La Virgen llega a la isla de El Hierro en 1546.
A consecuencia de un misterioso viento (algunos dicen falta de vientos) que no permitía a una embarcación salir de la bahía por muchos días.
Ya sin provisiones los tripulantes canjearon la imagen de la Virgen por alimentos, y no bien ésta bajo del barco soplaron los buenos vientos.
La tradicional bajada cuatrienal de la ermita se instituyó en honor a la intercesión de Nuestra Señora ante una gran sequía en 1740…
El Hierro es la más occidental y meridional de las Islas Canarias (España).
Pertenece a la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
Su capital es Valverde, municipio donde se sitúan el Puerto de la Estaca y el aeropuerto insular.
Además de Valverde, El Hierro cuenta con otros dos municipios: Frontera y El Pinar.
El Hierro fue conquistado por Juan de Bethencour, quien la anexionó a la Corona de Castilla.
Hasta finales del siglo XVII, en la Isla no existía casi la agricultura; la mayoría del pueblo se dedicaba a la ganadería.
LA LLEGADA DE LA VIRGEN DE LOS REYES
La historia comienza un día de invierno de 1546, en La Dehesa, donde se encontraban unos pastores apacentando a su ganado, cuando la proximidad de un barco llamó su atención.
El velero traspuso la punta de Orchilla. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que girase y volviera sobre su propia estela a penetrar nuevamente en el Mar de las Calmas.
Los pastores, extrañados, observaron como los tripulantes maniobraban con las velas hasta que lograron enfilar nuevamente la proa del barco rumbo a occidente y rebasaron otra vez la punta de Orchilla.
Al poco de haberlo hecho, la nave tuerce el rumbo y regresa a la bahía por segunda vez.
Este comportamiento tan raro se repitió una y otra vez, hasta que los aborígenes decidieron avisar al alcalde Bartolomé Morales, el cual bajó al día siguiente, con un grupo de hombres armados, para ver qué sucedía.
Mientras, la nave continuaba intentando abandonar el Mar de las Calmas sin conseguirlo, porque cada vez que lo intentaba el viento cambiaba de dirección y le devolvía a pocos metros de tierra firme.
Los marineros estaban igual de confusos que los pastores.
Así, cuando vieron a un grupo de isleños que se acercaban a la orilla, echaron una barca y fueron a su encuentro, informándoles de lo que sucedía.
Tras un rato de charla, volvió cada uno a su tarea: los pastores a sus cabras y los marineros a luchar contra aquel viento circular.
De este modo, pasaron los días, las semanas… y la nave continuaba su extraordinaria navegación en redondo.
El agua y los alimentos de a bordo se acabaron y el capitán del barco llamó a Bartolomé Morales para que le vendiese comida.
El capitán le comentó que no tenía dinero para pagarle, pero que a cambio podría darle una imagen de la Virgen María que tenía en el barco.
Alcalde y capitán se pusieron rápidamente de acuerdo.
El trato se cerró el día 6 de enero de 1546.
Entonces comenzó a soplar una brisa que impulsó a la nave hacia el oeste, al tiempo que los herreños depositaron la imagen en una de las cuevas del Caracol, que desde entonces se la conoce como Cueva de la Virgen.
Los vientos no cambiaron esta vez y el barco fue empequeñeciéndose en el horizonte hasta desaparecer.
En aquella cueva recibe la imagen el cariñoso homenaje de los pastores, quienes en memoria del día que la obtuvieron decidieron darle el nombre de Virgen de los Reyes.
El historiador D. Bartolomé García del Castillo narra de esta forma el canje de la imagen por agua y comida:
Los pastores ante aquella oferta, adornada con pretendidos milagros relatados por el capitán, después de tratar con aquel el precio de la venta de dicha Imagen, entregándole a cambio agua, carne, queso y lana, y tras ocho días de esa densa calma que casi siempre sigue a las tormentas y que allí retuvo al bajel, alejóse el barco.
En poder de los pastores deja a ellos la Sagrada Imagen.
Describir el alborozo de aquellos humildes campesinos es imposible.
Llenos de júbilo condúcenla al «Caracol» y en una cueva que, entre otras, había allí, y que desde entonces es conocida por «Cueva de la Virgen», la depositan provisionalmente.
