Sucedió en las montañas de Torcoroma, al inicio el s. XVIII.
Dos campesinos descubrieron una preciosa imagen de la Virgen en el corazón de un árbol.
En 1711 la iglesia autoriza su veneración.
Nuestra Señora debe su fama a la gran cantidad de milagros concedidos.
Es la patrona de Ocaña, municipio colombiano ubicado en el departamento de Norte de Santander, en la región noroccidental y sobre la Cordillera Oriental, rama de la Cordillera de los Andes.
Poblacionalmente se constituye como segunda ciudad del departamento despues de Cúcuta, su altura máxima es de 2.065 msnm.
Si el penitente acude el 16 de agosto, día de su fiesta, verá las multitudinarias peregrinaciones.
PRIMERAS NOTICIAS HISTÓRICAS
Corrían los primeros años del siglo XVIII.
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El viajero que recorriera las montañas de Torcoroma escucharía una noticia jubilosa: en el corazón de un árbol
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¡Había aparecido una preciosa imagen de la Virgen bendita!
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Dos afortunados campesinos lugareños habían sido los privilegiados descubridores.
La novedad se extendió con el entusiasmo de un pueblo que cree con sinceridad de corazón y con una fe pura y rendida en el amor de Dios.
Pero la Santa Iglesia, como en todos estos casos, actuó con prudencia y desconfianza.
Llegado el relato de los sucesos a la colonial ciudad de Ocaña, la Sagrada Jerarquía designó a un varón de mucha ciencia y piedad, P. Diego Jácome Morineli, por ese entonces Cura y Vicario de la ciudad, quien tras examinar con atención las circunstancias, y las cualidades, procedió a autorizar la veneración. Era 1711.
En 1788 se escribe un folleto intitulado «Reseña histórica de la aparición de Nuestra Señora de la Concepción en el monte de Torcoroma en Ocaña», donde se recoge la documentación del prodigio y la relación de milagros y favores concedidos.
Pero no es sino hasta 1805 que se publica el estudio más serio con que cuentan los historiadores.
EL MILAGRO
La montaña de Torcoma era por entonces una zona agraria y de gente sencilla.
En las laderas de la majestuosa obra natural, la familia de los Melo Rodríguez tenía su parcela.
Don Cristóbal y doña Pascuala gozaban de la compañía de sus dos hijos, José y Felipe. Según atestiguan sus contemporáneos, los Melo Rodríguez eran personas de reputadas buenas costumbres y de vida impregnada de fe cristiana.
Una mañana don Cristóbal envió a sus hijos a talar un árbol que tuviese buena madera para tallar la caja o «canoa» con que fabricaba sus dulces.
Los jóvenes se internaron en la montaña y a medida que aumentaba la espesura, seleccionaban las posibles talas, hasta que encontraron uno que era un portento: pese a que era verano, exhibía unas fragantes flores encarnadas.
Era tal su perfume y porte que desde lejos se podía percibir su presencia.
Entusiasmados con el feliz hallazgo, procedieron a talar el árbol.
Dada la complicada ubicación del mismo, al cortar su base se produjo un derrumbamiento y la parte principal cayó por un barranco.
Atardecía y los muchachos resolvieron regresar a casa y comentar el suceso a su padre.
Posteriormente continuaron buscando un árbol apropiado para el fin que requerían satisfacer.
Pero no dando con ninguno que les sirviese apropiadamente, determinaron utilizar el ya talado y se dirigieron al lugar donde había quedado caído.
Comenzaron a tallar allí mismo la «canoa» y a poco de dar los primeros hachazos, quedó a luz
«Una imagen de María Santísima mi Señora a modo de Concepción, de medio relieve, juntas y puestas las manos sobre el pecho, con acción del rostro como dirigido al cielo, con su corona imperial, parada sobre su media luna, todo del color del mismo palo.
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La cual vista y reparada por el buen Cristóbal Melo, metiendo las manos al hijo que a la sazón era el que cortaba con la hacha, le detuvo el golpe.
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Y postrados padre e hijos, adoraron aquella rica Joya, de la que se dice despedía de sí no sólo una gran luz, sino el aromático olor de todo el árbol como cuando lo cortaron…».
