La devoción a Nuestra Señora de las Tres Avemarías consiste en rezar tres avemarías seguidas durante 9 días.
En medio de cada avemaría, se pueden poner peticiones, agradecimientos y es interesante poder ofrecer a la Santísima Virgen María un «Obsequio Espiritual» diario. Esta es una lista posible de Obsequios…
OBSEQUIOS ESPIRITUALES
1er. Día Examinar mi consagración a Cristo y a su Corazón;
2do. Examinar mi devoción a la Virgen María y cómo la practico;
3er. Reflexionar sobre que quiere Dios de mi;
4to. Estudiar como debo guardar la pureza de pensamiento y proceder;
5to. Hacer con especial cuidado el ofrecimiento de las obras;
6to. Visitar algún enfermo o realizar un acto de caridad;
7mo. Proponerme realizar los Cinco Primeros Sábados;
8vo. Encomendar a la Virgen todas las dificultades diarias y ofrecerlas por la Pasión de Cristo en la Cruz;
9mo. Quitar de mi algo que moleste a los demás.
Procurar durante la Novena confesar y comulgar al menos una vez.
La promesa es que la Reina del Cielo y Madre de Dios, nos visite a la hora de nuestra muerte y nos consuele.
La Virgen prometió a Santa Matilde y a otros Santos que quien rezara diariamente tres Avemarìas, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose a esa persona en su hora final con el brillo de una belleza tal que el solo verla lo consolaría y la comunicaría las alegrías del Cielo.
FORMA DE REZAR
INTRODUCCIÓN
«Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardiente caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
1 «Oh Virgen poderosísima: así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda potestad enemiga.
Ave María
2 «Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.
Ave María
3 «Oh Virgen amantísima: así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.»
Ave María
Otras Promesas acerca de la pràctica de esta devociòn
La Santa Madre de Dios le dijo a Santa Gertrudis que:
“Quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo” En otra ocasión la Virgen Maria le dijo a esta Santa, refiriéndose a todos los que la invocamos diariamente conmemorado el Poder, la Sabiduría y el Amor que le fueron comunicados por la Santísima Trinidad: “a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales” (Libro El Heraldo Divino)
«Declaró el Señor a Santa Gertrudis que cuantas veces reza un cristiano el Avemaría, otras tantas brotan del seno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo tres impetuosos arroyuelos que van a penetrar suavemente en el corazón de la Santísima Virgen. Luego, saliendo de este mismo corazón, van a buscar su origen, y estrellándose al pie del trono de Dios, cual ola embravecida contra una roca, déjanla poderosísima, según el Padre, sapientísima, según el Hijo, y llena de amor y misericordia, según el Espíritu Santo.
Mientras uno está diciendo el Avemaría corren estos arroyuelos con grande impetuosidad alrededor de la Santísima Virgen inundándola, y vuelven a precipitarse enseguida sobre su Corazón santísimo. Con maravillosa precipitación van a buscar primeramente su origen y, retrocediendo después, se resuelven en gotas brillantes de gozo, dicha y salvación eterna, y caen cual lluvia benéfica sobre los Angeles y Santos y sobre los que recitan entonces la salutación angélica; y de este modo llegan a renovarse cada uno todos los bienes que recibiera por medio de la Redención». (P. Faber: .Todo por Jesús, cap. IV.).»
Según el llamado apóstol de la Santísima Trinidad (el bienaventurado Diego Cádiz, capuchino que vivió en el siglo XVIII) la Madre de Dios le revelo que:
“Una de las más agradables devociones que se le pueden ofrecer, es la de ayudarle a dar gracias a la Augusta Trinidad por el Poder que recibió del Padre Eterno, por la Sabiduría con que la enriqueció su Hijo y por la Caridad de que la llenó el Espíritu Santo”
Cuando Sor Maria Villani, religiosa Dominica siglo XVI rezaba un día Las Tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen Maria estas estimulantes palabras:
“No solo alcanzaras las Gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser Especial Protectora tuya y de cuantos como tu practiquen esta devoción”
Y las promesas de la Reina de los Cielos nunca dejan de tener pleno cumplimiento.
¿Cuál es el fin especial de esta devoción?
Honrar tres principales atributos de María Santísima, a saber: el poder que le otorgó Dios Padre, por ser su Hija predilecta; la sabiduría de que la adornó Dios Hijo, al elegirla por su Madre; y la misericordia de que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.
¿Y cuál es el fundamento de esta devoción?
La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.
¿En qué consiste la Novena de las Tres Avemarías?
En rezar tres veces el Avemaría durante nueve días.
Como hemos indicado en su lugar, la Santísima Virgen prometió a Santa Matilde asistirla en la hora de la muerte si rezaba cada día en su honor tres Avemarías para celebrar los atributos de Poder, Sabiduría y Misericordia con que la enriqueció la Beatísirna Trinidad.
Mas los devotos de María, entendiendo con esto cuán de su agrado es este obsequio, juzgaron que repitiéndolo durante nueve días, quizás alcanzarían para sus necesidades el eficaz socorro de su poderosa intercesión. (Este es el origen de la Novena eficaz de las Tres Avemarías.)
Esas Tres Avemarías son como otras tantas aldabadas que damos a las puertas del misericordioso y compasivo corazón de Nuestra Señora; son como tres aclamaciones angustiosas con que el alma implora su Poder, Sabiduría y Misericordia para el remedio de las múltiples necesidades que la aquejan.
Cuán del agrado de Nuestra Señora sea este piadoso ejercicio, dicenlo muy elocuentemente los muchos y diversos favores, tanto espirituales como materiales, que cuentan haber alcanzado por semejante práctica las personas que se han servido de ella para implorar la protección de la Santísima Virgen.
Pero lo más consolador son los beneficios espirituales que dispensa la Santísima Virgen por medio de esta Novena. Diríamos que esa bendita devoción es el anzuelo con que María Santísima pesca innumerables almas para el cielo; muchas, ciertamente, serán deudoras de su eterna felicidad en la gloria a la eficacia de esa devota práctica.
Conversiones extraordinarias de pecadores moribundos que se logró recibieran los últimos Sacramentos, a lo que se resistían; jóvenes extraviados, devueltos al camino del bien y al hogar, de donde los había arrancado la perversión; matrimonios que han recuperado el tesoro de la paz y unión, que hacia tiempo habían perdido; almas atormentadas por los escrúpulos y otras penas interiores, que recobraron la paz de conciencia y el sosiego de su espíritu; en fin, devoto lector, que esta Novena parece la panacea de todos los males, así del cuerpo como del alma.
Esto enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.