan el rebaño. 

Y que el mal uso de la libertad que los sacerdotes y obispos tengan será parte del problema.

También afirma que llegará un Papa que revertirá la política que estos obispos y sacerdotes irán imponiendo. 

Pero lastimosamente no será obedecido, y le demandarán mayor libertad. Y declararán que no le obedecerán sino se las concede.

Es por ello que una religión pervertida usurpará la verdadera religión católica, y los obispos abrazarán este sacrilegio. 

Habrá una nueva liturgia, hará que muchos sean perseguidos y declarados enemigos de la fe por no adaptarse a ella. 

Los nuevos sacerdotes que se formen, serán instruidos por el demonio. 

Los pocos que se mantengan firmes en la verdad tendrán que huir y estar dispersos. 

Y esta apostasía culminará cuando vengan los 3 días de oscuridad, que han sido profetizados también por varios santos más.

Será jueves, viernes y sábado. Habrá truenos y centellas. 

Las personas deberán quedarse en casa, no abrir las ventanas, ni asomarse afuera. 

En ese tiempo deberán tener las velas bendecidas. Ninguna otra luz brillará más que las de estas velas. 

Recomienda tener la cruz y la imagen de Nuestra Señora bendecidos.

Y cualquiera que rece por sus amigos y familiares no perecerá. Siempre que esté en algún refugio.

Y aquellos que sobrevivan, lo harán por la fe y confianza en Dios.

Finalmente San Miguel dice que luego de esta purificación final, Jesucristo vendrá como buen pastor y congregará a sus ovejas dispersas para reinar sobre el mal. 

Sacará a la Iglesia de la tumba.

Y la Virgen y Jesucristo reinarán.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos contar sobre las profecías de la suspensión de la eucaristía en la tierra, un momento sobre el que hay muchas profecías católicas. 

Y qué sucederá en un momento de gran persecución a los cristianos, donde el maligno y sus secuaces tendrán gran poder en la Santa Sede y también será en el tiempo de una gran apostasía tanto de ordenados como de laicos.

Y me gustaría preguntarte qué crees que está sucediendo más entre los católicos, cuál de los dos, la pérdida de fe en las enseñanzas que dejó Jesucristo o el descreimiento que Jesús está presente en la hostia consagrada realmente.

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