Oraciones del domingo 14 al sábado 20 de septiembre 2014

Oración de cada día
Cada día vamos agregando una oración para ese día, y además mantenemos las oraciones de la semana anterior.

 

el poder de la oración

 

¡QUÉ ALEGRÍA HE DESCUBIERTO AL SENTIRME IGLESIA!

¡Qué alegría he descubierto al sentirme Iglesia!
¡Qué alegría al saber que camino dentro de un Pueblo nuevo!
¡Qué alegría compartir mi fe en ti con los seguidores tuyos!
¡Qué alegría, Señor, caminar, como hermanos hacia tu Casa!

Es bello caminar todos unidos, como un solo hombre;
es suave avanzar apoyado en el hombro de mi hermano;
es dulce compartir los gozos y las alegrías en grupo;
es hermoso hacer de nuevo el camino con las manos dadas.

Nuestro pies, Señor, se han puesto e marcha y tu Espíritu es su aliento;
nuestros pasos, Señor, están guiados por tu Palabra;
ante nosotros se abren las puertas de una nueva Humanidad;
y se llena el corazón de gozo a medida que el Pueblo avanza.

Con tu Iglesia, caminamos dejando huellas en la Historia
vamos subiendo contigo, tomando parte en tu destino: la Cruz;
dejamos a nuestro paso semillas profundas de tu Evangelio.
Alienta nuestra marcha; anima nuestro peregrinar, Señor.

Danos tu paz, hermano: tú que tienes un corazón de pobre verdadero.
Danos tu paz, hermano: tú que eres limpio, puro, transparente.
Danos tu paz, hermano: tú que eres compasivo y justo.
Danos tu paz, hermano: tú que eres manso y humilde de corazón

TE SENTÍ PASAR

Te sentí pasar a oscuras por mi corazón.
Me decías: «Busca, que a tu puerta estoy.»
En mi sendero caminabas Vos, Señor,
y en mi casa me esperabas Vos, Señor,
a cenar contigo, corazón amigo.

Te sentí llegar, callado en mi soledad.
Me decías: «Oye, que te quiero hablar».
En el silencio me hablabas Vos, Señor.
Tu paciencia me esperaba, ¡Oh Señor!
a cenar contigo, corazón amigo.

Esteban Gumucio SS.CC

VEN, ESPÍRITU SANTO

* Ven, Espíritu de Sabiduría, de entendimiento, de ciencia, líbranos de nuestras cegueras y tinieblas, de nuestras dudas e indecisiones, de nuestros fanatismos y prejuicios. Llénanos de Tuy luz, gozosa luz, para que conozcamos la verdad, para que descubramos el misterio de la existencia. El misterio de cada persona y cada cosa, el misterio de Dios.

* Ven, Espíritu de fortaleza, para que venzamos nuestros miedos y debilidades, nuestros pesimismos y depresiones, nuestros apegos ataduras, nuestras parálisis y turbaciones. Cólmanos de tu santa audacia para que lleguemos a ser libres.

* Ven, Espíritu de piedad y santo temor, no nos dejes caer en autosuficiencia y el orgullo, en la ingratitud y el olvido, en falsos temores y escrúpulos, en desconfianzas y angustias, en las violencias y durezas de corazón. Danos un corazón humilde y misericordioso, benévolo y protector para lo pequeños.

* Ven, Espíritu de consejo, de prudencia, de tolerancia, de paciencia, ayúdanos a ser guía para el que dude, maestro para el que no sabe, sostén para el que vacila, estímulo para el inmaduro. Y enséñanos también a saber dudar, a dejarnos aconsejar, a pedir tu luz, a ser dócil a tus inspiraciones.

* Ven, Espíritu de consuelo, de gozo íntimo y alegría desbordante. Enjuga nuestras lágrimas, cura nuestras heridas, mitiga nuestros dolores, transforma nuestros sufrimientos y que sepamos llevar consuelo a los demás, transmitir a toda alegría y esperanza.

* Ven, Espíritu de amor, de ternura, de generosidad, de entrega. Haz arder nuestro corazón en tu santo fuego. Contágianos de tu misericordia. Tú, que eres Padre de los pobres, despójanos, haznos pobres para que sepamos amar. Tú, que eres comunión de Dios, pacifícanos para que vivamos la unidad. Dios-Amor, enséñanos a amar.

GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mi comodidad
estaba yo un día sentado cuando, por tu nombre,
salí hacia tu encuentro
GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mi egoísmo
estaba yo un día cerrado cuando, por tu nombre,
comprobé que la mayor riqueza es el dar y no recibir.
GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mi particular justicia
estaba yo confundido cuando, por tu nombre,
aprendí a diferenciar la verdad de la mentira
GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mi aburrimiento
estaba una tarde abatido cuando, por tu nombre,
me sentí llamado a la alegría de tu misión
GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mi envidia
estaba un amanecer asomado cuando, por tu nombre,
acepté que es grande el servirte
sin juzgar ni exigir la suerte que Tú repartes
GRACIAS, MI SEÑOR

Porque en la plaza de mis ideas
Tejía proyectos y planes cuando, por tu nombre,
ví que los tuyos daban dignidad al hombre
Por todo, eso y por mucho más,
GRACIAS, MI SEÑOR

¡GRACIAS, SEÑOR!

Por haberte hecho Niño en Belén
Por ser como uno de nosotros
Por hablar nuestro mismo idioma
Por comprendernos y amarnos

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por consolarnos en las penas
Por andar por nuestros caminos
Por haber bajado desde el cielo
¡GRACIAS, SEÑOR!
Por curar a tantos enfermos
Por los milagros que has realizado
Por llorar con nosotros
Por alegrarte en nuestras fiestas

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por multiplicar el pan y el pescado
Por dar de comer al hambriento
Por hablarnos de Dios
Por enseñarnos a rezar

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por dejarnos la Eucaristía
Por enseñarnos a perdonar
Por indicarnos el camino hacia Dios
Por llamarnos “bienaventurados”

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por subir a la cruz por nosotros
Por derramar tu sangre por nosotros
Por morir en la cruz
Por ser obediente hasta la muerte

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por resucitar y resucitarnos a todos
Por resucitar y darnos vida eterna
Por resucitar y vencer a la muerte

¡GRACIAS, SEÑOR!
Por marcharte al cielo y esperarnos a todos
Por subir al cielo y enseñarnos el camino
Por ascender a Dios y no olvidarnos
Por entrar en el cielo y guardarnos un sitio
¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU ASCENSION!

SEGUIR A JESÚS: LA ORACIÓN DEL DISCÍPULO

Maestro Jesús,
no he sido yo quien te ha elegido a ti,
has sido tú quien me ha llamado por mi nombre,
para que comparta contigo
los avatares del camino
de Galilea a Jerusalén.

Tú, que me explicas en la soledad
el significado de las parábolas
del Reino de Dios,
ayúdame a creer, vivir y amar el Evangelio
permaneciendo unido a ti,
como el sarmiento al tronco de la vid.

Tú me llamas a ser tu discípulo,
para que donde tú estás, allí esté yo contigo,
y para enviarme a predicar la conversión a las gentes,
y curar en tu Nombre toda enfermedad y toda dolencia,
y expulsar demonios.

Anunciando la buena noticia a los pobres,
y a los afligidos el consuelo.

Maestro, dame fortaleza y sabiduría
para renunciar a todo por ti,
que yo me esfuerce por entrar por la puerta estrecha,
y que lleve contigo la cruz de cada día,
negándome a mi mismo para seguirte.

Jesús, tú prometiste no dejarme huérfano,
yo vivo en el tiempo en que nos ha sido arrebatado el esposo,
envía sobre mi tu Espíritu Santo
que él me haga recordar tus palabras de vida,
y me haga testigo de tu Pascua
en Jerusalén, en Samaría y hasta los
confines de la tierra

Jesús, querido amigo,
viviendo contigo,
compartiendo tu vida y tu misión
quiero llegar a conocerte,
así cuando me mires a los ojos y me preguntes
no lo que los demás dicen de ti,
sino lo que yo mismo creo en mi corazón
pueda decirte con Pedro:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios bendito,
el Mesías que había de venir al mundo»
Amén.

LA DULCE Y CONFORTADORA ALEGRÍA DE EVANGELIZAR

(El papa Francisco ha enviado una oración para animar y acompañar a la Iglesia Boliviana en la organización del V Congreso Americano Misionero)

Padre bueno, creador de todas las cosas,
concédenos tu misericordia
que borre de nosotros la tristeza egoísta
que brota de un corazón cómodo y avaro
de una vida enfermiza de caprichos
y de la conciencia cerrada a los demás.

Que siempre podamos encontraron con tu Hijo Jesucristo,
que Él cautive nuestro corazón,
de modo que su mirada serena lo fortalezca en la fe
y lo abra a los hermanos
y, a pesar de nuestros límites
seamos capaces de mostrar el mundo el gozo de una vida nueva,
la que surge de su divino Corazón.

