Putin, La historia imperial de los rusos y el uso de la iglesia ortodoxa rusa como apoyo.

Ucrania está pagando la factura de ser el estado tapón entre dos bloques, el de occidente, de la OTAN, y el de la Federación Rusa.

Los perjuicios por vivir al lado de un país imperial han signado su historia.

Y ha tenido que pasar momentos trágicos por ello.

Ucrania sufrió uno de los mayores genocidios de la historia, que fue provocado por la URSS bajo Stalin.

Y como es un pueblo cristiano, el 85% de los ucranianos son cristianos, ha sido también condicionado por la religión impulsada desde Moscú.

Aquí hablaremos sobre el genocidio de Holodomor que perpetró Stalin contra Ucrania, sobre las posiciones reales de Vladimir Putin en política internacional y sobre la situación de los cristianos en ese país hoy, entre los cuales se está produciendo la misma guerra que a nivel global entre Ucrania y Rusia.

La Rusia de los Zares, y luego la URSS, tuvo siempre aspiraciones y prácticas imperiales.

Lo que cambió con el ingreso del comunismo fue que la expansión no se limitó a los territorios cercanos como en la vieja Rusia, sino que su plan fue tomar todo el planeta, por lo menos ideológicamente.

Y aunque luego Rusia dejó de ser comunista en términos del manual marxista leninista, Vladimir Putin ha descrito el colapso de la Unión Soviética como «la mayor catástrofe geopolítica» del siglo XX.

Con lo que queda claro la continuidad de la lógica imperial que siempre ha manejado el Kremlin, sean quien fueren sus gobernantes.

Por otra parte, existe una mala interpretación sobre la figura de Putin.

A pesar de que Rusia no adhiere a la ideología de género y es respetuoso de la vida desde su concepción hasta la muerte natural, él es tan globalista como lo puede ser el presidente Biden de EE.UU., Macron de Francia o Trudeau de Canadá. 

En la primera autobiografía de Putin, titulada ‘Primera persona’, habla con cariño de su primer encuentro con el globalista del Nuevo Orden Mundial Henry Kissinger, cuando él era un político que recién comenzaba.

Y a medida que ascendía en las filas políticas, mantuvo la amistad y el apoyo constante de Kissinger y, hasta el día de hoy, que tiene almuerzos regulares con Kissinger, y su organización ha sido asesora de varias ramas del Kremlin.  

Por otro lado, Rusia ha anunciado que unirá a la «Red de la Cuarta Revolución Industrial» del Foro Económico Mundial, que se centra en la socialización económica, la inteligencia artificial, y una serie de otros intereses globalistas que conducirán a la tecnocracia y a un gobierno mundial autocrático.

Entonces, la invasión de Ucrania que realizó Rusia en febrero de 2022, para poner bajo su influencia por lo menos parte del territorio ucraniano, es la continuación de la que realizó en el 2014 donde le quitó a Ucrania la península de Crimea.

Y trata de evitar la expansión de la OTAN hacia el este.

O sea que se trata de maniobras de los imperios luchando entre sí, pero que en el fondo tienen la misma aspiración ideológica que mueve a quienes están detrás de la Cuarta Revolución Industrial.

Algunos tratan de ver en esta lucha una batalla entre buenos y malos, entre un imperio que ha adquirido la fe cristiana luego de desembarazarse del comunismo y otro imperio que se ha vuelto anticristiano.

Pero nada de eso, en esta oportunidad los ucranianos y su fe están pagando los platos rotos de una contienda imperial.

Como sucedió en la década de 1930 cuando los ucranianos fueron objeto de uno de los mayores genocidios de la historia humana. 

Se estima que hasta 12 millones de ucranianos murieron de hambre o como por complicación de la desnutrición, en la década de 1930.

Luego del derrocamiento del Zar de Rusia, el pueblo ucraniano declaró la República Popular de Ucrania en 1918. 

Luchó contra el Ejército Rojo durante tres años pero perdió su lucha por la independencia.

Y en 1922 Ucrania se convirtió en la República Socialista Soviética de Ucrania bajo la égida de Moscú.

Luego de lo cual la URSS comenzó la requisición de todos los excedentes de productos agrícolas a la población rural ucraniana, lo que provocó el colapso alimentario de ese pueblo.

Ucrania era el granero de la Unión Soviética y le permitió a Stalin utilizar los granos para la exportación, y así financiar la transformación de la URSS en una potencia industrial. 

En agosto de 1932 la URSS decretó que cualquier persona, incluso un niño, sorprendida tomando cualquier producto de un campo colectivo, podría ser fusilada o encarcelada por robar «propiedad socialista». 

A principios de 1933 habían sido juzgadas y condenadas mas de 54 mil personas y 2 mil de ellos fueron ejecutados.

Los grandes granjeros, llamados kulaks, fueron declarados enemigos del estado, despojados brutalmente de sus tierras, casas y efectos personales, y deportados a regiones lejanas de la URSS o ejecutados. 

