El Plan Divino revelado para el resurgimiento de la fe y la paz en el mundo.
Jesús le dijo a Luisa Piccarreta que la humanidad está a punto de entrar en la “tercera renovación”; la primera fue cuando el diluvio y la segunda cuando la encarnación de Jesucristo.
Mientras Juan Pablo II dijo que el Espíritu Santo quiere enriquecer a los cristianos en el tercer milenio, haciendo de Cristo el corazón del mundo.
Estamos entrando en el cumplimiento del “Padre Nuestro», la venida de Su Reino “en la Tierra como en el Cielo”.
Aquí hablaremos sobre cuál es el Plan de Dios revelado realmente en el Libro del Apocalipsis, para purificar la Tierra y arribar a una Era de Paz, y cómo se está informando a esta generación, que es la que está en medio de este proceso.
Estamos en una época donde hay un relevo de la figura de la Santísima Trinidad que guía, por otra.
La primera época fue la Era del Padre, la “era de la Fe”, que comenzó después de la Caída de Adán y Eva, cuando Dios hizo pactos con la humanidad.
Luego vino la Era del Hijo, o “era de la Esperanza”, que comenzó con la Nueva Alianza en Cristo.
Y ahora estamos en el proceso de la Era del Espíritu Santo cuando cruzaremos el umbral de la esperanza hacia la «era del Amor».
Varios místicos han hablado de esta nueva época, utilizando diferentes términos para describirla.
La “Sustitución Divina” de la Beata Dina Belanger, la “Llama de Amor” de Isabel Kindelmann, el “Don de Vivir en la Divina Voluntad” de Luisa Piccarreta.
Y en definitiva es vivir en la Voluntad Divina en que vivían Adán y Eva antes de la caída.
San Pablo dijo que toda la creación gime esperando los esfuerzos redentores de Cristo, para restaurar la relación adecuada entre Dios y su creación.
Y el impacto de esto repercutirá en todo el cosmos como la “última palabra” en la historia humana, antes de la consumación de todas las cosas.
Porque el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que el universo fue creado en un estado de camino hacia una perfección última, aún por alcanzar, y a la que Dios lo ha destinado.
Esto constituye la profecía apostólica que proviene de los Padres de la Iglesia Primitiva, que casi no se nombra.
Quienes previeron que tendría lugar una pacificación de la sociedad durante un reposo sabático, de mil años simbólicos, de los que hablaba San Juan en Apocalipsis 20.
Un período de paz hacia el final de la historia humana, cuando la Palabra de Dios será reivindicada.
Es a la vez una purificación de los impíos de la faz de la Tierra y una recompensa para los fieles, cumpliendo la profecía de que los mansos heredarán la Tierra.
Significa el fin de la noche de la voluntad humana que produce oscuridad.
Según San Juan inaugura un reinado de mil años, que los Padres de la Iglesia llamaron «el día del Señor».
No es un día de 24 horas, pero está representado simbólicamente por “mil”.
Santo Tomás de Aquino afirmó que este número no debe tomarse literalmente.
Y no significa que Cristo vendrá literalmente a reinar en carne sobre la Tierra, sino que lo hará en los seres humanos, mediante un derramamiento de un Nuevo Pentecostés.
Esto perfeccionará interiormente a la Iglesia y tendrá consecuencias externas, como la pacificación temporal del mundo.
Pero es más que eso, es la restauración del Reino de la Divina Voluntad, perdida por el pecado original.
Pío XII vio esta próxima restauración como una resurrección de la Iglesia antes del fin del mundo.
Porque los Padres de la Iglesia lo anunciaron no como el fin del mundo, sino como una “era de paz».
Un verdadero “descanso” mediante el cual las naciones serían pacificadas y satanás encadenado por esos simbólicos mil años, como dice el Apocalipsis, y el Evangelio se extenderá verdaderamente a toda la Tierra.
