El P. Ripperger revela las Gracias que derrama el Cielo en esta época para evitar el Purgatorio.
¿Sabías que el Cielo fue revelando desde hace siglos que nuestra época enfrentaría un aumento sin precedentes del pecado y la influencia del maligno?
Sin embargo, en medio de esta oscuridad, también nos prometió una oportunidad única: la posibilidad de alcanzar la gloria celestial sin pasar por el Purgatorio.
¿Cómo es posible?
Aquí hablaremos sobre las señales proféticas que el Cielo ha enviado sobre el aumento del pecado y la maldad.
Las estrategias del maligno para tentarnos y alejarnos del camino de Dios.
Las armas espirituales que nos permitirán combatir la oscuridad y alcanzar la santidad.
Y las gracias especiales que Dios derramará para guiarnos directamente hacia la salvación eterna.
Hemos recibido del Cielo enorme cantidad de advertencias de que nuestra época estaría dominada por el pecado y por un mayor poder del maligno.
Poco antes de su fallecimiento en 1226, San Francisco de Asís compartió una profecía, instando a los creyentes a actuar con valentía, confiar en el Señor y prepararse para las pruebas y tribulaciones inminentes.
Él previó un tiempo marcado por desafíos espirituales y temporales, una disminución en la caridad y un aumento en la maldad, con los demonios ejerciendo una influencia inusual.
Y en las apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso en Quito, Ecuador, entre 1594 y 1634, le fue dicho a Sor Mariana de Jesús Torres, que a partir de finales del siglo XIX habría un aumento de las pasiones.
Habría una indulgencia desenfrenada y una lujuria insaciable atraparía a innumerables almas en el pecado.
Este aumento llevaría a un colapso moral y a una corrupción generalizada de las normas sociales, facilitado por sectas masónicas.
Las fuerzas del mal apuntarían particularmente a los niños para perpetuar la corrupción general.
La inocencia se volvería cada vez más rara en los niños y la modestia disminuiría en las mujeres.
Satanás tendría una influencia significativa.
Durante este tiempo la Iglesia enfrentaría ataques interminables de la secta masónica.
Los enemigos de Jesucristo robarían hostias consagradas de las iglesias para profanarlas.
Nuestra Señora también lamentó que muchos rechazarían las enseñanzas de la Iglesia Católica, privando a numerosas almas de las gracias divinas y de la fuerza espiritual necesaria para su viaje desde la existencia terrenal hasta la eternidad.
Disminuiría el valor otorgado al sacramento de la extrema unción.
Las personas no se asegurarían de que sus seres queridos recibieran este sacramento antes de fallecer.
Y entonces muchos partirían de este mundo sin esta gracia, como parte de los castigos justos y ocultos de Dios.
Habría un ataque al sacramento del matrimonio.
Y la masonería introduciría leyes injustas destinadas a abolir este sacramento, facilitando un estilo de vida de pecado y promoviendo el nacimiento de hijos ilegítimos, sin la bendición de la Iglesia.
Nuestra Señora se lamentó además la decadencia moral entre el clero, denunciando su comportamiento malvado, irreverencia e impiedad durante los rituales religiosos, como la misa.
Esta impiedad la comparó con crucificar a Su hijo.
Y San Juan Eudes enfatizó también por esa época, que el castigo más severo de Dios para un pueblo es la presencia de un clero corrupto.
El sacramento de las órdenes sagradas se enfrentaría al ridículo, la opresión y el desprecio.
Y ya hemos sido testigos del comportamiento escandaloso de sacerdotes corruptos en nuestras vidas, a través del escándalo grave de los abusos.
Esta conducta vergonzosa incitó la ira, tanto dentro de los fieles como de los enemigos de afuera, empañando la reputación de buenos pastores.
Porque los buenos sacerdotes virtuosos hoy sienten la pesada carga de vivir bajo constante sospecha.
En definitiva, Nuestra Señora predijo el reinado de satanás.
Fue una profecía corroborada por la visión de León XIII en 1884, quien presenció el desafío de satanás a Jesús de que podía destruir Su Iglesia, y pidió un periodo de 100 años de más poder.
Y en nuestra ventana de tiempo, en Akita, Japón, en 1973, Nuestra Señora advirtió que ya había un mayor poder del maligno y se había infiltrado en la Iglesia.