Que tu Iglesia
inundada por la dulce y confortadora alegría de evangelizar
y fecundada con nuevos hijos,
pueda contemplar agradecida
cómo se expande, arraiga y desarrolla
la bondad, la verdad y la belleza
con la fuerza renovadora de tu Espíritu Santo.

Que la Virgen María, Estrella de la nueva evangelización,
nos haga descubrir la fortaleza de la humildad y la ternura,
y, en los momentos áridos y difíciles,
su materna intercesión nos conforte,
enseñándonos a poner en Ti toda nuestra confianza
y a sostenernos los unos a los otros con la oración.
Amén

Papa Francisco

 

Oraciones domingo 7 sábado 13 de septiembre 2014

ESTATE, SEÑOR, CONMIGO

Dios Padre Bueno, guíame, acompaña mi caminar
hacia la felicidad plena contigo.

Estate, Señor, conmigo
en el camino por donde avanzo,
en los momentos de dificultad.

Porque encuentro tropiezos y me caigo,
porque me asaltan los miedos y me canso,
porque me atrae una vida fácil y cómoda,
sin preocuparme más que de mí.

Quiero controlar mis pasos, sentirme el dueño de mi existencia
y me olvido de que estás Tú, a mi lado, tendiéndome la mano.

Quiero Señor,
dejarme conducir
pues sé que Tú
me llevas a la plenitud,
sin espejismos ni falsedades.

Hermanas Clarisas de Huesca

DA GRACIAS

Da gracias, por la vida misma, aunque la tuya no sea la más perfecta,
Dios te la dio y el tenerla es ya un milagro.
Aprende a valorarla para hacerla llevadera,
no hagas de ella algo vano y vacío.

Da gracias por el aire que respiras,
es tan natural y vital y ni cuenta te das de que sin él con seguridad no vivirías.
Por cada respiro que des recuerda y ten presente
que Dios lo creo pensando en ti.

Da gracias por la luz del sol,
es la que te permite que veamos el día en esplendor,
la que da vida a la hermosura de la creación,
y da calor a los seres vivos de la tierra.

Da gracias por la noche, Dios la hizo para darnos descanso,
para que la tierra repose del afán del día,
y es cuando realmente puedes relajarte y meditar,
para poder reponer fuerzas para seguir adelante.

Da gracias por el agua que cae del cielo,
Dios la envía para hacer de nuestro suelo fértil y productivo
y es la misma agua que al estar sedientos, calma nuestra sed.

Da gracias por las pruebas que llegan a ti,
no te lamentes cuando estas llegan,
mas bien tómalas de un modo positivo.
Las pruebas purifican tu espíritu
y te hacen mas fuerte para enfrentarte a la vida.

Da gracias por todo lo que eres,
no te quejes de que no siempre es como quieres
Dios permite todo lo que llega a tu vida,
pero lo permite porque tiene su razón de ser.
Nada pasa solo porque sí, al final verás y entenderás la razón.

Da gracias a Dios por todo, por las cosas grandes y aun por pequeñeces
El muy agradecido nos recompensará.
Da siempre gracias…
Sentirás alivio y paz si las das de corazón.

ABRE LA PUERTA

Señor:
Tú llegas a nuestro mundo
y nos invitas a abrir la puerta
de nuestro corazón
a todos los hombres.

Tú ya nos dijiste
que eres Tú quien viene
cuando alguien llama
a nuestra puerta.

Tu palabra es ésta:
“He aquí que estoy a la puerta y llamo.
Si alguno oye mi voz
y abre la puerta,
Yo entrará y cenaré con él
y él conmigo”.

Señor:
que sepamos escuchar tu voz,
esa voz que nos llega
por nuestros hermanos.
Que abramos la puerta
para acogerte a Ti,
y en Ti a todos los hombres.

CUÁNTO CUESTA, SEÑOR

¡CUÁNTO CUESTA, SEÑOR!
Ofrecer el perdón, cuando en recompensa,
se recibe el silencio o la mofa
Sentirse cristiano y, mirarse a uno mismo,
comprobando que la misericordia
la derramo con cuenta gotas;
a quien quiero, a quien más quiero
y cuando yo quiero.
Qué difícil es perdonar y cuánto cuesta, Señor
sabiendo que, mi corazón,
no es tan grande como el tuyo:
siempre dispuesto a comenzar de nuevo.

¡CUÁNTO CUESTA, SEÑOR!
Ser siervo del perdón y no del orgullo
Arrodillarme ante el que me injuria
o cerrar los ojos ante el que me denigra
Decir “lo intentaré de nuevo” a pesar de la traición
o disculpar los golpes recibidos.

