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ORACIÓN A SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER
Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor. Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te pido (Pídase). Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

1º día

Trabajo, camino de santidad

Reflexión: palabras de San Josemaría

Hemos venido a llamar de nuevo la atención sobre el ejemplo deJesús que, durante treinta años, permaneció en Nazareth trabajan­do, desempeñando un oficio. En manos de Jesús el trabajo, y untrabajo profesional similar al que desarrollan millones de hombresen el mundo, se convierte en tarea divina, en labor redentora, en camino de salvación. (Conversaciones, n. 55)

Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está elsitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo (…) Dios nos esperacada día: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en elcuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama deltrabajo. (Conversaciones, n. 113-114)

Para encontrar trabajo

Para que Dios Nuestro Señor, me oriente en el esfuerzo de buscar trabajo, y me bendiga haciéndome conseguir un empleo honesto, digno y estable; y que, después, me ayude a ver mi tarea profesional como un camino de santificación y de servicio a los demás, donde mi Padre Dios me espera a todas las horas y me pide que imite a Jesús cuando trabajaba como carpintero en Nazareth.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios Nuestro Señor me ayude a ver mi tarea profesionalcomo un camino de santificación y de servicio a los demás, donde Él me espera a todas las horas y me pide, en todas las circunstancias, que imite a Jesús cuando trabajaba como carpintero en Nazareth.

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2º día

Trabajar por amor a Dios

Reflexión: palabras de San Josemaría

La dignidad del trabajo está fundada en el Amor. El gran privilegiodel hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio.

(Es Cristo que pasa, n. 48) Hacedlo todo por Amor. –Así no hay cosas pequeñas: todo es grande.

–La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo. (Camino, n. 813)

Insisto: en la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles monótonosde cada día, has de descubrir el secreto para tantos escondidode la grandeza y de la novedad: el Amor. (Surco, n. 489)

Para encontrar trabajo

Para que Dios me conceda la gracia de conseguir prontamente un trabajo, que proporcione seguridad a mi familia. Y, al mismo tiempo, para que Él me ayude a comprender que lo que da valor a cualquier trabajo honrado es el amor con que lo hacemos: en primer lugar, amor a Dios, a quien le ofrecemos el trabajo; y amor al prójimo, a quien queremos servir y serle útil.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios me ayude a comprender que lo que da valor a cualquier trabajo honesto es el amor con que lo hacemos: en primer lugar, amor a Dios, a quien le ofrecemos el trabajo; y amor al prójimo, a quien queremos servir y serle útil.

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3º día

Trabajar con orden y constancia  

Reflexión: palabras de San Josemaría

¡Qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra!… Verdadera­mente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagra­viar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos (…) no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno. (Ami­gos de Dios, n. 39)

Cuando tengas orden se multiplicará tu tiempo, y, por tanto, podrásdar más gloria a Dios, trabajando más en su servicio. (Camino, n. 80)

Para encontrar trabajo

Para que, con el auxilio de la Virgen, consiga un trabajo estable y apropiado. Y que, cuando –por la bondad de Dios– ya esté trabajan­do, sepa aprovechar el tiempo como un tesoro; y me esmere en me­jorar la virtud del orden, de tal modo que consiga hacerlo todo con puntualidad, intensidad y constancia, sin confusiones ni retrasos, siguiendo un plan bien estructurado, que me permita dedicar, de forma equilibrada, los horarios convenientes a cada uno de mis de­beres: vida espiritual, familia, profesión y relaciones sociales.

Para realizar un buen trabajo

Para que, con el auxilio de la Virgen, sepa aprovechar el tiempo como un tesoro; y me esmere en mejorar la virtud del orden, de tal modo que consiga hacerlo todo con puntualidad, intensidad y constancia, sin confusiones ni retrasos, siguiendo un plan bien estructurado, que me permita dedicar, de forma equilibrada, los horarios convenientes a cada uno de mis deberes: vida espiritual, familia, profesión y rela­ciones sociales.

