Cómo superará el ataque actual y por donde puede venir su recuperación.
En estos 2000 años de historia del cristianismo, la Iglesia que fundó Jesucristo ha estado atacada desde adentro por la herejía, la apostasía, la inmoralidad y la corrupción.
Y ha sido atacada desde afuera por la persecución, la revolución y la fuerza del poder civil.
Pero cada vez que parece que la Iglesia no se va a levantar más de la crisis, surge nuevamente desde sus cenizas, aparentemente de la nada y más allá de la imaginación de aquellos que ya habían escrito su obituario.
Esto es innegablemente histórico.
Aquí hablaremos sobre las herejías que han surcado el cristianismo a través de la historia y que amenazaban destruirlo, y cómo resurgió con nuevos bríos.
Y nos detendremos en la última herejía que está atacando a la Iglesia, cuáles son sus bases y de dónde vendrá la reacción para volver a alinearla con el mensaje que Jesucristo vino a traer originalmente a la Tierra.
Si analizamos su historia encontraremos que la Iglesia siempre está en agitación de una forma u otra.
A veces una agitación grande y a veces menor.
Las personas poderosas dentro y fuera de la Iglesia a veces tratan de llevarla al borde mismo del cisma porque la quieren cambiar.
Y es una constante que la mayoría de los fieles comparten esa confusión.
Siempre fue así, desde el primer día que Santiago y Juan discutieron sobre quién se sentaba en los lugares de privilegio de Dios.
Jesucristo nos dio una institución divina y la manejamos con nuestra mezcla habitual de gloria y corrupción.
Porque en definitiva la Iglesia Católica es una institución divina manejada por seres humanos pecadores.
Y habitualmente el Espíritu Santo tiene que intervenir de manera imprevisible para rectificar el rumbo.
Es por esto que la Iglesia sobrevive y siempre sobrevivirá, porque Jesucristo nos prometió que lo haría y se ocupa de hacerlo.
A través de la historia ha habido enorme cantidad de herejías, que si hubieran triunfado, habrían cambiado la doctrina, y la Iglesia habría dejado de predicar el mensaje original de Jesucristo.
Pero no ha sucedido, siempre las herejías fueron derrotadas.
Veamos sólo las herejías principales que hubo.
En el siglo II, el gnosticismo y el maniqueísmo socavaron la fe con una cosmovisión dualista que proponía que el mundo material era malo y el espiritual superior.
El gnosticismo sostuvo que la verdad podía ser alcanzada sólo mediante el recurso de la razón, por lo que los misterios de la fe quedaron subordinados a las doctrinas del hombre, así como la trascendencia de las buenas obras.
El gnosticismo sostenía la existencia de un conocimiento superior a la fe, que permitía alcanzar o asegurar la salvación del alma.
Y que era un conocimiento revelado a unos pocos elegidos o iniciados, y que eso era la garantía de la futura salvación.
Mientras que el maniqueísmo se centraba en la eterna lucha entre el bien y el mal, arguyendo la existencia de un principio de Luz y otro de las Tinieblas, ambos increados, siendo el mundo de las tinieblas el creador del mundo material.
Pero finalmente cuando parecía que se liquidaba el mensaje original de Jesús, triunfó la ortodoxia.
Luego en el siglo IV vino otra gran herejía, el arrianismo.
El arrianismo enseñaba que Jesús no era totalmente Dios, sino sólo la primera y la mejor criatura de Dios, contrariando lo que enseña la Iglesia Católica de que Cristo es plenamente Dios y plenamente hombre.
Fue un movimiento que desdivinizó a Jesucristo.
Para Arrio Jesucristo era una especie de segundo Dios, un intermediario entre Dios y las criaturas, no engendrado sino creado, y que tuvo a su cargo la creación.
Los arrianos eran los intelectuales, la élite, los cristianos más famosos y establecidos. Tenían al Emperador de su lado y se jactaban de que la mayoría de los obispos los apoyaban.
Pero finalmente esta herejía fue derrotada y la ortodoxia se levantó de nuevo.
Luego en el siglo V surgió el pelagianismo.
Ellos creían que el hombre por sí mismo, sin intervención de la gracia y sólo ejercitando las virtudes morales y religiosas contenidas en los Evangelios, podía evitar el pecado y conquistar la vida eterna.
La gracia era relegada a una especie de iluminación de la voluntad humana, pero sin afectarla ni transformarla.
Por lo que la redención de Cristo carecía de mayor significación que la de invitar al creyente a transitar una vida de virtud.
Esta herejía se desvaneció de repente.
Así siguieron gran cantidad de otras herejías menores que fueron derrotadas, hasta que en el siglo XII surgió la herejía albigense, que combatió Santo Domingo y recibió el Rosario de manos de la Santísima Virgen para hacerlo.
Para los albigenses el bien era sinónimo del mundo espiritual e invisible, en cambio el mal, representado por satanás, era quien había creado el mundo material y visible.
