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Cómo el régimen de Nicaragua ataca el Plan para el que Dios eligió a Santa Teresa de Calcuta.

Los políticos ateos no comprenden que Dios está actuando en el mundo, que tiene sus planes, y que desarrolla a través de misioneros que Él elige.

Estos políticos piensan que todo es cosa de seres humanos.

Y se enfrentan a veces a planes que están directamente patrocinados por el Cielo, sin darse cuenta el calibre del enemigo. 

Este es el caso de las Misioneras de la Caridad, que fueron expulsadas recientemente de Nicaragua, acusadas espuriamente de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.

Cuando en realidad lo que han estado haciendo en el mundo, desde su fundación, es cuidar a los más pobres de los pobres, a los que nadie se ocupa de ellos.

Aquí contaremos sobre cómo la tarea de las Misioneras de la Caridad surgió directamente del cielo y no fue una idea que se le ocurrió a la Madre Teresa de Calcuta.

El 6 de julio del 2022 el gobierno del presidente Daniel Ortega, expulsó a las 18 Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta de Nicaragua que misionaban en el país y cerró sus locales.

Ortega había ganado su quinto mandato como presidente en agosto anterior, en lo que se ha llamado ampliamente una elección «falsa».

Junto con las Misioneras de la Caridad fueron expulsadas otras 100 Ong’s acusadas de violar la ley sobre lavado de dinero, financiamiento del terrorismo y financiamiento de armas de destrucción masiva.

Y además se añadió en el caso de estas religiosas, la acusación de que realizaban actividades que no habían sido autorizadas por los Ministerios de Familia, Educación y Sanidad.

Las Misioneras de la Caridad se dedicaban a atender a los más pobres, a través de un asilo de ancianos, una guardería para los hijos de madres sin recursos y un hogar para jóvenes abandonados o víctimas de abusos.

Habían estado trabajando allí con los pobres desde 1988, cuando la Madre Teresa visitó el país durante el primer mandato presidencial de Daniel Ortega. 

Previamente en marzo de 2022, Nicaragua también había expulsado al embajador del Vaticano, una medida que la Santa Sede calificó de incomprensible.

Se trata de una escalada contra la Iglesia, que recibe acusaciones de Ortega de ser golpista y de que los sacerdotes son diablos con sotana.

Un estudio del Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción con el título «Nicaragua: ¿Iglesia perseguida? (2018-2022)», documenta 190 ataques y profanaciones contra la Iglesia desde 2018.

Cifras que estarían por debajo del número real de ataques, porque muchos sacerdotes, cansados de los robos y profanaciones, han optado por hacer silencio, porque no creen en el Sistema Judicial, según el informe.

La raíz de la hostilidad se debe al apoyo de la Iglesia Católica a estudiantes durante las manifestaciones pacíficas de los nicaragüenses contra la corrupción y el nepotismo de abril del 2018.  

Los templos de la Iglesia abrieron sus puertas proporcionando espacios de diálogo y promoviendo jornadas de oración, pero también atendiendo a los heridos y consolando a los familiares de ciudadanos desaparecidos.

Pero esta medida de expulsión de las Misioneras de la Caridad es mucho más que un ataque a la Iglesia.

Es un ataque directo al Plan de Dios, porque la misión de las Misioneras de la Caridad vino directamente de mensajes sobrenaturales.

La misión de Teresa de Calcuta de trabajar con los pobres no fue una idea suya.

Ella recibió visitas de Jesús y María que le insistieron, y hasta la presionaron, para que dejara la comodidad del convento.

Y que se dedicara a llevar a Jesús a los pobres, los moribundos, los enfermos, los niños de la calle.

A los 12 años la pequeña Agnes había sentido el deseo de ser misionera, a los 18, el llamado a la vocación religiosa se hizo irresistible, partió para Irlanda a hacer el noviciado, que luego culminó en Bengala, India, seducida por esa tierra de misión.  

Y el 10 de septiembre de 1946, durante el viaje en tren que la llevaba al convento de Darjeeling, para hacer ejercicios espirituales, advirtió una llamada mientras rezaba en silencio.

El mensaje era muy claro según lo relató ella,

«Tengo que dejar el convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos.

Oigo la llamada de abandonarlo todo y seguir a Cristo, servirle entre los más pobres de los pobres, es Su voluntad y debo cumplirla».

El llamado no admitía dudas debía entregarse totalmente a Cristo, ella había visto en su rostro las caras de los desheredados de la tierra, pero se resistía.

Porque dentro de su congregación no se le permitía ejercer las tareas de asistencia a los más desprotegidos, cuyas quejas escuchaba afuera de los muros del convento.

De aceptar, se vería enfrentada a la decisión de pedir la dispensa para salir de la congregación.

Sería muy doloroso irse, dejando a sus alumnas y a sus compañeras religiosas.