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4º día

Trabajo bien acabado  

Reflexión: palabras de San Josemaría

No podemos ofrecer al Señor algo que, dentro de las pobres limita­ciones humanas, no sea perfecto, sin tacha, efectuado atentamente también en los mínimos detalles: Dios no acepta las chapuzas. No presentaréis nada defectuoso, nos amonesta la Escritura Santa, pues no sería digno de Él. Por eso, el trabajo de cada uno, esa labor queocupa nuestras jornadas y energías, ha de ser una ofrenda digna para el Creador, operatio Dei, trabajo de Dios y para Dios: en un apalabra, un quehacer cumplido, impecable. (Amigos de Dios, n. 55)

Ante todo, hemos de amar la Santa Misa que debe ser el centro de nuestro día. Si vivimos bien la Misa, ¿cómo no continuar luego el resto de la jornada con el pensamiento en el Señor, con la comezón de no apartarnos de su presencia, para trabajar como Él trabajaba y amar como Él amaba? (Es Cristo que pasa, n. 154)

Para encontrar trabajo

Para que, con el auxilio de la Santísima Virgen, no tarde en resolver­se el problema de mi desempleo. Y para que, al iniciar un trabajo nuevo, Dios me ayude a realizarlo con categoría, con la mayor per­fección posible, sin hacer las tareas de cualquier modo, convencido de que un trabajo mal hecho no puede santificarse, porque le falta amor, que es la condición imprescindible para que cualquier activi­dad humana pueda ser agradable a Dios.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios me ayude a realizar mi trabajo con categoría, con la mayor perfección posible, sin hacer las tareas de cualquier modo, con­vencido de que un trabajo mal hecho no puede santificarse, porque le falta amor, que es la condición imprescindible para que cualquier acti­vidad humana pueda ser agradable a Dios.

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5º día

Todos los trabajos honrados son dignos

Reflexión: palabras de San Josemaría

Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre. (Es Cristo que pasa, n. 47) Ante Dios, ninguna ocupación es por sí misma grande ni pequeña. Todo adquiere el valor del Amor con que se realiza. (Surco, n. 487)

Para encontrar trabajo

Para que Dios me conceda la alegría de conseguir trabajo, una ocupación en la que pueda ser útil y desarrollar todas mis capacidades.

Y que si, por ahora, este trabajo es inferior a mi preparación y a mis aspiraciones legitimas, no lo desprecie, sino que –mientras no encuentre otro trabajo más adecuado– lo realice con toda responsabilidad, procurando que tenga la categoría del trabajo que Jesús realizó en el taller de Nazareth.

Para realizar un buen trabajo

Para que si, actualmente, mi trabajo es inferior a mi preparación y a mis aspiraciones legitimas, no lo desprecie, sino que –mientras no encuentre otro trabajo más adecuado– lo realice con toda responsabilidad, procurando que tenga la categoría del trabajo que Jesús realizó en el taller de Nazareth.

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6º día

Trabajar en compañía de Dios y con rectitud de intención

Reflexión: palabras de San Josemaría

Debes mantener –a lo largo de la jornada– una constante conversación con el Señor, que se alimente también de las mismas incidencias de tu tarea profesional. (Forja, n. 745)

Por cristiano, debieras llevar siempre contigo tu Crucifijo. Y ponerlo so­bre tu mesa de trabajo. Y besarlo antes de darte al descanso y al desper­tar. (Camino, n. 302)

Pon en tu mesa de trabajo, en la habitación, en tu cartera…, una imagen de Nuestra Señora, y dirígele la mirada al comenzar tu tarea, mientras la realizas y al terminarla. Ella te alcanzará ¡te lo aseguro! la fuerza para hacer, de tu ocupación, un diálogo amoroso con Dios. (Surco, n. 531)

Para encontrar trabajo

Para que Dios me conceda un empleo honrado y digno, y abra los ojos demi alma para comprender que Él está siempre a mi lado. Que, para no perder de vista esta realidad maravillosa, me esfuerce en tener presen­cia de Dios durante el trabajo, sirviéndome discretamente –como de un «despertador»– de un crucifijo pequeño, de una estampa de la Virgen, de la imagen de otro santo de mi devoción; «despertadores» colocados don­de yo los pueda ver con frecuencia, sin exhibicionismo ni alarde.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios me haga comprender que Él está siempre a mi lado mientras estoy trabajando. Y que, para no perder de vista esa reali­dad maravillosa, me esfuerce en tener presencia de Dios durante el trabajo, sirviéndome discretamente –como de un «despertador»– de un crucifijo pequeño, de una estampa de la Virgen, de la imagen de otro santo de mi devoción; «despertadores» colocados donde yo los pueda ver con frecuencia, sin exhibicionismo ni alarde.

