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Virgen de la Caridad del Cobre, Cuba ( 8 de septiembre)

Alrededor del año 1612 o a los inicios de 1613, fueron a buscar sal en la bahía de Nipe dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años.

Se llamaban respectivamente Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, conocidos por la tradición como «los tres Juanes». Mientras iban por la sal ocurrió la aparición de la estatua de la Virgen.

He aquí el relato de Juan Moreno, dado en 1687, cuando tenía ochenta y cinco años:…
…CONTIENE VIDEOS…

«…habiendo ranchado en cayo Francés que está en medio de la bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar calma salieron de dicho cayo Francés antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para la dicha salina, y apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios «parece una niña», y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: «Yo soy la Virgen de la Caridad», y siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto, llenos de alegría, cogieron sólo tres tercios de sal y se vinieron para el Hato de Barajagua…»

El administrador del término Real de Minas de Cobre, Don Francisco Sánchez de Moya, ordenó levantar una ermita para colocar la imagen y estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.

Una noche Rodrigo fue a visitar a la Virgen y notó que no estaba allí. Se organizó una búsqueda sin éxito. A la mañana siguiente, y para la sorpresa de todos, la Virgen estaba de nuevo en su altar, sin que se pudiera explicar, ya que la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche.

El hecho se repitió dos o tres veces más hasta que los de Barajagua pensaron que la Virgen quería cambiar de lugar. Así se trasladó en procesión, con gran pena para ellos, al Templo Parroquial del Cobre. La Virgen fue recibida con repique de campanas y gran alegría en su nueva casa, donde la situaron sobre el altar mayor. Así llegó a conocerse como la Virgen de la Caridad del Cobre.

En el Cobre se repitió la desaparición de la Virgen. Pensaron entonces que ella quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña llamada Apolonia subió hasta el cerro de las minas de cobre donde trabajaba su madre. La niña iba persiguiendo mariposas y recogiendo flores cuando, sobre la cima de una de las montañas vio a la Virgen de la Caridad.

La noticia de la pequeña Apolonia causó gran revuelo. Unos creían, otros no, pero la niña se mantuvo firme en su testimonio. Allí llevaron a la Virgen.
Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.

Fue en el Cobre, en 1801, que los mineros, alentados por el Padre Alejandro Ascanio, obtienen la libertad por Real Cédula del 7 de abril.
Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración, con el traslado de la Virgen el día 8 de Septiembre de 1927.

Durante la guerra de independencia, las tropas se encomendaban a la Virgen de la Caridad. No es que se pueda ver a la Virgen como una aliada en la guerra. Mas bien ella, como madre, sufre y se preocupa de todos, busca la paz entre sus hijos, finalmente cuando los corazones no le permiten otra cosa, busca atenuar los odios y fomentar la reconciliación y el perdón.

Después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento firmado el día 10 de Mayo de 1916 por el Cardenal Obispo de Hostia, Su Santidad Benedicto XV accedió a la petición, declarando a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona Principal de la República de Cuba y fijando su festividad el 8 de Septiembre.

En 1977, el Papa Pablo VI eleva a la dignidad de Basílica al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

Durante los meses de preparación para la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país con gran respuesta del pueblo.

La Virgen de la Caridad fue coronada por S.S. Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba el sábado 24 de Enero de 1998, durante la Santa Misa que celebró en su visita apostólica a Santiago de Cuba.

 

LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE EN EL EXILIO

Los cubanos exilados en Miami, habiendo sufrido enormemente por la separación o muertes en sus familias, por la pérdida de la patria y de todo lo que tenían, se preparaban para la primera celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad en el exilio. Por eso deseaban tener una imagen adecuada de la Virgen.

Providencialmente, el mismo 8 de septiembre, de 1961, mientras ya miles se reunían en el Estadio de Miami para celebrar la Misa, llegó al aeropuerto de esta ciudad la imagen de la Virgen de la Caridad procedente de Cuba. Era la imagen de la Parroquia de Guanabo en la Arquidiócesis de la Habana. Había sido asilada en la embajada de Italia y pasada por la Encargada de Negocios de Panamá a su embajada por petición de los cubanos. Aquella celebración de profunda emoción, presidida por el Arzobispo de Miami, se hizo una tradición que continúa hasta el día de hoy.

Después de la primera celebración, la Virgen comenzó un recorrido de los campamentos para los niños cubanos exilados que se encontraban sin sus padres. La Arquidiócesis de Miami acogió y cuidó de catorce mil niños en aquellos primeros años de exilio.

