Los indígenas del pueblo de Cumbayá, pidieron una copia de Nuestra Señora de Guápulo.
Don Diego de Robles la esculpió pero los indígenas no pudieron pagarle el precio convenido.
Y la dio al pueblo de Oyacachi a cambio de unos tablones de fino cedro
Los caciques de Oyacachi quedaron admirados cuando vieron llegar a Don Diego con la imagen de la Virgen.
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Porque reconocieron en ella a la Señora que se les había aparecido.
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Y les había hablado en la cueva, prometiendo librarlos de los peligrosos osos que devoraban a los niños…
El pintoresco pueblecito del Quinche se asienta en el noroeste de la ciudad de Quito en las faldas de la cordillera occidental, en un suave declive que se eleva desde el río Guayllabamba hasta los primeros contrafuertes de dicha cordillera, allí nació la veneración a “la pequeñita”.
La imagen de Nuestra Señora de la Presentación del Quinche es una hermosa escultura en madera, tallada en 1588 por Don Diego de Robles, extraordinario artista al que se deben otras imágenes de María de gran popularidad y veneración.
LA HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN
La historia comienza con los indígenas de Lumbicí, lugar perteneciente al pueblo de Cumbayá, quienes pidieron una copia, lo más exacta posible, de la bellísima y afamada imagen de Nuestra Señora de Guápulo.
Entonces, don Diego de Robles, quien esculpió esta preciosa imagen, trabajó con el cedro y otros maderos que le sobraron de la primera.
Los indios de Lumbicí, no pudieron pagar a Robles el precio convenido, por eso el escultor se llevó la imagen y la dio al pueblo de Oyacachi a cambio de unos tablones de fino cedro que éste necesitaba para sus trabajos.
Desde entonces, este pueblito situado en la falda superior de la cordillera oriental sobre el río Guayllabamba, se empezó a volver muy popular.
Más tarde el sabor popular enriquecerá los hechos con la leyenda de que la Virgen se les había aparecido antes a los indios del lugar en una cueva prometiendo librarlos de los peligrosos osos que devoraban a los niños.
Los caciques quedaron admirados cuando vieron llegar a Diego Robles con la imagen de la Virgen a cuestas y reconocieron en ella los mismos rasgos de la Señora que se les había aparecido y les había hablado en la cueva.
Los indígenas, vistieron la imagen según la costumbre española y la acomodaron en la hendidura de una peña.
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Apenas la efigie ocupó el lugar, bandadas de cantoras avecillas revoloteaban constantemente entorno a ella alegrando todo el lugar con sus trinos.
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Y cuando al descender la noche se retiraban los pajarillos, un resplandor hermoso circundaba la imagen de María.
Pronto la Virgen de Oyacachi llegó a ser famosa en toda la comarca. Numerosas romerías de los pueblos vecinos comenzaron a frecuentar este sitio, antes desconocido.
LA PRIMERA CAPILLA
Debido a la creciente fama de la imagen, los indios se vieron en la necesidad de construir una capilla o una pequeña iglesia para colocar en ella la imagen de la Virgen.
Entonces comenzaron otros prodigios que comprobaban el deseo de la Virgen que se erigiese un santuario.
Don Diego Robles regresó un día a Oyacachi.
Los indios se regocijaron y le pidieron que se quedara unos días entre ellos, para construir en madera un altarcito para la Santísima Virgen.
Robles se negó y emprendió el viaje de regreso a Quito.
En un momento, al pasar por el puente de un caudaloso río, el caballo dio un salto y lo lanzó fuera de la silla.
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Robles iba a caer en lo más hondo de las aguas.
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De pronto, uno de sus pies se enredó entre los maderos del puente.
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Al verse a punto de perecer, clamó a la Virgen de Oyacachi.
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En ese instante atravesaban el puente dos caminantes que, movidos por piedad y compasión, se acercaron al desventurado Robles y le sacaron del peligro.