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7º día

Madurar en las virtudes por medio del trabajo

Reflexión: palabras de San Josemaría

Todo aquello en que intervenimos los pobrecitos hombres –hasta la santidad– es un tejido de pequeñas menudencias, que –según la rectitud de intención– pueden formar un tapiz espléndido de heroís­mo o de bajeza, de virtudes o de pecados. (Camino, n. 826)

Es toda una trama de virtudes la que se pone en juego al desempeñar nuestro oficio, con el propósito de santificarlo: la fortaleza, para perseveraren nuestra labor, a pesar de las naturales dificultades y sin dejarse vencer nunca por el agobio; la templanza, para gastarse sin reservas y para supe­rar la comodidad y el egoísmo; la justicia, para cumplir nuestros deberes con Dios, con la sociedad, con la familia, con los colegas; la prudencia, para saber en cada caso qué es lo que conviene hacer, y lanzarnos a la obra sin dilaciones… Y todo por Amor. (Amigos de Dios, n. 72)

Para encontrar trabajo

Para que, con la ayuda de la Virgen Santísima, encuentre el trabajo que busco. Y que, al asumir plenamente ese trabajo nuevo, Dios me ayude a desarrollar –por el modo de realizarlo–, las virtudes cristia­nas y a madurar espiritualmente. Que procure ser paciente y com­prensivo, tanto con los jefes como con los colegas y subordinados; que sea sencillo y humilde, huyendo de la vanidad y del exhibicionis­mo; que lo haga todo, en una palabra, con pureza de corazón.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios me ayude a desarrollar las virtudes cristianas, en me­dio del trabajo, y a madurar espiritualmente, por el modo de realizarlo. Que procure ser paciente y comprensivo, tanto con los jefes como con los colegas y subordinados; que sea sencillo y humilde, huyendo de la vanidad y del exhibicionismo; que lo haga todo, en una palabra, con pureza de corazón.

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8º día

Trabajar es servir, ayudar a los demás

Reflexión: palabras de San Josemaría

Pensad que con vuestro quehacer profesional realizado con respon­sabilidad, además de sosteneros económicamente, prestáis un ser­vicio directísimo al desarrollo de la sociedad, aliviáis también las cargas de los demás y mantenéis tantas obras asistenciales –a ni­vel local y universal– en pro de los individuos y de los pueblos menos favorecidos. (Amigos de Dios, n. 120)

Para encontrar trabajo

Para que Dios Nuestro Señor me conceda el trabajo que le pido con tanta fe. Y para que infunda en mi alma el deseo de hacer de mi trabajo, no una actividad egoísta, encerrada en mis intereses, sino un servicio abierto al bien y a la utilidad de muchos, realizado con la certeza de que ese ideal de servicio a los demás dará a mi vida un sentido nuevo, más elevado y alegre.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios infunda en mi alma el deseo de hacer de mi trabajo, no una actividad egoísta, encerrada en mis intereses, sino un servi­cio abierto al bien y a la utilidad de muchos, realizado con la certeza de que ese ideal de servicio a los demás dará a mi vida un sentido nuevo, más elevado y alegre.

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9º día

Hacer apostolado con nuestro trabajo

Reflexión: palabras de San Josemaría

El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia DiosPadre. (Es Cristo que pasa, n. 49)

Vive tu vida ordinaria; trabaja donde estás, procurando cumplir los deberes de tu estado, acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio, creciéndote, mejorando cada jornada. Sé leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo. Sé mortificado y alegre. Ese será tu apostolado. Y, sin que tú encuentres motivos, por tu pobre miseria, los que te rodean vendrán a ti, ycon una conversación natural, sencilla –a la salida del trabajo, en una re­unión de familia, en el autobús, en un paseo, en cualquier parte– charlaréis de inquietudes que están en el alma de todos, aunque a veces algunos no quieran darse cuenta: las irán entendiendo más, cuando comiencen a bus­car de verdad a Dios. (Amigos de Dios, n. 273)

Para encontrar trabajo

Para que Dios, por mediación de Nuestra Señora, me haga encontrar un buen trabajo, en el cual pueda crecer profesionalmente y dar lo mejor de mí. Y que me ayude a ver, en el ambiente profesional, un campo abierto a la realización de la misión apostólica que Dios con­fía a todos los bautizados, aprovechando las oportunidades que Él me da para ayudar a colegas, amigos, colaboradores, clientes, etc., a descubrir las maravillas de la fe cristiana.

