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Estudios con metodologías ‘manejadas’.
Un Estudio Australiano de Salud Infantil de Familias del mismo sexo ha estado recibiendo una cobertura abundante de prensa positiva. Pero tiene una seria debilidad metodológica: estudia sólo las vidas y experiencias de la élite LGBT y de los interesados políticamente en sus reivindicaciones.

 

pareja homosexual que inscribio a su hijo en argentina

 

Esto es lo que demuestra que la decisión de dar credibilidad y difusión a un estudio tiene motivaciones políticas y no de validez científica.

Los autores del nuevo estudio publicado declaran que

«el estudio tiene como objetivo describir el bienestar físico, mental y social de los niños australianos con padres del mismo sexo, y el impacto que el estigma tiene sobre ellos».

Llegan a la conclusión de que

«los niños con padres del mismo sexo puntúan más alto que muestras de población en una serie de medidas de salud infantil, informados por los padres».

El estudio ha generado titulares como éste en el Washington Post: «Los hijos de parejas del mismo sexo son más feliz y más saludables que sus pares, según muestra una investigación«.

CRÍTICAS METODOLÓGICAS DEVASTADORAS SOBRE EL ESTUDIO

Mark Regnerus, autor de un importante estudio que reveló que los niños criados por parejas homosexuales enfrentan mayores dificultades en su vida adulta, advirtió que la investigación australiana

«solo estudia las vidas y experiencias de la élite LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales)».

Regnerus criticó que la muestra no fue aleatoria.

«Ellos saben que una muestra aleatoria es mejor, pero citan ‘limitaciones de costos’ y ‘limitaciones de dificultades de investigación’ para justificar su decisión de usar una muestra conveniente», dijo.

Regnerus también criticó la metodología del estudio, en el que se reconoce que

«la muestra conveniente fue reclutada usando técnicas de reclutamiento tradicionales y online, accediendo a padres atraídos por el mismo sexo a través de medios informativos, eventos comunitarios y grupos comunitarios. Trescientos nueve padres elegibles contactaron a los investigadores».

Y en base a ello advirtió que

«esta no es la forma de construir un hogar homosexual promedio con niños. Comparar los resultados de una muestra tan inusual con la de una muestra basada en la población es simplemente ciencia sospechosa. Y puedo estar diciéndolo muy suavemente».

Porque el resultado es que,

«esta muestra no aleatoria refleja a aquellos que buscaron activamente participar en el estudio, con motivaciones personales y políticas incluidas».

Los encuestados sabían de la importancia política del estudio,

«padres informando sobre la vida de sus hijos, están al tanto de la importancia política del tema de estudio, y un número desconocido de ellos ciertamente se inscribieron por esa misma razón».

«Como resultado, es poco sensato confiar en sus auto-informes, dado el alto riesgo de ‘sesgo de conveniencia social’, o la tendencia a retratarse a uno mismo (o en este caso, al hijo de uno) como mejor de lo que ellos realmente son».

Regnerus criticó además que el estudio australiano «incluye muchos niños nacidos en formas comparativamente nuevas» como son la tecnología de reproducción asistida y los vientres de alquiler, que no suman en el caso de Estados Unidos ni el 1 por ciento de los niños nacidos al año.

Otro punto sobre el que advierte es la exclusión de los que no son ricos,

«Este estudio, como en muchos del movimiento a favor del matrimonio homosexual, son dirigidos hacia las vidas y experiencias de la élite LGBT. Aquellos con medios más modestos están desaparecidos en acción».

¿QUE ES LO QUE CIENTÍFICAMENTE SE SABE SOBRE NIÑOS CON PADRES DEL MISMO SEXO?

Lo que sabemos con confianza, indicó Regenerus, es que

«la paternidad homosexual es rara. Menos del 2 por ciento de los estadounidenses encajan en esa descripción. Entre los hogares homosexuales que quieren niños, la población más apta para la reproducción asistida –mujeres educadas, blancas– es actualmente el grupo demográfico menos interesado en tener niños».

Otra cosa conocida con certeza por los científicos sociales, dijo, es que

«a los niños van mejor en un ambiente de estabilidad en el hogar».

Y recordando su estudio sobre «nuevas estructuras familiares», Regnerus apuntó que

«la estabilidad estaba largamente ausente cuando un niño ya adulto reportaba una relación de padres homosexuales».

«Por lo tanto, sus experiencias de vida (de los niños criados por padres homosexuales) eran, en promedio, notablemente más inestables que aquellas de sus pares con padres y madres casados. Algunos críticos sintieron que esta era una comparación ‘injusta’. Pero si la realidad social es injusta, no hay mucho que cualquier sociólogo pueda hacer al respecto».

«Por otro lado, la naturaleza «planificada» de las nuevas formas de crianza de los hijos de parejas del mismo sexo sin duda reflejan más deliberación (y más dinero) que la mayoría de los embarazos no deseados… En los estudios de paternidad, la riqueza y la planificación son recursos beneficiosos, mientras que el parentesco disminuido es un riesgo».

Y agrega que este tipo de padres del mismo sexo son los que toman en cuenta los jueces en EE.UU. Y no la gran mayoría de los padres del mismo sexo

el bien niño ajustado, generado por una madre lesbiana de 30 y pico de años y su pareja, de clase media-alta, es lo que los académicos, jueces, y los medios de comunicación demandan como categoría comparación hoy. Y es estudio que comenté antes ciertamente produjo eso”.

Fuentes: The Public Discourse, Signos de estos Tiempos

 

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