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La profecía del Presidente Bush sobre el nacimiento de un régimen islámico violento

El error estratégico de la administración Obama y de muchos misioneros católicos.
Desde el inicio de la primavera árabe Foros de la Virgen María y Signos de estos Tiempos vieron este hecho como peligroso para el mundo y para el cristianismo, porque se estaban desatando potentes fuerzas oscuras, basado en la infantil ilusión de que pueblos tribales, unidos por una religión no preparada para la modernidad, abrazarían la democracia.

 

george w bush

 

Esta operativa la llevó adelante la administración Obama, que con su liderazgo arrastró a los líderes europeos. Y tampoco faltaron gran cantidad de misioneros católicos y “sacerdotes expertos en el mundo árabe”, que aplaudieron hasta con los pies, la descabellada estrategia de Obama de borrar de un plumazo a los líderes seculares que le habían dado estabilidad a la región durante décadas.

Hoy estamos enfrentando los horrores del Estado Islámico, la “caja de Pandora” que abrió la administración Obama a pesar de las profecías del presidente Bush, su antecesor.

Hace más de una década, los EE.UU. conquistaron Irak; sus fuerzas militares y de inteligencia estuvieron allí durante años con autonomía. En otras palabras, la influencia estadounidense y su autoridad fue más pronunciada en Irak que probablemente en cualquier otro país musulmán del mundo.

Y sin embargo, en este país musulmán, donde los EE.UU. tenían más autoridad, donde derramaron la sangre de Estados Unidos y buena cantidad de dólares, es donde apareció el peor grupo terrorista, el Estado Islámico o ISIL

¿Coincidencia?

¿O está relacionado con los grandes fracasos de la administración de Obama con la «primavera árabe»?

Considere lo siguiente: Obama fue advertido en repetidas ocasiones que la retirada de las tropas estadounidenses de Irak conduciría a algo exactamente igual a lo que está sucediendo con el Estado Islámico.

De hecho, argumentando en contra de la pronta retirada de las tropas, el predecesor de Obama, George W. Bush, dijo las siguientes palabras proféticas:

Nuestros comandantes nos dicen que si comenzamos la retirada para la cual estamos listos, sería peligroso para Irak, para la región y para los Estados Unidos.

Esto significaría entregar el futuro de Irak a Al Qaeda.

Esto significaría que nos estaríamos arriesgando a asesinatos en masa a una escala horrorosa.

Significaría que permitiríamos a los terroristas establecer un refugio seguro en Irak para reemplazar el que perdieron en Afganistán.

Esto significaría que estaríamos aumentando la probabilidad de que las tropas estadounidenses tuvieran que regresar en una fecha posterior para enfrentar un enemigo aún más peligroso.

El punto aquí no es que la idea de transportar la «democracia» a un país islámico fue mal concebida desde el principio, sino más bien demostrar que a Obama se le advirtió a fondo a donde llevaría la retirada de tropas: al Estado Islámico.

Las mismas fuentes militares y de inteligencia de Estados Unidos que permitieron a Bush hacer esa declaración profética también compartieron sus evaluaciones con Obama.

Sin embargo, Obama retiró las tropas de todos modos. En diciembre de 2011, Obama declaró que la guerra de Irak fue un éxito y sacó las tropas estadounidenses. Y, a los ojos de la mayoría de los estadounidenses, las cosas quedaron relativamente tranquilas, hasta que el mundo empezó a oir de cabezas cortadas, de crucifixión de infieles, de asesinatos en masa, y de la irrupción de un Califato «de repente».

¿Fue Irak parte de la euforia de Obama sobre la «primavera árabe»?

Recordemos que la retirada definitiva de las tropas de Irak se produjo a la altura de la primavera árabe, cuando la administración Obama estaba traicionando simultáneamente a aliados clave de Estados Unidos en el mundo islámico, como al presidente de Egipto, Hosni Mubarak.

El mensaje era que los EE.UU. no iba a sostener a los antiguos hombres fuertes «seculares», sino que estaba dispuesto a tomarse de las manos de sus enemigos tradicionales, los Hermanos Musulmanes y otros islamistas.

La narrativa adoptada por el gobierno de Obama fue que el pueblo árabe quería romper los vínculos con el autoritarismo, y el gobierno de Estados Unidos estaba apoyando sus esfuerzos, sobre todo dando la espalda a viejos aliados en nombre de la «democracia».