Los cubanos se organizaron para construir una Ermita a la Virgen de la Caridad en el exilio. La primera piedra de la capilla provisional se puso el 20 de mayo, de 1967 y se celebró la Santa Misa.

El 21 de mayo, de 1968 el Arzobispo Carrol de Miami, ordena la fundación de la Cofradía de la Virgen de la Caridad para reunir a los devotos para honrar a la Virgen y con ella evangelizar. En el mismo año comenzaron las peregrinaciones de los 126 municipios de Cuba que han continuado organizadamente desde entonces.

El 2 de diciembre, de 1971 se dedicó la Ermita de la Virgen de la Caridad. Presidió el cardenal Kroll, Arzobispo de Philadelfia, entonces presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, con la presencia del Arzobispo Carroll de Miami y los obispos Boza Masvidal (exilado de Cuba) y Gracida.

En septiembre de 1987, al visitar el Santo Padre Juan Pablo II a Miami, la imagen de la Virgen de la Caridad se trasladó a la residencia del Arzobispo McCarthy para presidir la Capilla privada del Santo Padre. El Papa, en su homilía, hizo mención de la Virgen de la Caridad.

Miami cuenta con ciudadanos de todos los países hispanos. Desde los años 80, además de los municipios cubanos, peregrinan también a la ermita de la Virgen de la Caridad de forma organizada, todos los países hermanos de la hispanidad durante el mes de octubre.

Arzobispo McCarthy, el 14 de mayo, de 1994 consagró solemnemente el altar de la Ermita que debajo guarda visiblemente la primera piedra. Esta piedra contiene tierra de las distintas provincias de Cuba que se fundieron con agua que llegó en una balsa en la cual perecieron los quince tripulantes que buscaban escapar de Cuba.

Las ermita fue ampliada y se añadió una preciosa capilla del Santísimo que fue bendecida por el Arzobispo de Miami, Juan C. Favalora el 21 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor. En la Santa Misa que el Arzobispo celebró ese día en la ermita, elevo la cofradía a Archicofradía de Nuestra Señora de la Caridad.

Los devotos de la Virgen han logrado propagar no solo la devoción a la Virgen de la Caridad, sino hacer de la Ermita un centro de evangelización de irradiación mundial. El instrumento principal de la Virgen para la obra de la Ermita ha sido desde el principio Monseñor Agustín Román, hoy obispo auxiliar de Miami, siempre ayudado por las Hermanas de la Caridad que ministran en la Ermita y la Archicofradía.

 

EL SANTUARIO NACIONAL DEL COBRE
El Santuario Nacional del Cobre, sobre La Maboa, está a unos 20 kilómetros de Santiago de Cuba, fue inaugurado en 1927. Está ubicado en el antiguo poblado de Santiago del Prado, hoy El Cobre, por las minas de ese mineral que durante siglos se explotaron.

El lugar resguarda a la Virgen de la Caridad del Cobre, Reina y Patrona de Cuba.

La vida del poblado, además de la limitada actividad minera, está relacionada estrechamente con el culto a la Patrona de Cuba, coronada en enero de 1998 por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, con un ambiente característico de un lugar destinado al peregrinaje.

La construcción actual fue inaugurada el 8 de septiembre de 1927, y su escalinata de acceso, dos años después.

En 1977, el Papa Pablo VI eleva el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre a la dignidad de Basílica.

Desde el punto de vista arquitectónico, se emplazó en una elevación dominante. Es un templo de tres naves, con fachada principal simétrica y su cuerpo central rematado por una cúpula.

Las naves laterales están flanqueadas por torres campanarios más bajas. El realce decorativo de la fachada se enfatiza con el rosetón central, pilastras adosadas y ventanales.

En el interior, los vitrales insertados en arcos ojivales, describen la aparición de la Virgen.

Posee un amplio atrio y por la parte posterior se accede a la sala de ex votos que contiene ofrendas de todo tipo.

El actual Santuario del Cobre, que ofrece misa cada mañana tiene un altar de plata maciza y otros objetos ornamentales de gran valor. Debajo del Camarín de la Virgen se encuentra la denominada Capilla de los Milagros, un pequeño recinto donde los creyentes depositan disímiles ofrendas: joyas de oro y piedras preciosas, muletas, entre otras riquezas de valores.

En el piso superior y por dos escalinatas, se accede al Altar Mayor de mármol de Carrara, donde se venera a la Virgen.

La propia imagen de la Santa Virgen, colocada en su Camarín, descansa rodeada de flores y esencias, con el niño Jesús en su brazo izquierdo y una cruz en el derecho, en una espera paciente a los fieles que acuden a rendirle tributo y esperan de ella el cumplimiento de las promesas formuladas.

