Es la Patrona de Uruguay.
Y un símbolo qué solidifica los orígenes culturales, raciales e históricos del Uruguay.
Su Santuario integra el Patrimonio Nacional.
Declarada Patrona de la República Oriental del Uruguay por el Papa Juan XXIII.
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Fue coronada solemnemente en la Piedra Alta (departamento de Florida) en 1961.
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El Papa Juan Pablo II la honró en Tres Cruces (Montevideo) y peregrinó hasta ella en Florida.
Fundadora de la Villa de San Fernando de la Florida (en el departamento de Florida) en 1825.
Fue protagonista de la gesta libertadora de los Treinta y Tres Orientales con la bandera tricolor, del gobierno provisorio y de la asamblea que declara la independencia.
Su Santuario–Catedral, que se levanta ante la Plaza de la Asamblea, está enriquecido con delicadas pinturas que representan el nacimiento de Jesús, Pentecostés y la Asunción y Coronación de María.
Se destacan sus puertas de bronce, obra del escultor Belloni.
UN POCO DE HISTORIA URUGUAYA
Corría el año de 1810 cuando el pueblo de Uruguay, al mando del general José Artigas, se unió con los patriotas de Buenos Aires para liberar a su pueblo del coloniaje español del que eran víctimas.
Su gesta liberadora tuvo éxito y lograron que los ibéricos se retiraran cuatro años más tarde.
Aunque el General Artigas, lastimosamente, luego de una afrenta particular, tuvo que refugiarse en Paraguay.
Sin embargo, sus ideas de independencia permanecieron intactas en los emancipadores.
Pero, los brasileños, al percibir que el territorio llamado “Banda Oriental del Uruguay” estaba debilitado tras aquella lucha, decidieron invadirlo bajo el pretexto de restablecer el orden.
La conquista portuguesa se completó en 1821, cuando la Banda Oriental fue anexada por Brasil.
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Allí fue que hicieron historia los célebres Treinta y Tres Orientales que reestablecieron la independecia partiendo desde Argentina.
Nótese el número 33 que es tanto un símbolo clave de la masonería y del cristianismo, por el edad en que murió Jesús.
HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN
El origen de esta advocación de la Virgen de los Treinta y Tres está ligado a la gesta libertadora de los próceres Uruguayos.
La devoción no tuvo en su origen ningún acontecimiento extraordinario, ninguna señal va más allá del orden natural de las cosas.
En el antiguo pueblo de Pintado, a unos veinte kilómetros al oeste de la ciudad de Florida, en el centro sur de la República Oriental del Uruguay, se erigió a fines del siglo XVIII una capilla que recibió el nombre de Capilla del Pintado.
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En ella se rendía culto a una Virgencita (del Luján o Inmaculada), que según los informes, había sido enviada por los jesuitas desde Paraguay a mediados del mismo siglo.
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Hacia el 1779 la imagen permaneció en la capilla que los padres jesuitas atendían en el pueblo del Pintado.
Cuando a principios del siguiente siglo, el vecindario del Pintado logró la construcción de una parroquia, los principales pobladores, se consagraron a su Patrona la Inmaculada.
Su primer párroco, el presbítero Santiago Figueredo, en vista de la pobreza y aridez de aquellos terrenos resolvió trasladar la parroquia a otro lugar más cómodo y propicio para el culto de la Virgen.
Acudió al Cabildo de Montevideo y una vez obtenido el permiso, los vecinos del Pintado se trasladaron a la que hoy es la ciudad de Florida.
En este lugar se construyó otra capilla y se colocó a la Virgen.
El 19 de abril de 1825, treinta y tres orientales, patriotas del Uruguay, cruzaron el Río Uruguay y desembarcaron en las playas de la Agraciada para dar comienzo a las guerras de independencia.
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Al llegar a Florida se dirigieron al pequeño templo y a los pies de la Virgen colocaron el futuro de la nueva nación.
El 25 de agosto de ese año se proclamó la Independencia Nacional.