Esto muestra que el surgimiento del Estado Islámico sunita en Irak está íntimamente conectado a las muchas otras fallas en el manejo de la primavera árabe de la administración Obama.

Allí se liberaron potentes fuentes del mal que tienen a los cristianos como objetivo.

A esta altura nos preguntamos. ¿Cómo analistas católicos con poder y fama no se dieron cuenta de esto y si los hicimos algunos modestamente?  ¿Pesó un mal entendido ecumenismo y la corrección política con los musulmanes para no hablar en voz alta sobre los peligros?

Fuentes: Raymod Ibrahim, Signos de estos Tiempos

 

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Como surgió el apoyo de Juan Pablo II a la coalición internacional luego de los ataques del 11 S

Intervención papal en el combate del terrorismo.
El ex embajador de EE.UU. ante la Santa Sede, Jim Nicholson, recuerda la respuesta del Santo Padre sobre los terribles acontecimientos del atentado contra las Torres Gemelas. Y cuenta como las expresiones vertidas por el Papa, en su reunión personal, sirvieron de espaldarazo a la administración Bush para lanzar la “Coalición de los Dispuestos” para atacar al terrorismo en sus bases de Afganistán.

 

juan pablo ii

 

El Papa Juan Pablo II, estaba poseído por un gran sentido común sobre la dinámica de la globalización y las complejidades de los pueblos y culturas.

Mi primer encuentro personal con el Papa Juan Pablo II fue el 13 de septiembre de 2001. La ocasión fue la presentación formal de mis cartas credenciales como nuevo embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede. Fue planeado para ser una ocasión de fiesta, pero fue un acontecimiento triste, ya que el mundo estaba sufriendo los terribles acontecimientos de tan sólo 48 horas antes.

Lo primero que el Papa me dijo fue lo mucho que lo sentía por mi país, que acababa de ser atacado, y lo triste que le hacía sentir. A continuación hicimos juntos una oración por las víctimas y sus familias.

Luego, el Papa dijo algo muy profundo y muy revelador de su aguda comprensión del terrorismo internacional. Él dijo: «Embajador Nicholson, este fue un ataque, no sólo sobre los Estados Unidos, sino sobre toda la humanidad.» Y, luego agregó: «Tenemos que parar a estas personas que matan en nombre de Dios.»

Las palabras del Papa acerca de los atacantes de los Estados Unidos el 9/11, y nuestra necesidad, de hecho nuestra obligación moral, «de hacer algo» fue muy valiosa para los EE.UU. para el montaje de una «Coalición de los Dispuestos», como el Presidente Bush llamó. Fue captado al instante y la comprensión del Papa ante la situación – la base de Afganistán para el lanzamiento de estos ataques terroristas – que le obligó a prestar su influencia moral como amigo y aliado de los Estados Unidos.

Él sabía exactamente lo que estaba diciendo y el efecto que tendría sobre los demás países que estaban tratando de decidir si querían o no unirse a nosotros como socios militares en Afganistán contra Al Qaeda y sus colaboradores. El Papa no hizo una pausa, dudó o se equivocó cuando se comunicaba a través de mí a nuestro presidente y a los líderes de países con ideas afines para empujar contra los terroristas sin Estado quienes trataban de alinearse bajo la protección de la soberanía de Afganistán.

El Papa Juan Pablo II se crió bajo los regímenes represivos de los nazis y los comunistas. Sabía muy bien los efectos sobre la libertad y la dignidad que su agenda ideológica y recursos militares podrían causar a personas inocentes.

El Papa había jugado un papel clave en lo que George Weigel llama la «revolución de la conciencia» en Polonia. Jugó un papel decisivo en la desaparición de la Unión Soviética y del comunismo europeo, y practicaba también de uso de la discreta fuerza moral para influir en los organismos internacionales.

Era, ante todo, un hombre de paz, el Papa Juan Pablo II también entendió la doctrina de la guerra justa de la Iglesia y la responsabilidad de los líderes para proteger a los inocentes ante las fuerzas del mal. Él respetó al presidente Bush y su «juicio prudente» para decidir lo que era legítimo para proteger el bien común.

En 2004, el presidente Bush, con gratitud y respeto por su solidaridad con los valores estadounidenses, concedió al Papa la Medalla de la Libertad, que es el premio más importante que los Estados Unidos otorga a un civil.

Fuentes: Catholic Agency, SdeT

 

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