Basta estar sólo un poco informado para darse cuenta que el mundo occidental se está derrumbando.

No sólo su influencia en el mundo es cada vez menor, sino que sus valores morales están desapareciendo rápidamente.

Ha evolucionado hacia una sociedad con toda clase perversiones y pocos valores positivos.

Y esto se deteriora día a día.

Hace 40 años que el premio nobel Alexander Solzhenitsyn dio la voz de alarma.

Joseph Ratzinger ha coincidido con este diagnóstico.
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Y nos ha legado una visión del camino que necesariamente debe transitar la Iglesia para preservar la fe y la misión dada por Nuestro Señor.

Los secularistas han convencido a las sociedades occidentales que el cristianismo es un impedimento para el bienestar de la sociedad y para desarrollar el humanismo y la felicidad humana.

Y la consecuencia de esto fue arrinconar al cristianismo como una expresión solamente privada, que no puede mostrar su cara al público.

Además perseguirlo, ridiculizarlo y hasta martirizarloo.

Esto se ha complementado por una campaña en que se ha mostrado la peor cara del cristianismo, con algunos hechos desgraciados que han sucedido en la historia de la Iglesia.

E incluso ahora con el tema de los abusos sexuales de algunos sacerdotes.

Y en cambio han reivindicado civilizaciones no cristianas, olvidándose por ejemplo que las tribus poderosas de habitantes originarios de América y de África asesinaron y esclavizaron salvajemente a otras tribus.

Además se han olvidado de mencionar los logros del cristianismo en la construcción de la civilización occidental.

Que fueron muchos y decisivos.

Donde florece el cristianismo hay una combinación de razón, preeminencia de la dignidad humana y normas morales objetivas.

Florece el arte y la belleza como en ninguna otra civilización.

Lo mismo que la ciencia, porque el cristianismo es el padre de la ciencia moderna a partir del trabajo de los monjes en la Edad Media.

Este aporte cristiano se ha sustituido hoy en occidente por un nihilismo donde todo está permitido y casi nada está mal.

Dónde el objetivo es el placer inmediato, sin medir las consecuencias morales ni las consecuencias prácticas a mediano plazo.

Y dónde los seres humanos no sé evalúan por quiénes son, sino por su valor productivo o la carga que imponen al planeta o por su utilidad para empujar una ideología o lo que producen o consumen.

Este quiebre lo han advertido claramente Alexander Solzhenitsyn y Joseph Ratzinger.

La tesis de Solzhenitsyn es que occidente está enfermo espiritualmente por sus excesos y especialmente el materialismo.

Y la tesis de Ratzinger es que esta decadencia seguirá progresando y la Iglesia se convertirá en un pequeño remanente de cristianos profundamente fieles.

Los que en algún momento la civilización redescubrirá en medio de su caos, como una tabla de salvación.

Y aquí presentamos sus visiones coincidentes y complementarias.

   

EL DISCURSO DE ALEXANDER SOLZHENITSYN

El 8 de junio se cumplieron 40 años del discurso del premio Nobel Alexander Solzhenitsyn en Harvard, EE.UU., que sentó las bases para la interpretación de la muerte espiritual de Occidente.

Recordemos que en el año 1978 estábamos en plena Guerra Fría y que Alexander Solzhenitsyn fue un sobreviviente de los gulags soviéticos y claramente anticomunista.

Solzhenitsyn obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1970 y su obra más famosa fue El Archipiélago Gulag donde denuncia los campos de trabajo forzado de la Unión Soviética.

La tesis de Solzhenitsyn fue que occidente está espiritualmente enfermo con toda clase de excesos, especialmente del materialismo.

Y esta clase de excesos están trayendo un malestar social, que se ésta transformando rápidamente en decadencia social.

Solzhenitsyn enumeró una serie de síntomas que aquejan la civilización occidental.

Mencionó la disminución del valor cívico especialmente en las élites gobernantes e intelectuales, que llevó a la pérdida de voluntad de Occidente de mantener su cultura y su proyecto vital, en honor al culto del bienestar material.

Al punto que ha erosionado su capacidad de desarrollarse y crecer.

Otro mal que aqueja occidente es el híper individualismo que ha sido llevado hasta el límite, imponiéndolo a través del sistema legal.

Esto conspira contra la creatividad, sumiendo a occidente en la mediocridad espiritual, que paraliza los impulsos más nobles del hombre.

La creatividad está limitada ahora por las leyes.

De ahí se pasa a otra restricción, que él llama la libertad excesiva e incontrolada, que está conduciendo hacia el mal.

Habla de los extremismos al considerar los derechos individuales sin contrapartida de las obligaciones.

Que a su vez generan que la sociedad se vuelva indefensa ante los individuos que acumulan mucho poder.

Hoy lo vemos claramente en el poder que han acumulado empresas como Facebook, Google, Amazon, que son capaces de establecer una moral que luego obligará al sistema global.

Cita que el error ha estado en la idea humanista de que los seres humanos no tienen ninguna tendencia hacia el mal.

Al contrario de lo que había sido hasta ahora el criterio de la civilización judeocristiana, que atribuye la tendencia al pecado a la caída del ser humano en el Jardín del Edén.

Esto vuelve indefensa a la sociedad ante grupos que quieren establecer su propio proyecto ajeno al bien de los demás.

Solzhenitsyn también habló del poder de los medios de comunicación, llamándoles árbitros no electos de nuestra sociedad y de nuestra cultura.

Y dijo en ese momento que la prensa se había convertido en el poder más grande en los países occidentales, excediendo al de la legislatura, al ejecutivo y al poder judicial.

En ese momento Solzhenitsyn no podía haber previsto lo que iba a suceder dos o tres décadas después, con la irrupción de las redes sociales, que han llevado a los que detentan el poder de comunicación sean más decididamente los artífices del código moral imperante.

Tampoco en ese momento se había acuñado el término corrección política, pero Solzhenitsyn se refirió a la imposición de una manera de pensar única que impide la verdadera erudición y el pensamiento independiente.

Y que crea instintos de manada peligrosos, que nos coloca una especie de armadura petrificada alrededor de las mentes, que no nos deja ver aspectos de la realidad.

Y esto nos prepara para un colapso, producido por ignorar los acontecimientos, sobre los que no queremos hablar.

Solzhenitsyn también habló de la perversa huida de los occidentales del sufrimiento y el dolor, en consonancia con la idea católica de la utilidad del sufrimiento, al poner el bienestar por encima de todos los otros valores.

Y sugirió que el sufrimiento atempera al espíritu humano y produce personalidades más fuertes, profundas e interesantes que las generadas por el estado de bienestar.

Se refirió también a la miopía política occidental que ha llevado a los relativistas morales a abrir la puerta al totalitarismo, como lo vemos claramente 40 años después, con sociedades cada vez más controladoras.

Y eso es lo adjudicó a la estrategia mundial del comunismo.

En ese momento él no podía saber que el socialismo real de la Unión Soviética iba a hacer implosión 15 años después, pero es válida su intuición porque hoy el marxismo cultural predomina en occidente.

Porque Rusia esparció sus errores por el mundo como lo había previsto la Virgen en Fátima.

Solzhenitsyn rastrea la fuente de estos problemas en el humanismo secular que surgió de la Ilustración.

El progreso material y tecnológico nos alejó de la fe y nos puso como meta obtener la felicidad en la Tierra, haciendo retroceder nuestro espíritu al abrazar solamente lo material.

Lo que se ha transformado en un monstruo con vida propia, que hace todo lo posible por autoperpetuarse.

Entonces es que genera la escalada de totalitarismo que vemos hoy en Occidente, cuando fue la cuna del liberalismo y del libre pensamiento.

Y es así cómo las ideas marxistas del socialismo encajan como un guante a nuestra época.

