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El Plan comenzó con la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción.

El cielo sabía que la Iglesia y el mundo iban a pasar una serie de tribulaciones, antes de purificarlos.

Y que los seres humanos debíamos tener una guía para resistir en este período.

Y por eso lanzó un plan que comenzó con el reconocimiento popular de la Inmaculada Concepción de María, que precedería al reconocimiento del Dogma por la Iglesia.

Y que poco a poco a través de revelaciones sucesivas, instalaría a la Santísima Virgen presidiendo la batalla contra el maligno en el Final de los Tiempos y lo vencería.

Aquí hablaremos sobre el plan del cielo, que comenzó con el reconocimiento de la Inmaculada Concepción de María, y que culminará en una era de Paz como nunca hubo en la Tierra. 

La doctrina de la Inmaculada Concepción de María pertenece al depósito de la fe cristiana desde el origen del cristianismo, como parte integrante de la revelación.

En las diversas Iglesias orientales se celebraba, ya desde el siglo VII, la fiesta de la Concepción de María el día 8 de diciembre. 

La fecha fue escogida en relación a la fiesta más antigua de la Natividad de María, el 8 de septiembre, fecha a la que precede en nueve meses, que son los 9 meses desde la concepción hasta el nacimiento de un bebé. 

Inicialmente, a la fiesta de la Inmaculada Concepción se le había dado el nombre de Concepción de Santa Ana, la madre de la Santísima Virgen.

Y hubo manifestaciones del cielo para que esa fiesta se impusiera en occidente, aún siglos antes de que Pio IX proclamara el dogma de la Inmaculada Concepción en 1854.

En el año 1066 el piadoso Helsyn, abad de la abadía de Ramsey, partió en misión de paz a Dinamarca en nombre de Guillermo, duque de Normandía.

La misión tuvo éxito y como el demonio se vio frustrado en provocar la guerra entre los pueblos, determinó agitar las aguas del mar.

Y a su regreso a Gran Bretaña, el abad se vio atrapado en una extraña tormenta que amenazaba con hundir el barco.

Cuando la esperanza humana se desvanecía, él y su séquito invocaron la protección de la Virgen María.

Y Ella no tardó en responder, enviando un ángel que les dijo,

«La Virgen Celestial ha escuchado tu súplica. Está dispuesta a responderla, pero te pide que a tu regreso a la Abadía de Ramsey, comiences a celebrar solemnemente la Fiesta de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre. No temas, porque ella calmará las aguas y tú serás salvo».

El abad accedió a esta orden de Nuestra Señora, la tormenta amainó milagrosamente y continuaron a salvo hasta la orilla, como Ella había prometido.

Desde aquel día, la Fiesta comenzó a celebrarse primero en la Abadía de Ramsey, y poco después, al difundirse la noticia de la petición de Nuestra Señora y su milagro, en todos los Monasterios Benedictinos de Inglaterra.

Y no pasó mucho tiempo hasta que el entusiasmo por esta fiesta llegara hasta San Anselmo, monje de la Orden de San Benito y Obispo de Canterbury, quien difundió la devoción por toda la Isla.

Otro episodio en el desarrollo de la devoción lo encontramos en la conquista de América.

Era una costumbre piadosa de los exploradores y conquistadores españoles del Nuevo Mundo reconocer a la Virgen como «capitana». 

El nombre oficial del buque insignia de la primera expedición de Colón que culminó con la llegada a América era La Gallega, porque fue construida en Pontevedra.

Pero para tener un nombre digno de la gran empresa que se emprendía, Colón ordenó que en adelante se llamará Santa María de la Inmaculada Concepción.

Este fue el más grande de los tres barcos que zarparon hacia América, y en el que navegó Colón, que se conoce con el nombre de Santa María.

La expedición colombina partió del Puerto de Palos en vísperas de la Virgen de las Nieves y la primera tierra de América fue avistada el 11 de octubre de 1492, vísperas de la Virgen del Pilar, según anotó Colón los descubrimientos en su diario.

Inmediatamente después de avistar tierra, Colón ordenó a toda la tripulación rezar el Salve Regina. 

A la mañana siguiente descubrieron la primera isla que consagró a Jesucristo llamándola San Salvador.

Y al día siguiente encontraron otra isla, que Colón dedicó a Nuestra Señora, escribiendo en su diario, «a esta isla le di el nombre de Santa María de la Concepción».

