Esta es una reflexión de Luz de María inspirada por el Cielo. No es un mensaje sino un texto inspirado. 

Siendo que el cuerpo humano es una integración física y espiritual, tomemos en cuenta el nivel de importancia que hay no solo por nutrir el organismo físico.

También es muy importante que la creatura humana tenga presente que no debe llevar al olvido su organismo espiritual.

Cuando el hombre ha transformado su vivir en una competencia por el cuerpo, en el que los ejercicios físicos son la prioridad y la moda es lucir una figura musculosa, inmediatamente el Cielo nos recuerda que cada ser humano es: “cuerpo, alma y espíritu” y que el alma precisamente anima al cuerpo físico.

Me pregunto: ¿Sería bueno si pudiéramos mirar el estado de nuestra alma y valorar si se encuentra tan dispuesta a dirigirse hacia Dios como el cuerpo físico al ejercicio?

Todos los hombres poseemos una fuerza espiritual y esa fuerza que fluye dentro y fuera del cuerpo humano, no es detenida por la piel o por el pensamiento ni por el obrar y actuar.

Cada uno con su voluntad es el que transmite lo que lleva dentro, el bien o el mal, aun sin ser consciente de ello cada creatura humana emana lo que mora en su ser.

La palabra “Dios” ha pasado al olvido voluntario en una cultura dependiente de la tecnología y en una cultura que lucha por la posesión de bienes materiales para lograr un estatus.

Lo que el hombre ha olvidado es que también la tecnología depende de la inteligencia que crea esa tecnología y esa inteligencia la ha dado Dios al hombre.

La ciencia crea adelantos positivos y adelantos negativos, estos son parte de ese desequilibro que ha arrastrado la creatura humana desde que tomó la decisión de olvidar al Creador y actuar sin analizar previamente la puesta en práctica de lo que sobrepasa todo principio humano de ética y moral.

El hombre no repele el mal, sino lo atrae.

Esto es el resultado de una sociedad carente de normas.

La Humanidad ha olvidado a conveniencia que el hombre gravita hacia Dios, si se dispone a ello.

Me pregunto: ¿en qué instante del vivir de la Humanidad se dejó de lado ese eslabón Divino que hacía al hombre aspirar hacia los asuntos del Cielo y buscar el bien?

La respuesta que encuentro o me doy a mí misma es: en ese desfase del tiempo, el hombre en un solo micro instante pensó que Dios no le veía y tomó un ídolo del mundo y lo acarició, lo guardó consigo y ese ídolo, conteniendo en sí el deseo propio del hombre de curiosidad, sintió estar, sobre todo.

Luego el hombre encontró otro ídolo y se abasteció de ídolos, hasta que no tuvo lugar para Dios.

Dios le ha ofrecido a la Humanidad todo, absolutamente todo, hasta nos envió a Su Hijo.

El hombre creó una alianza con lo que le proporciona aparente bienestar y felicidad a sus instintos más bajos, desplazando a Dios de su vida mediante la desobediencia.

Una pequeña parte de la Humanidad ha decidido continuar luchando para renunciar al pecado y de esta forma tratar de ser cumplidora de la Voluntad Divina.

Un resto del Pueblo de Dios lucha continuamente por cumplir e ir logrando una metamorfosis espiritual para acercarse a la unidad con Dios.

La decisión de ser más de Dios y menos de lo mundano, logra que la voluntad humana se transforme como en un generador de electricidad que impulsa constantemente a la creatura humana a transformar el carácter, el obrar y actuar, las reacciones y acciones, revertiendo a un hombre sin consciencia a ser permeable al Mensaje Divino que va llegando y haciéndose vida cada instante hasta que, sin interrupciones, la creatura llega a ser más dócil al Llamado de conversión.

Con base en lo anterior, pregúntate: ¿qué tienes de dócil y qué debes transformar en tu vida para ser sensible al Llamado Divino y a tu semejante para cooperar en cada una de las áreas que el prójimo necesita?

Dios nos legó el Primer Mandamiento dentro del cual no relegó a un Segundo Mandamiento el amor al prójimo.

Quien es amor todo lo alcanza, quien se mira solo a sí mismo no logra salir de su “ego” y en él perecerá porque la gloria se alcanzará por los actos y obras que presente cada uno al Creador.

La clave por la cual el hombre se perdió en esta generación es cuando decidió olvidar que Dios Omnipotente mira todas las obras y actos.

Y el hombre se adueñó de la Tierra, de las reglas, de la moral, de la espiritualidad para que el Pueblo de Dios las mastique a conveniencia humana.

La negación y el olvido voluntario del hombre hacia la Palabra de Dios han sido los causantes de que el hombre se subleve contra Dios.

No es solo responsabilidad del hombre, sino a la vez de quienes deben recordarle al hombre con gran firmeza, que Dios es grande y nada de lo que ocurre ante los ojos Divinos se escapa de la vista de Dios.

La Humanidad actual sumergida en la indiferencia, no mira, no escucha, no piensa, no cree, vive discutiendo por todo para desviar el verdadero llamado que no cumple.

Escuchamos discusiones disidentes en todo y por todo, siempre saliendo al paso con palabras falaces, con miserias propias para que la Humanidad no mire lo esencial de la “Verdad, el Camino y la Vida”.

Menciono algo que no debemos olvidar: la perseverancia es esa virtud que es indispensable en el hijo de Dios, esa que al final del camino de cada uno será recompensada y cuyo valor es infinito a los Ojos de Dios.

Encontramos un camino de espinas, que en ocasiones ha sido sembrado por los incrédulos o por los que no desean que existan quienes deseen laborar para el Reino.

Pero no debemos detenernos por ello, porque el triunfo nunca ha sido de los que se sublevan contra Dios.

Podrá parecer que van ganando todo, pero en realidad la Victoria es Divina, quien labora para el Reino de Dios sabe que todo es de Cristo, por Él y en Él.

Amén.

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