Y en 1947 se le mostraron tres visiones sobrenaturales a la Madre Teresa.

En la primera visión vio la situación de los pobres, su dolor y su pobreza interior escondida bajo su pobreza material.

En la segunda visión vio a Nuestra Señora en medio de esos pobres, arrodillada, y le oyó decir que los cuide, que son de Ella y que los lleve a Jesús.

Además que les enseñe a recitar el Rosario, y que Jesús y Ella estarían con ella y sus hijas en su trabajo.

Y en la tercera visión vio a esa multitud de pobres cubierta por una oscuridad y a Jesús en la cruz junto a Su madre que pasaban desapercibidos.

Y oyó la Voz de Jesús que le decía,

«Te he preguntado… y Ella, Mi Madre, te lo ha pedido.

¿Te negarías a hacer esto por Mí… cuidar de ellos, para traerlos a Mí?»

Le dijo además,

«Quiero que las Hermanas Misioneras de la Caridad, sean mi fuego de amor entre los muy pobres, los enfermos, los moribundos, los niños de la calle.

Quiero que me traigas a los pobres.

Las hermanas ofrecerán sus vidas como víctimas de mi amor y me traerán estas almas.

Tú eres, lo sé, una persona incapaz, débil y pecaminosa, pero solo porque eres eso, quiero usarte para mi gloria.

¿Me rechazarás?».

Este mensaje le llegó en varias oportunidades mientras estaba de rodillas para recibir la comunión.

Y repetidamente ella le dijo que fuera a buscar a otra persona, porque a ella la asustaban las dificultades.

Y le prometió que sería una buena monja si la dejaba quedarse en el convento.

Pero Jesús siguió insistiendo «¿te negarás a hacer esto por Mí?».

En otra oportunidad Jesús le dijo que le dolía profundamente ver a tantos niños pobres perdidos por el pecado y atacados por satanás.

«Sácalos de las manos del malvado, le dijo,

Hay conventos con buen número de monjas que cuidan a las personas ricas y capaces.

Pero para los muy pobres no hay absolutamente nada. Esto anhelo para ellos, los amo. ¿Me rechazarás?».

Después de tanta insistencia ella le comunicó al arzobispo Perier estos mensajes y él se dedicó a discernir si esto era una inspiración genuina.

Pero mientras tanto le escribía cartas cada vez más urgentes sobre lo que le pedía Jesús, porque Jesús se volvía más insistente.

Le decía al arzobispo,

«Estos deseos de saciar el anhelo de Nuestro Señor por las almas, por los pobres, por las puras víctimas de su amor, continúan aumentando con cada Misa y Sagrada Comunión».

Finalmente después de tanta insistencia de Jesús, ella le dijo que estaba lista para ir a cualquier lado y en cualquier momento.

Y un mes después el arzobispo Perier cedió a su petición y en agosto de 1948 el Papa Pío XII le permitió que dejara a las Hermanas de Loreto, comprometiéndose a mantener la pobreza, la castidad y la obediencia.

Esto sucedió una semana después de su cumpleaños 38 y salió por los barrios bajos de Calcuta.

La pequeña y menuda Teresa cambió el hábito de las hermanas de Loreto por el Sari blanco de las mujeres pobres de la India.

Pero con ribetes azules que simbolizaban su deseo de imitar a la Virgen María.

Y llevando un crucifijo en el hombro que recordaba permanentemente su exclusivo amor a Cristo.

Ella diría que «el sari permite a nuestras hermanas sentirse pobres entre los pobres».

Tenía sólo 5 rupias en su bolsillo.

Hizo un curso de medicina básica y encontró un lugar para vivir en el convento de las Hermanitas de los Pobres.

Allí comenzó a alfabetizar a los niños pobres bajo un árbol, y a visitar sus casas llevándoles comida y conversando con ellos.

Rápidamente estos alumnos se unieron a ella en la misa, rezando el rosario y empezaron a cuidar a los ancianos, los enfermos, hambrientos y moribundos.

Y se le unieron unas cuantas jóvenes que también querían luchar contra tanta pobreza existente en cada esquina de la mísera Calcuta.

Dos años después, en 1950, la Iglesia reconoció oficialmente la orden de las Misioneras de la Caridad.

Era una congregación especial que se dedicaría a servir a los más necesitados.

Y que añadiría a los clásicos votos de pobreza, castidad y obediencia, el de entregar su vida exclusivamente a los más pobres.

Teresa de Calcuta recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979 y fue canonizada en 2016.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre cómo la expulsión de las Misioneras de la Caridad de Nicaragua, por problemas políticos, significa no solamente un enfrentamiento con la Iglesia Católica, sino ir directamente contra el plan que Dios dio a las Misioneras de la Caridad.

Y me gustaría preguntarte si tienes el convencimiento de que la obra de las Misioneras de la Caridad viene de Dios o no lo tienes.

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