Unas 500 personas acuden al lugar cada día. Los peregrinos se llevan consigo diminutas piedras de la mina, donde brillan las partículas de cobre y las conservan en sus casas en vasos de agua, bolsillos o bolsos, como protección contra los males o quizás como buena luz para el futuro personal y familiar.

VIDEO

La Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba

Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, Santiago de Cuba

Ermita de la Caridad del Cobre, Miami Florida U.S.A.


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A la Virgen de la Caridad del Cobre DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Virgen de la Caridad del Cobre

Oración de Juan Pablo II en 1998 al coronar a Nuestra Señora, una Oración a la Virgen con licencia eclesiástica y otra dictada por Nuestra Señora.

 

 

 

 

ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II AL CORONAR LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD DEL COBRE

El 24 de enero, de 1998

¡Virgen de la Caridad del Cobre.
Patrona de Cuba!
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Tú eres la Hija amada del Padre,
la Madre de Cristo. nuestro Dios,
el Templo vivo del Espíritu Santo.
Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad,
la memoria del Dios que es Amor
el recuerdo del mandamiento nuevo de Jesús,
la evocación del Espíritu Santo:
amor derramado en nuestros corazones,
fuego de caridad enviado en Pentecostés
sobre la Iglesia,
don de la plena libertad de los hijos de Dios.

¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre Y Señora de Cuba,
a lo Largo de su peregrinar
por los caminos de la historia.
Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente Y en el corazón de todos los cubanos,
dentro fuera de la Patria,
como signo de esperanza y centro de comunión fraterna.

¡Santa María. Madre de Dios Y Madre nuestra!
Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesucristo,
intercede por nosotros con tu corazón maternal,
inundado de la caridad del Espíritu.
Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza,
aumenta Y fortalece en nosotros el amor
Ampara nuestras familias,
protege a los jóvenes y a los niños,
consuela a los que sufren.
Sé Madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia,
modelo y estrella de la nueva evangelización.
¡Madre de la reconciliación!
Reúne a tu pueblo disperso por el mundo.
Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas
para que este pueblo abra de par en par
su mente, su corazón y su vida a Cristo,
único Salvador y Redentor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.

Amén.

 

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA CARIDAD

Santa María de la Caridad
que viniste como mensajera de paz,
flotando sobre el mar.

Tú eres la Madre de todos los cubanos.
A ti acudimos, Santa Madre de Dios,
para honrarte con nuestro amor de hijos.

En tu corazón de Madre ponemos
nuestras ansias y esperanzas,
nuestros afanes y nuestras súplicas;

Por la Patria desgarrada,
para que entre todos construyamos
la paz y la concordia.

Por las familias,
para que vivan la fidelidad y el amor.
Por los niños, para que crezcan sanos
corporalmente y espiritualmente.

Por los jóvenes para que afirmen su fe y
su responsabilidad en la vida y
en lo que da el sentido a la vida.

Por los enfermos y marginados,
por los que sufren en soledad,
por los que están lejos de la Patria,
y por todos los que sufren en su corazón.

Por la Iglesia Cubana
y su misión evangelizadora,
por los sacerdotes y diáconos,
religiosos y laicos.

Por la victoria de la justicia
y del amor en nuestro pueblo.

¡Madre de la Caridad,
bajo tu amparo nos acogemos!

¡Bendita tú entre todas las mujeres
y bendito Jesús, el fruto de tu vientre!
A Él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.

AMEN.
(con licencia eclesiástica)

Oraciones finales:
Padre Nuestro, 3 Avemarías y Gloria al Padre

  

ORACION DADA POR LA VIRGEN

 Esta oración es copia de la que dejó la Virgen de la Caridad del Cobre para las mujeres cuando los tres Juanes navegaban por el mar, vino una tormenta de agua, los viró y se estaban ahogando; y como eran devotos de la Virgen de la Caridad y la llevaban en una reliquia en el cuello, cuando se vieron perdidos llamaron por ella y se les apareció y los salvó a los tres, a Juan Odio, a Juan Indio y a Juan Esclavo.

 Luego de haberlo puesto en salvo, les dijo estas palabras:
“Sabed, mis queridos hijos, que soy la Reina Madre de Dios Todopoderoso; y los que crean en mi gran poder y sean devotos mío siempre conservaran mi estampa en una reliquia para que les acompañe y con esta, estarán libres de todas las cosas malas, estarán libres de toda muerte repentina…no podrá morderle ningún perro con rabia, ni ningún animal malo…estarán libres de accidentes y aunque una mujer esté sola no tendrá miedo a nadie, porque nunca verá visiones de ningún muerto ni cosas malas, diciendo esto:”

 “La Caridad me acompaña y su Amén Jesús”.

