El 8 y el 17 de abril 1356 apareció la Virgen a Marina Cassone, una campesina quinceañera.

Durante la noche entre el 7 y 8 de abril se había producido una fuerte helada que devastó el campo.

A la mañana la chica corrió al campo del padre para ver los daños causados.

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Observó la destrucción de los cultivos, y se puso a llorar.
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En ese momento apareció una señora con un niño de la mano.
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Que la alienta, diciendo que después de nueve días vuelva al mismo lugar que le dirá lo que quiere de ella.

A Alrededor de tres kilómetros de la ciudad de Urgnano, situada en el lado derecho del río Serio, se encuentra la aldea de Basella.

Está en la Provincia de Bergamo, en la Lombardía, a 11 kms de la ciudad de Bergamo y a 45 kms de Milan.

Allí se halla el santuario que conmemora la aparición de la Virgen en el lejano 1356.

Se la conoce como la Virgen de la Basella y como Nuestra Señora de la Helada.

A pesar de la aparición, la Madonna ya estaba en casa en ese lugar, según los descubrimientos arqueológicos realizados.

De las excavaciones, salen a la luz los restos de los cimientos de una iglesia y un altar que dan testimonio de la presencia allí de una comunidad cristiana dedicada a la Virgen.

Al parecer se trataba de un pequeño pueblo de campesinos diezmado como consecuencia de una inundación que le obligó a emigrar a otros lugares.

 

LAS APARICIONES

Durante la noche entre el 7 y 8 de abril de 1356, una terrible helada afecta a la mayoría de Bérgamo y la gente prevé una sombría perspectiva de hambruna.

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A la salida del sol de la mañana triste, una niña de 15 años, Marina Casone va, con un triste presentimiento en su corazón, para ver los daños causados por las heladas en el campito que era el único recurso para la familia.

Los cultivos ya en yema, estaban quemados.

Un lamentable espectáculo, y la muchacha rompe a llorar e instintivamente llama a María: «Virgen Santa».

La Señora aparece entonces con un niño de la mano y le pregunta suavemente:
«Marina, ¿por qué lloras?».

«Pero vea usted, señora, los daños de las heladas? Los pobres morirán de hambre!» Respondió con prontitud a la niña.

La Señora la conforta, «¡Oh, no! La cosecha no será dañada, y será más abundante que en otros años.»

Marina insiste incrédula «Pero, ¿quién eres?».

Y la señora concluye: «Ven a este lugar en nueve días y te revelaré todo.»

Nueve días más tarde, el 17 de abril, Marina puntualmente concurre por la mañana. La Señora llega a la cita y dice:

«Has hecho bien Marina en mantener la promesa.

Yo soy la Madre de Dios, y he aparecido aquí para consolarte a ti y a tus paisanos. En este lugar ya había una iglesia consagrada a mí.

Di a tus compañeros que está aquí que excaven y encuentren las ruinas.»

La muchacha tímidamente dice: «Virgen mía, nadie me creerá.»

La Santísima Virgen entonces recoge tres piedras y las coloca en el suelo y dice:

«Bajo estas piedras se encuentra un altar dedicado a mí.

Tu dirás que apenas se consagre la Iglesia, un joven sacerdote celebre misa, y que cada quince días renueven aquí el santo sacrificio por las almas de los muertos enterrados aquí».

Le solicita hacer un voto de perpetua virginidad.
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Y que como signo de devoción a esta iglesia, le pide que confeccione un vestido rojo y celeste y lo traiga todos los domingos para venir a la iglesia.
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Además que elija nueve vírgenes con las cuales estar en la iglesia de Urgnano el próximo Domingo de Ramos y hasta el momento de la Resurrección de Cristo.
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Entonces irá todos los domingos con estas niñas a la iglesia e irán a visitar todas las iglesias en el territorio de Urgnano.

 

EL SANTUARIO

La noticia vuela rápidamente de boca en boca.

La gente sencilla cree las palabras de Marina, pero algunos consejeros y cónsules de la Comuna tienen desprecio de la historia.

Algunas personas, comienzan a excavar por debajo de las tres piedras que la hermosa dama ha puesto como punto de referencia.

Delante de sus ojos, salen a la luz el altar y las ruinas de una antigua iglesia que estuvo enterrada durante siglos.

Examinando cuidadosamente los hechos, el Obispo de Bérgamo, Lanfranco de Silvestri, el 1º de mayo de ese año 1356 coloca a la primera piedra del nuevo santuario dedicado a la Virgen, ante una gran multitud.

El entusiasmo es tal que en sólo cinco meses la construcción se ha completado.

El santuario se convirtió en el destino de peregrinaciones continuas.

En solemne procesión llegan fieles en decena de miles de todos lados caminando descalzos, en silencio a lo largo de la ruta, como una señal de penitencia.

Es la Virgen que se revela para todos como la Madre del consuelo.

En el lugar donde los pies de la Virgen se posaron, ponen una estatua de mármol de Carrara que representa a la Virgen con el niño Jesús de la mano, y Marina de rodillas en frente.

Y escrito en letras grandes las palabras que recuerdan la aparición: «Yo soy la Madre de Dios que apareció aquí para tu consuelo».

En el próximo siglo el condottiero Bartolomeo Colleoni hizo ampliar el santuario y la construcción de un convento confiado a los frailes dominicos para celebrar los ritos sagrados y ayudar espiritualmente a los peregrinos.

Todo continuó hasta 1784, cuando el monasterio fue suprimido por la República de Venecia.

Cien años después la iglesia fue restaurada, y en 1920 el monasterio fue confiado a los Padres Pasionistas. En 1921 se hizo la ceremonia de coronación de la estatua del santuario.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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