No es una ilusión sino una realidad bien fundamentada.

Los cristianos están cansados de malas noticias, a pesar de que San Pablo nos dice que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios.

¿Cómo puede ser que si todo colabora para el bien nuestro, tengamos miedo de que nos vayan a pasar cosas malas?

Porque incluso cuando sucedan cosas que no nos gusten, debemos comprender que esas cosas están pasando porque Dios hará luego un bien mayor.

Por lo tanto los cristianos tenemos que esperar cosas buenas.

Nada nos debe asustar ni turbar.

Por eso debemos poner fija nuestra mirada en la renovación de la creación que sucederá en la Tierra en el Fin de los Tiempos.

Cuando se cumpla la promesa que rezamos en el Padre Nuestro «venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».

Aquí hablaremos sobre lo bueno que vendrá a nosotros en el final de los tiempos, en los que estamos entrando, y qué debemos esperar de los acontecimientos que vendrán. 

¿Qué deberían estar esperando los cristianos que suceda en nuestra época? 

El cumplimento de la promesa de «Cielos Nuevos y Tierra Nueva, donde habitará la Justicia», de lo que se habla en la segunda carta de San Pedro 3:13.            

Es la respuesta a lo que oramos diariamente: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». 

Jesús no nos habría enseñado a orar así a menos que pudiéramos esperar realmente Su Reino que vendría a la Tierra, o sea a menos que nos prometiera eso. 

La buena noticia es que las señales se arremolinan diciéndonos que estamos en el momento de su cumplimiento.

Y como el Reino está cerca se lee en Marcos 1:15, que el Señor nos pide especialmente «arrepiéntanse y crean en el evangelio», como todas las apariciones marianas del último siglo.

Por lo tanto lo que Dios nos pide hoy es tener fe en Su palabra y que nos arrepintamos de nuestros pecados y los de la humanidad.

No es el fin del mundo lo que tenemos frente a nosotros, sino «la Restauración de todas las cosas, de las que Dios ha hablado por boca de los santos profetas» como se lee en Hechos 3:21.

Es un mundo nuevo como el que surgió después del diluvio universal.

Una Intervención Divina directa en nuestro universo físico y no su aniquilación, sino su renovación total. 

La Biblia lo simboliza hablando de un reinado de 1000 años, pero se trata de un número simbólico, para comunicarnos que será un tiempo largo.

Cuando oramos el Padre Nuestro, Jesús nos está enseñando a orar para pedir que se haga realidad entre nosotros el Reino de Su Divina Voluntad.

Para que se haga en la tierra Su voluntad como en el Cielo. 

Y por lo tanto nos está informando de que se consolidará el Reino de Dios en la tierra si lo buscamos.

En el numeral 763 del Catecismo de la Iglesia Católica dice que Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra, que ya está presente en forma de misterio, o sea velado para nosotros.

Es un reino que aún no está completamente maduro, como la semilla de mostaza en flor.

Nuestras oraciones, fe y arrepentimiento lo materializarán.

¿Y cómo se verá esto? 

Será como una era de paz larga, en la que aún estará entremezclado el trigo con la cizaña, pero en que la cizaña no prevalecerá.

Recién al final de la historia, cuando el juicio final, Dios separará el trigo de la cizaña, tanto en la Tierra como en la Iglesia. 

O sea que en la Era de Paz habrá aún mal en la Tierra y la Iglesia, pero no será la figura principal.

Aquí será cuando Dios cumplirá lo que le pedimos, que vivamos en la tierra de una manera que se asemeje a la del Cielo.

¿Y vendrá Jesucristo en persona para reinar en la Tierra a partir de ahí?

No, su presencia será velada, o sea eucarística, como en la hostia consagrada, invisible, no se verá a los ojos, pero se sentirá a través de un mayor derramamiento de gracias del Espíritu Santo.

Y probablemente el Señor se aparezca a más personas que hasta ahora.

¿Y por qué Jesucristo no estará en persona gobernando en mundo por esos 1000 años simbólicos?

Simplemente porque Jesús, que es Dios, no puede reinar en el mundo cuando el mal todavía existe.

¿Cómo Dios que es santo, puede convivir por 1000 años con la maldad sin extirparla de primera?

Recordemos además que Jesús dice que Su Reino no es de este mundo, es decir que no es un reino político.

