Oraciones a la Sagrada Familia

ORACIÓN I

Sagrada Familia de Nazaret;
enséñanos el recogimiento,
la interioridad;
danos la disposición de
escuchar las buenas inspiraciones y las palabras
de los verdaderos maestros.
 
Enséñanos la necesidad
del trabajo de reparación,
del estudio,
de la vida interior personal,
de la oración,
que sólo Dios ve en los secreto;
enséñanos lo que es la familia,
su comunión de amor,
su belleza simple y austera,
su carácter sagrado e inviolable. Amén 

   

ORACIÓN II

Jesús, José y María, os doy mi corazón
y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi
última agonía.
Jesús, José y María, en ustedes descanse
en paz el alma mía. 

 

ORACIÓN III

Sagrada Familia de Nazaret, comunión de amor de Jesús, María y José, modelo e ideal de toda familia cristiana, a ti confiamos nuestras familias. 

Haz de cada familia un santuario en el que se acoja y se respete la vida: una comunidad de amor abierta a la fe y a la esperanza, un hogar en el que reinen la comprensión, la solidaridad; y en el que se viva la alegría de la reconciliación y de la paz. 

Concédenos que todas nuestras familias tengan una vivienda digna en la que nunca falten el pan suficiente y lo necesario para una vida verdaderamente humana. 

Abre el corazón de nuestros hogares a la oración, a la acogida de la Palabra de Dios y al testimonio cristiano; que cada una de nuestras familias sea una auténtica Iglesia doméstica en la que se viva y se anuncie el Evangelio de Jesucristo. 

Amén 

 

ORACIÓN IV

Era pobre y silenciosa,
Pero con rayos de luz;
Olor a jazmín y a rosa
Y el niño que la alboroza:
Es la casa de Jesús. 

Un taller de carpintero
Y un gran misterio de fe;
Manos callosas de obrero,
Justas manos de hombre entero:
Es la casa de José. 

Había júbilo y canto;
Ella lavaba y barría,
Y el arcángel saludando
Repetía noche y día:
«Es la casa de María». 

Familia pobre y divina,
Pobre mesa, pobre casa,
Mucha unión, ninguna espina
Y el ejemplo que culmina:
En un amor que no pasa. 

Concédenos, Padre,
Una mesa y un hogar,
Amor para trabajar,
Padres a quien querer
Y una sonrisa que dar. 

Amén 

 

VIDA Y COSTUMBRES DOMÉSTICAS DE LA VIRGEN

Vistió la humilde Virgen lino y lana,
Honró en su estado al grande y al pequeño,
Ira, cólera o risa, ni por sueño
Mostró tener, ni turbación humana., 

De estatura de cuerpo fue mediana,
Rubio el cabello, el color trigueño,
Afilada nariz, rostro aguileño,
Cifrando en él un alma humilde y llana. 

Los ojos verdes de color de oliva,
La ceja negra, arqueada, hermosa,
La vista santa, penetrante y viva. 

Labios y boca de purpúrea rosa,
Con gracia en las palabras excesiva,
Representando a Dios en cualquier cosa. 

Andrés Rey de Artieda. 

 

LA SACRA FAMILIA

Zagal, ¿dónde está mi bien?
-En María, Jesús y José.
-¿A dónde está mi alegría?
-En Jesús, José y María.
-¿A dónde toda la luz?
-En María, José y Jesús.
-¿Qué nuevo prodigio es?
-Igual no se ha visto alguno: 

Tres soles parecen uno,
Un sol, y parece tres.
Es tan grande el resplandor
De Jesús, José y María,
Que no vio más claro día
En sus finezas amor.
Este soberano ardor
Abrasa todo desdén. 

Zagal, ¿dónde está mi bien? etc.
Crece tanto la intención
Cuando el amor la acrisola,
Que de tres una luz sola
Parece por reflexión.
No hay helado corazón
De los que sus rayos ven. 

Zagal, ¿dónde está mi bien?
-En María, Jesús y José.
-¿A dónde está mi alegría?
-En Jesús, José y María.
-¿A dónde toda la luz?
-En María, José y Jesús.
-¿Qué nuevo prodigio es?
-Igual no se ha visto alguno: 

Tres soles parecen uno,
Un sol, y parece tres. 

G. Tejada. 

 

HUIDA A EGIPTO

¿Dónde vais, Zagala,
Sola en el monte?
Mas quien lleva el Sol
No teme la noche.
¿Dónde vais, María,
Divina esposa,
Madre gloriosa
De quién os cría?
¿Qué haréis si el día
Se va al ocaso,
Y en el monte acaso
La noche os coge?
Mas quien lleva el Sol
No teme la noche.
El ver las estrellas
Me causa enojos,
Pero vuestros ojos
Más lucen que ellas;
Ya sale con ellas
La noche escura,
A vuestra hermosura
La luz se esconde;
Mas quien lleva el Sol
No teme la noche. 

L. De Vega.

 

CAMINAD A EGIPTO

Caminad a Egipto
Con el Niño, Madre,
Que ha mandado Herodes
Buscarle y matarle;
Pero, ya que es hombre,
Dad lugar que pase,
Para nuestra vida
De su muerte el cáliz,
Pues que ya nos deja
Su cuerpo y su sangre
En el pan y en vino
Que a todos reparte;
Ya en la cruz le enclavan,
Y a su eterno Padre
Su espíritu envía,
Y el cielo nos abre. 

Que de noche le mataron
Al caballero,
A la gala de María,
La flor del cielo.
Como el sol que arde
Tanto se cubría,
Noche parecía,
Aunque era la tarde.
La muerte cobarde
Mató, aunque muerto,
Al caballero,
A la gala de María,
La flor del cielo. 

L. De Vega.