También Sor María de Jesús de Ágreda, defendió desde su monasterio concepcionista de Ágreda, con todos los medios a su alcance este privilegio mariano de la Inmaculada Concepción, hasta admitirlo como Dogma, incluso teniendo en cuenta la opinión en contra de muchos teólogos de su época.

E implicó personalmente al mismo monarca Felipe IV, con quien le unía una profunda amistad y del que era consejera especial.

En una carta fechada en 1660 Sor María de Ágreda le ruega que intervenga para que Roma defina el privilegio de María Inmaculada, asegurándole que la Concepción Inmaculada de María es verdad, por la que está dispuesta a dar la vida, aunque la Iglesia no lo haya definido aún.

Finalmente el dogma de que María fue concebida sin mancha de pecado original fue proclamada por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 diciendo, «la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original por singular privilegio y gracia de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano».

Y paralelamente se había desarrollado también entre los cristianos desde los primeros siglos la devoción al Inmaculado Corazón de María, propio de una concepción inmaculada.

San Gregorio Taumaturgo, Padre de la Iglesia del siglo III ya hablaba de esta devoción.

Y en el siglo XVII, el sacerdote francés san Juan Eudes escribió las primeras obras sobre el Corazón de María.  

El concepto básico de esta devoción es que Dios comenzó la obra de nuestra redención en el Corazón de María, a través de Su Sí a la encarnación.

Los latidos del Corazón de Cristo son los del Corazón de María, fue de María que Cristo recibió el Cuerpo y la Sangre que deben ser derramados y ofrecidos para la salvación del mundo, por lo tanto, María, hecha una con Cristo, es la corredentora de la raza humana.

Por lo tanto, Su Corazón Inmaculado debe ser para nosotros un refugio y el camino que conduce a Dios.

Y la devoción al Inmaculado Corazón de María debe establecerse en el mundo por medio de una verdadera consagración, a través de la conversión y la entrega.

Y 30 años después de la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción, el 13 de octubre de 1884, se le da al Papa León XIII la visión de un ataque de los demonios sobre el Vaticano y el mundo, permitido por Jesucristo.

Porque el demonio lo desafío de que podía destruir la Iglesia y Jesucristo aceptó el reto dándole de 75 a 100 años de más poder en la Tierra.

Y 33 años después Nuestra Señora baja a Fátima a decir cómo podríamos repeler el ataque que ya estaba creciendo. 

En la aparición del 13 de junio de 1917 Nuestra Señora le dice a Sor Lucía, que Jesús desea establecer la devoción a Su Inmaculado Corazón en el mundo entero.

Y en la aparición del 13 de julio le muestra el infierno a los pastorcitos y les dice, «habeis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón».

Pidió que el Papa consagrara Rusia a Su Corazón Inmaculado para que venga la paz, de lo contrario difundirá sus errores por todo el mundo, causando guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir y varias naciones serán aniquiladas.

Pero dice que «al final, Mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre Me consagrará a Rusia, y ella se convertirá, y se otorgará un período de paz al mundo».

Está profecía de la Santísima Virgen augura grandes tribulaciones a la Iglesia y al mundo, como consecuencia de un poder mayor de los demonios, lo cual ya estamos experimentando cada vez más claramente.

La parte del tercer secreto de Fátima aún no revelado por la Iglesia, diría que la Iglesia sufrirá una gran apostasía entre muchos de Sus miembros, será perseguida como nunca antes y llevada a ocultarse, y Roma misma posiblemente pueda ser devastada.

Y en el mundo habrá una guerra, que puede ser mundial, y cataclismos naturales.

Pero también la profecía augura el triunfo del Inmaculado Corazón de María y un período de paz en el mundo posteriormente.

De modo que hemos visto que toda esta protección del Cielo a los buenos partió de reconocer la Inmaculada Concepción de María, que fue concebida toda pulcra para presidir la lucha contra el demonio en la Tierra.

Debemos reconocer que Su Corazón está unido al de Su hijo, por lo tanto su prédica nos lleva a Jesucristo, y oírla a Ella es como oír a Jesucristo.

Y que la consagración al Inmaculado Corazón de Aquella que fue concebida sin pecado, es nuestra seguridad en el tiempo de la tribulación y la esperanza de una era de paz. 

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la secuencia que generó el Cielo para que identifiquemos a la Santísima Virgen como nuestra guía en los tiempos de la tribulación y la sigamos, porque Ella no tiene pecado desde su concepción y su corazón está unido al de Su hijo.

Y me gustaría preguntarte si crees que cuando habla la Virgen María en las apariciones está reflejando a Su hijo Jesucristo o maneja ideas propias a veces alejadas de Él.

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