 Y luego a Juan Esclavo: “Juan aquí dejo Hijo…con los Santos Evangelios y la Cruz en que murió, esta oración para cuando una mujer este de parto y se halle afligida por los dolores tan fuertes que siente en su corazón y que un mal parto trae malas resultas, hasta perder la vida, que ponga esta oración en el vientre, haciendo la señal de la Cruz, en memoria de los siete dolores que yo tuve tan fuertes y que desde lo alto del cielo alcanzará la bendición de Dios y una Salve a la Santísima Virgen de la Caridad, parirá su hijo sin peligro”. Amén Jesús.

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A la Virgen de la Caridad del Cobre DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Virgen de la Caridad del Cobre

La Novena comienza el 31 de agosto y su fiesta es el 8 de septiembre.

ACTO DE CONTRICIÓN
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de vos.
Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra Santísima presencia soberana.
No desechéis oh purísima  Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

PRIMER DÍA (30 DE AGOSTO)
¡Dios te salve! ¡Cuánto se alegra mi alma, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Llena de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María, para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escucharla de boca del Ángel, congratulándose así de la elección que de ti hizo el Omnipotente para darnos al Señor.

Pídase el favor que se desea conseguir.

ORACIÓN FINAL PARA RECITAR TODOS LOS DÍAS
Oh, Señora mía, Oh Madre mía, yo me entrego del todo a ti; Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy tuyo, Oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

SEGUNDO DÍA  (31 DE AGOSTO)
¡María, nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de nuestras súplicas, dándonos el consuelo de que tu Hijo, Jesús, las atienda benignamente para alcanzar pleno convencimiento en la práctica de nuestros deberes religiosos, sólida  confirmación en las virtudes cristianas y continuas ansias de nuestra eterna salvación.

TERCER DÍA (1 DE SEPTIEMBRE)
Llena de Gracia, ¡Oh dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies nos presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda abundantemente en nuestras pobres almas, las purifique, las engrandezca y cada día aumente más en ellas el verdadero amor a Dios y a nuestros hermanos.

CUARTO DÍA (2 DE SEPTIEMBRE)
El Señor es contigo: ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia está en todas las cosas, está en ti y contigo de un modo muy superior. Madre mía, venga por ti a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón lleno de tanta suciedad.aquel Señor que para hacerte habitación suya quiso, con tal prodigio, que no perdieses, siendo madre, tu virginidad? ¡Oh muera en nosotros toda impureza!

QUINTO DÍA (3 DE SEPTIEMBRE)
Bendita tú eres entre todas las mujeres. Tú eres, oh Santísima Virgen María, la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramó en el mundo, por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita. Alcánzanos una fe viva y operante para considerar e imitar las grandes obras que en ti y por ti obró Dios.

SEXTO DÍA (4 DE SEPTIEMBRE)
Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Deploramos grandemente, purísima Virgen y amantísima Madre, que hayamos cometido tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en tu cruz a tu Hijo. Sea el fruto de nuestra oración, que no cesamos de llorarlos hasta poder bendecir eternamente a Jesús, fruto bendito de tu vientre virginal.

SÉPTIMO DÍA (5 DE SEPTIEMBRE)
Santa María, Madre de Dios. Tu mayor título de grandeza, tu mayor dignidad, oh María es haber sido elegida para Madre de Jesucristo, Hijo de Dios. De esta elección divina proceden todas tus gracias y prerrogativas. No olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo, al pie de la cruz, como Madre espiritual nuestra. Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como dignos hijos tuyos.

OCTAVO DÍA (6 DE SEPTIEMBRE)
Ruega por nosotros, pecadores. En ti Virgen María, como en alcázar nos refugiamos. Aunque el vértigo de la vida y los enemigos del alma nos hayan despojado o puedan despojarnos de las preciosas vestiduras de la gracia, alejándonos de ti y de tu amado Hijo, nunca nos cierres las puertas del Sagrado Corazón.

NOVENO DÍA (7 DE SEPTIEMBRE)
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Siempre estamos expuestos a perder la gracia de Dios y condenarnos. Haced, Santísima Virgen María, que por vuestra intercesión nunca perdamos el favor de Dios; que en esta difícil lucha por la vida encontremos en ti la protección maternal que tanto necesitamos y una Abogada en la hora de nuestra muerte.

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