Pero esto requiere que la Iglesia siga a su Señor en su Muerte y Resurrección, según el Catecismo de la Iglesia Católica numeral 677.
O sea la Iglesia seguirá a su Señor durante “dos días” en la tumba y resucitará al “tercer día”.
Y esto explica la crisis actual dentro de la Iglesia y la profecía de Garabandal, de que la intervención decisiva del Cielo vendrá cuando la Iglesia parezca que casi haya desaparecido.
Mientras Benedicto XVI advirtió en el 2010, que muchos de nosotros nos hemos quedado dormidos a esta hora, muy parecido a los Apóstoles en Getsemaní, “el sueño es de los que no queremos ver toda la fuerza del mal y no queremos entrar en la Pasión de Cristo”.
Estamos asistiendo a una gran batalla escatológica. Somos la generación que está en medio de la mayor batalla entre Dios y el maligno, en la que se le quitará el poder que ha tenido desde que fue expulsado a la Tierra.
Y según los videntes de Medjugorje, ese es el sentido del cumplimiento de los 10 secretos que le dio Nuestra Señora.
Asistimos a este caos en el mundo, a esta confusión general, que Sor Lucía de Fátima llamó una desorientación diabólica, porque el maligno sabe que el tiempo se le está acabando.
Porque mientras Cristo prepara a sus fieles para la venida del Reino de la Voluntad Divina, satanás está elevando simultáneamente el reino de la voluntad humana, que encontrará su penúltima expresión en el anticristo de esta época.
Y decimos penúltimo, porque luego vendrá el mayor anticristo, al final de la historia, cuando pasen los simbólicos 1000 años de los que habla el Apocalipsis.
Estamos viviendo el choque final de los reinos.
Entre la humanidad que comparte la divinidad de Cristo, versus la otra parte que deifica al hombre, donde parece que predomina hoy una visión transhumanista.
Las élites mundiales sólo aceptarán lo que reconstruya lo que llaman una naturaleza obsoleta.
Porque la propia naturaleza humana se vuelve insoportable para el hombre occidental y es la raíz espiritual de la revuelta, según el Cardenal Robert Sarah.
Pero lo más grave que vemos es el intento de subvertir el Reino de Cristo dentro de la Iglesia misma, mediante los Judas que están llevándola a una anti iglesia.
Es una apostasía alimentada por el intento de elevar la conciencia y el ego del ser humano, por encima de los mandamientos de Cristo.
¿Y cómo estamos siendo informados actualmente sobre esta batalla?
El Espíritu Santo ha estado revelando a los fieles la Plenitud del Plan de Redención, a través de Nuestra Señora, explicando las enseñanzas de los Primeros Padres de la Iglesia, que se basan en el Libro del Apocalipsis.
Porque Nuestra Señora le dijo al Padre Gobbi, “el Mío es un mensaje apocalíptico, porque estáis en el corazón de lo que os ha sido anunciado en el último y tan importante libro de la Sagrada Escritura”.
¿Y qué debemos hacer en esta etapa nosotros?
Mantenernos alerta y ser sobrios, conservarnos despiertos y reflexivos, confiando en las promesas de Dios antes que en las noticias del mundo.
Esta es la hora de retirarse de la Babilonia del mundo, porque va a colapsar.
Es la hora de permanecer siempre en estado de gracia. De volver a comprometernos con la oración y buscar el Pan de Vida diariamente.
Es la hora de no despreciar más la profecía, sino escuchar las directivas de Nuestra Santísima Madre que nos muestran el camino a seguir en la oscuridad.
Es la hora de levantar la cabeza hacia el Cielo y fijar los ojos en Jesús, y despojarse de las vestiduras viejas y comenzar a vestirse de las nuevas.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cuál es el Plan de Dios que se está desarrollando para llevarnos a una Era de Paz, del que lamentablemente poco se habla.
Y me gustaría preguntarte si has oído hablar de esto a los cristianos últimamente o no.
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