Políticos de EE.UU. siguen apalancando la disidencia en la Iglesia Católica.
La semana pasada publicamos un artículo cuyo título fue Descubierto un plan de homosexuales para financiar grupos católicos disidentes y mencionábamos que
“en EE.UU., han aparecido organizaciones que se hacen llamar católicas, pero que defienden el aborto, la anticoncepción, la eutanasia, la ideología de género, la homosexualidad y el matrimonio del mismo sexo, y toda la agenda liberal izquierdista de la reingeniería social anticristiana. Y lo hacen citando la Biblia y marcando lo anticuado de las posiciones doctrinales de la Iglesia”
Y decíamos que eso estaba promovido desde el gobierno.
Ahora esta promoción política de la disidencia se ve corroborada por una carta que Nancy Pelosi, la líder de la Minoría de la Cámara de Representantes de EE.UU., envió al Arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordilone, pidiéndole que no participe en la marcha a favor del matrimonio según la ley natural, que tendrá lugar el próximo 19 de junio y que terminará frente a la Corte Suprema de EE.UU. La marcha está organizada por la National Organization for Marriage.
Mons. Cordileone pronunciará un discurso durante la marcha, evidenciando su postura a favor de la prohibición del ‘matrimonio’ entre homosexuales, el cual es, según sus palabras, “el último ataque del diablo contra el matrimonio”.
Pelosi, que ha calificado la marcha como “veneno disfrazado de virtud”, asegura en la carta a Cordilone que,
“compartimos nuestro amor por la fe católica y nuestra ciudad de San Francisco” y asegura durante el evento habrá participantes que mostrarán “desdén y odio hacia gays, lesbianas y transexuales”.
Nancy Pelosi fue corregida muchas veces por su Obispo. Sin embargo, ella insiste en un flagrante desprecio por la enseñanza de la Iglesia Católica.
Pero lo peor, es que ella demuestra la intención de tratar de engañar a sus compañeros católicos acerca de la enseñanza de la Iglesia. Ella pretende señalar que se puede seguir llamando católica y estar en desacuerdo con la doctrina de la Iglesia.
Y es más, dado su posición y visibilidad, connota que hay un fuerte grupo disidente dentro de la Iglesia que opina como ella, y que esto es tan válido como dentro de cualquier partido político en que hay mayorías y minorías.
Uno de los escándalos de nuestro tiempo es el comportamiento de algunos católicos en la vida pública que son infieles a las enseñanzas de la Iglesia. Ellos demuestran el peligro advertido en el último gran concilio ecuménico de la Iglesia, el Concilio Vaticano II. Los Padres del Concilio, en su documento sobre la misión cristiana – Lumen Gentium -, utilizan una frase que se ha repetido muchas veces desde entonces en numerosas enseñanzas de los Papas contemporáneos y es favorito de los propios obispos de Estados Unidos. Ellos advirtieron de la «separación entre la fe y la vida». Lo llamaron uno de los «grandes errores de nuestra época».
Y, eso está avanzando con la asistencia del líder de la minoría, la congresista Nancy Pelosi. Su carta del 10 de junio, 2014, al Arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, es sólo un ejemplo más de una larga lista.
Pero la dificultad con este planteo de Pelosi es que en EE.UU., los propios analistas católicos, lo suelen calificar de arrogante, como si el motivo que lleva a Pelosi a opinar públicamente diferente a la doctrina oficial de la Iglesia, aun llamándose católica, es sólo que se arroga el derecho de enmendar las posiciones bíblicas.
Eso no es lo peor, y en todo caso la crítica queda circunscripta a la esfera personal de Pelosi. Lo verdaderamente preocupante es que esta es una declaración de diseño, no un mero “yo me parece”; esta declaración pública trata de crear una corriente de disidencia dentro de la Iglesia para debilitar la autoridad de los Obispos.
Fuentes: Catholic Online, Signos de estos Tiempos