Para realizar un buen trabajo

Para que Dios me ayude a ver, en el ambiente profesional, un campo abierto a la realización de la misión apostólica que Dios confía a todos los bautizados, aprovechando las oportunidades que Él me da para ayudar a colegas, amigos, colaboradores, clientes, etc., a des­cubrir las maravillas de la fe cristiana.

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Autor: Francisco Faus  Autorización Eclesiástica: † D. Benedito Beni dos Santos Obispo Auxiliar de San Pablo San Pablo, 8 de abril de 2003

Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión de San Josemaría Escrivá de Balaguer, que las comuniquen a la Oficina para las Causas de los Santos de la Prelatura del Opus Dei en España: Diego de León, 14 28006 Madrid E-mail: ocs@opusdei.es

BIOGRAFÍA

San Josemaría Escrivá nace en 1902 en Barbastro, España. Es el segundo de seis hermanos. Aprende de sus padres y en la escuela los fundamentos de la fe e incorpora tempranamente a su vida costumbres cristianas como la confesión y la comunión frecuentes, el rezo del Rosario y la limosna. La muerte de tres hermanas pequeñas y la ruina económica familiar le hacen conocer muy pronto la desgracia y el dolor: esta experiencia templa su carácter, de un natural alegre y expansivo, y le hace madurar. En 1915 la familia se traslada a Logroño, donde su padre ha encontrado un nuevo trabajo.

En 1918, Josemaría intuye que Dios quiere algo de él, aunque no sabe qué es. Decide entregarse por entero a Dios y hacerse sacerdote. Piensa que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina. Comienza los estudios eclesiásticos en Logroño, y en 1920 se incorpora al seminario diocesano de Zaragoza, en cuya Universidad Pontificia completa su formación previa al sacerdocio. En Zaragoza cursa también -por sugerencia de su padre y con permiso de los superiores- los estudios universitarios de Derecho. En 1925 recibe el sacramento del Orden y comienza a desarrollar su ministerio pastoral, con el que, a partir de entonces, se identifica su existencia. Ya sacerdote, sigue a la espera de la luz definitiva sobre lo que Dios quiere de él.

En 1927 se traslada a Madrid para obtener el doctorado en Derecho. Le acompañan su madre, su hermana y su hermano, pues desde el fallecimiento de su padre, en 1924, Josemaría es el cabeza de familia. En la capital de España lleva a cabo un intenso servicio sacerdotal, principalmente entre pobres, enfermos y niños. Al mismo tiempo, se gana la vida y mantiene a los suyos impartiendo clases de materias jurídicas.

Son tiempos de grandes apuros económicos, vividos por toda la familia con dignidad y buen ánimo. Su apostolado sacerdotal se extiende también a jóvenes estudiantes, artistas, obreros e intelectuales que, en contacto con los pobres y enfermos a los que Josemaría atiende, van aprendiendo a practicar la caridad y a comprometerse con sentido cristiano en la mejora de la sociedad.

En Madrid, el 2 de octubre de 1928, durante un retiro espiritual, Dios le hace ver la misión a la que lo ha destinado: ese día nace el Opus Dei. La misión específica del Opus Dei es promover entre hombres y mujeres de todos los ámbitos de la sociedad un compromiso personal de seguimiento de Cristo, de amor a Dios y al prójimo y de búsqueda de la santidad en la vida cotidiana. Desde 1928, Josemaría Escrivá se entrega en cuerpo y alma al cumplimiento de la misión fundacional que ha recibido, aunque no por eso se considera un innovador ni un reformador, pues está convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la Iglesia, a cuyo servicio ha suscitado Dios el Opus Dei. En 1930, como consecuencia de una nueva luz que Dios enciende en su alma, da inicio al trabajo apostólico de las mujeres del Opus Dei. Josemaría Escrivá pondrá siempre a la mujer, como ciudadana y como cristiana, frente a su personal responsabilidad -ni mayor ni menor que la del varón- en la construcción de la sociedad civil y de la Iglesia.

En 1934 publica -con el título provisional de «Consideraciones espirituales»- la primera edición de «Camino», su obra más difundida, de la que con el paso de los años se han editado más de cuatro millones de ejemplares. En la literatura espiritual, Josemaría Escrivá también es conocido por otros títulos como «Santo Rosario», «Es Cristo que pasa», «Amigos de Dios», «Via Crucis», «Surco» o «Forja». La guerra civil española (19361939) supondrá un serio obstáculo para la naciente fundación. Son años de sufrimiento para la Iglesia, marcados, en muchos casos, por la persecución religiosa, de la que el fundador del Opus Dei sólo después de numerosas penalidades conseguirá salir indemne.