Cuando el artista quiso darles las gracias, ellos ya habían desaparecido.
El escultor comprendió que fue una gracia del cielo. Por eso decidió volver a Oyacachi y allí construyó el altarcito de la Virgen.
DETALLES DE LA IMAGEN
La imagen, que es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto.
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Está revestida por un amplio y lujoso ropaje de brocado cubierto de gemas, y bordado con hilos de oro y plata que sólo dejan ver su rostro moreno y apacible.
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La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Niño en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz.
A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna, ambas de plata pura, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas, manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano que gusta ver a su patrona resplandeciente, vestida siempre con las mejores galas.
El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de aquellas sierras. Mestizo es el color de la Madre, síntesis del alma del inca y del español.
Su fina nariz está enmarcada por un delicado rostro ovalado de labios delgados y boca pequeña; sus ojos achinados y su mirada triste con los párpados entrecerrados o caídos le confieren una dulzura única.
Por eso esta advocación es tan popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto «La Pequeñita» a su protectora del cielo.
EL TEMPLO QUE SE CONSTRUYÓ
En 1604, el Obispo del lugar ordenó el traslado de la imagen de Oyacachi al pueblo del Quinche, más cimentado en la vida cristiana, y fue puesta en la iglesia parroquial, convertida en su nuevo santuario.
Sin embargo, pronto tuvieron que pensar en la construcción de un templo más grande.
En 1630 la sagrada imagen fue trasladada a su nuevo santuario. Con el tiempo la construcción sufrió varias modificaciones.
Después del terremoto de 1869 el templo fue reconstruido.
El Santuario actual inició su construcción en 1927 es de cal y ladrillo la capacidad total del Santuario para peregrinos de pie: 3556 personas y para sentados 966 personas, tiene un área construida total en planta de 2049 m2.
RECONOCIMIENTOS
Es de admirar la variedad de cantos que se entonan en honor de la Virgen del Quinche, con textos en quechua, en jíbaro y en otros diversos dialectos de la región y también en castellano; muchos de ellos se cantan desde hace cuatro siglos.
Su consagración fue en el año 1928. La imagen fue coronada canónicamente en 1943.
Juan XXIII, en 1960, y Pablo VI, en 1965, enviaron a esta Imagen un cirio, como muestra de su propia devoción.
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Este Santuario fue elevado a rango de Basílica Menor por Juan XXIII, mediante el breve apostólico “Maríani Cultus”, de 2 de mayo de 1959.
En 1985, Roma declaró al Quinche Santuario Nacional del Ecuador.
Su fiesta se celebra el 21 de noviembre.
Cada mes de noviembre miles de devotos de la Virgen de El Quinche, emprenden una caminata hasta el Santuario, ubicado a 60 kilómetros de Quito, para «agradecerle o pedir un favor especial».
Las caminatas se realizan desde hace más de 400 años, cuando la Virgen fue trasladada desde Oyacachi a El Quinche, se le atribuyen una infinidad de milagros y favores que se retratan en algunos lienzos y placas que los devotos cuelgan en una pared de la iglesia.
Entre los milagros que se asignan a la Virgen figuran la curación de enfermedades terminales y el haber, supuestamente, salvado a víctimas de graves accidentes.
Los fieles también le agradecen haber conseguido, presuntamente, buenos trabajos, mejoras en los negocios y hasta haber encontrado la pareja ideal.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE
Oh Jesús Salvador Nuestro
que quisiste que tu madre,
la Gloriosísima Virgen María,
fuera venerada en la hermosa imagen
de Nuestra Señora del Quinche;
concedenos bondadoso,
que sepamos imitar fielmente en este mundo
el testimonio Cristiano de la Santa Madre y Reina,
cuyas alabanzas esperamos cantar en el cielo.
Tu que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_del_Quinche
- http://www.corazones.org/maria/america/ecuador.htm
- http://webcatolicodejavier.org/VirgenDelQuinche.html
- https://www.facebook.com/SenoraDelQuinche
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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