Skip to main content

La impresión del rostro de María en las Bodas de Caná revelado a la mística Luigina Sinapi.

En diversas oportunidades tanto Jesús como María han dejado impresiones de sus rostros.

Algunos, parece difícil que lo sean, pero otros tal vez lo sean, aunque siempre queda la duda.

Y una de esas imágenes es la de la Virgen María ataviada de fiesta durante la Bodas de Caná, el episodio que relata el evangelio de San Juan capítulo 2.

Alrededor de esta imagen del rostro de María en las Bodas de Caná hay toda una historia.

Y también alrededor de la Sierva de Dios Luigina Sinapi, a quien María regaló la imagen.

Luigina fue una mística contemporánea del Padre Pío y de Pío XII, con quienes desarrolló una amistad y trabajaron en conjunto en varios eventos sobrenaturales a instancias del Cielo.

Aquí hablaremos sobre quién fue Luigina Sinapi, sus dones y las apariciones que tuvo de Jesús y María, la vinculación que tuvo con el Padre Pío y Pío XII, y especialmente cómo le fue entregada la imagen de la Virgen María en la Bodas de Caná, qué particularidades tiene la imagen y qué más se sabe de ella.

La Sierva de Dios Luigina Sinapi nació en Itri, Lazio, Italia, en 1916 y murió en 1978.

Vivió su niñez y su adolescencia con su familia, desahogada económicamente, y tuvo una buena educación cristiana.

A los 16 años, entra en las Hijas de San Pablo pero debe retirarse por problemas de salud.

Entonces su director espiritual, el Beato don Timoteo Giaccardo le pregunta: “¿quieres ofrecerte como víctima por la salvación de las almas?”. Luigina responde que sí. 

Luego siente dolores atroces en la pelvis. Es un tumor. Queda en cama durante dos años, orando y ofreciéndose.

El 15 de agosto de 1935 el párroco le da la extremaunción.

Pero sucede el milagro: Luigina ve a Jesús y a la Santísima Virgen que le dicen: “Hemos venido para hacerte una propuesta. 

¿Quieres venirte enseguida con nosotros al Paraíso o quedarte en la Tierra y ofrecerte de nuevo como víctima expiatoria por la Iglesia y por los sacerdotes?”.

Luigina ve los peligros de la apostasía y las defecciones que habría en los años futuros, y acepta ofreciéndose como víctima a Dios.

Jesús le dice entonces: “Ya no irás a un convento, pero vivirás oculta a los ojos del mundo. 

Serás poco comprendida, sufrirás mucho y morirás sola como Yo. Serás el granito de mostaza en un surco de Roma. 

A partir de ahora te dejo a Mi Santa Madre, Ella te guiará y te confortará. No temas”.

Y el primer sábado de cada mes y en las fiestas marianas, la Virgen se le aparecería dejando en aquel lugar un perfume sin igual, que duraba todo el día.

Mientras, Luigina se dedicaba a la adoración eucarística.

Y el Señor la mandaba “en bilocación” a socorrer a obispos y sacerdotes impedidos y perseguidos en Europa oriental y en Rusia.

Una mañana de abril de 1937, Luigina había entrado en una cueva junto a la Abadía de “Tre Fontane”, en Roma.

Y la Santísima Virgen le hace notar en un rincón el esqueleto de un niño abortado.

Luigina entierra los pequeños restos y luego la Virgen le confía: “Exactamente dentro de diez años, volveré a este lugar. 

Me serviré de un hombre que hoy me persigue a Mí y a la Iglesia y que quiere matar al Papa… 

Ahora tú vete a la plaza de San Pedro, encontrarás una señora vestida así… 

Y le dirás que te lleve a su hermano Cardenal y le llevarás a él Mi mensaje. 

Desde este lugar pondré en Roma el trono de mi gloria… 

Además le dirás al Cardenal que pronto será el nuevo Papa”.

Luigina va a San Pedro, donde encuentra a la marquesa Pacelli, que le obtiene enseguida poder hablar con su hermano, el Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado.

Él cree en esa joven de 21 años.

Y cuando el 12 de abril de 1947, la Virgen se apareció a Bruno Cornacchiola en esa cueva de Tre Fontane, y Bruno fue a contárselo al Papa, Pío XII ya estaba al corriente de todo.

Acercándose el Año Santo de 1950, Pío XII pensaba en la definición dogmática de la Asunción de María en cuerpo y alma, pero quería una señal del Cielo. 