Así se reúnen en Florida donde realizan la Asamblea de la Independencia Nacional.
En la Piedra Alta, convertida en Altar de la Patria, proclaman el 25 de agosto la Declaratoria de la Independencia Nacional.
Fue entonces que llevaron ante la pequeña imagen de la Virgen María, que se veneraba en la capilla del pueblo, sus ansias de libertad.
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Y los constituyentes, después de firmar el acta de la soberanía, volvieron ante la sagrada imagen para colocar la patria naciente bajo su amparo y protección.
Desde entonces el pueblo llamó a esta imagen la “Virgen de los Treinta y Tres”.
LA IMAGEN
Su talla data del siglo XVIII y fue confiada a Antonio Díaz, indio de Santo Domingo de Soriano.
La pequeña imagen de la Virgen de los Treinta y Tres es una talla en madera procedente de los talleres de las misiones que los Jesuitas tenían en el Paraguay a mediados del siglo XVIII.
La imagen fue confeccionada en alguna de las fábricas guaraníes que florecían en estas famosas misiones.
La Virgen de los Treinta y Tres mide 36 cm. de alto.
Es una talla barroca de la Asunción de la Virgen, cuyas vestiduras parece que se mueven al viento por la abundancia de sus pliegues.
La «Libertadora del Uruguay» porta desde 1857 una corona de oro y piedras preciosas, regalo del segundo jefe de los Treinta y Tres, que luego fuera presidente de la República.
Lo desproporcionado del tamaño de esta corona (una extraordinaria obra de orfebrería) ha venido a ser la nota distintiva de esta advocación mariana.
La imagen fue coronada canónicamente en 1961, por concesión de Su Santidad Juan XXIII; quien al año siguiente la proclamó oficialmente «Patrona del Uruguay».
La solemnidad de la Virgen de los Treinta y Tres se celebra el 8 de noviembre con una peregrinación a su santuario desde todos los lugares de la nación.
LOS RECONOCIMIENTOS
La corona de oro fue regalada por el general Manuel Oribe, segundo jefe de los Treinta y Tres, como dijimos.
En 1857, el general don Manuel Oribe, regaló a la Virgen de Florida una corona de oro, en acción de gracias por haberse salvado él y su familia en un naufragio.
Él decía que a la Virgen de los Treinta y Tres debía esta gracia y que siempre se encomendaba a ella.
El Gral. Oribe vivía en la Unión (Montevideo), y pidió a Don Felipe Irurreta de Florida, de quien era amigo, la medida de la cabecita de la Virgencita de los Treinta y Tres. La corona fue entregada más tarde al Cura Vicario Pbro. Majesté.
La placa colocada por Mons. Mariano Soler. En 1894 Mons. Soler, primer Arzobispo de Montevideo, ordenó colocar ante el nicho que guardaba la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres en la Catedral de Florida, una placa de mármol que dice textualmente refiriéndose a la imagen de la Virgencita:
«Ante ella los Treinta y Tres inclinaron su bandera e invocáronla también los convencionales de la independencia».
La Coronación. Mons. Humberto Tonna solicitó al Papa el privilegio de la coronación para la imagen de la Virgencita de los Treinta y Tres.
El Papa Juan XXIII concedió esa gracia el 8 de marzo de 1961.
Motivo por el cual la celebración de noviembre de ese año tuvo un carácter único: en solemne Misa, con la presencia del Nuncio Apostólico y de todos los Obispos del Uruguay, de autoridades de gobierno y peregrinos de todos los puntos del país, se realizó la coronación de la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres.
Al año siguiente, el 21 de noviembre de 1962 el Papa nombró a la Virgen María bajo esta advocación como «PATRONA DEL URUGUAY». Así la fiesta de la Virgen ha adquirido un carácter nacional.
Monumento histórico. El Poder Ejecutivo del Uruguay al conmemorarse el 25 de agosto de 1975 el sesquicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional declaró Monumento Histórico a la Santa Iglesia Catedral y a la Imagen de la Virgen de los Treinta y Tres.
