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Virgen del Camino, Madre de Jesús y Madre nuestra,
que dijiste SI al Señor que te habló por el ángel (Lc.1,38-39)
y te pusiste en camino, presurosa, para visitar a tu prima Isabel,
enséñanos la alegría de servir con amor a nuestros hermanos.
Tú, que hiciste el camino de Belén (Lc.2,4-7)
en compañía de tu esposo José,
para dar a luz en la humildad de un pesebre,
da alegría a nuestras familias en la sencillez cotidiana,
y enseñanos a valorar y defender la vida
desde su concepción.
Tú, que conociste el camino del exilio (Mt.2,13-15)
protege a tantos desterrados en su propia tierra
porque no tienen trabajo ni vivienda digna.
Tu que en el camino de Jerusalén
no encontrabas a tu hijo adolescente (Lc.2,43ss)
ilumínanos cuando Jesús se nos pierda por la duda,
y acompaña con tu amor el crecimiento de nuestros niños y jóvenes.
Tú, que estabas con Jesús en las bodas de Caná,
enseña a nuestros novios a vivir un amor casto,
y prepararse así para un amor conyugal
donde nunca falte la alegría de las fiesta. (Jn.2)
Tú, que seguiste a Cristo por el camino de la cruz,
sostén con tu amor de madre a todos los que sufren
y enseñanos a compartir las penas y alegrías,
los gozos y sufrimientos de nuestros hermanos. (Jn.19,25-27).
Tú, que fuiste testigo de la resurrección de Jesús,
ayudanos a vivir resucitados .
Tú, que acompañaste en la oración a la Iglesia
que iniciaba su camino en Pentecostés (Hechos 1,14),
sé nuestra fuerza en el camino de la vida
y enséñanos a recorrerlo en la caridad fraterna.
Ruega por nosotros, caminantes, peregrinos, santa Madre de Dios, amén.

 
 

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