Y Luigina, en nombre de la Virgen, le dice: “Padre santo, vaya tranquilo. Mamá María está en el Paraíso también con su cuerpo”.

En junio de 1950, visitando las cuatro Basílicas romanas para obtener la indulgencia del Jubileo, Luigina Sinapi es acompañada por el Padre Pío, en bilocación. 

Y al llegar a San Pedro, el Padre Pío le dice: “ahora vas donde el Papa, dile que yo me ofrezco cada día como víctima por él y le pides su bendición para mí”. 

Al verla Pío XII perfumada, le pregunta: “¿Qué te ha pasado?”. Ella responde: “En la Basílica estaba el Padre Pío conmigo…”. 

Y el Papa dice: “¿Y por qué no lo has conducido aquí?” 

Y por un instante ambos ven al Padre Pío en medio de ellos. 

Y un sábado de finales de los años 1960, en la pequeña capilla de su casa, Luigina estaba esperando la visita de la Virgen, mientras proyectaba diapositivas de lugares santos. 

Entonces la Madre de Dios se le apareció vestida como en las bodas de Caná.

Vio cómo se volvió con preocupación hacia Jesús diciendo: «Ya no tienen vino», y luego a los sirvientes: «Haced lo que él os diga» .

En la secuencia vio a la Virgen María ataviada con vestido de fiesta, como cualquier mujer judía de la época que fuera a la fiesta de un casamiento.

Estaba adornada con las “joyas de la Casa de David”, que le regaló su Esposo José: dos magníficos pendientes de perlas y un broche análogo sujetando la leve caída del manto. 

María solía vestir diariamente el traje de su pueblo, confeccionado en tela gris, pero para las fiestas llevaba un manto azul y un vestido de color más claro azul, con bordados plateados, según Luigina. 

Entonces la Virgen le dejó dos fotos diciéndole: “Aquí está la señal que tanto deseabas. 

Esta es mi fotografía en las Bodas de Caná, en las que participé con Jesús y sus discípulos. 

Mírala con atención: refleja un gran momento de alegría, de inquietud y de preocupación por parte Mía y de Mi Hijo por el destino de la familia». 

Y agregó: “Desde cada imagen Mía, incluso la más pobre, derramo Mi bendición sobre Mis hijos”.

Lo interesante es que le dejó dos fotos que describen dos momentos diferentes.

En la primera, a la izquierda, la Virgen se dirige con ojos de preocupación al Hijo diciéndole: “No tienen vino”.

En la segunda, a la derecha, la imagen presenta su semblante en el momento en que se dirige a los siervos, y les dice: “Haced lo que Él os diga”.

Estas dos expresiones del rostro de María quedaron impresas milagrosamente en diapositivas, con un mensaje a Luigina: «En mí encontrarás a Jesús».

Y de hecho es así. Cubriendo el lado derecho del rostro de María encontramos los rasgos similares, aunque ligeramente diferentes, de Jesús.

Y luego Luigina descubrirá que son similares a los de la Sábana Santa.

Esta imagen ha recorrido el mundo después de la muerte de Luigina a través del padre Raffaele Preite de los “Siervos de María», su confesor.

El Profesor Enrico Medi hizo examinar las imágenes por un experto de la Universidad romana “La Sapienza”, sin indicar su procedencia. 

Y la respuesta fue que la persona representada era de raza semita y precisamente de Medio Oriente. 

La misma respuesta fue dada por estudios de la N.A.S.A.

Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre las imágenes que recibió Luigina Sinapi de la Virgen María en las Bodas de Caná.

Y me gustaría saber si crees que pueden ser fotos verdaderas de la Virgen María vestida de fiesta o te parece que no.

MIRA ESTOS VIDEOS

LEE ESTOS ARTÍCULOS

“Retrato” de la Virgen María cuando Vivió en la Tierra https://forosdelavirgen.org/es-este-el-verdadero-rostro-de-la-santisima-virgen-maria-13-10-30/

Cómo CORONAR una Imagen de la Virgen María https://forosdelavirgen.org/sobre-la-coronacion-de-maria-reina/

¿Cuál habrá sido el Rostro Verdadero de Jesús? https://forosdelavirgen.org/la-vision-de-jesus-y-maria-en-el-cielo-de-un-nino-evangelico-durante-su-muerte-2014-04-23/

El impresionante Milagro de los Ojos de la Virgen de Guadalupe y Nuestra Señora de Coromoto https://forosdelavirgen.org/guadalupe-coromoto/