En enero de 1933 les impidieron a los ucranianos salir de la nación sellando las fronteras de Ucrania, para garantizar que los agricultores no se fueran a las ciudades.

En el momento de este genocidio conocido como Holodomor, más de un tercio de las aldeas de Ucrania fueron incluidas en «listas negras» por no cumplir con las cuotas de cereales exigidas por el Kremlin. 

Las aldeas incluidas en la lista negra fueron rodeadas por tropas y se impidió a los residentes salir o recibir suministros, lo que se transformó en una sentencia de muerte colectiva.

Y mientras los ucranianos morían, el estado soviético extrajo más de 4 millones de toneladas de cereales de Ucrania en 1932, suficiente para alimentar al menos a 12 millones de personas durante todo un año.

Hoy las autoridades de la Federación Rusa admiten que hubo hambrunas en la década de 1930 en la URSS, pero se niegan a reconocer la naturaleza deliberada de la hambruna de 1932-1933 en Ucrania.

Pero la batalla entre el estado soviético y el pueblo de Ucrania no fue solo por la comida sino también por la fe. 

Los soviéticos reprimieron constantemente las expresiones cristianas, en especial de la Iglesia Católica. 

Pero después de la Segunda Guerra Mundial, Stalin ordenó a los católicos ucranianos que se fusionaran con la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Lo que supuso un duro golpe para la libertad de millones de católicos ucranianos y uno de sus muchos desafíos directos a Roma. 

Y en medio de esta batalla por la fe, el Vaticano fue acusado de interferir en los asuntos de la URSS, llegando el enfrentamiento mayor con Pio XII.

Lo que les hizo montar una operación de difamación, para desacreditarlo en el escenario mundial, refiriéndose a Pío XII como el «Papa de Hitler», acusándolo de haber colaborado con los nazis. 

Lo que ha subsistido hasta hoy empujado por la izquierda.

Stalin esperaba establecer en la URSS una iglesia controlada por el estado que pudiera desafiar la supremacía de la Iglesia Católica Romana y del obispo de Roma. 

Y se ensañaron especialmente con el obispo Vasyl Velychkovsky de Ucrania, un redentorista, que hoy es llamado un «santo de la libertad religiosa». 

Después de acosarlo durante meses, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, con el obispo yendo de pueblo en pueblo para atender a su rebaño, los soviéticos lo acusaron de difundir «propaganda antisoviética».

Le exigieron que negara su fe, a lo cual se negó. 

Y luego le exigieron que abandonara la Iglesia Católica Romana y en su lugar se uniera a la Iglesia Ortodoxa Rusa, en la que los comunistas se habían infiltrado agresivamente y buscaban apoderarse.

Y el obispo Velychkovsky se negó también diciendoles «puedes dispararme y matarme».

Y a partir de ahí sería golpeado brutalmente y drogado.

En la cárcel de la KGB en Ucrania, para sorpresa de los soviéticos comenzó un ministerio de prisión, que continuaría hasta la muerte en 1973.

Lo trasladaron de prisión en prisión, incluso a Siberia, para doblegarlo pero el obispo nunca se rindió.

Y cuando murió, a los 70 años, estaba destruido físicamente pero su alma intacta.

Fue beatificado en el 2001.

La Iglesia Ortodoxa Rusa siempre estuvo cerca del poder Kremlin durante toda su historia.

Acompañaron a los zares, tenían la preferencia de los comunistas frente a las otras denominaciones cristianas, en una especie de aceptación del mal menor, y hoy es la que goza de la simpatía del Kremlin a pesar que la Federación Rusa se declara como estado laico.

Incluso se ve a los sacerdotes ortodoxos rusos bendiciendo tanques de guerra, armas y submarinos.

Esa relación tan estrecha con el poder temporal genera conflictos dentro del cristianismo en Ucrania.  

Por lo que en el 2019 se formó una iglesia ortodoxa propiamente ucraniana, dependiente del patriarcado griego, que desde entonces es la mayoritaria en el país. 

El metropolita Epiphanius I de esa nueva iglesia ha culpado al patriarca Kirill de Rusia de alimentar las ambiciones territoriales del presidente Vladimir Putin, acusando a la iglesia ucraniana vinculada a Moscú de actuar como una quinta columna.

Mientras el Patriarcado de Moscú ha acusado a Ucrania de perseguir a la Iglesia Ortodoxa Rusa, apoderarse de sus lugares de culto y presionar a sus comunidades para que deserten a la nueva iglesia.

Y es por eso, que durante la invasión rusa del 2022, en Luhansk y Donetsk, las dos regiones ocupadas por los separatistas pro rusos, las prácticas de las iglesias cristianas casi han cesado por la presión rusa, excepto la de la Iglesia Ortodoxa vinculada a Moscú.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el dominio imperialista de Rusia sobre Ucrania que llega hasta la religión.

Y me gustaría preguntarte si crees que Rusia es un país que respeta más la libertad de los seres humanos que los de Occidente, por estos tiempos, o no.

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