Cómo nos podemos preparar para tener una buena muerte.
Nadie se salva de la muerte, todos moriremos, aunque a la mayoría no le guste siquiera pensar en esto, y huyan de esta posibilidad haciendo como si fueran inmortales.
Pero pensar de antemano que algún día morirás y que debes prepararte para tener una buena muerte, es la mejor manera de llevar una vida inteligente, para no lamentarlo cuando ya no puedes hacer nada.
De esta forma te prepararás para tener una muerte con menos dolores y para llegar lo antes posible al Cielo, para vivir la vida eterna junto a Dios.
Hay muchas pequeñas cosas que deberías hacer para prepararte para una buena muerte.
Pero también deberías conocer cuales son las señales de que tu momento se acerca, aunque aparentemente todo parezca normal.
Aquí hablaremos sobre cuáles son las cosas que deberías hacer para tener una buena muerte y las señales que podrían indicar que tu hora se acerca.
Hoy hay una conspiración cultural gigantesca para sacarnos de la mente que vamos a morir.
El plan consiste en enfocarse en sobrevivir mediante la adopción de las vitaminas adecuadas, cuidar que no comamos alimentos cancerígenos, ver los mejores médicos y hacerse chequeos permanentes.
Y sin embargo, a pesar de todo ese esfuerzo, toda la gente muere.
Estamos en un curso de colisión con la muerte, cuando en realidad debiera tomarse como algo natural, para lo cual hay que prepararse.
No nos podemos escapar de la muerte porque es la pena del pecado original.
Es el castigo por el que pasa la humanidad por su desobediencia, porque la muerte no estaba en el plan primigenio de Dios para los seres humanos.
Con la muerte se disuelve la unidad entre alma y cuerpo.
El alma se separa de la materia cuando el cuerpo ya no da más, y vive su vida en la eternidad.
Mientras que el cuerpo se convierte en polvo.
Y la unidad de cuerpo y alma que tuvimos en la Tierra desaparece para la memoria de todos los vivientes.
Aunque el cuerpo y alma volverán a unirse en el final de la historia, antes del juicio final y cuando la resurrección de los muertos.
Por lo tanto el momento de la muerte es especialmente importante.
Santa Catalina de Siena decía que «los dos momentos más importantes de nuestra vida son: ahora y la hora de nuestra muerte».
Por lo que deberíamos hacer todo a nuestro alcance para lograr la gracia de una muerte santa y feliz.
La que determinará nuestro destino por toda la eternidad.
En Eclesiastés 7: 4 dice que alguien que está pensando siempre en la felicidad es un tonto, porque una persona sabia piensa en la muerte.
Y Thomas Kempis decía, «Feliz es el hombre que siempre tiene presente la hora de la muerte y se prepara diariamente para ello».
Por lo tanto hay dos gracias que deberíamos pedir sabiamente.
Primero, tener una muerte sin mayores sufrimientos, o sea la gracia para soportar con alegría los inconvenientes y dolores del final de la vida.
Y segundo, morir en paz, sabiendo que no estamos en pecado mortal y por lo tanto que no perdimos la oportunidad de vivir la eternidad en el Cielo.
La muerte es una parte importante de la fe del cristiano porque es la puerta por la que debemos pasar para vivir la felicidad eterna junto a Dios.
¿Y entonces cómo deberían tomar la muerte los cristianos?
San Felipe Neri dijo que «la mejor manera de prepararse para la muerte es pasar cada día de la vida como si fueran tus últimos».
Deberíamos reconciliarnos con Dios y vivir en estado de gracia.
Y reconciliarnos con los prójimos que estamos alejados
Pero la forma más eficiente de prepararse para tener una muerte genuinamente feliz, es no pensar en la muerte sino en la vida que vendrá.
Y ser precavidos y luchar contra 3 cosas que nos impiden tener una relación inteligente con la muerte, el apego al mundo, el remordimiento por los pecados y la incertidumbre de la salvación.
Hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer, que nos pueden llevar a una buena muerte.
Vive tu vida como si Dios te fuera a llamar hoy, porque la vida en la tierra es incierta y precaria.
Y comprende claramente que el enemigo realmente mortal es el pecado mortal, que nos puede conducir a vivir la eternidad lejos de Dios.
Si cometes un pecado mortal, arrepiéntete y corre al confesionario para recomponer la amistad con Dios.
Cuidate de los ídolos modernos y la distracción, hoy hay innumerables ídolos: drogas, sexo, porno, dinero, poder, vanidad, placer, el dios de sí mismo, y muchos más.
Es muy fácil desviarse, engañarse, esclavizarse por el mundo y todas sus promesas vacías.
Vive permanentemente en la presencia de Dios, Santa Teresa de Ávila decía que pecamos cuando nos olvidamos de la presencia de Dios.
Y piensa a menudo en el Cielo, que no transcurra un día en el que no hayas podido pensar en su gloria, su grandeza y alegría eterna.
Reflexiona sobre la eternidad, San Agustín decía que «nuestra vida es un simple parpadeo de ojos, en comparación con la eternidad».
Vive una vida de amor y de dar, porque estamos llamados a no centrarnos en nosotros mismos, sino en Dios y servir a Dios en nuestros hermanos.
Ora permanentemente, San Alfonso María de Ligorio decía, «el que reza mucho, será salvo, el que no reza, será condenado y el que ora poco pone en peligro su salvación».
Frecuenta la eucaristía porque Jesús dijo, «el que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitaré en el último día».
Desea morir en los brazos de Nuestra Señora, se consciente que cuando rezamos avemarías decimos, «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».
En realidad nadie sabe exactamente cuándo morirá, porque la muerte vendrá como un ladrón en la noche, pero las personas racionales se irán preparando para este evento.
