La hermandad y las imágenes aparecen relacionadas con la llegada en el siglo XV a Huelva de Cristóbal Colón.

Tras su primera partida hacia América.

El navegante peregrinó al santuario para agradecer los favores concedidos durante su travesía.

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A esta Imagen y al Santuario se le han acreditado muchos milagros con que favorece a sus Devotos.
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Como lo pregonan las muletas de cojos, las mortajas de muertos, las cadenas de cautivos, los cables de navíos… de la ermita…

El Santuario de Nuestra Señora de La Cinta, también conocido como «Ermita de La Cinta» o «Santuario de la Cinta» Huelva, Andalucía.

Es la sede de la patrona de la ciudad. Situado en el cabezo de El Conquero, a pesar de encontrarse en la actualidad dentro de la ciudad es uno de sus lugares más mágicos de la urbe.

Tanto la hermandad como las imágenes aparecen relacionadas con la llegada en el siglo XV a Huelva de Cristóbal Colón tras su primera partida hacia América.

Se sabe que, como hacían todos los marineros de la zona, cumpliendo una promesa, el navegante peregrinó al santuario para agradecer los favores concedidos durante su travesía.

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LA IMAGEN

A esta Imagen y al Santuario se le han acreditado muchos milagros con que favorece a sus Devotos.
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Como lo pregonan las muletas de cojos, las mortajas de muertos, las cadenas de cautivos, los cables de navíos, las armas de fuego reventadas, los cuerpos, brazos, pierna y pechos de cera o plata pendientes del techo o paredes de dicha ermita.

A lo largo de cuatro vidrieras se relata una leyenda mariana en la que la intercesión de la Virgen de la Cinta da la libertad a un marinero onubense y posibilita la conversión de un musulmán:

«Estando este cristiano en un lugar de Berbería, afligido por la mala vida que su amo le daba, se encomendó a Nuestra Señora de la Cinta, y milagrosamente se le apareció y le dijo que le sacara de allí.

Su amo el moro oyó hablar al cristiano con Nuestra Señora, y le dijo ¿qué mujer es esa que habla contigo?.

Y respondió que era Nuestra Señora de la Cinta, que lo había de sacar de allí.

Y respondió el moro “yo te pondré donde no te saque”.

“Aquí es donde este moro mandó hacer un Arca, y metió al cristiano dentro, y tomando un gallo le cortó el pescuezo, y le dijo al cristiano cuando este gallo cantare tendrás tu libertad, y cerró la caja, y le echó dos mármoles encima y él se tendió encima del arca, y milagrosamente vino a parar a el Humilladero.

Aquí es donde despertó el moro y le dijo al cristiano: en tu tierra estamos.

Y respondió el cristiano: ¿ No te lo dije yo, que esta señora era poderosa?.

Abrió el arca y envió al cristiano al Lugar a que diese cuenta del milagro que había obrado con él la Virgen.

El cristiano vino entre el Cabildo Eclesiástico y Secular y hallaron al moro humillado delante de la Virgen.

Aquí es donde quisieron fabricar la Ermita, y por el peligro del mar que daba donde estaba Nuestra Señora, cortaron el paredón y colocaron donde hoy se conserva, la imagen de Nuestra Señora trayéndola en procesión y el moro acompañándola.

Y el moro recibió el agua del Bautismo, sirviendo el cristiano de padrino, donde quedaron sirviendo a Nuestra Señora hasta la muerte”.

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El santuario está dedicado a la Virgen de la Cinta, también conocida como «La Virgen Chiquita» que, a su vez es la patrona de la ciudad.

Su imagen aparece como mural en la capilla central.
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Se trata de una pintura mural de técnica mixta, fresco con repintes de temple al huevo y pan de oro, cuyo soporte es el muro frontal del presbiterio.
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Aparece la Virgen sentada, mirando a la izquierda del espectador, con su mano derecha soporta en el regazo al niño sentado.
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Con la izquierda presenta una granada entreabierta.
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El Niño aparece desnudo, aunque calzado, sosteniendo en su mano derecha la cinta, mientras que con la derecha parece querer tomar la granada.

La imagen procesional es una escultura de bulto redondo, en madera policromada, del círculo de Benito Hita del Castillo, de hacia 1760.

Muestra en su brazo derecho al Niño, mientras que el izquierdo sostiene la granada.

En su indumentaria presenta una túnica con adornos de flores, ajustada por un cíngulo dorado. Se cubre con un manto de idénticos adornos.

