El 8 de diciembre del 2000, en la ciudad de Rosario, una imagen de Nuestra Señora del Rosario derramó una lágrima.

Se hallaba en una ermita, había recibido la bendición del Obispo en noviembre del 2000.

Y lacrimó precisamente el día de la Inmaculada Concepción.

En febrero del 2003 esa ermita fue barrida por las aguas y la imagen tuvo que restaurarse.

En julio del 2004 se inauguró una segunda ermita, en un lugar más alto, contando con el apoyo económico del papa Juan Pablo II.

 

LA HISTORIA DE LA ZONA ROSARIO DEL COLLA

La ciudad de Rosario, también conocida como Villa del Rosario o Rosario del Colla, es una ciudad uruguaya ubicada en el sureste del departamento de Colonia, frente a Argentina y a 130 km de la capital nacional, Montevideo.

Se trata de la única población del departamento de Colonia fundada por españoles.
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Uno de sus primeros habitantes fue el indio Colla natural de Arica, Pascual de Chena, personaje muy influyente por ese entonces.

Por 1726, Pascual de Chena, se hallaba establecido en el pago del Rosario.

Este indio gozaba de gran confianza entre los españoles y los naturales del lugar.

Tanto que, en un grave conflicto entre la recién nacida plaza de Montevideo y los indios, el Cabildo de aquella acordó en sesión del 27 de febrero de 1732, actuara de mediador y celebrara la paz con los indios guinuanes (minuanes y guenoas) que amenazaban atacar Montevideo, misión desempeñada por Chena con éxito.

El intermediario entre el Cabildo y Chena fue el Alferez Real Juan Antonio Artigas (abuelo del prócer nacional uruguayo José Artigas).

La prolongada actividad de Pascual de Chena en la zona, permitió que se adoptara en la toponimia la denominación «Región del Colla» y que el principal afluente del arroyo Rosario, que baña el barrio norte de la actual ciudad, se llamara arroyo Colla.

El colla amigo de los Artigas, misterioso curandero que venía de las tierras que se llamaban por entonces Alto Perú, emparentó su descendencia con la famosa lancera de Artigas y de los malones de la época, Soledad Cruz.

Según la tradición, Soledad Cruz fue una joven afroamericana que había nacido esclava y crecido muy hermosa.

Fugada con sus hermanos se refugió primero en una comunidad charrúa y luego en los fogones de Artigas, donde tuvo amores con un “lobizón” del cual quedó embarazada.

El aludido “lobizón” de la tradición fue Lucio, un nieto de Pacual de Chena, hijo de Gabriel Chena, y con quien Soledad tuvo una hija llamada Inaê María de Zumbí.

Soledad y su descendencia estuvieron al lado de Artigas en el campamento del Ayuí en 1811, en el de Purificación de 1815 y en tomó con él el exilio en Paraguay.

Su nieto fue Laureano Rodríguez Chena de quien los payadores cuentan grandes hazañas, relatando incluso que el apellido Chena, solito, ya asustaba.

La ciudad de Rosario cuenta con una larga tradición religiosa que gira en torno a Nuestra Señora del Rosario.

 

LAS IMÁGENES DE LA VIRGEN DEL ROSARIO

El templo fundacional de la parroquia de la ciudad de Rosario tenía originalmente en el altar una imagen de la Virgen del Rosario del siglo XIX, parecida a la de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás en Argentina, es decir una Virgen del Rosario original.

Cuando se construyó el nuevo templo, por 1910, se sustituyó esa estatua que estaba colocada sobre el altar mayor, ya que estaba deteriorada.

Se la reemplazó por una imagen de María Auxiliadora que habían llevado los Salesianos, más grande que la original Nuestra Señora del Rosario, a la cual se le sacó el cetro de la mano derecha y se le puso un rosario en su lugar.
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La imagen de la María Auxiliadora, había sido construida en Pamplona (España) por la PP. Salesianos.
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Siempre había sido presentada con los colores de la María Auxiliadora de los salesianos, por eso se la pintó con los colores tradicionales de la Virgen del Rosario.

Fue así que a la primera Virgen del Rosario se la dejó en el depósito de las cosas viejas y sin uso de la iglesia, durante muchos años.

Hacia los ochenta del siglo XX se hizo restaurar la primera pieza de la Virgen del Rosario que estaba deteriorada por el tiempo, para ponerla sobre el altar mayor pues era una ‘verdadera’ Virgen del Rosario.