¡CUÁNTO CUESTA, SEÑOR!
Abrazar tu evangelio sabiendo que, el perdón,
sin límites y sin farsa, sin miedos ni fronteras
es el resumen de tu paso entre nosotros
de tu vida en medio de la nuestra
tu palabra que se hace carne
más allá de teorías y de discursos

¡CUÁNTO CUESTA, SEÑOR!
Vivir sin sentirse perdonado
y, vivir, con la conciencia de no haber disculpado
Romper con las historias pasadas
para caminar de nuevo
e iniciar un rumbo distinto
sin pensar en vencedores ni derrotados

¡CUÁNTO CUESTA, SEÑOR!
Ser generoso ofreciendo semillas de reconciliación
Decir “lo siento” o “te perdono”
Recordar que, para entrar en el cielo,
la llave que mueve su puerta
es precisamente esa: perdonar siempre
Dime, Señor, cómo hacerlo.

ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA COMPUESTA POR EL PAPA FRANCISCO PARA EL SÍNODO DE LOS OBISPOS SOBRE LA FAMILIA

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.

ORACIÓN A MARÍA, MODELO DE RADICALIDAD EVANGÉLICA

A María Inmaculada Auxiliadora, Madre del «sí incondicional y radical», confiamos nuestra adhesión a la fe, nuestro consenso y el deseo de comunión, nuestro compromiso apostólico entre los jóvenes.

¡Bendita eres tú María, Mujer de la escucha,
porque viviste a la búsqueda de la voluntad de
Dios sobre ti.

Y, cuando te fue revelado Su plan,
tuviste la valentía de aceptarlo,
abandonando tu proyecto de vida
para hacer tuyo el del Señor.

Madre de los creyentes,
enséñanos a escuchar a Dios
y a hacer nuestra Su voluntad,
para que Él pueda llevar a cabo su plan
de salvación de los jóvenes!

¡Bendita tú María, Madre de la nueva
comunidad,
que recibiste al pie de la cruz
como hijo tuyo, al discípulo amado de Jesús,
y que ayudaste al nacimiento de la Iglesia,
nuevo cuerpo de tu Hijo,
realidad mística de hermanos unidos por la fe y el amor.

Acompañaste la vida y oración de los apóstoles,
invocando en el Cenáculo la efusión del
Espíritu del Resucitado.
Madre de los hermanos de tu Hijo,
enséñanos a formar comunidades
que tengan un solo corazón y una sola alma.
Nuestra comunión, nuestra fraternidad y
nuestro gozo sean testimonio vivo
de la belleza de la fe y de nuestra vocación salesiana!

¡Bendita eres tú María, Sierva de los pobres,
porque te pusiste rápidamente en camino
para servir a una madre necesitada,
y te hiciste presente en Canaán,
y compartiste las alegrías y las penas
de una joven pareja de esposos.

No tuviste en cuenta tus necesidades,
sino las suyas,
y señalaste a tu Hijo Jesús
como el Señor que puede dar a la humanidad
el vino nuevo de la paz y el gozo en el Espíritu.

Madre de los servidores, enséñanos a salir de
nosotros mismos,
para ir al encuentro de nuestro prójimo,
de modo que, mientras respondemos a sus
necesidades,
podamos ofrecer a Jesús, el regalo de Dios, el
don más precioso!
Amén.

SOLO TU, JESÚS

Jesús, mi Dios, mi redentor, mi amigo, mi íntimo amigo, mi corazón, mi cariño: aquí vengo para decirte, desde lo más profundo de mi corazón y con la mayor sinceridad y afecto de que soy capaz, que no hay nada en el mundo que me atraiga, sino Tú sólo, Jesús mío.

No quiero las cosas del mundo.
No quiero consolarme con las criaturas.
Sólo quiero vaciarme de todo y de mí mismo, para amarte sólo a Ti.
Para Ti, Señor, todo mi corazón, todos sus afectos, todos mis cariños, todas sus delicadezas.

Oh Señor, no me canso de repetirte: nada quiero, sino tu amor y tu confianza.
Te prometo, te juro, Señor, escuchar siempre tus inspiraciones, vivir tu misma vida.

Háblame muy frecuentemente en el fondo del alma y exígeme mucho, que te juro por tu corazón hacer siempre lo que Tú deseas, por mínimo o costoso que sea.

¿Cómo voy a poder negarte algo si el único consuelo de mi corazón es esperar que caiga una palabra de tus labios, para poder satisfacer tus gustos?

Señor, mira mi miseria, mi debilidad.
¡Mátame antes de que te niegue algo que Tú quieras de mí!
¡Señor, por tu Madre! ¡Señor, por tus almas!
Dame esa gracia…

P. Arrupe

 

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