Sin embargo parece que Dios actúa de forma más o menos oculta dándonos las gracias para que nos perdamos.
Hay quienes, al parecer, prevén el momento de su propia muerte.
Y de acuerdo a estudios y testimonios es probable que haya muchos.
La literatura católica parece manejar que a los santos que se le comunica el momento de su muerte reciben una gracia.
Es conocido que la Virgen de Fátima dijo que los dos hermanos Marto morirían pronto y que Lucía se quedaría para una misión en la Tierra.
Y esto ocurrió cuando los hermanitos Jacinta y Francisco murieron 2 años después.
A Santa Margarita María, la vidente del Sagrado Corazón, también se le dijo la fecha exacta de su muerte.
Don Bosco podía profetizar la fecha de la muerte de los niños del Oratorio, pero no lo decía porque no convenía.
Pero hizo excepciones y llegó a dejar por escrito, en un sobre cerrado, a petición de sus allegados, la fecha de la muerte del próximo estudiante, lo cual se verificó.
Hay muchos casos de místicos que murieron el día que ellos habían pronosticado de antemano, por lo tanto ese conocimiento viene de Dios.
También están las premoniciones del momento de la muerte, que son mociones que no se sabe cómo llegaron a la cabeza del que después va a morir, y que suceden a personas que no tenían una relación de fuerte amistad con Dios.
Y además 3 médicos estadounidenses William Green, Stefan Goldstein y Alex Moss, estudiaron el fenómeno de la muerte, investigando miles de historias detrás de los pacientes que murieron repentinamente.
Sus resultados muestran que la mayoría de la gente había anticipado su propia muerte.
Según el estudio, poco antes de la muerte muchas de estas personas experimentaron un estado de depresión que podía durar de una semana a medio año.
Y los médicos asumieron que esta extraña melancolía es causada por cambios hormonales en el organismo.
La característica psicológica de este desaliento aparentemente infundado, sería preparar el sistema nervioso central para la separación inevitable de la vida.
Este criterio es compartido por muchos investigadores, que sostienen que la muerte es simplemente la transición de un mundo a otro.
Y obviamente está en línea con el pensamiento católico.
Sin embargo, ¿por qué el organismo necesita esta preparación psicológica?
Quizás no sea se limite sólo una preparación psicológica, sino que también es la oportunidad que da Dios para que la persona salga de los pecados mortales.
Es posible que Dios comunique a todos que se acerca el momento de la muerte, pero que sólo algunos pocos tomen conciencia de esa comunicación.
Tal vez ahí esté la gracia que debemos pedir, darnos cuenta cuando se acerca el momento de nuestra muerte.
También están los casos de gente que flota entre la vida y la muerte desde hace tiempo.
Y en este caso hay señales clínicas claras que indican cuando la persona se está preparando para la muerte, aunque sea inconscientemente.
Y por otro lado la Iglesia Católica tiene el Sacramento de la Unción de los Enfermos, que antes se llamaba la Extrema Unción.
Que hoy se ha generalizado para todos los enfermos y para las personas mayores de 60 años.
Requiere que quién la administre sea una persona ordenada en las sagradas órdenes, o sea un sacerdote o un diácono.
Y es una forma de ir preparándose para una Buena Muerte.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo prepararse para una buena muerte, que gracias hay que pedir a Dios y cómo debemos estar atentos sobre las cosas que suceden en nosotros, que nos podrían indicar la cercanía del momento de nuestra muerte.
Y me gustaría preguntarte si tú has conocido personas que han profetizado el momento de su muerte y cómo se prepararon.
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¡Saludos desde Brasil!
Mi abuela y mi suegra rezaron y fueron notificadas de su muerte con unos días de anticipación.
Mi mamá dice que estuvo con mi abuela en el hospital y ella siempre durmió inquieta, pero un día se calmó y durmió tranquila. En un momento, mi madre se asustó y despertó a mi abuela, quien dijo:
«Wow, ¿regresé? Pensé que ya me había ido… ¿por qué volví aquí?» Y luego destaca que había visto un lugar muy hermoso y que había visto a todos los parientes que alguna vez tuvieron. Y eso fue exactamente 3 días antes de que falleciera.
Mi esposa dice que su madre también me dijo que ella también soñó con Nuestra Señora 3 días antes de morir. Y mi esposa dice que su madre también rezaba esta oración.
Lo compré por internet y encontré esta versión:
—
el sueño de nuestra señora
Quien quiera conocer el sueño de Nuestra Señora, que se quede quieto y firme de mente y de corazón.
Nuestra señora estaba en su casa, en su silla, sentada con su libro de oro en la mano, medio leído y medio orado.
Apareció su bendito hijo.
¡Ay madre mía! ¿Que estas haciendo por aquí? Hijo mío, esta noche no me acomodé después de un sueño que soñé verte en el monte Calvario,
Una cruz de madera en tu santa orilla, una corona de espinas en tu santa cabeza, clavos martillados en tus santas manos, hiel y vinagre en tu santa boca.
¡Ay madre mía! Todo lo que digas será verdad.
Quien escuche y no aprenda el día del juicio se arrepentirá.
Quién lo compró y no enseña el día del juicio final a sufrir.
Quien ante esta señora ora y ora un año antes de su muerte, tres sábados antes de su muerte, aparecen nuestros para visitarla.
—
La que rezaba mi abuela cuando yo era niña y recuerdo una parte, que sería el final, es un poco diferente, pero no la encontraba:
“Quien rece esta oración por un año continuo, en el mundo será rey, en el cielo será coronado, tres días antes de su muerte, la Virgen viene a advertirle, confiesen hijos e hijas que el Señor viene a buscarlos” .