El Niño, desnudo y calzado, porta en sus manos la cinta dorada.

Su origen se remonta al siglo XVIII, aunque la antigüedad tanto de la devoción popular como de la Hermandad arranca del siglo XV.

En la actualidad procesiona en los meses de agosto y septiembre entre el santuario y la Catedral de La Merced de Huelva.

Esta devoción, y su santuario, está relacionada con el descubrimiento colombino en el sentido de constituir una devoción bastante extendida entre la marinería de la zona.

Por otra parte el propio Colón al encontrarse en una situación apurada el 3 de marzo en su viaje de vuelta hizo promesa de peregrinar en camisa a este santuario y así lo cumplió el almirante a su regreso.

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EL SANTUARIO

Este edificio gótico-mudéjar del siglo XV, ha sido enormemente transformado por sucesivas actuaciones.

Presenta al exterior un patio de entrada formado por arcos de medio punto, que constituyen galerías porticadas, excepto en el de entrada al oeste; en la galería este se levanta un segundo piso, que se halla rematado con una espadaña de dos cuerpos.

El pórtico inmediato al templo es bastante antiguo, probablemente de las obras realizadas en el xvii.

Posteriormente, en el XVIII, se levantó el segundo piso, para acoger a los peregrinos, como hospedería.

Fue utilizado en 1890 como lazareto y en las obras de 1902 se levantaron las arquerías laterales y se cerró con una verja.

La entrada al templo se encuentra en la galería este.

Se trata de tres puertas del siglo XVI, que están enmarcadas por arcos apuntados de ladrillo, encuadrados en alfiz.

El interior es de planta rectangular con tres naves.

La central es más ancha y se remata con un ábside en testero plano, se cubre con bóveda apuntada de construcción barroca posterior.

El arco triunfal es también apuntado.

A cada lado del ábside se encuentran sendas capillas, adosadas posteriormente.

Las tres están sobreelevadas del resto de la iglesia.

La separación de las naves se realiza a través de tres arcos apuntados, que apean sobre cuatro pilares con semicolumnas adosadas y presentan sus ángulos ligeramente achaflanados.

Estas semicolumnas se coronan con unos capiteles lisos, cúbicos de ángulos rebajados.

La nave central se cubre con una armadura de par y nudillo con tirantes labrados, fue repuesta recientemente; las laterales tienen cubierta de colgadizo.

A los pies de la nave central y en alto aparece el coro, del siglo XVIII.

Sirviendo de entrada porticada al recinto se encuentra el «Patio Claustral Obispo González Moralejo», construido en el año 1901, este patio blanco está formado por arcos de medio punto en los laterales.

Son interesantes en este lugar tanto las diferentes placas conmemorativas como la lápida funeraria de la Familia Garrocho (1604) que fue traslada al lugar tras el derribo de la antigua Iglesia de San Francisco.

También destacan una serie de azulejos realizados por Daniel Zuloaga en 1920 y que relatan diversas historias marianas y de marinería.

En el año 1955 se acometió una importante reforma del templo (patio, espadaña, verjas, capillas laterales…) que fueron sufragadas por el torero Miguel Báez Espuny «El Litri» y el Gobierno Civil bajo la dirección del arquitecto Juan Miguel Rodríguez Cordero.

Ya en 2007 el pintor José María Franco agregó unas pinturas al ábside con motivos marianos y marineros como sustitución de las anteriores, obras del mismo autor, seriamente dañadas e irrecuperables2

Con el crecimiento de Huelva la ciudad ha ido acercándose a la zona de la ermita (el populoso barrio de La Orden) por lo que ya todo el recinto se encuentra dentro del núcleo urbano.

En él se encuentran diversos edificios religiosos que tienen como centro la ermita.

En el centro se encuentra la «Plaza de los Capellanes» con rosa de los vientos en el centro y un mirador orientado a la ría de Huelva desde el que se puede observar además parte del puerto, el Odiel y los cabezos de la ciudad.

En los jardines se encuentra un pequeño monumento dedicado a la Virgen Chiquita, con una imagen en bronce de la misma, obra de Antonio León Ortega de 1977.

Más abajo, a los pies del cabezo, existe un pequeño humilladero construido, según la leyenda, sobre una ermita que destruyeron los árabes.

Dicha ermita fue levantada por un zapatero al que «milagrosamente» se le curaron sus dolores al encomendarse a la Virgen.

Fuentes:

 

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