Así se hizo, y quedó tal como aparece hoy en el templo parroquial de Rosario.

Esto implicó que ahora quedara archivada la imagen de la original María Auxiliadora que había oficiado durante décadas como Nuestra Señora del Rosario y que generaciones de rosarinos sacaban en procesión en octubre.

 

LA VIRGEN DEL ROSARIO EN LA ERMITA AL LADO DEL COLLA

En el año 1999, se decide construir una ermita junto al Arroyo Colla, que baña los límites de la ciudad en la zona noreste, zona muy pintoresca y concurrida.
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Allí, se rellena el lugar y se construye la ermita, con ladrillos, se instala la vieja imagen de la Virgen que previamente había sido enviada a restaurar por una familia que a su vez son muy allegados a la comunidad católica de la localidad, y la ermita se cierra con un vidrio del tipo blindex.
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En esto intervinieron dos arquitectos de Rosario, uno de los cuales fue Jorge Daverede.

Los responsables de la restauración de la Virgen fueron Omar Grasso y su esposa María del Rosario Villamil.

La efigie estuvo en su casa durante un mes. Su trabajo consistió fundamentalmente en pintarla.

Esta virgen fue bendecida el 25 de noviembre del 2000 por parte del Obispo monseñor Carlos Collazzi, con motivo de celebrarse los 225 años de la fundación de la ciudad.

La Virgen está de pié y en su brazo carga al niño Jesús. La estatua es de madera pero las caras de ambos están revestidas de una pasta similar a la porcelana.

Inmediatamente se convirtió en un lugar concurrido para la oración.

 

EL LLANTO DE LA VIRGEN

Desde el lunes 4 de diciembre del 2000 algunos lugareños comenzaron a ver que algo sucedía en el ojo derecho de la Virgen de la ermita.
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Hasta que en la mañana del día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, apareció la imagen con la mejilla derecha surcada por un líquido transparente y una gota fija debajo del mentón.

Todo coincidía. El pasado 8 de octubre la Iglesia había celebrado el comienzo del Congreso Eucarístico Nacional, el evento más importante en el Año Jubilar, en el departamento de Colonia.

Y quien presidió este importante acontecimiento católico fue precisamente el Obispo de Colonia monseñor Carlos Collazzi, quien dio la bendición a esta imagen con motivo de la celebración de los 225 años de la ciudad de Rosario.

También por extraña coincidencia, este obispo fue electo presidente de la Conferencia Episcopal Uruguaya.

Rosario es una ciudad de poco más de diez mil habitantes, por lo que el hecho de la lacrimación se difundió rapidamente por toda la ciudad, siendo la ermita visitada por muchos rosarinos que querían ver el fenómeno y también orar a la Virgen.

En ese tiempo también se pudo apreciar en el lugar, en ocasiones, un suave y agradable perfume a rosas, que los creyentes lo vinculan a la presencia efectiva de la Virgen María.

El obispo monseñor Carlos Collazzi, nombró una comisión integrada por tres sacerdotes y tres laicos de Rosario.

Quienes en tres meses debían presentarle un primer informe que reflejara la opinión de profesionales, peritos, teólogos y fieles sobre lo acontecido con la imagen de Nuestra Señora del Rosario.

Los miembros de la Comisión fueron el presbítero Silvano Berlanda, vicario general de la diócesis y párroco de Cardona, el presbístero Edgardo Rodríguez, el cura de Juan Lacaze, Pedro Silva, el arquitecto Héctor Blanco, Omar Grasso y la escribana Elena Borrás.

A través de un decreto resolvió que el traslado de la Virgen requería de su previa autorización en forma escrita y definió a la actividad de esta Comisión «de reservada» y garantizando su procedimiento mediante el trabajo de una escribana integrante de la misma.

Monseñor Collazzi se dirigió a la comunidad para pedir «calma y cautela» a fin de evitar angustias y psicosis entre la feligresía manifestando que el hecho había que tomarlo con mucha prudencia y como señal de Fé, pues mucha gente no creyente buscaba explicaciones científicas que no encajaban.

También solicitó a dos profesores de física que investiguen y redacten un informe en torno a lo sucedido en la imagen.

«Alguien puede decir que es pintura, pero no fue pintada. Tal vez que es evaporación. Sin embargo, ¿por qué el líquido sale desde el ojo»?, se preguntó Collazzi.

