Hay muchas parroquias e Iglesias en el mundo que llevan por nombre esta advocación.

Ya sea Virgen del Silencio, Santa Madre del Silencio o Nuestra Señora del Silencio…

ns del silencio

En la calle León esquina con la de santa María, vivía un caballero florentino y su mujer doña María del Haro.
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Este matrimonio decidió construir un nicho en la esquina de su casa y colocar allí el retablo de la virgen.

En 1615 se puso en el nicho un retablo de la virgen con el niño durmiendo a sus pies y a su lado estaba san José y san Juan con un gesto rogando silencio.
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El barrio entero acogió de buena gana la imagen de esta virgen, que la bautizaron como la virgen del silencio.
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Años mas tarde alguien destruyo esta imagen y el hijo de este matrimonio decidió colocar una nueva imagen en el mismo lugar.

Una joven criada de unos famosos actores, se caso por aquel tiempo con un buhonero.

Catalina, que así se llamaba la joven, acompañaba a su marido a todos los lugares, hasta que un día contrajo una enfermedad que la dejo tullida.

Catalina tuvo que quedarse en Madrid, y mendigar por sus calles para poder subsistir.

Paseaba por las calles con sus muletas y dormía debajo de esta virgen que veneraba.
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Tanta era su veneración que decidió comenzar una novena, al termino de esta, se quedo dormida a los pies de la virgen.
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Cuando despertó no podía creerlo, estaba totalmente curada.

Las muletas se quedaron colgadas en la pared como testimonio del milagro.

La noticia corrió por el bario y fueron muchas las personas que peregrinaban a este lugar, incluso acudieron nobles como la Condesa de Chichón que también salió curada de sus dolencias.

Un año mas tarde los vecinos pidieron que se trasladase la imagen a la parroquia de San Sebastián, para que tuviera un digno entorno.

Enviaron un escrito a las autoridades con firmas de Juan Ruiz de Alarcón y Lope de Vega.

Años mas tarde se fundó una congregación donde solo podían ingresar cómicos que actuaban en Madrid y su comarca.

Su patrona era la virgen del silencio. Así paso a ser la patrona de los cómicos.

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SANTA MADRE DEL SILENCIO

Pero hay otra historia paralela.

El nombre de la imagen se debe al padre de uno de los sacerdotes sordos que trabajaban en Madrid en tiempo anterior a la creación de la Parroquia.

Según él, y hace mucho tiempo, junto a la devoción a las Vírgenes de La Almudena y de La Paloma hubo también en Madrid una gran devoción a un cuadro de la Virgen conocido como «Ntra. Sra. del Silencio».

Y no se le ocurrió a esta persona mejor advocación para la parroquia de los sordos de Madrid que la de esa antigua devoción Mariana hoy desaparecida.

Una vez decidida la advocación de la Virgen se pensó en su imagen.

La idea de su talla fue de una de las personas sordas que ya frecuentaban el Centro Diocesano de Pastoral del Sordo que hizo el primer y definitivo diseño de la misma.

La Virgen, sobre su brazo derecho y apoyado en su hombro, sostiene a Jesús Niño que parece querer hablar.
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Mientras Ella, con su dedo índice izquierdo cruzado en la boca, hace ademán de pedir silencio.
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Recordándonos así que para escuchar la voz de su Hijo es necesario un «silencio interior».
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Semejante al de María, según nos cuenta el Evangelio de S. Lucas (Lc. 2, 51) que nos dice como «María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón».

La imagen, de cuerpo entero apoyada en una especie de bola del mundo, y en madera de pino, fue tallada en los talleres del Apostolado Litúrgico, en la calle de Bordadores, de Madrid.

Fue entronizada en la capilla del Centro Diocesano de Pastoral del Sordo de Madrid, y bendecida por el obispo auxiliar de Madrid, D. Ramón Echarren Isturiz, el 13 de mayo de 1971.

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ORACIÓN A MADRE DEL SILENCIO

(Compuesta en 1972 por dos personas sordas)

Tú que oyes nuestras voces, aunque no hablemos, pues comprendes en el movimiento de nuestras manos el lenguaje de nuestros corazones.
No te pedimos, Señora, que nos des la voz y el oído para nuestros cuerpos, sino que nos concedas entender la Palabra de tu Hijo, y llegar a Él con amor, para la salvación de nuestras almas.
Queremos amar nuestro silencio para evitar la calumnia, el odio y el pecado y, callando, dar testimonio de nuestra Fe.
Queremos ofrecerte el silencio en que vivimos para que todos te llamemos Madre y seamos verdaderos hermanos, sin odios, ni rencores, como hijos tuyos.
Te rogamos traduzcas nuestro arrepentimiento ante tu divino Hijo, en la hora de la muerte, para que en la otra vida podamos oír y hablar cantando tu alabanza por toda la eternidad.
Amén.

Fuentes:

 

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