Negaban la encarnación de Dios, creían en la condición angélica de Jesucristo y por ende, que era un ser creado, cuya misión consistió en salvar los espíritus puros encerrados en los cuerpos materiales.
Finalmente los albigenses, que parecía que iban a dominar la Iglesia, se extinguieron y la ortodoxia se recuperó.
Luego, en el siglo XV, a partir del renacimiento, surgió el humanismo y el protestantismo y parecía que el catolicismo estaba acabado.
Pero surgió la contrarreforma en una increíble ola de renovada fe y devoción, y se desató un esfuerzo misionero hacia el Nuevo Mundo.
A estos movimientos le siguieron el racionalismo y el liberalismo del siglo XVIII que trajeron a su paso el derramamiento de sangre y la persecución de la Revolución Francesa y luego la Revolución Comunista.
Durante este período surgieron varias herejías, dentro de ellas, la más cercana en el tiempo fue la Teología de la Liberación con su énfasis en llevar justicia a los pobres en el mundo material.
Y finalmente llegamos a la herejía actual, el modernismo, de la cual dijo San Pío X que es la síntesis de todas las herejías.
Pero que básicamente es un arrianismo aggiornado, en el que la palabra de Jesucristo es devaluada.
Y a partir de la cual los modernistas creen que tienen el derecho de modernizar las ideas de Jesucristo para adaptarlas a nuestra época.
Estos herejes usan intencionalmente un lenguaje ambiguo para esconder sus ideas de diluir el dogma y modernizar la iglesia, utilizando las mismas palabras ortodoxas a las que cambian su significado.
Creen que existe un Dios que creó y ordenó el mundo y vela por la vida humana en la Tierra.
Este Dios quiere que las personas sean buenas, agradables y justas entre sí.
Pero este Dios no necesita estar particularmente involucrado en la vida de una persona, excepto cuando la persona lo necesita para resolver un problema y lo llama.
Sostienen que el objetivo central de la vida es ser feliz y sentirse bien consigo mismo y la gente buena va al cielo cuando muere.
Al igual que los arrianos del siglo IV, son miembros destacados de la iglesia y del establishment cívico.
Son altas figuras universitarias, usan sombreros cardenalicios, ocupan cátedras de teología, se sientan en comisiones papales, dicasterios vaticanos y think tanks religioso ecuménicos.
Están muy relacionados con los globalistas, son impulsores de la agenda 2030 de la ONU y aspiran a ser el brazo espiritual del Nuevo Orden Mundial liderando un movimiento ecumenista.
Estos modernistas quieren implementar en la Iglesia la revolución liberal que Karl Rahner detalló en su libro «La reestructuración de la Iglesia como tarea y como oportunidad», surgido luego del Concilio Vaticano II, en el que el jesuita Rahner tuvo una destacadísima influencia.
Los modernistas abogan por la revisión de la posición de la Iglesia sobre la sexualidad, la anticoncepción, la homosexualidad y el celibato sacerdotal.
Proponen el diaconado femenino, la descentralización doctrinal, la comunión de los divorciados vueltos a casar y la sinodalidad.
Y consideran que la Iglesia no debe poner tanto foco en las luchas culturales y en lo que en otros tiempos se llamó los principios no negociables, como por ejemplo la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y la familia que nace del compromiso conyugal entre un hombre y una mujer.
Hoy el modernismo se está imponiendo desde arriba de la Iglesia por prelados que irónicamente dicen que se oponen al clericalismo.
En una iglesia que implosiona en miembros y concurrencia a misa en occidente.
Las congregaciones y las instituciones que abrazan el modernismo están en permanente descenso de vocaciones y seguidores, en cambio las únicas expresiones católicas que crecen son las doctrinalmente más ortodoxas.
Este modernismo es la expresión de un occidente menguante en su moral y poder económico.
Mientras que la Iglesia está creciendo solamente en la periferia, América del Sur, pero especialmente África y Asia, con un catolicismo que predica una profunda fe personal, una ortodoxia comunal, el misticismo y el puritanismo, y tienen como referencia real a la Biblia.
Creen que la Santísima Virgen se está apareciendo en la Tierra, en la curación divina, en que hay milagros como en los tiempos bíblicos, que hay espíritus malignos, que Jesús vendrá pronto a la Tierra y en el compromiso en compartir la fe.
Todas cosas a las que el catolicismo del primer mundo considera propio de una fe infantil.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las herejías que a través de la historia pareció que iban a cambiar definitivamente la Iglesia, pero que en definitiva fueron derrotadas de una manera misteriosa y de improviso, cuando todo parecía perdido.
Y me gustaría preguntarte si crees que la Iglesia Católica tendrá un cambio en la doctrina como proponen los modernistas, que habrá sólo unos cambios menores que no afectarán la ortodoxia, o que al final no permanecerá ninguno de los cambios propuestos.
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Gran síntesis. Sin embargo la extinción de las herejías no fue algo que sucedió repentinamente, sino el fruto de la resistencia unos pocos y claro la acción divina. Resistamos. Deus vult.