Así fue según las palabras consignadas en el citado documento del P. Gómez Farelo.
La noticia se esparció por toda la región y los primeros milagros comenzaron a suceder.
Y el Sr. Vicario autorizó la veneración privada.
Hacia 1716 el Ilmo. Monseñor Don Fray Antonio de Monroy Meneses llegó hasta Ocaña e investigó por sí mismo los prodigiosos sucesos que se relataban, tras lo cual nombró a Pascuala Rodríguez – madre de los muchachos y esposa de Melo – como Camarera de alhajas y su ropa de altar.
Y dio permiso para que allí mismo se levantase una capilla en Su honra. Posteriormente dio orden para que la bendita imagen fuese trasladada a la iglesia principal «con toda la honra y pompa del caso».
Al tiempo que esto ocurría, en la montaña de Torcoroma surgía lo que podría llamarse un «pequeño Lourdes».
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Un manantial de aguas límpidas se volvía un bálsamo milagroso para curar toda dolencia de cuerpo o de alma.
LOS MILAGROS QUE OBRÓ NUESTRA SEÑORA
Señala el padre Gómez Farelo, con base en el primer documento hecho por Agustín Francisco del Rincón, que en visita que hizo a Ocaña en 1716, el señor Obispo de Santa Marta don Fray Antonio de Monroy y Meneses, «a los cinco años de haberse aparecido», el prelado aprobó su culto.
Y nombró como «Camarera de las prendas y ropa de altar que la devoción había contribuido a este santuario, a Pascuala Rodríguez», quien era la esposa de Cristóbal Melo.
Esta reseña, nos habla de los milagros que obró la Virgen de Torcoroma en varias personas, como doña Juana Quintero aquejada de «flujo de sangre luvia».
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Margarita Picón, quien «padecía mucho tiempo una lepra tan fatal en una mano y brazo».
La reseña incluye también un Certificado del Ayuntamiento, firmado el 26 de junio de 1801 por: Don José Joaquín Rizo, Alguacil Mayor del Santo Oficio por el Tribunal de la Santa Inquisición de Cartagena de Indias, Corregidor, Justicia Mayor y Presidente del Ilustre Ayuntamiento.
Este Certificado contiene también noticia de varios milagros hechos por la Virgen de Torcoroma en las siguientes personas: Presbítero don Juan Rodríguez, «enfermo de un tabardillo violento»; Benito de Amaya, herido por espada; Presbítero don Ignacio de Cardona, Visitador Eclesiástico quien puso en tela de juicio la milagrosa imagen y fue atacado de un «repentino dolor cólico»; don Joaquín José Rizo, Corregidor, atacado de «dolor de hijada»; doña Josefa Antonia García, quien llevaba en su vientre la criatura ya muerta.
Así mismo, se menciona a don Miguel de Ibáñez, Juez de Puertos y padre de las famosas Nicolasa y Bernardina Ibáñez, quien también fue sanado de un «fuerte dolor cólico», por la Virgen de Ocaña.
A la narración de estos portentos, se suman otros, como los relativos a las aguas manadas de la fuente del monte de Torcoroma.
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Que curaron a varios enfermos o evitaron que se secasen arroyos en algunas labranzas de la región.
SU PRIMERA IGLESIA
Hasta fines del mismo siglo, Nuestra Señora de Torcoroma carecía de iglesia propia, ya que se le veneraba en uno de los altares de la iglesia principal.
Pero un emocionante prodigio vino a subsanar tal carencia.
En la Semana Santa de 1782, visitaba Ocaña el Señor Obispo de Santa Marta, Fray Juan de Espinar y Orozco.
El licenciado Don Bartolomé Silvio de Aguilar y Quiroz tuvo la honra de hospedarlo.
Teniendo la feliz ocurrencia de esta visita pastoral, el Señor Obispo procedió a consagrar el santo óleo, de manera que fueron depositados doce frascos conteniendo el precioso elemento.
El Alférez José Nicolás De la Rosa, autor de «La floresta de Santa Marta», nos cuenta que en ese momento
«Rompióse accidentalmente el cajón, y por consiguiente los frascos, vertiéndose en el suelo los Santos Oleos, y el respeto de no pisar aquel suelo, fue motivo de no volver su dueño a vivir en la casa.