El oftalmólogo Borrás había declarado que el «agua» que corría de la mejilla provenía del lacrimal.

Los restauradores manifestaron a su vez, de que la cabeza, por el tratamiento del esmaltado (igual al de las muñecas del siglo XIX) no daba lugar a conjeturar que fuera la «savia o resina» de la madera que por el efecto del calor se hubiera desprendido, si así fuera.

¿Cómo es que esa «savia» tenía la transparencia absoluta del agua?.

Además aseguraron que no habían tocado el rostro de la imagen y descartaron la posibilidad que tuviera agua desde adentro.

La Iglesia nunca lo avaló como milagro ni lo descartó, pero Nuestra Señora del Rosario siguió por días con la lágrima pendiendo del mentón.

Pasados dos meses de la lágrima, concretamente el día 25 de febrero, el Párroco local Roberto Álvarez asegura haber observado, junto a peregrinos de Montevideo, la caída de un líquido por el surco que había quedado sobre la cara de la imagen, tras la llamada “lágrima original”.

 

LA DESTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN DE LA ERMITA

El acontecimiento de la lágrima convocó diariamente a centenas de fieles que iban preferentemente por la noche hasta la ermita, para pedirle ayuda, entregarle ofrendas y rezar por sus seres queridos.

También fueron vistos numerosos devotos de la virgen a primeras horas de la madrugada portando velas y dejando cartas.

Desde Argentina, varias excursiones recorrieron cientos de kilómetros para asistir al presunto milagro rosarino, al punto que la famosa conductora televisiva Susana Giménez, afirmó en su programa que iría a Uruguay atraída por el «llanto» de la Virgen.

ermita virgen del rosario del colla

Hasta que 11 de febrero del año 2003, una creciente nunca antes vista del arroyo Colla arrasó con la ermita donde estaba Nuestra Señora del Rosario.
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La imagen fue arrastrada varios kilómetros aguas abajo, y luego de varios días de búsqueda por parte de toda la población, que se mantuvo en vela, fue encontrada entre el barro, en un predio de los alrededores de la ciudad, a unos dos mil metros del lugar de su emplazamiento, muy deteriorada.

Se recuerda que en esa oportunidad los evacuados, en Rosario, fueron un total de 400 personas.

Luego de rescatarla, los rosarinos pusieron la imagen en manos de un equipo de restauradores de Buenos Aires, y en el correr de 2003 retornó a la ciudad.

Su Santidad Juan Pablo II, con su aporte a «la virgen que llora» aseguró una nueva ermita, es un lugar más alto y enfrente de su antigua ubicación.

Se fijó el sábado 3 de julio del 2004 para la Bendición e Inauguración de la nueva Ermita de la Virgen del Rosario en la ciudad de Rosario.

La Bendición de la Ermita la hizo el Sr. Nuncio Apostólico en el Uruguay Mons. Janusz Bolonek y la imagen fue llevada en procesión desde la Iglesia Parroquial a la Ermita.

 

LOS MOTIVOS DEL LLANTO DE LA VIRGEN

Los fieles, sacerdotes y población en general se hicieron muchas conjeturas sobre el llanto de Nuestra Señora del Rosario.

Entre las causas locales, hubieron quienes pensaron que era porque no quería salir del templo.

O porque la gente de Rosario en su mayoría alejaba a Dios de su vida.

O también como premonición de lo que vendría después con las inundaciones de febrero de 2003 cuando se destruyó la ermita.

Y también se mencionaron otras conjeturas de carácter nacional, como la epidemia de aftosa que vendría después y que llevó a sacrificar miles de vacunos en el 2001.

La crisis económica del 2002.

La declaración de los Obispos del Uruguay el 3 de agosto del 2000 que, entre otras cosas, pide expresamente “no admitir ninguna nueva devoción mariana sin haberla sometido antes al discernimiento del Obispo Diocesano con su Presbiterio, Consejo Pastoral Diocesano e, incluso, si fuera conveniente, de los Consejos Parroquiales donde se implantan estas devociones”, lo que implica de hecho poner un freno a la manifestación de los fenómenos marianos en las iglesias.

Las actuales amenazas a la vida y la familia a través de la despenalización del aborto, y la posibilidad de que parejas homosexuales adopten niños.

Estas fueron solo algunas de las posibles causas del llanto de la Virgen que se hipotetizaron.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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