Por los años 1140 la figura refulgente de la Virgen María se presentó a un vaquero de Ventosa.
Fue traslada a Molina pero desaparecía y la volvían a encontrar en el lugar del hallazgo.
Donde le construyeron una ermita.
A su fiesta patronal concurren de todos los poblados de la zona.
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Y también a la rogativa de Butrón, el 1º de mayo, que fue iniciada como consecuencia de una peste.
El Señorío de Molina – Alto Tajo es una comarca de la provincia española de Guadalajara, cuya capital es Molina de Aragón.
En el centro del Señorío de Molina de Aragón se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Hoz, asentado en el lugar donde el río Gallo toma forma de hoz a su paso por el término de Ventosa.
Allí se encuentra la talla de Nuestra Señora de la Hoz.
El enclave es un paraje fabuloso de gigantescas rocas areniscas formadas, aproximadamente, hace ciento ochenta millones de años y cinceladas desde entonces por los agentes atmosféricos.
El Santuario de Santa María de Molina, que así se llamó en el siglo XI, aparece documentalmente por primera vez en el año 1168.
LA LEYENDA
La estatua de Nuestra Señora de la Hoz, es para muchos autores, una pieza de gran antigüedad y valor; y la remontan a la época romana o visigótica.
En el año 1129, Alfonso I de Aragón, conocido como el «Batallador» conquistó Molina y su Tierra. Entre los años 1139-1150 se formó en estas tierras un Estado Independiente bajo el gobierno de D. Manrique de Lara y su esposa Dña. Ermesenda de Narbona.
Fue en el rayar de estos años cuando debió ocurrir el sublime milagro.
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Ocurrió un día de aquellos años de la primavera molinesa, era cuando el horizonte de la historia se confundía con el ocaso de la leyenda.
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Un vaquero de Ventosa, perdió una mañana una vaca de su rebaño, presto salió en su búsqueda introduciéndose en el espesor del bosque.
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Allí, le sorprendió la noche en lo más abrupto del desfiladero, la inquietud imperó, el temor se apoderó del zagal.
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Hasta que de pronto, de tres pequeñas apófisis que sobresalían de una gran roca surgió un gran resplandor, una luz divina que cegó sus humanos ojos e iluminó la ya adulta noche.
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Acercóse el pastor y con gran asombro descubrió que inmóvil la res, se encontraba bajo la imagen de la Virgen.
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Que sobre un pedestal natural quiso salir de su refugio para gozo del vaquero y suerte del entonces significado Señorío de Molina.
Al amanecer, fue el de Ventosa a narrar lo sucedido, pero en la aldea ya conocían los hechos ya que otro pastor del pueblo, que había pernoctado cerca del sitio de los acontecimientos, vio cuanto sucedió.
Pronto el milagro se explicó por los pueblos comarcanos, naciendo un amor y devoción por este rincón que desde entonces será venerado por los molineses para siempre.
La talla de la imagen fue llevada a su antiguo templo que según unos era el de San Martín y según otros el de San Miguel, iglesia que desapareció en el año 1924.
Sigue diciendo la tradición que por mandato del Consejo de Molina y por deseo de los fieles molineses, se dio lugar a la traslación con la mayor solemnidad colocando la estatua en la iglesia de San Martín (también se dice en la iglesia de Santa María de San Gil o en la de San Miguel).
Trasladada la talla quedó en Molina aquella noche, pero al día siguiente con gran asombro observaron los feligreses que ya no se encontraba allí, ya que milagrosamente se hallaba de nuevo en el rincón de la aparición.
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Llevada por segunda vez y colocada en la misma iglesia, la imagen fue velada con el mayor sigilo durante aquella noche, pero de nuevo desapareció para tornar al lugar milagroso.
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Estos hechos, llevaron a que los primeros señores de Molina abriesen una vereda y limpiasen la anchura del barranco de malezas y otras hierbas, para poder construir allí una ermita que se llamó entonces de Santa Maria de Molina, para poder en ella meditar y rogar.
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Desde entonces los peregrinos del Señorío así como de Aragón y Castilla vinieron y vienen a venerar y orar a la Madre de Dios.
HISTORIA DEL SANTUARIO
El obispo de Sigüenza, D. Joscelmo, enamorado del lugar y sobre todo de la imagen de la Virgen, adquirió la propiedad del monasterio dando, a cambio, al dueño de aquel territorio, el conde D. Pedro, segundo Señor de Molina, la mitad de la villa de Beteta.
A pesar de esta permuta, los Señores de Molina siempre protegieron al Santuario y cuidaron con donaciones el culto a Nuestra Señora de la Hoz.
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Fruto de estos desvelos fue el asentamiento en el lugar de canónigos regulares de San Agustín en 1231.
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Además, al coincidir en el tiempo, la reconquista y el hallazgo de la sagrada imagen, el Santuario nació y creció parejo al Señorío de Molina teniendo siempre un significado emblemático y de unificación religiosa.
Posiblemente, a finales del siglo XIII y principios del XIV guardó el monasterio la orden religioso-militar de los Templarios.
Extinta la orden por sentencia de Clemente V en 1312, pasó el Santuario al cuidado de los monjes Cistercienses de Ovila, cerca de Cifuentes.
Estos, descuidaron las obligaciones por la distancia, las pestes y las guerras intestinas que asolaban a la nación, dejando así que se arruinara la ermita.
Ante esta situación, el obispo de Sigüenza, D. Bernardino López encomendó los cuidados del Santuario al Cabildo Eclesiástico de Molina con la obligación de tener en él un sacerdote encargado del culto.
Este tampoco demostró mucho celo en la conservación de los edificios a juzgar por el estado del templo a finales del S. XV.
El caballero molinés, D. Fernando de Burgos, reedificó el Santuario e hizo una casa para ermitaños.
Demostrados sus méritos y sin otro interés que la veneración y honra de la Virgen, solicitó el Patronato de la Hoz, concesión a la que accedió Julio II por Bula de 1503.
Al rehabilitarse la ermita, las visitas y romerías se multiplicaron, y surgió la necesidad de dar culto más asiduo a Nuestra Señora.
Resurgió, poco más tarde, un matrimonio en Molina, D. Jaime Malo y D. Juana García, que, vendiendo parte de su hacienda, fundó una capellanía.
Hasta comienzo del siglo XIX hubo constantemente en el Santuario un capellán, aunque por algunos documentos se prueba que había en algunas ocasiones dos capellanes.
Uno por el Patronato y otro por el Cabildo de Clérigos que atendía las obligaciones de la capellanía de Jaime Malo y Juana García.
Paralela a la historia escrita existen testimonios de la devoción de las personas de esta comarca a la madre de Dios:
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Exvotos, pinturas, etnografías…, muestra de los favores recibidos de la Virgen y, a la vez, prueba de agradecimiento de los fieles.
Sin duda alguna, durante nueve siglos, la Virgen, bajo la advocación de la Hoz, ha acompañado y protegido a sus gentes.
El mismo Santuario, con su ermita de estilo transicional del románico al Gótico, es un hito de fe en la historia del pueblo.
CARACTERÍSTICAS DEL TEMPLO
Incrustado bajo una enorme masa rocosa, como San Juan de la Peña y otros monasterios del mismo tiempo, se encuentra el Santuario de la Hoz, en su conjunto de arquitectura gótico -renacentista con fuertes rasgos rurales.
Desde la plazoleta exterior, descanso del Gallo, se introduce el peregrino hacia la iglesia, por un arco de medio punto coronado por dos conocidas décimas dedicadas a María.
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Más adentro, una amplia escalinata nos conduce a la entrada del templo cuya puerta principal, es de estilo gótico primitivo (siglo XIII) sobre su ojiva hay una inscripción en caracteres del mismo estilo bajo un escudo, que representa un águila.
El interior de una sola nave, tiene bellas bóvedas ojivales denunciando claramente en sus arcos y nervaturas una falta de simetría debido a la ampliación efectuada en el siglo XVI, hecho que se incrementa en la antigua capilla.
Los arcos fajones en su crucería representan los escudos del Concejo y del Señorío de Molina.
Ingresando en el templo, se aprecia una ventana que da a la roca en la que está incrustada la pared interior de la iglesia.
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Y que sirve para señalar el punto exacto en el que estuvo el escenario, según la tradición, de la aparición de la Virgen a los zagales de Ventosa.
El altar mayor, es un magnífico retablo dorado barroco de comienzos del siglo XVIII.
En este altar se encuentra la talla de la imagen; se trata de una estatua de madera, todo su busto escultura entero, de excelente calidad; el ropaje está formado en el mismo relieve y pintado.
El rostro de la Virgen y el Niño son morenos y tienen señales de haber estado encajados en alguna silla o retablo. Se trata de una talla románica del siglo XII, hierática, entronizada como asiento de la divinidad; el divino niño lleva en su mano izquierda un pomo.
