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Procedente de Italia, y retrato sin duda de la de Genazzano.

Se venera la hermosa imagen de la Madre del Buen Consejo con devoción y grandeza en una capilla del magnífico templo de la calle de Toledo de Madrid, que perteneció al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús.

Se ignora quién la trajo y en qué año, pero es seguro que lo fue en el siglo XVI.

ns del buen consejo chica

Es famosa por su consejo a San Luis Gonzaga y al Mártir Diego Luís de San Vítores para que entraran en la Compañía de Jesús…

La imagen se depositó en la iglesia de San Pedro y San Pablo, mandada construir por la emperatriz Doña María de Austria, hermana de Felipe II, en 1560, en la calle de Toledo, esquina a la de hoy Colegiata (antes de San Isidro, y anteriormente del Burro), en parte del terreno donde se levantó después el Colegio Imperial de los PP. Jesuítas.

El pueblo de Madrid comenzó luego á venerar con culto fervoroso y especial tan venerada imagen; y de las dos únicas capillas de que constaba el primitivo templo (pues los demás altares eran hornacinas, muy usadas en aquella época), dedicaron una á la Virgen del Buen Consejo.

Su efigie es de cuerpo entero y de talla, pintada la túnica de blanco y el manto de azul, con un graciosísimo Niño en el brazo izquierdo.

Y es muy de notar que los PP. de la Compañía de Jesús tuvieron siempre el buen sentido de no consentir en disfrazarla, vestirla ni recargarla de extravagantes adornos, como con mal gusto y poco criterio se ha hecho con otras respetables efigies de la Virgen, pudiéndose verla aun hoy día tal cual estaba en tiempo de San Luis Gonzaga.

San Luis Gonzaga

 

EL BUEN CONSEJO A SAN LUIS GONZAGA

En 1683 vivía en la corte de España, en el palacio de la Embajada genovesa, calle Ancha de San Bernardo (hoy Universidad Central), Don Fernando Gonzaga, príncipe de la casa de Mantua, marqués de Castellón y grande de España, con su esposa Doña Marta de Tana Santana, dama que había sido de la reina Doña Isabel de Valois, y sus hijos.

El primogénito de éstos era Luis, joven de quince años, menino del príncipe D. Diego en el palacio de Felipe II.

Desde sus primeros años se sentía Luis con vocación religiosa, pero ignoraba qué Orden sería la que abrazaría. Visitaba con frecuencia la capilla de la Virgen del Buen Consejo, donde tenía por confesor al P. Fernando Paterna.

Una mañana de Agosto de dicho año, en día próximo á la fiesta de la Asunción, se dirigió a ella con su ayo, y, después de confesar y comulgar con la devoción con que solía hacerlo tan angelical criatura, separado del ayo, quedóse solo en la capilla de la Virgen al pie de su altar en altísima oración y contemplación.

¿Qué pidió Gonzaga á la Virgen en aquellos momentos sublimes, después que hubo comulgado y oído Misa?.
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De la suspensión y del arrobamiento vino á sacarle una dulcísima voz de la Virgen, pues mereció oír de la boca de la santa Imagen éstas palabras:
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«Entra en la Compañía de mi Hijo».
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Palabras que llenaron de consuelo santo su noble corazón, y le determinaron á dejar la corte y los palacios.
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Y después de vencer muchos obstáculos, como se dirá en su Vida el 21 de Junio, entró en la Compañía de Jesús en 1585, muriendo en ella en 1591.

Beato Diego Luis de Sanvitores 

 

EL BUEN CONSEJO AL BEATO DIEGO LUIS DE SAN VÍTORES

Este prodigio se confirma con este otro sucedido en 25 de Marzo de 1640.
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En el que, según el testimonio del P. Juan de Villafañé, la milagrosa imagen del Buen Consejo habló varias veces y persuadió y mandó al venerable P. y mártir Diego Luis de San Vítores que entrase en la Compañía de Jesús.
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Como lo testifica un escrito en el que se consignan las circunstancias de la vocación del referido mártir, el cual se guarda en el archivo provincial de la Compañía de Jesús en Toledo.
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Y en él se asegura, según la tradición, que esta misma milagrosa Imagen había aconsejado al joven Luis su ingreso en la Compañía por estas palabras: Nuestra Señora del Buen Consejo, de quien está constante y firme la tradición que fue la misma que habló á San Luis Gonzaga diciéndole:
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«HIJO, ENTRA EN LA COMPAÑÍA DE JESÚS».

Así, con voz clara llamó esta santa imagen al puerto seguro de la religión a dos tan ilustres varones.

Y del mismo modo podríanse enumerar otros casos semejantes de sujetos á quienes, hablándoles la Virgen al corazón, suavemente los aconsejó y condujo á lograr igual dicha en la citada Compañía, como en otras Ordenes religiosas.

Muchos lo publican con tiernas voces y suaves lágrimas, afirmando que á la vista y presencia de esta imagen deben las primeras luces de su desengaño y de su retiro del mundo, sin dejar de confesar que, vacilando después entre la inconstancia y la firmeza de sus propósitos, sólo con volver á ponerse en su presencia cesó la batalla, publicándose la victoria en favor de sus piadosos deseos.

Por donde se ve que á esta imagen la comprende propiamente el renombre de Madre y Señora nuestra del Buen Consejo.

Visítenla con fe y confianza, y con el fervor de San Luis Gonzaga, las personas tibias en la fe, las que dudan en la elección de estado, las que quieren convertirse de veras á Dios, y por respetos mundanos no lo hacen, ó lo dilatan con peligro de su eterna salvación, y sentirán seguramente los divinos consuelos que la experiencia y la tradición confirman.

El P. Fr. Antonio de Santa María, en su Iglesia triunfante, al citar esta imagen del Buen Consejo con otras muchas de Madrid, dice (pág. 579):

«Es milagrosísima Señora, y a su protección acuden los consejos y los consejeros á pedir luz para los buenos sucesos del Consejo».
 colegiata del buen consejo

 

EL TEMPLO

El pequeño templo de San Pedro y San Pablo fue demolido en 1608, por ser sin duda muy reducido.
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Y con solares vecinos empezóse á levantar en 1626, y quedó terminado en 1651, reinando Felipe IV, el hermosísimo templo y colegio de la Compañía, que hoy existen, con diseños y bajo la dirección de Francisco Bautista, coadjutor de la misma Compañía, y con los legados que la emperatriz de Alemania, Doña María de Austria, dejó á este colegio.
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Fue dedicado á San Francisco Javier, y se llamó Imperial el colegio por haber aceptado su patronato dicha emperatriz.

Hasta su expulsión en tiempo de Carlos III estuvo este templo y su colegio en poder de los PP. Jesuítas.

Entonces se trasladaron á esta iglesia los restos de San Isidro y su santa Esposa, y el templo dejó el nombre de San Francisco Javier y tomó el de San Isidro, quedando convertido en Colegiata.

En 1815 se devolvió esta iglesia á los PP. Jesuítas (ya restablecidos), suprimiéndose los canónigos y quedando reducida la capilla á solo el coro bajo, que siguió con la Compañía hasta el degüello (de tristes recuerdos) de 17 de Julio de 1834, y la supresión de todas las Ordenes religiosas en 1835.

Desde esta fecha quedó sujeto al arzobispado de Toledo hasta 1885, en que por disposición del Papa León XIII, que felizmente gobierna la Iglesia, erigió el templo de San Isidro provisionalmente en catedral de la nueva diócesis de Madrid Alcalá, y en 1891 se constituyó la capilla de la Virgen del Buen Consejo en iglesia parroquial y titular de la parroquia nueva de su nombre, cuyo primer párroco lo es el Dr. D. Vicente Casanova Marzol.

A pesar de tantos cambios, la Virgen del Buen Consejo ha seguido y sigue en su capilla, que es recogida y devota como pocas de Madrid.

Además puede llamarse esta capilla pequeño templo, porque consta de cuerpo de iglesia, de crucero y media naranja, con su linterna, de buena arquitectura; con el retablo en cuyo centro está el trono de la Virgen.

Las gradas, el tabernáculo y el trono son de plata, y hacen lucir más el hermosísimo rostro de su efigie, que ostenta tan rara y singular modestia, que por ella es una de las imágenes más veneradas y estimadas de la corte.

Hay también para adorno otras muchas alhajas, un cáliz de oro y una rica custodia, para exponer el Santísimo Sacramento, de diamantes, esmeraldas y rubíes; con la circunstancia de haber sido una de las primeras que con joyas se dedicaron al Sacramento en Madrid.

El concurso y la asistencia de fieles á esta santa capilla es indecible; raro es el instante del día en que no se vean personas que devotamente recen y veneren á tan soberana Reina.

Allí se ve siempre rodeada de fieles que acuden confiados al pie del altar á pedir las gracias que le son necesarias, á llorar sus penas ó á darla gracias en las alegrías.

Por la mañana se ve casi siempre llena de gente que acude a oír las muchas Misas que allí se celebran.

Todos los sábados, según el P. Villafañe, por la tarde, concurría una de las capillas reales á cantar solemnemente la Salve.

En las festividades de la Virgen, y en las de otros Santos, se exponía el Señor durante toda la mañana.

En los días siguientes a la fiesta de la Asunción se celebraba la Novena, asistiendo la capilla real por mañana y tarde; iluminándose en el último día la santa capilla con más de cuatrocientas luces en el altar y en cornucopias elegantes; función que se repetía en la fiesta del Dulce Nombre de María.

El último día del año, por la tarde, a ejemplo de Roma, se cantaba solemne Te Deum en acción de gracias por los beneficios recibidos en aquel año; y todo el año ardía un cirio grande de cera á expensas de la devoción, sin que hubiese faltado en varios años.

Había también establecida en la misma capilla de la Virgen una noble Congregación de señoras, a la que pertenecía la grandeza de la corte, para dar culto continuo a tan excelsa Señora.

Todos los jueves por la tarde se reunían ante el Santísimo expuesto; después de un rato de meditación, predicaba un Padre de la Compañía los encomios á la Virgen y de la importancia de su devoción, y se terminaban tan piadosos ejercicios con letanía y salve y otras oraciones.

El papa Clemente XII concedió a esta Congregación el privilegio de que se pudiera celebrar Misa rezada el Sábado Santo en su capilla, terminados los divinos Oficios.

Actualmente se celebran las Flores de Mayo con gran devoción y mucho concurso de fieles; en el mes de Abril solemne novena, que termina en su fiesta; todos los sábados del año, y terminados los Oficios divinos de la tarde, va en procesión el cabildo catedral á la capilla, y se canta una Salve ante tan sagrada imagen.

Por último, en una de las estampas del altar de la Virgen se lee lo siguiente:

«Verdadero retrato de Nuestra Señora del Buen Consejo, llamada así por el que con voz sensible dio á San Luis Gonzaga. Se venera en su capilla del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de esta corte.

Son muchas las indulgencias concedidas á esta imagen, y las que pueden ganarse por cada Avemaria rezada ante sus estampas, y por sólo la invocación de su santísimo nombre.»

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ORACIÓN

Oh Señora mía, Santa María: hoy y todos los días y en la hora de mi muerte, me encomiendo a tu bendita fidelidad y singular custodia, y pongo en el seno de tu misericordia mi alma y mi cuerpo.

Te recomiendo toda mi esperanza y mi consuelo, todas mis angustias y miserias, mi vida y el fin de ella: para que por tu santísima intercesión, y por tus méritos, todas mis obras vayan dirigidas y dispuestas conforme a tu voluntad y a la de tu Hijo.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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