Dijo que llevaría a conflictos internos entre cardenales y obispos.
Y destacó que la falla para involucrarse efectivamente en la guerra espiritual sería la causa de este sufrimiento.
Las iglesias y altares serán profanados, y la Iglesia estará llena de aquellos que comprometan su fe.
Muchos sacerdotes e individuos consagrados serán coaccionados por el diablo para abandonar su servicio al Señor.
Y a medida que el pecado aumente, el perdón se volverá cada vez más inalcanzable.
Y la Virgen dijo que habrá un ataque especial sobre Ella: “los sacerdotes que me honren enfrentarán el ridículo y la oposición de sus compañeros del clero”.
Y esto lo vemos ahora imponiéndose como norma en las nuevas disposiciones para estudiar las apariciones, por parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, dirigido por Tucho Fernández.
Estamos siendo llevados a considerar que los desafíos que enfrenta el mundo y la Iglesia son meramente problemas naturales.
Por eso hay muchos dentro de la Iglesia que afirman que Dios no castiga. Que los desastres naturales son cosas que pasan.
Sin embargo, Nueva Orleans, muy contaminada por el vudú, fue devastada por el huracán Katrina en el 2005 como ninguna otra ciudad.
Y el contraste marcado entre las tragedias de Haití y la tranquilidad de República Dominicana, muestra lo mismo.
Haití fue consagrado a los demonios mientras que República Dominicana al Sagrado Corazón de Jesús.
Lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de todo esto.
En los últimos años, la mayoría de los exorcistas han expresado preocupaciones sobre la dificultad creciente para liberar a los posesos.
Los exorcismos están tardando más y algunos casos no tienen una resolución exitosa.
Los demonios poseen un poder aumentado, porque sin saberlo, les hemos otorgado este poder, al sucumbir masivamente al pecado.
Ellos capitalizan nuestras debilidades y vulnerabilidades causadas por el pecado, y refuerzan su poder.
Por lo tanto, la solución es que debemos dejar de pecar.
Los exorcistas dicen que cuando se enfrentan a la manifestación de demonios, perciben el infierno.
Y nuestro mundo refleja este estado cada vez más, a medida que la pecaminosidad aumenta.
Pero, por el contrario, a medida que crece la santidad, el mundo refleja el cielo.
Y también informan, que los demonios exhiben signos de angustia, conscientes de que su tiempo se acaba.
A pesar de disfrutar de su poder actual, reconocen su inminente fin.
En consecuencia, podemos confiar en que Dios intervendrá en nuestro tiempo.
Y no podemos pasar por alto que vivimos un tiempo privilegiado, que ofrece oportunidades para la santificación, la purificación y el crecimiento espiritual como nunca.
La Escritura nos asegura que donde abunda el pecado, la gracia abundará aún más.
Esto significa que aquellos comprometidos con la gracia, si permanecen firmes en ese compromiso, obtendrán gracias como en ningún otro tiempo histórico.
Este período presenta una oportunidad sin igual.
Es durante estos tiempos, en medio del mal predominante, que aumenta la oportunidad de que los fieles se conviertan en santos.
Alcanzando un nivel de perfección que incluso los santos más famosos anhelaban.
Ellos previeron las pruebas que enfrentaríamos y expresaron un deseo de vivir en estos tiempos.
Porque el nivel de santidad y la abundancia de gracias disponibles superarían las que estaban disponibles en su época.
Por lo tanto, si permaneces fiel a la gracia de Dios, a pesar de los desafíos abrumadores presentados por la corrupción en el mundo y la Iglesia, tus posibilidades de alcanzar la santidad son mejores que nunca.
Y esto a pesar de los errores de los demás, de las batallas espirituales resultantes, de la opresión y la creciente presencia del mal.
Te ahorrarás pasar por el Purgatorio y tu triunfo será celebrado en grande en el Cielo.
Bueeeno hasta aquí las revelaciones del Cielo sobre nuestro tiempo y cómo sería una época de gracias abundantes para poder evitar el Purgatorio.
Y me gustaría preguntarte si estás decidido a aprovechar esas gracias especiales para evitar el Purgatorio o te parece difícil hacerlo.
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