Fue con los 8 cardenales consejeros.
El papa Francisco llegó a Asís, la cuna del «poverello», en el centro de Italia, a las siete y veinte de la mañana, visitó un centro de discapacitados, la Basílica de Santa María de los Ángeles, el santuario de San Damiano, y celebró una misa frente a la basílica.
El cielo de Asís estaba nublado, pero el ambiente era fervoroso en las callejuelas para acoger al Papa, sumamente popular, en una visita de diez horas.
VISITA A DISCAPACITADOS
El papa Francisco abogó el viernes, a su llegada a Asís (Umbría, centro de Italia), ciudad del santo cuyo nombre escogió, por una Iglesia solidaria con los discapacitados y las personas marginadas, un día después del naufragio de Lampedusa en el que murieron cientos de emigrantes.
«Hoy es un día de lágrimas», dijo el Papa sobre el naufragio.
En su primera visita de la jornada al instituto católico de atención a minusválidos físicos y mentales Serafico, al pie del monte Subiaco, el Papa saludó a unos 80 minusválidos físicos y mentales, uno a uno, hablándoles, acaricándolos y abrazándolos.
Poco antes de que saliera el sol, grupos de peregrinos y de niños, así como congregaciones de sacerdotes y de monjas se dirigían hacia la colina en lo alto de la ciudad para recibir al Papa.
Rodeado de sus ocho consejeros cardenales de los cinco continentes, el Papa dejó de lado su discurso e improvisó:
«Jesús está presente y escondido» en estos niños. «Los cristianos deben reconocer las heridas de Jesús», insistió.
«Cuando Jesucristo resucitó estaba resplandeciente, pero lo único que quiso conservar fue sus heridas», dijo.
«La sociedad, desgraciadamente, está contaminada por la cultura del rechazo que se opone a la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del rechazo son precisamente las personas más débiles», dijo el Papa, que destacó la labor del instituto Serafico «como un signo de la verdadera civilidad, humana y cristiana».
Francisco también criticó la atención superficial que se presta a los dramas humanos. Los dramas de la vida «no deben recibir únicamente la atención de la prensa dos o tres días», añadió sin hacer alusión al naufragio de Lampedusa.
En la ventana del instituto, el Papa Francisco lanzó a la multitud:
«íOren por mí!».
En el discurso, que finalmente no leyó, el Papa había incluido una carta de Nico, un niño argentino de 14 años, minusválido de nacimiento.
«Dios se revela a quien tiene un alma simple. En esta carta hay la belleza, el amor, la poesía de Dios», afirmaba en ese discurso.
Del instituto Serafico el Papa se trasladó al santuario de San Damiano, a 43 km de la ciudad, donde san Francisco habría oído la voz de Dios diciéndole
«ve a reparar mi iglesia».
VISITA AL LUGAR DONDE SAN FRANCISCO SE DESPOJÓ DE SUS ROPA
En el lugar donde el «Pobrecillo» se desnudó para quitarse todas las riquezas terrenales, el Papa dijo que la Iglesia debe despojarse de toda mundanidad espiritual.
El papa Francisco dijo que
«la Iglesia debe despojarse de toda mundanidad espiritual, que mata el alma y a las personas y a la propia Iglesia», durante su encuentro con los pobres en la Sala de Expoliación del Obispado de Asís, ciudad de San Francisco.
El mensaje sobre la Iglesia lo pronunció improvisadamente el Papa en el lugar donde San Francisco se despojó de sus vestidos, en la llamada «Sala del Expolio» del palacio del Obispado de Asís, donde se recuerda el revolucionario gesto del Santo, que se desnudó para quitarse todas las riquezas terrenales.
«Esta es una buena ocasión para invitar a Iglesia a despojarse, todos somos Iglesia, y todos debemos hacer el camino de Jesús, que ha hecho, un camino de despojo», dijo.
«Si queremos ser cristianos no hay un único camino, si hacemos un cristianismo sin la cruz de Jesús nos convertiremos en cristianos de pastelería», añadió.
«La mundanidad espiritual asesina el alma y mata a las personas, mata a la Iglesia», mantuvo Bergoglio.
Y aseguró:
«Tantos habéis sido desnudados de esto mundo salvaje que no da trabajo, que no ayuda, que no importa si mueren de hambre en el mundo ni importa si tantas familias no tiene para comer, no tiene la dignidad de llevar al pan a casa».
No importa -continuó-
«que tanta gente huya de la esclavitud, del hambre, huir buscando la libertad y tantas veces vemos que encuentran la muerte como ocurrió ayer en Lampedusa», donde al volcar una embarcación cargada de inmigrantes murieron al menos 111 personas y dos centenares permanecen desaparecidos.
LA MISA
«Escuchar el grito de quienes lloran, sufren y mueren por la violencia»
Lo pidió en la misa. Reiteró su llamado por la paz en Siria y en Medio Oriente y rezó por Italia, para que
«prevalezca lo que nos une sobre lo que nos divide». «La paz de San Francisco no es una armonía panteísta con la energía del cosmos, es Cristo».
El Papa Francisco instó al mundo a
escuchar «el grito de los que lloran, sufren y mueren a causa de la violencia», durante la concurrida misa celebrada en Asís.
«Te pedimos, Francisco, que nos enseñes a ser instrumentos de la paz», dijo el Papa argentino al suplicar ante unos 100.000 peregrinos «que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra en Siria y en Oriente Medio».
Desde un altar de madera, instalado en la plaza de la basílica de San Francisco, rodeado de varios obispos y de los ocho cardenales que lo asesoran en la reforma de la Iglesia, el Papa pidió «paz y armonía para el mundo».
El Papa saludó también cordialmente al jefe de gobierno italiano, Enrico Letta, quien asistió a la misa.
«Oremos por Italia para que prevalga lo que los une sobre lo que los divide», dijo.
Con ocasión este viernes de la festividad del patrón de Italia, el Papa ilustró la vida del santo italiano, quien se despojó de todos sus bienes y vivió en estricta pobreza, convirtiéndose además en emblema de la paz.
«La paz franciscana no es un sentimiento dulce. Este San Francisco no existe. Ni una armonía panteísta con la energía del cosmos. Tampoco esto es franciscano», explicó el papa.
«La paz de Francisco es la de Cristo: `Amaos los unos a los otros`. Este yugo sólo se puede llevar con humildad de corazón», agregó.
«El hombre está llamado a custodiar al hombre: que el hombre esté en el centro, no los ídolos que hemos creado», dijo.
Fuentes: Agencias, Signos de estos Tiempos