La oración es central en el catolicismo.
Porque Dios siempre está atento a la oración humilde de un corazón puro y sincero.
Jesús nos manda a orar: “Pedid y recibiréis; Buscad y encontrareis; Llamad y se os abrirá” (Mateo 7: 7)
Por lo tanto, para obedecer la orden del Señor debemos pedir, buscar y llamar con la confianza de que seremos escuchados.
Pero no se trata de una solución egoísta, sino que la verdadera oración cristiana debe ser de intercesión.
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Porque Dios quiere que nos salvemos todos y nos ha puesto a unos a cargo de otros en esta travesía.
Nuestra Señora de Fátima, así como la Virgen de Lourdes, insistieron en la oración, pero sobre todo la oración por la conversión de los pobres pecadores.
Y en estas y otras apariciones recomendó el rezo del Santo Rosario.
El rosario tiene el poder de cambiar a la persona que reza pero también cambiar las cosas externas por las que se reza.
7 RAZONES POR LAS QUÉ DEBEMOS REZAR EL ROSARIO
¿Cómo podemos encontrar una razón para elegir orar el Rosario ante otras alternativas de oraciones?
Necesitamos un sentido de humildad, un profundo conocimiento personal de Cristo, la guía de su Santísima Madre, y el tiempo y tranquilidad para considerar su voluntad.
1 – Desarrolla una relación más estrecha con la Santísima Virgen
Algunos podrían preguntarse el por qué eso es necesario.
Y muchos incluso cuestionan si tal devoción se acerca, o no, a la idolatría.
En primer lugar, nosotros no adoramos a María, sino que la honramos como la nueva Eva.
Ya que Ella es la madre de todos los que están viviendo espiritualmente una nueva vida en su Hijo Jesucristo.
Como la madre del Rey de la Gloria, Ella ocupa un lugar especial como la Reina Madre, por lo que es capaz de interceder en nuestro favor de manera especial.
Esto está muy claramente ilustrado cuando nos dice que: “Haced lo que Él os diga” (Juan 2: 5).
Si estamos dispuestos a pedirles a los demás que oren por nuestras necesidades, entonces, parece lógico que deberíamos pedirle a aquélla que, de una manera especial, es la más cercana a Nuestro Señor.
2 – La atención a los misterios del Rosario trae humildad
Podría creerse que se es un poco egocéntrico centrar el Rosario en Él mismo, pero toda la intención de Dios es que nos guste conocerlo íntimamente y ser conocidos por Él.
Los misterios nos dicen mucho acerca de Jesús, y cuando lo vemos tal cual Él es, somos capaces de ver lo que somos en relación a Él; básicamente somos Dios.
Elige cualquiera de sus misterios, incluso los marianos, y verás que muestran muy claramente que Dios es uno y no la representación sombría de un conglomerado de benefactores.
Dios es, y nosotros no somos Dios, mejor dicho, no somos Él, aunque esperamos estar totalmente unidos a Él.
Mira, por ejemplo, en el Misterio Luminoso del Bautismo de Jesús en el Jordán (Mateo 3: 16-17).
El Padre señala a Jesús como Su Hijo Divino, y el Espíritu mora en Él como está predicho en Isaías 11.
El Misterio Glorioso de la Coronación de María nos muestra la promesa de nuestro futuro con Él como Rey, en la coronación de su madre como reina del cielo.
Como lo predijo Simeón (Lucas 2: 34-35), Ella compartiría el sufrimiento de su corona de espinas, que se convierte en corona de gloria en la resurrección, nacida de su obediencia a la voluntad del Padre.
Su cooperación con la voluntad de Dios se convierte en su corona, forma parte de su gloria.
Es algo que debemos tener en cuenta cuando se trata de determinar cuál es la voluntad que nos conduce a nuestra mayor gloria.
3 – El Rosario es increíblemente bíblico
Observa cuántas referencias bíblicas se han dado en este escrito al citar ciertos elementos de los misterios.
Incluso el Ave María es una oración totalmente bíblica.
Si no crees, primero abra y busca en Lucas 1:28, 1: 42-43.
Jesús es el Verbo Encarnado, y lo reconocemos como Palabra de Dios al igual que lo hacemos con Su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía.