En 1943, por una nueva gracia fundacional que Josemaría Escrivá recibe durante la celebración de la Misa, nace la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, en la que se incardinan sacerdotes que proceden de los fieles laicos del Opus Dei. La plena pertenencia de fieles laicos y de sacerdotes al Opus Dei, así como la orgánica cooperación de unos y otros en sus apostolados, es un rasgo propio del carisma fundacional del Opus Dei que la Iglesia ha confirmado al determinar su específica configuración jurídica. La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz desarrolla también, en plena sintonía con los Pastores de las Iglesias locales, actividades de formación espiritual para sacerdotes diocesanos y candidatos al sacerdocio. Los sacerdotes diocesanos también pueden formar parte de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, sin dejar de pertenecer al clero de sus respectivas diócesis.

Consciente de que su misión tiene raíz y alcance universales, Josemaría Escrivá se traslada a Roma en 1946, apenas concluida la guerra mundial. Entre ese año y 1950, el Opus Dei recibe varias aprobaciones pontificias con las que quedan corroborados sus elementos fundacionales específicos: su finalidad sobrenatural, cifrada en difundir el mensaje cristiano de la santificación de la vida corriente; su misión de servicio al Romano Pontífice, a la Iglesia universal y a las Iglesias locales; su carácter universal; la secularidad; el respeto de la libertad y la responsabilidad personales y del pluralismo en temas políticos, sociales, culturales, etc. Desde Roma, por directo impulso del fundador, el Opus Dei irá extendiéndose paulatinamente a treinta países de los cinco continentes entre 1946 y 1975.

A partir de 1948 pueden pertenecer al Opus Dei, a pleno título, personas casadas que buscan la santidad en su propio estado. En 1950, la Santa Sede aprueba también que sean admitidos como cooperadores y ayuden en las labores del Opus Dei hombres y mujeres no católicos y no cristianos: ortodoxos, luteranos, hebreos, musulmanes, etc.

En la década de los 50, Josemaría Escrivá alienta la puesta en marcha de proyectos muy variados: escuelas de formación profesional, centros de capacitación para campesinos, universidades, colegios, hospitales y dispensarios médicos, etc. Estas actividades, fruto de la iniciativa de fieles cristianos corrientes que desean atender, con mentalidad laical y sentido profesional, las concretas necesidades de un determinado lugar, están abiertas a personas de todas las razas, religiones y condiciones sociales: la clara identidad cristiana de las iniciativas promovidas por los fieles del Opus Dei, en efecto, se compagina con un profundo respeto a la libertad de las conciencias.

Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965), el fundador del Opus Dei mantiene una relación intensa y fraterna con numerosos Padres conciliares. Objeto de sus frecuentes conversaciones son algunos de los temas que constituyen el núcleo del magisterio conciliar, como por ejemplo la doctrina sobre la llamada universal a la santidad o sobre la función de los laicos en la misión de la Iglesia. Profundamente identificado con la doctrina del Vaticano II, Josemaría Escrivá promoverá diligentemente su puesta en práctica a través de las actividades formativas del Opus Dei en todo el mundo.

Entre 1970 y 1975, su empeño evangelizador le mueve a emprender viajes de catequesis por Europa y América. Mantiene numerosas reuniones de formación, sencillas y familiares -aun cuando a veces asisten miles de personas-, en las que habla de Dios, de los sacramentos, de las devociones cristianas, de la santificación del trabajo, con el mismo vigor espiritual y capacidad comunicativa de sus primeros años de sacerdocio.

Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Lloran su muerte miles de personas que se han acercado a Cristo y a la Iglesia gracias a su labor sacerdotal, a su ejemplo y a sus escritos. Un gran número de fieles se encomiendan desde ese día a su intercesión y piden su elevación a los altares.

El 6 de octubre de 2002, más de 400.000 personas asisten en la plaza de san Pedro a la canonización de Josemaría Escrivá. En la homilía, Juan Pablo II señaló que el nuevo santo comprendió más claramente que la misión de los bautizados consiste en elevar la Cruz de Cristo sobre toda realidad humana, y sintió surgir de su interior la apasionante llamada a evangelizar todos los ambientes.

El Papa animó a los peregrinos llegados desde los cinco continentes a seguir sus huellas. «Difundid en la sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos en primer lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu».