La devoción a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya está relacionada con el Beato Bartolo Longo.

Quien dejó una vida de pecado para dedicarse a trabajar con los pobres y huérfanos.

Este abogado y ex satanista tuvo un sueño de un amigo muerto.

En el sueño escucho que le dijo “Salva a esta gente Bartolo, propaga el Rosario, haz que recen, María prometió la salvación para quienes lo hagan”

A partir de ahí comienza a difundir el Rosario en el Valle del Vesubio.

Y con el tiempo surge un templo que luego será elevado a la categoría de Basílica Pontificia.

Esta devoción está muy extendida por el mundo y es famosa por sus milagros.

El primer domingo de octubre y los 8 de mayo se reza la “Súplica a la poderosa Reina del Rosario de Pompeya”.

Y también está relacionada a la devoción de los Quince Sábados.

 

LA ZONA

La zona es conocida históricamente por la erupción del volcán Vesubio qué sepulto a Pompeya en el año 79.

Esta era una ciudad de la antigua Roma cerca de Nápoles en el sur de Italia, que era utilizada como un balneario por la aristocracia romana.

La famosa erupción del Vesubio fue comparada con la bomba atómica de Hiroshima, pero se dice que fue 100 veces más potente.

Y la nube de gases y polvo, generó la desolación en lo que había sido una ciudad balnearia próspera.

Posteriormente se construyó otra ciudad sobre sus ruinas y recién en el siglo XIX se descubrieron las ruinas originales.

Mientras tanto, los alrededores del Valle del Vesubio estaban habitados por familias muy pobres y campesinas.

Y había allí una pequeña capilla para los servicios religiosos pero estaba muy mal estado y abandonada.

 

BARTOLO PROPAGA EL ROSARIO

En 1872 llegó el abogado Bartolo Longo para ponerse al servicio de la Condesa de Fusco que era la propietaria de ésas tierras.

Longo, dialogando con los campesinos, supo de la presencia de individuos de malas costumbres.

Había habido un cura pero ya no había más por su muerte, y las costumbres se fueron degradando.

La gente fue perdiendo la fe y la capilla estaba abandonada.

Lo único que más o menos sucedía era que la gente oraba en su casa.

Fue en ese momento que recibió la visión de su amigo muerto que dijimos arriba.

Lo que lo llevó a cumplir lo que el amigo le había pedido.

La primera actividad de Bartolo es llevar muchos Rosarios para repartir.

Fue así que recorrió las casas y conoció de primera mano lo que sucedía y las necesidades.

A todos les pidió que rezaran el Rosario.

También se dedicó a refaccionar la capilla y al año siguiente se dio la primera misa.

Sin embargo concurrió poca gente.

Entonces se le ocurrió conseguir una imagen de la Virgen del Rosario.

Es así que recién en 1878 consigue la donación de una imagen de un convento dominico, que era un cuadro que estaba en tal mal estado que lo iban a quemar.

Además la imagen era de pésima calidad, a tal punto que la condesa de Fusco diría “debe haber sido pintado a propósito para destruir la devoción a Nuestra Señora”. 

Y para completar el desastre, el cuadro fue llevado de Nápoles en un carro con estiércol.

Pero el cuadro gustó y concitó el interés del pueblo, convirtiéndose en una novedad que trajo incluso personas de afuera.

Una vez restaurado, se convirtió en el foco de numerosas peregrinaciones y el centro de un importante santuario de Nuestra Señora del Rosario.

Luego un pintor restauró el cuadro cambiando la imagen de Santa Rosa de Lima por la de Santa Catalina de Siena, quedando igual Santo Domingo.

La imagen fue puesta en el altar y enseguida comenzó a hacer milagros, algunos de los cuales relatamos abajo.

Luego Bartolo, comienza a juntar fondos para hacer un santuario más grande.

Su fiesta es el 7 de octubre por ser la de la Virgen del Rosario.

El 8 de mayo de 1887 se corona la imagen una corona de diamantes bendecida por el Papa León XIII.

Y 4 años después se consagra el nuevo santuario, que es el que hay actualmente.

Fachada del Santuario de Pompeya

 

LOS MILAGROS PRINCIPALES

Mientras estaba construyendo el santuario de Pompeya sucedieron tres milagros.

El primero fue a una niña de doce años, Clorinda Lucarelli.

Esta niña tenía fuertes ataques de epilepsia y sus padres prometieron ayudar a la construcción del santuario si la niña recuperaba la salud.

Cuando el cuadro de la Virgen de Pompeya fue expuesto para la veneración, la niña se sanó, lo que certificaron dos médicos bajo juramento.

El segundo milagro fue a una mujer joven, llamada Concetta Vasterilla que se sanó con una promesa similar a la de la niña.

Y ocurrió en el mismo momento en que el padre Antonio Varone estaba muriendo por gangrena, había recibido los últimos sacramentos, y se curó tan milagrosamente que celebró la santa misa al día siguiente.

Esto sucedió cuando la colocación de la primera piedra del nuevo Santuario.

Un mes después se produjo otro milagro cuando Madame Giovannina Muta se curó de una enfermedad terminal.

Estaba en cama agonizando y tuvo una visión de Nuestra Señora de Pompeya aunque nunca había visto su imagen, y vio una cinta escrita que decía “la Virgen de pompeya concede tu pedido”.

Al terminar la visión Madame Muta quedó absolutamente curada.

Estos son los milagros más tradicionales que se mencionan sobre la Virgen de Pompeya, pero hay muchos más.

Bartolo Longo

 

EL BEATO BARTOLO LONGO

Bartolo Longo fue un respetado abogado y ex satanista que luego de su conversión se dedicó a trabajar con los huérfanos junto con su esposa.

Bartolo Longo fue un sacerdote espiritista que nació el 10 de febrero de 1841 en Latiano, cerca del puerto de Brindisi, y falleció el 5 de octubre de 1926.

Estudió derecho en Nápoles y frecuentaba círculos espiritistas llegando a ser líder del movimiento gnóstico opuesto ferozmente a la Iglesia.

Por una intervención del profesor Vicenzo Pepe tuvo un encuentro con el Padre Alberto Radente, que le permitió volver a la fe de su infancia, volviendo incluso a tomar nuevamente la primera comunión.

Su conversión sucedió el día del Sagrado Corazón de Jesús de 1865, en la iglesia del Rosario de Nápoles.

A partir de ahí fue abandonando su vida de abogado y se dedicó a las obras de caridad.

Por motivos profesionales va a vivir a Pompeya y ahí conoce a la Condesa de Fusco quién lo contrata para administrar sus propiedades.

Es en este mismo momento en 1872 que descubre la miseria moral y material de la región del Vesubio y Bartolo Longo le pide auxilio a la Virgen María.

Es cuando oye en su corazón las palabras de la Santísima Virgen pidiendo que promocionará el Santo Rosario.

Fue así que organizó misiones y logró un gran renacimiento del Valle del vesubio.

El cuadro de la Virgen del Rosario de Pompeya lo obtuvo el 13 de noviembre de 1875, caso que explicamos arriba.

En el cuadro se presenta a Santo Domingo recibiendo el rosario de la Virgen y está colocado en la Iglesia.

El cuadro permitió tantos milagros que incluso se llegó a llamar a la Virgen del Rosario de Pompeya como la Lourdes italiana.

Bartolo Longo se casó con la Condesa en 1885 y cedieron toda su fortuna a la Iglesia, para construir el santuario de Pompeya.

Las tumbas de Bartolo Longo y la Condesa Mariana de Fusco, su esposa, están en la cripta de Santuario.

La Súplica a la Virgen de Pompeya se recita en todas las parroquias de Italia especialmente el 8 de mayo y el primer domingo de octubre.

Es promocionada por las Hijas del Santo Rosario, que es una congregación femenina fundada por el propio Bartolo Longo

Juan Pablo II lo declaró beato el 26 de octubre de 1980.

Bartolo Longo fue miembro de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.

 

SÚPLICA A LA VIRGEN DE POMPEYA

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

I

¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos.

¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de hijos os manifestamos nuestras necesidades.

Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen.

Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian.

Detened el brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores.

Mostraos hoy para con todos Reina verdadera de paz y de perdón.

Dios te salve, Reina y Madre…

II

En verdad, en verdad, Señora, nosotros, aunque hijos vuestros, con las culpas cometidas hemos vuelto a crucificar en nuestro pecho a Jesús y traspasar vuestro tiernísimo Corazón.

Si, lo confesamos, somos merecedores de los más grandes castigos; pero tened presente, oh Madre, que en la cumbre del Calvario recibisteis las últimas gotas de aquella sangre divina y el postrer testamento del Redentor moribundo; y que aquel testamento de un Dios, sellado con su propia sangre, os constituía en Madre nuestra, Madre de los pecadores.

Vos, pues, como Madre nuestra, sois nuestra Abogada y nuestra Esperanza. Y por eso nosotros, llenos de confianza, entre gemidos, levantamos hacia Vos nuestras manos suplicantes y clamamos a grandes voces: ¡Misericordia, oh María, misericordia!

Tened, pues, piedad, ¡oh Madre bondadosa!, de nosotros, de nuestras familias, de nuestros parientes; de nuestros amigos, de nuestros difuntos, y, sobre todo, de nuestros enemigos y de tantos que se llaman cristianos y, sin embargo, desgarran el amable Corazón de vuestro Hijo.

Piedad también, Señora, piedad, imploramos para las naciones extraviadas, para nuestra querida patria y para el mundo entero, a fin de que se convierta y vuelva arrepentido a vuestro maternal regazo.

¡Misericordia para todos, oh Madre de las misericordias!
Dios te salve, Reina y Madre…

III

¿Qué os cuesta, oh María, escucharnos, qué os cuesta salvarnos? ¿Acaso vuestro Hijo divino no puso en vuestras manos los tesoros todos de sus gracias y misericordias? Vos estáis sentada a su lado con corona de Reina, rodeada de gloria inmortal sobre todos los coros de los Ángeles.

Vuestro dominio es inmenso en los cielos, y la tierra con todas las criaturas os está sometida.

Vuestro poder, ¡oh María!, llega hasta los abismos, puesto que Vos, ciertamente, podéis librarnos de las asechanzas del enemigo infernal.

Vos, pues, que sois todopoderosa por gracia, podéis salvarnos; y si Vos no queréis socorrernos por ser hijos ingratos e indignos de vuestra protección, decidnos, a lo menos, a quién debemos acudir para vernos libres de tantos males.

¡Ah!, no: vuestro Corazón de Madre no permitirá que se pierdan vuestros hijos.

Ese divino Niño, que descansa sobre vuestras rodillas, y el místico

Rosario que lleváis en la mano nos infunden la confianza de ser escuchados, y con tal confianza nos postramos a vuestros pies, nos arrojamos como hijos débiles en los brazos de la más tierna de las madres, y ahora mismo, sí, ahora mismo, esperamos recibir las gracias que pedimos.

Dios te salve, Reina y Madre…

 

PIDAMOS A MARÍA SU SANTA BENDICIÓN

Otra gracia más os pedimos, ¡oh poderosa Reina!, que no podéis negarnos en este día de tanta solemnidad.

Concedednos a todos, además de un amor constante hacia Vos, vuestra maternal bendición.

No, no nos retiraremos de vuestras plantas hasta que nos hayáis bendecido. Bendecid, ¡oh María!, en este instante al Sumo Pontífice.

A los antiguos laureles e Innumerables triunfos alcanzados con vuestro Rosario, y que os han merecido el título de Reina de las Victorias, agregad este otro: el triunfo de la Religión y la paz de la trabajada humanidad.

Bendecid también a nuestro Prelado, a los Sacerdotes y a todos los que celan el honor de vuestro Santuario.

Bendecid a los asociados al Rosario Perpetuo y a todos los que practican y promueven la devoción de vuestro Santo Rosario.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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