Parece que el municipio ha hecho poco para la restauración de los templos.

 

No puede extrañar la denuncia del mal estado de las iglesias de Francia. Ya en el año 1969 el joven teólogo Joseph Ratzinger pronunció la profecía de que la Iglesia católica se iba a achicar, y específicamente dijo:

 

“Ya no será capaz de habitar los edificios que construyó en tiempos de prosperidad. Con la disminución de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales”.

 

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Probablemente sea en Francia donde se vea mejor la pérdida de estos privilegios sociales. El gobierno socialista de Hollande, quizás uno de los más anticatólicos del último medio siglo, está permanente enfrentado con la Iglesia por la reingeniería social que está realizando, y por lo tanto no se puede esperar que mire con simpatía la causa de reparar iglesias, por más patrimonio histórico que tengan. Y por otro lado, el catolicismo tampoco ofrece un caudal tan atractivo de votos, debido al achicamiento de cantidad de fieles que concurren a misa y a la apostasía.

Ahora, la crisis y la insuficiencia de fondos empujan a la degradación y al descuido a las Iglesias de París, desde la Madeleine a Saint-Sulpice, mientras se salvan de la catástrofe sólo las más célebres como la basílica del Sacré-Coeur o Notre Dame.

El diario Le Figaro se preguntó, sin medias tintas, si las Iglesias parisienses no corren el riesgo de ir a la ruina. Desde 1905 el municipio de la capital es responsable de un rico patrimonio religioso: pero a menudo estas Iglesias – 85 en total – representan sendos agujeros financieros.

En el «top ten» de Iglesias que necesitarían una vigorosa restauración se encuentran la céntrica Saint-Augustin, inspirada en el modelo de San Pedro en Roma, o la Madeleine, el imponente edificio que retoma la planta de un templo griego.

Pero también Saint-Eustache, Saint-Sulpice, Notre-Dame-de-Lorette, Saint-Merri y Saint-Séverin necesitan cuidados intensivos. En Saint-Philippe-du-Roule, otra Iglesia del octavo distrito de París, se colocó un inmenso andamio para impedir que llueva adentro.

La cúpula de Saint-Augustin está cubierta por una red, y faltan las pinturas de dos evangelistas. Los frescos de Saint-Merri, realizados por la escuela de Ingres, son casi invisibles, aunque están listados en el patrimonio histórico nacional. En la Iglesia de la Madeleine, el movimiento del metro hace vibrar los cimientos, y el techo pierde trozos de cornisas que obligaron a colocarle también una red.

«En 12 años, el municipio de París prefirió dejar correr la situación, favoreciendo financiación para el estadio Jean-Bouin o el teatro de la Gaité Lyrique», denunció Maxime Cumunel, vocero del observatorio del patrimonio religioso.

¿La izquierda contra la Iglesia, como en tiempos de Don Camilo?

El alcalde socialista, Bertrand Delanoe, rechaza esta lectura: los últimos dos mandatos socialistas invirtieron en los edificios religiosos 150 millones de euros. Se restauraron así una treintena de techos y otras tantas fachadas, como la de la espléndida Iglesia de Saint-Paul, en el corazón del Marais. Por no hablar de la restauración de la Torre Norte de Saint-Sulpice (28 millones de euros) o la Tour Saint-Jacques.

Entre 1990 y 2001 también la administración de derecha había lanzado un plan de salvaguarda de los edificios religiosos, por un importe semejante, pero nunca se terminó: «Hoy sin embargo es urgente actuar», advierten en París, recordando  que además de los fieles la capital recibe 28 millones de turistas por año que visitan las Iglesias.

Anne Hidalgo, la candidata socialista a las elecciones municipales del próximo marzo, favorita en los sondeos, prometió ampliar «la restauración de nuestro patrimonio civil y religioso, símbolo de nuestra historia y nuestra memoria».

Fuentes: ANSA, Signos de estos Tiempos

 

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