Desde el presbiterio, en panorámica desde la sacristía, se aprecian dos altares, (entre la reja y el altar mayor), que son dedicados a la Purísima y a Santa Teresa, ambos coronados hacia lo alto, por bóvedas de las que penden de cautivos liberados de África, como es el caso de las que según la tradición, llevó Pedro Abad en Argel.
A los lados del presbiterio, están adosados dos cuadros que representan las rogativas de los vecinos de Tierzo y los de Molina respectivamente.
Fuera de las rejas del presbiterio, a derecha e izquierda de la puerta principal de entrada al templo, existen dos altares consagrados a San Blas obispo y mártir y a San Antonio.
El altar de San Antonio, se construyó en el antiguo altar de Santa Ana, que fue ordenado construir por Martín Cortés, tapicero mayor de la Emperatriz de Austria, Dña. María, hermana de Felipe II.
Quedan como testimonio de aquel de Santa Ana, dos retratos de bella factura sobre tabla con personajes de los años del monarca citado, el uno y el otro representan una mujer enlutada orando.
Esta tabla posiblemente fue pintada a finales del siglo XVI, indicando la sepultura del que allí aparece retratado.
El altar de Santa Teresa posee un precioso cuadro al óleo de la Virgen de Avila, posiblemente donado por la familia de los Rivas.
Detrás del altar principal está la sacristía por la que se accede, a través de una escalera del siglo XIX, a dos habitaciones que sirven de entrada al camerín de la Virgen.
En las paredes de estas habitaciones penden numerosos motivos de agradecimiento y exvotos de cera, así como la Bula que S.S. Clemente VIII dió a los miembros de la «Cofradía de Esclavitud de Nuestra Señora de la Hoz», en febrero de 1602.
Esta cofradía se extinguió en el siglo XVIII.
En el exterior del templo, existen otros edificios que con él, forman un patio interior; conjunto con gran mérito arquitectónico e inapreciable valor paisajístico.
La parra cariñosamente abrazando el oratorio; las flores engendrando ramas de amor; el agua de la fuente en canción eterna; la poesía imaginando vergel del cielo, la roca siendo techo y cobijo, y el silencio de la meditación inundando al pensamiento abarcando el todo.
En el siglo XVI, en la reforma que realizó Fernando de Burgos, se construyó la casa del santero con una sola planta, a la que se entra por puerta con arco de medio punto que recuerda un sabor románico y que guarda armonía con la ermita.
También se construyó en esta época una «hospedería» para los peregrinos y ermitaños, hoy muy modificada, por posteriores reconstrucciones no muy bien logradas.
Aún deja ver en las paredes del patio y en habitaciones de la planta baja, numerosas decoraciones platerescas en yeso, con detalles arquitectónicos y ornamentales del siglo XVI, algunos grotescos, el escudo del Cabildo Eclesiástico y un delicioso friso esgrafiado en yeso, con escenas bíblicas, mitológicas y de caza, típicos del renacimiento.
LA FIESTA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA
Coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés se celebra en el Santuario la fiesta principal en honor a Nuestra Señora de la Hoz por cuenta y cargo del Patronato.
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Es la fiesta a la que acuden todos los pueblos de la comarca y en la que tiene un especial protagonismo Molina, que representa Loas y Danzas ante la sagrada imagen.
Además, doce pueblos cercanos al Santuario celebran sus rogativas en días señalados.
Corduente abre y cierra las romerías los días 25 de abril (San Marcos) y 30 de noviembre (San Andrés) respectivamente.
Molina de Aragón celebra el uno de mayo, con el nombre del Butrón, la rogativa más antigua que data de 1140.
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Según voto que hizo esta ciudad por el que se comprometía a bajar una persona por cada familia de Molina, el Cabildo de clérigos y la corporación Municipal.
Rueda de la Sierra acude el primer domingo de mayo al Santuario cumpliendo un voto hecho por el pueblo en el siglo XVII.
Corduente repita rogativa el lunes antes de la Ascensión.
Ventosa (el anfitrión) Terraza, Rillo de Gallo, Canales de Molina y Herrería en ejemplar convivencia celebran su rogativa el martes anterior a la Ascensión.
Torete y Teroleja confluyen en el Santuario el sábado anterior a la Ascensión.
Valhermoso baja, también, en rogativa a venerar la Virgen el sábado siguiente a San Antonio.
Tierzo, el último sábado de junio, continúa cumpliendo el voto que hicieron sus antepasados en 1653 cuando una peste asoló a la población y murieron 21 personas, se encomendaron Nuestra Señora de la Hoz y cesó la peste.