Con el fin de conocerlo mejor, debemos estudiar las Escrituras (CIC #133), con nuestra mente y corazón.
Porque es allí donde escuchamos plenamente la Palabra que el Padre desea hablarnos.
4 – El mayor conocimiento y devoción a la escritura conduce a una relación más profunda con Cristo
Es como con cualquier otro tipo de relación; aumentar el conocimiento de alguien conduce a una mayor apreciación de lo que es.
En una conocida cita de su comentario sobre el Libro de Isaías, San Jerónimo, el traductor de la Vulgata (traducción latina de la Biblia Septuaginta griega), expresa la necesidad de la Escritura como el lugar donde se llega a conocer a Jesús, “La ignorancia de las Escrituras es ignorar a Cristo”.
Crecemos en el amor a Jesús a medida que llegamos a conocerle a Él, y naturalmente queremos ser confortados por Él.
Y ¿qué se desprende de una relación más cercana con Jesús y un gran aprecio por Él, su vida, y la buena nueva que Él aporta?
El gran deseo de llevar una vida de mayor santidad.
Piensa en alguien que admires. Por lo general hay algo en ellos que te atrae, y hay una parte de ti que quiere llegar a ser más como ellos.
Crecer en el conocimiento de Cristo conduce cada vez más a relacionarte con Él y con la santidad.
Esto no es algo que venga solamente de nosotros. De hecho, nosotros solos no tenemos los medios para ser buenos.
La verdad es que requerimos de la Gracia, el don gratuito de la vida de Dios en nuestras almas.
Pero también de nuestra propia cooperación.
Y la atracción a la bondad de Dios hace que sea mucho más fácil el cooperar con su voluntad.
6 – Cualquier persona que crezca en santidad a través de la oración reflejará la conversión de su corazón en su vida
Los frutos de la oración, en particular el Rosario, naturalmente conducen a una vida de testimonio y de misión.
Cuando uno recibe un regalo que altera su vida, se mueve a un nivel de gratitud más allá de un simple “Gracias”.
Somos agradecidos de una manera en que deseamos devolver esa amabilidad, que se manifiesta en obras de amor, bondad y generosidad.
Un cambio de corazón es un cambio de vida y una oportunidad para testimoniar el Evangelio en un mundo desesperadamente necesitado de salvación.
El mundo no puede cambiarse a sí mismo, por lo que estamos llamados a ser sal y luz.
Pero hay que experimentar por primera vez la renovación de nuestra mente con el fin de ser evidencias de la fidelidad de Dios cuando el mundo busca atraparnos con promesas vacías.
7 – Rezar el Rosario calma pero no evade
Es posible que se hayas perdido completamente el sentido del significado de la palabra “tranquilidad”, y sería totalmente comprensible.
Vivimos en un mundo sobre estimulante, y rara vez se tiene tiempo para la reflexión tranquila.
Pero nuestras almas necesitan tranquilidad.
Es difícil pensar, y mucho menos mantener la calma y tomar decisiones de forma razonada.
Es difícil de creer, pero el ruido del mundo es mucho más molesto que el llanto de un niño de cuatro años.
La repetición de las Avemarías en el Rosario nos eleva de este mundo y nos acerca al mundo donde transcurrirá nuestra vida parea siempre; el cielo.
La tranquilidad que logramos no sólo es terapéutica, sino sobrenatural.
Y no nos evade del mundo, porque estamos rezando por cosas concretas de esta vida, y por personas concretas.
Y aquí nos conectamos con el segundo tema que cierra nuestra práctica de rezo del santo Rosario.
EL ROSARIO PUEDE CAMBIAR LAS COSAS EXTERNAS
El Papa Pío IX dijo “Denme un ejército que diga el rosario y conquistaré el mundo”.
La mayoría de las veces se considera a la oración, y al rosario, como una forma de cambiar a las personas que lo rezan.
Pero también la oración, y el rosario especialmente, tienen el poder de cambiar las cosas externas, de cambiar el mundo.
Y en más de una oportunidad la Santísima Virgen ha dicho en sus apariciones que muchos milagros no ocurren, ni muchos enfermos se sanan, porque no se reza.
Incluso dijo que el milagro del sol producido en Fátima el 13 de octubre de 1917 podría haber sido mucho más grande si la gente hubiera tenido más fe.