Y con este desamparo se fue cayendo poco a poco, hasta el estado en que está hoy».
Por este motivo fue precisamente sobre la casa del Licenciado Bartolomé Silva de Aguilar donde se construyó la iglesia de la Torcoroma, en 1800.
Y fue en el preciso lugar de la montañesa Torcoroma donde surgió un manantial de aguas límpidas y propiedades milagrosas.
Quienquiera se acerque en busca de la curación de su cuerpo y su alma, será retribuido con largueza.
A causa de esto, este manantial de Nuestra Señora fue conocido como el Lourdes colombiano.
Enterado de los milagros y prodigios obrados por intercesión de Nuestra Señora en este dichoso y desconocido punto de Colombia, Su Santidad San Pío X concedió, con fecha 27 de Junio de 1906, misa propia a la Santísima Virgen bajo la advocación de nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma.
En los 250 años de la presencia de la Torcoroma en Ocaña, año 1961 se colocó la primera piedra para una basílica.
Prácticamente el Santuario Mariano de Ocaña comprende dos partes:
– la hermosa Capilla ubicada en la calle 11 a una cuadra de la iglesia Catedral, donde se venera la imagen encontrada por Cristóbal Melo y sus hijos en la astilla de un árbol
– y la Capilla construida en 1882 en la Montaña de la aparición, ampliada y hermosamente restaurada, donde todos los sábados se ofician dos o tres misas.
Con catequesis previa o rezo del Santo Rosario por los altoparlantes, mientras el sacerdote atiende a la confesión de los fieles.
LA OCAÑA QUE RECIBE HOY AL PEREGRINO
El paisaje humano y arquitectónico que hoy aprecia el penitente es muy distinto del que presenciaba los celestiales acontecimientos.
Pero la devoción y entusiasmo que “la Virgen Morena” produce en los ocareños lejos de disminuir aumenta cada día.
Con la declaración de S.S. Pablo VI, nombrándola oficialmente “Patrona Principal de Ocaña”, hoy en día, casi no hay diócesis que no cuente con al menos una capilla en honor a la Torcoroma.
Si el penitente acude el 16 de agosto, día de su fiesta, verá las multitudinarias peregrinaciones provenientes de Barranquilla, Bucaramanga, Barrancabermeja, Cúcuta y Santafé de Bogotá.
Y es en esta lejana provincia donde las damas y caballeros bogoteños unieron generosos tributos marianos para construir el hermoso templo que hoy se levanta en la parroquia de Nuestra Señora de la Gracias de Torcoroma, gracias al notable esfuerzo y entusiasmo del Padre Álvaro Santos.
Valgan como palabras finales la copla del renombrado dominico Fray Campo Elías Claro O.P.
Torcoroma linda,
Torcoroma bella,
Virgen de mi Ocaña,
Virgen montañera,
bajaste del cielo
de la dicha eterna,
mostrando el rostro de luz y belleza
entre los perfumes de las rosaledas
y el aura purísima de las primaveras:
Te quiero, te quiero
con alma muy tierna;
con amor inmenso,
te busco en la pena,
te evoco en mis sueños
de mustio poeta;
te canto y te imploro,
Palomita bella,
Virgen vegetal,
más dulce que estrella
que esclarece suave
las más negras penas!
Torcoroma linda,
Torcoroma bella,
Virgen de mi Ocaña,
Virgen montañera,
Madre de Dios:
dame la pureza,
enciende mi fe
con luces eternas
de gracia y amor!
Fuentes
- https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_las_Gracias_de_Torcoroma
- http://www.fatima.pe/articulo-960-nuestra-senora-de-las-gracias-de-torcoroma
- http://es.catholic.net/op/articulos/3193/cat/644/gracias-de-torcoroma-nuestra-senora-de-las.html
- https://www.facebook.com/pages/Santuario-Nuestra-Se%C3%B1ora-de-las-Gracias-de-Torcoroma-Oca%C3%B1a/513890105323351
- http://www.parroquiatorcoromabaq.org/
- http://laplayadebelen.org/OCANA/TORCOROMA/VIRGEN.html
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