Las visitas del Papa Juan Pablo II. La Virgen de los Treinta y Tres presidió la Celebración de la Eucaristía, oficiada por Juan Pablo II en Tres Cruces (Montevideo) con ocasión de la primera visita del Papa al Uruguay en Abril de 1987.
Presidió también la Celebración en Florida en la que el Papa ordenó Sacerdotes a 13 Diáconos, el 8 de mayo de 1988.
En todos los discursos y homilías realizados con ocasión de sus dos visitas, el Papa hizo alusión a la Virgen de los Treinta y Tres.
El Papa Juan Pablo II, en su ángelus del 28 de junio de 1992, nos compartió su experiencia de ese lugar:
«Recuerdo con emoción mi visita a Nuestra Señora de los Treinta y Tres, el 8 de mayo de 1988, durante el viaje apostólico a aquella querida Nación.
Contemplando la santa imagen rece por América Latina, pues -como había subrayado aquel mismo día, al recitar el Regina Coeli- la Virgen María, Reina de los Apóstoles, la que con su fe y ejemplo de vida, precede a los heraldos del Evangelio, nos hace sentir la hermandad de todos los pueblos que en esas tierras benditas han acogido la palabra y el bautismo de Cristo…»
DEVOCIONES Y CELEBRACIONES
Como en todos los países, sobre todo en América, el santuario fue centro de reunión, tanto en las fiestas como en las desgracias del pueblo.
Según testimonios muy antiguos, siempre que había pestes y secas se hacían procesiones de rogativas con la Virgen de los Treinta y Tres.
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Luego de obtenida la gracia, se rezaba la misa de acción de gracias y se daba la bendición con el Santísimo.
Ocasiones especiales de rogativas fueron las desgracias colectivas, como el cólera en 1866, o epidemias como el tifus y la viruela.
La primera peregrinación nacional se realiza el 15 de agosto de 1908, organizada por la Congregación Mariana Mayor de Montevideo.
Entre las principales peregrinaciones, enumeramos las siguientes: Gran peregrinación de las Damas Católicas e Hijas de María, el 6 de octubre de 1912.
Dos peregrinaciones de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa de la Unión el 13 de setiembre de 1914, y el 12 de setiembre de 1915.
La Liga de Damas Católicas de San José el 13 de octubre de 1912.
Los católicos de Mercedes el 12 de octubre de 1913.
En 1942 comienzan a tomar una forma distinta las peregrinaciones a la Virgencita, dando participación a toda la diócesis de Florida y Melo.
En 1945 el Obispo Diocesano mons. Miguel Paternain tuvo la feliz y original idea de hacer un recorrido llevando la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres por toda la diócesis, casi medio Uruguay.
El recorrido que duró del 6 al 28 de octubre de 1945 dio lugar a pequeñas misiones populares en las grandes ciudades por donde pasó: Minas, Treinta y Tres, Melo, Tacuarembó, Paso de los Toros, Durazno, Sarandí y Florida.
En los pequeños pueblos y a lo largo del camino -en largos trechos no existía aún la carretera- se congregaba la gente con inusitado entusiasmo.
En todas partes fue hermosa ocasión para unir la devoción a la tradición patria, con homenajes típicos de caballadas, desfiles de carretas y carros.
Desde entonces la peregrinación ha constituido una celebración clásica en toda la diócesis, y se realiza el segundo domingo de noviembre.
El esquema tradicional de Misa solemne por la mañana y procesión por la tarde por las calles de la ciudad, ha ido evolucionando.
Ahora se realiza una gran Concelebración al aire libre, en el parque donde se leyera el acta de la Declaratoria de la Independencia Nacional en 1825.
Las largas caminatas han sido sustituidas por celebraciones más reposadas, en base a la lectura y meditación de la Palabra.
Desde hace algunos años se realiza, fundamentalmente para jóvenes, una caminata de 13 kms de recorrido llevando la Imagen de la Virgen, rezando, cantando y reflexionando sobre la temática del año.
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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