En aquella cueva recibe la Excelsa Señora el cariñoso homenaje de los pastores, quienes en memoria del día que la obtuvieron la llaman Virgen de los Reyes.
No pasó mucho tiempo desde su llegada, para que la Virgen de los Reyes fuera venerada por todos y aclamada como su protectora y patrona de La Dehesa y de sus ganados.
Acuerdan celebrarle una fiesta anual el 25 de abril, fiesta que desde entonces se conoce como la Fiesta de los Pastores.
Los pastores nombraron un mayordomo al que cada año entregaban el primer cordero que les nacía y el primer queso que fabricaban.
Lo que hace que, día a día, crezca el patrimonio de la Virgen, por lo que deciden construir una ermita que albergará a la imagen y a los pastores, que pasan en su interior las noches de frío rezando y pidiendo protección para ellos y sus familias.
La primera misa se celebró el 25 de abril de 1577. Desde ese momento, cada año, desde casi todos los caseríos de la Isla acudían en romería para venerar la imagen.
Algo que llama la atención de esta Virgen son, a parte de su tamaño (es muy pequeñita), sus grandes ojos abiertos y luminosos, parece que nos mira.
LA BAJADA DE LA VIRGEN
Los orígenes de esta fiesta cuatrienal se remonta a la prolongada sequía que se produjo en 1740, que provocó la pérdida de las cosechas y que los animales murieran de hambre y sed.
Los pastores decidieron conducir a la imagen hasta Valverde para dedicarle una novena.
Muy pronto llovió y, como símbolo de agradecimiento, se firmó el voto de llevar en peregrinación a la Virgen desde su santuario, en La Dehesa, hasta Valverde cada cuatro años.
La primera Bajada tuvo lugar en 1745.
Durante 28 km. la Virgen de Los Reyes es trasladada desde la Ermita de Los Reyes hasta la Villa de Valverde entre bailarines y manteles en el suelo. Todo es de todos.
En esta fiesta de extraordinario sabor folclórico desempeñan un papel fundamental los bailarines, que se van incorporando a la procesión a medida que la Virgen pasa por los pueblos del obligado y tradicional itinerario.
Se mezclan los ritmos de tambores, pitos y chácaras con lágrimas y rezos, esta Virgen es muy especial para los herreños.
El camino de la Virgen se divide en rayas. Al llegar a cada territorio, el pueblo al que pertenece tiene el honor de transportar el camarín de la Virgen hasta la siguiente raya, tardando lo más posible en llegar hasta allí.
Una vez en Valverde se sucederán diferentes actos, culminando con la subida. La Virgen de Los Reyes desandará lo andado para volver a su Ermita de La Dehesa.
José Padrón Machín, en su libro “El Hierro, séptima isla” relata el origen de la bajada.
Hacia el año 1740 asolaba la Isla una pertinaz sequía. Se perdieron las cosechas y los animales morían de hambre y sed por falta de pastos y de agua en las fuentes.
Para invocar el auxilio de la Virgen, los pastores pensaron en llevarla a la iglesia matriz de Valverde con el fin de hacerle un novenario.
Ellos mismos la conducirían a hombros en el largo camino, pero las autoridades les denegaron el permiso.
Ante tal negativa, varios pastores salen de incógnito y conducen la sagrada imagen hasta la Villa, atravesando la cumbre por ocultos senderos.
La dejan en una cueva que está a la entrada del pueblo y acuden al párroco para decirle que en dicho lugar hay una prenda que debe recoger. Intrigado el sacerdote, fue al punto indicado por los pastores y se encontró con la imagen de la Virgen de los Reyes.
Ante el inaudito hecho consumado, se decide bajarla en procesión hasta la iglesia parroquial.
En aquel instante empezaron a verse los primeros nubarrones y, al poco tiempo, empezó a llover de forma torrencial. Los herreños vieron en este hecho un favor más de su divina Madre.
Pocos días después, concretamente el 29 de Enero de 1741, tendría lugar el «VOTO DE LA VIRGEN» que daría lugar a las «BAJADAS», siendo la primera a virtud de tal VOTO, la de 1745.
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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