La fe es necesaria para cambiar el entorno. Y orar es darle permiso a Dios para que intervenga en nuestra vida y en la realidad externa.
Hay muchos casos de cambio de las situaciones externas mediante el rezo del rosario; hemos escrito un artículo sobre los 10 Milagros más Prodigiosos del Santo Rosario.
Pero hay mucho más milagros portentosos que no están ahí.
Por ejemplo un caso paradigmático es el de Santa Clara de Asís que repelió varias veces a los sarracenos orando frente a ellos.
Querían invadir el convento y no pudieron hacerlo por el celo de las monjas rezando.
Otro tanto pasó a Santa Rosa de Lima, cuando los piratas holandeses se dirigían a apoderarse del Puerto del Callao.
Y la población, liderada por Rosa de Lima, oró con fervor y consiguió huyeran sin hacer ningún daño a la ciudad.
De la misma forma que los aviones de los aliados en la Segunda Guerra Mundial nunca pudieron bombardear San Giovanni Rotondo, porque cuando intentaban hacerlo, aparecía en las nubes el padre Pío y les decía que se fueran.
También se pueden citar los casos famosos de la cristiandad rezando por iniciativa del Papa Pío V para lograr el éxito en la Batalla de Lepanto contra los musulmanes en 1571.
O la derrota también de los musulmanes en Polonia en 1675, que sucedió cuando la población oraba fervientemente, y de improviso se nubló el cielo y un extraño temporal se abalanzó contra el ejército enemigo y huyó despavorido.
Pero estamos hablando solamente de los grandes milagros y a veces nos olvidamos que hay milagros cotidianos que suceden cuando rezamos el rosario.
Cada uno de nosotros puede atestiguar el cambio de las cosas externas, la solución de problemas, por el rezo del rosario.
Por eso es una buena práctica rezar para cambiar el mundo y para ayudar a los demás hermanos.
7 TIPOS DE PERSONAS POR LAS QUÉ DEBEMOS REZAR EL ROSARIO
Ya vimos los valores teológicos del Santo Rosario y los beneficios personales que trae.
Pero el cristianismo es una religión sobrenatural comprometida con la realidad de este mundo.
No rezamos para evadirnos de una realidad dolorosa.
Ni para lograr un éxtasis que nos transporte a una nueva realidad.
Oramos para solucionar problemas. Porque la oración cristiana es de intercesión básicamente.
Estos problemas pueden ser de infinitos tipos, los que a su vez están relacionados con tipos de personas.
Vamos a proponer una lista de ciertos pecadores que deberíamos tener más cerca de nuestro corazón al orar.
Podríamos utilizar a Santa Mónica como un modelo para la oración de intercesión por la conversión de los pecadores.
Debido a sus oraciones su marido Patricio, y finalmente, su hijo rebelde, San Agustín, fueron convertidos, y por supuesto Agustín devino en un gran santo.
¿Por quienes debemos orar?
1 – Por los ciegos ante sus pecados
Debemos levantar nuestras oraciones para este grupo de personas que en realidad niegan que tengan algún pecado en absoluto.
Pío XII afirmaba: “El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado”.
Jesús vino a salvar a los pecadores.
Si negamos que seamos pecadores, entonces, ¿cómo puede Jesús el Salvador en realidad salvarnos?
2 – Por los esclavos a una adicción
En nuestra lista de prioridades debemos implorar abundante misericordia del Señor para aquellos que son esclavos de las adicciones.
Los que parecen incapaces de romper las cadenas del pecado que los está esclavizando.
Las adicciones hoy en día son muchas: las drogas, la bebida, el sexo, pornografía, juegos de azar, hacer shopping, el robo, y muchas más.
Debemos orar para que Jesús les alcance la verdadera libertad de los hijos e hijas de Dios, ayudándoles a romper las cadenas de estas adicciones.
3 – Por las almas desesperadas
Otra categoría muy crítica de las almas por las que hay que son los que están desesperados, los que han perdido toda esperanza.
Estas son las almas que creen que sus pecados son tan graves que van más allá de los límites de la misericordia de Dios.
En realidad, el peor de todos los pecados, tal como se expresa en el Diario de Santa Faustina Kowalska, es la falta de confianza en la misericordia infinita.
