Denuncia a los narcos y a la corrupción estatal y policial.

 

El sacerdote católico Gregorio López ejerce su ministerio en una parroquia de Apatzingán, una municipalidad del estado sureño de Michoacán, asediado por la violencia del narcotráfico y la corrupción.

 

gregorio lopez con chaleco antibalas

 

El insólito caso se dio a conocer mientras Michoacán es actualmente escenario de una militarización debido al ambiente de violencia y caos desatado en las últimas semanas al arreciar la pugna entre bandas de delincuentes y grupos de autodefensa que se expanden sin control.

López comenzó a usar su traje blindado desde octubre último tras recibir varias amenazas de grupos criminales.

El sacerdote señaló que

«Una vez que La Familia, ahora Caballeros Templarios, se posicionó en el mercado de las drogas de Michoacán, comenzó una estrategia basada en ejes: social, político, intelectual, económico, laboral y en el ámbito de la aplicación de la justicia»,

Con tanta penetración en las diferentes capas de la sociedad, pronto comenzaron a inyectar sus ganancias en negocios legales, comercios y empresas de las que se han ido apoderando con el servicio de sicarios y ante la inacción de las autoridades.

El sacerdote señaló que la corrupción de autoridades permitió «al crimen controlar todo» y aseguró que «besaría los pies del presidente Enrique Peña» si logra capturar a las cabecillas de Los Caballeros Templarios, que mantienen asolada a Apatzingán, y toda la Zona Caliente de Michoacán.

Refiriéndose a los narcotraficantes el sacerdote dijo que

«Tienen la capacidad de decidir quién puede trabajar para el Gobierno o hasta quién puede cortar limón. Ellos controlan todo, aunque las autoridades no lo quieran aceptar», asegura el religioso.

El sacerdote, conocido también como “Padre Goyo”, criticó la presencia del Ejército en Apatzingán por su inacción, pues figuras de Los Caballeros Templarios se movían disfrazadas de periodistas o a cara descubierta frente a los policías, sin que hicieran nada por detenerlos.

El religioso expresó que la «descomposición social» del estado se inició hace una década, cuando fueron expulsados Los Zetas de la región y se extinguió la famosa banda de Los Valencia.

El cura calificó la situación como «grave e indignante» y lamentó que numerosas familias de la región vivan en constante temor y zozobra por la presencia de los grupos armados.

«Respeto a las autoridades pero por favor no hagan de esto un show mediático», dijo el sacerdote de 46 años, que además es custodiado por guardaespaldas.

«Aquí sé cómo masca la iguana, cómo corre el agua, sabemos cómo está todo. Tenemos la fuente de la gente. Sabemos cuántos muertos y secuestros hay. Cuántos ranchos han robado, qué ministerios públicos, notarios y policías están con ellos. Sabemos la corrupción que hay en la presidencia municipal», describe el religioso sin pelos en la lengua.

Fuentes: Agencias, Signos de estos Tiempos

 

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