En gratitud a la señalada merced se comprometieron a ir en rogación actitud penitente (vestidos de capirotes).
LA ROGATIVA DE BUTRÓN
La rogativa que el Ayuntamiento de Molina y el Cabildo Eclesiástico de esta ciudad, realizan el 1º de Mayo al Santuario de la Hoz, conocida con el nombre de «Butrón», es uno de esos casos, en donde sus principios se remontan a través del tiempo, arrollando siglos.
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La causa, una peste o calamidad que se cernió sobre el Señorío molinés, mediante la cual los pueblos del territorio se dirigieron a su patrona Nuestra Señora de la Hoz que realizó el milagro.
¿Cuándo tuvo lugar con exactitud este acontecimiento?: es algo que hoy se desconoce. Documentalmente no existe pergamino o nota que nos aclare este misterio.
Unos historiadores se inclinan porque la rogativa se efectúa desde tiempos de la aparición de la Virgen en el siglo XII; otros, creen que comenzó en los años de Dña. Blanca, en el siglo XIII.
En la copia del testamento de Dña. Blanca que realizó Francisco Díaz en 1474, hay una nota que dice:
«También en esta villa de muy antiguo tiempo acá tiene prometido y hecho un voto la dicha villa de hacer una procesión a la ermita de Ntra. Sra. de la Hoz el primer día de mayo de cada año en servicio de Dios, nuestro Señor, y de su bendita Madre y en veneración de aquella santa y devota ermita, a la cual suelen acostumbrar ir a la dicha procesión el Cabildo de los Señores clérigos de la dicha villa y muchos vecinos particulares de ella y otras personas».
También del siglo XV, existe un documento, que es una solicitud de Molina al Prelado de Sigüenza, en demanda de que le concedieran la procesión acostumbrada en la fiesta de la rogativa.
El documento está fechado en 1654.
En sus principios el «Butrón», era una rogativa en la que todos los vecinos molineses tenían la obligación de enviar a ella un individuo de la familia.
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Era dirigida por el Cabildo Eclesiástico y por las autoridades civiles y judiciales de la época.
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Comenzaba la procesión en Molina y sin interrupción llegaba al Santuario.
En 1501, se dice, hubo una gran mortandad y el Butrón tomó de nuevo gran pujanza.
En 1762, D. Antonio Moreno en su libro «La Nimpha más celestial en las márgenes del Gallo», describe la rogativa tal como era en su tiempo:
«Es costumbre inconclusa, que en este referido día (1º de mayo) a las 6 ó 7 de la mañana, hora en que regularmente se citan, y se convocan ambas comunidades Ayuntamiento y Eclesiástico Cabildo salgan procesionalmente de la Iglesia de Santa María la Mayor de San Gil de esta Villa para el Santuario.
Proceden así con la mayor circunspección, y compostura hasta la plazuela del Convento de San Francisco, en donde se separan de ambas Comunidades aquellos individuos que están destinados para ir al Santuario. Va representada esta Noble Villa en su Corregidor, o Alcalde Mayor, dos caballeros Regidores, sus Comisarios, su Procurador Síndico General, Alguacil Mayor, y otros como uno de los Escribanos del Ayuntamiento y el Receptor de Propios de la Villa. Acompaña al Señorío el Ilustre Cabildo Eclesiástico representado en su Abad y dos Capitulares que eligen con cinco capitulares del Cabildo».
Actualmente, se sigue celebrando la tan querida rogativa del Butrón.
El mismo día del 1º de mayo, tras reunirse las autoridades municipales y eclesiásticas de Molina, junto al Patronato de la Virgen y a cuantos ciudadanos lo deseen y tras trasladarse en sus vehículos a la entrada del Barranco, hacen procesión hasta la ermita; allí se desarrollan los actos cívico-religiosos, tras los cuales el Ayuntamiento invita a los ciudadanos a pan, sardinas y vino.
Más tarde, tiene lugar la procesión final, con la que se despide la rogativa.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Santuario_de_la_Virgen_de_la_Hoz
- https://otraiberia.wordpress.com/2014/05/08/barranco-y-santuario-de-la-virgen-de-la-hoz-corduente-ventosa-guadalajara/
- http://www.rutasyleyendas.com/enclavesleyenda/enclave18-nuestrasenoradelahoz/nuestrasenoradelahoz.html
- http://celtiberiayotrostemas.over-blog.es/article-la-virgen-de-la-hoz-molina-de-aragon-guadalajara-103989777.html
- http://www.igme.es/patrimonio/Lig/Bco_Hoz/EL BARRANCO DE LA HOZ.pdf
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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