La que fluye desde el Corazón amante de Jesús, traspasado por la lanza en ese primer Viernes Santo.
4 – Por las almas con ira y odio
Otro grupo muy importante de almas que deben formar parte de nuestra oración de intercesión son aquellas almas que han sido muy golpeadas, heridas, apaleadas y laceradas en la vida, por otros.
Que están llenas de heridas abiertas, que son tan profundas y dolorosas que ni siquiera quieren recurrir al Médico Divino para ser curadas y salvadas.
Por supuesto, sabemos que una de las principales misiones del Señor Jesús fue sanar a la humanidad herida.
Los ciegos, los sordos, los mudos, los leprosos y los paralíticos fueron atraídos a Jesús como a un imán y por su fe fueron sanados.
Debemos orar por los que están profundamente heridos por la ira y el odio, para que se vuelvan a Jesús y sean sanados y renovados.
Por supuesto, el mejor modelo a seguir para aquellos que han sido literalmente cegados por la ira y el odio debido a los que los han herido, es el mismo Jesús que colgó en la cruz.
Básicamente, el Cuerpo de Jesús era una herida abierta de la cabeza a los pies.
Sin embargo, Jesús nos enseñó el poder del amor, la misericordia y el perdón con estas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34).
¡O somos heridos hirientes o heridos sanadores!
5 – Por los que se están muriendo
De primera importancia debe ser elevar nuestras fervientes y celosas oraciones por esta categoría tan importante: los pecadores que están a punto de morir; los llamamos pecadores del lecho de muerte.
Son individuos que están muriendo en el estado de pecado mortal, separándose así de Dios.
Si mueren sin arrepentirse del pecado mortal, perderán su alma por toda la eternidad, ¡el peor destino que podría ocurrirle a cualquier persona!
¿Qué podemos hacer? Jesús prometió en el diario de Santa Faustina que cuando oramos la Coronilla de la Divina Misericordia para aquellos que están muriendo.
Entonces estas almas de alguna misteriosa manera serán salvadas por toda la eternidad.
Por lo tanto, si conoces a una persona en el lecho de muerte, sin importar si es católico, cristiano, musulmán, budista o hindú, agnóstico o incluso ateo, entonces por el amor de Dios y para la eterna salvación de esta alma, se debe rezar por ella.
6 – Por nuestros familiares y amigos
Seguramente tendremos entre nuestros familiares y amigos a pecadores impenitentes.
Que por más que tú hayas mostrado con el ejemplo y la palabra las virtudes de Dios, no se han reformado.
Y se encaminan hacia la oscuridad eterna.
¿Qué más doloroso para un padre ver que su hijo se está perdiendo? ¿Y para un hijo con su padre o su esposa?
Dios nos ha reunido en familias, que son la célula básica de la sociedad sana.
Por lo que cada integrante de una familia que se ha convertido, tiene el deber de llevarse consigo al cielo a la mayor cantidad de personas de su familia.
Y hasta a veces surge esta pregunta ¿no nos habrá puesto Dios en esta familia para convertirla?
7 – Por los que nos han pedido que oremos
Cuando alguien nos pide que oremos por alguien, deposita en nosotros su confianza en nuestro poder de oración.
Deposita su confianza en nuestra seriedad, compromiso y perseverancia.
Y hasta podemos llegar a pensar que no fue por alguna “casualidad” sino por una “diosidad”.
Dios que quiere que oremos unos por otros para salvarnos todos juntos.
Nos hace responsables de orar por aquellos que sus nombres llegan a nosotros.
Hasta lo deberíamos considerar como un mensaje divino sobre lo que deberíamos hacer.
En conclusión, oremos, oremos con frecuencia y con fervor.
Y hagamos un esfuerzo orando de una manera muy especial por y para los distintos pecadores que hemos hablado.
Nuestra Señora de Fátima afirmó que muchas almas están perdidas porque no hay nadie que ore por ellas.
Oremos al Inmaculado Corazón de María para que vuelvan al Corazón Misericordioso de Jesús y sean salvos por toda la eternidad.
Fuentes:
- http://catholicexchange.com/who-should-we-pray-for
- http://www.integratedcatholiclife.org/2017/05/amanda-hupka-pray-without-ceasing-seven-gifts-of-the-rosary/
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