Recién al final de la historia, después de la Era de Paz de los 1000 años, hará su segunda venida física derrotando para siempre al maligno y realizando el juicio final sobre todas las personas. 

De modo que el reinado universal de Paz de Cristo, será eucarístico y no presencial, en una Tierra totalmente renovada y restaurada a su estado inicial antes de la Caída de Adán y Eva.

Porque recordemos que en el Jardín del Edén el mal existía, de otra forma la serpiente no hubiera estado allí tentando a Eva y a Adán.

Había una mayor presencia de Dios allí, que hablaba con Adán y Eva, pero no estaba todo el tiempo ni vivía allí.

¿Y en qué etapa estamos entonces ahora?

Lo que estamos ya presenciando es la «confrontación final» entre dos reinos: el reino de satanás y el reino de Cristo.

Donde la intervención de Dios quebrará el poder de satanás. 

Y el reino de satanás se defenderá intentando imitar la paz, la justicia y la unidad del reino de Dios en la Tierra.

Querrá darnos una falsa seguridad, por ejemplo algo de ello se puede ver en los pasaportes de salud.

Nos querrá imponer una falsa justicia e igualdad basada en el fin de la propiedad privada, obviamente de algunos, el salario universal y una simulada redistribución de la riqueza.

Y nos mostrará una falsa unidad, que será la conformidad forzada por el pensamiento único, en lugar de la unión en la caridad de nuestra diversidad.

Y como la Iglesia está infiltrada no será un dique de contención.

Y hasta tal vez se alinee con este falso ofrecimiento del mundo y persiga activamente a quienes denuncien su falsedad. 

Por lo tanto, debemos prepararnos para una hora confusa y difícil.

Porque la renovación del mundo y de la Iglesia primero deben ser precedidos por la Pasión del mundo y de la Iglesia.

Esta etapa que comenzamos a transitar es llamada el Final de los Tiempos.

¿Y cómo sabemos que estamos ingresando en ella?

Hemos realizado un video https://youtu.be/rld1APCqcfk cuyo título es «Por qué ya estamos en el Final de los Tiempos, las señales inequívocas», que te recomiendo mirar.

San Pablo además enumera las cosas que deben suceder en los últimos tiempos y que deben preceder a la Era de Paz.

Dice en sus cartas a Timoteo que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, atendiendo a los espíritus engañosos y a las doctrinas de demonios.

Y que los hombres serán egoístas, amantes del dinero, farsantes, orgullosos, chismosos, rebeldes con sus padres, ingratos, sin respeto a la religión.

Además no tendrán cariño ni sabrán perdonar; serán calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, sinvergüenzas, llenos de orgullo, más amigos de los placeres que de Dios.

Ostentarán apariencia de piedad, pero rechazarán las exigencias de Dios.

¿No se describe aquí a nuestra generación?

Lucas 21: 30 dice además que cuando veas que suceden señales de tribulación en el sol, la luna, las estrellas y en toda la tierra, es que el Reino de Dios está cerca.

Y Jesús nos advierte que la prueba será tan grande que es posible que no encuentre fe en la tierra cuando regrese.

Jesucristo, por tanto, nos advierte que la purificación planetaria será precedida por señales de advertencia, pero que estas serán detectadas sólo por aquellos que tengan ojos para ver estas señales del fin de los tiempos y oídos para escuchar y discernir las palabras de las profecías.

Y repetidas veces en la Biblia y en mensajes a los videntes, tanto Jesucristo como Nuestra Señora nos prometen que los que siguen fielmente las enseñanzas de Dios serán protegidos.

Un regalo inconmensurable teniendo en cuenta que nadie en la Tierra ha podido escapar al pecado de una u otra forma.

Difícilmente podemos imaginar lo que nos espera luego de la renovación de toda la creación, solo podemos estar seguros de que será magnífico.

Y eso es lo que deben esperar los buenos cristianos y no tener miedo ni propagarlo.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre lo que deberían esperar los cristianos, una buena noticia para desterrar definitivamente a los agoreros del miedo, que resaltan siempre lo malo que puede pasar en lugar de lo bueno que vendrá.  

Y me gustaría preguntarte si crees que efectivamente nuestra generación verá esta restauración de la creación o falta mucho todavía.

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