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En su primera visita para confesar en Medjugorje.

 

El padre Pedro Trevijano Etcheverria cuenta que fue a Medjugorje por primera vez este 12 de octubre de 2013 y allí encontró un tipo de penitente en los confesionarios, que se confiesa cada 2 o 3 días, el cual no había visto antes, y esto lo cataloga una “fineza espiritual”.

 

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Y esto él lo atribuye a la delicadeza con que María ayuda a los peregrinos a indicándoles aspectos en su vida que pueden mejorar.

Él había oído hablar de Medjugorje como el confesionario del mundo, lo que sucede también en otros grandes santuarios y lugares de peregrinación, y también recuerda en su artículo que Juan Pablo II incluso había dicho

 «si no fuese Papa iría a Medjugorje a confesar allí».

Recuerda una charla que les dio a los peregrinos un canadiense, que tras una vida demasiado mundana, lo había dejado todo para quedarse a vivir allí dando testimonio de su conversión. El contó que le tocó la gracia por el rezo del rosario diario de su madre por él durante treinta y ocho años, que le llevó a un día oír las palabras “yo te absuelvo”, y por esto guarda un enorme cariño y veneración a los sacerdotes.

Pasó unas cuantas horas en el confesionario confesando.

Una de las observaciones que el padre Trevijano hace es que, por ser un lugar de peregrinación abundan los que vuelven al sacramento de la Penitencia después de bastantes años y se encuentran problemas de toda clase.

Pero lo más interesante que el dice haber encontrado es un nuevo tipo de penitente prácticamente desconocido para él hasta llegar allí:

el penitente que lleva muy pocos días sin confesarse, dos o tres y que vuelve a hacerlo, no porque tenga necesidad ni por escrúpulo, sino por algo que yo llamaría finura espiritual; gente que tras unos días de oración intensa, descubre que en su vida hay como unas manchas en las que por decirlo así, la aspiradora no ha entrado nunca completamente en ellas, y sienten la necesidad de hacerlo.

Agrega además que:

oyéndoles confesar, no podía por menos de pensar que la delicadeza femenina de la Virgen, les hacía caer en la cuenta, que, aunque anteriormente arrepentidos, su arrepentimiento en esos puntos podía y debía mejorar.

Y concluye diciendo que

lo que la Virgen fundamentalmente pretende es darnos paz y llevarnos a Jesús, y resulta curioso que ello es lo que buena parte de los peregrinos de Medjugorje encuentran allí: paz, serenidad, felicidad.

Fuentes: Infocatólica, Signos de estos Tiempos 

 

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