De modo que las mismas fuerzas que generaron nuestra riqueza material y bienestar están conspirando contra la buena salud del sistema.

Hoy por ejemplo Occidente no puede reponer la cantidad de gente que muere porque no tiene nacimientos suficientes.

Y esto le está llevando al colapso de sus sistemas de jubilación, porque hay cada vez más jubilados por cada trabajador activo

También lo dirigen al colapso de los sistemas de salud, porque su clientela son básicamente personas de mayor edad, que supone más costos de tratamiento.

Y lo pone frente ante la amenaza de la hegemonía musulmana que se ve venir en Europa y que trae consigo a la sharía.

Que es una ley diametralmente opuesta a los valores liberales y de los derechos humanos que siempre impulsó occidente.

La insanía de occidente es tal que la intelligetzia no es capaz de poner sobre la mesa estos temas y discutirlos, debido a la predominancia del discurso políticamente correcto.

Porque en definitiva todo se ha politizado buscando mantener la sociedad de bienestar, que está haciendo agua por todos lados.

   

¿EUROPA EN CAMINO DE COMETER SUICIDIO EN MASA?

Europa es la vanguardia de este proceso occidental.

Y la vemos como una civilización con poco deseo de reproducirse y de luchar por su cultura.

Al punto que las propias élites del continente no ven demasiado problema si su proyecto cultural se pierde definitivamente.

Y por ello no se oponen a la invasión cultural que está realizando el Islam.

A pesar de que hay algunos indicadores de resistencia como por ejemplo de Baviera en Alemania, donde formalmente se ha tomado la cruz cristiana como el símbolo de preservación de la civilización y se ha decidido que los edificios públicos porten ese símbolo.

Curiosamente con la oposición de la Iglesia Católica alemana que cree que esto es una provocación a los musulmanes, a pesar que los musulmanes no han alzado su voz en contra.

El Papa Francisco ha acuñado un término que describe muy bien la situación de Europa cuando dice que tiene «cansancio existencial».

El autor Douglas Murray, en su libro La Extraña Muerte de Europa, sostiene que una de las causas del relativismo moral y de la decadencia de Europa es que el continente ha querido ser el hogar de todas las culturas del mundo, una especie de crisol de razas y culturas.

Esto tiene bases ideológicas en el multiculturalismo pero también tiene bases económicas, en la necesidad de mano de obra, porque los europeos han dejado de reproducirse y su población autóctona se está reduciendo dramáticamente.

Para lograr esto, debieron relativizar las creencias y tradiciones ancestrales, para lograr el equilibrio entre las distintas culturas que ahora conviven en el territorio europeo.

Su visión en el mediano plazo ha sido que los inmigrantes después de la primera generación se convertirán al credo secularista, que hoy domina Europa.

Pero esto no ha funcionado de la manera que lo pensaron, porque las sucesivas generaciones de los inmigrantes musulmanes por ejemplo, no se han hecho secularistas.

Y se los encuentra viviendo en guetos ciudadanos donde se practica la ley musulmana de la sharia.

Incluso se promueve esto desde del mundo musulmán.

Porque el presidente Erdogan de Turquía ha incitado a los musulmanes que viven en Europa a no integrarse y a tener más hijos, para incidir más en la Comunidad Europea.

Esto a su vez ha generado una gran fragmentación social, porque hay zonas claramente musulmanas, que no se asimilan al estilo de vida tradicional europeo ni a sus valores.

¿Y cómo ha incidido lo que han descripto Solzhenitsyn y Muray en la Iglesia Católica?

¿Qué puede pasar con la iglesia católica?

   

LA VISIÓN DE BENEDICTO XVI

Joseph Ratzinger es el que ha pensado a más largo plazo las consecuencias de este proceso de implosión de occidente y de alejamiento de Dios.

Ha supuesto que occidente está herido de muerte y es una caricatura del sentido común y de la razón.

Por eso su insistencia en la conservación de la fe ante la previsión de que la estructura eclesial actual se irá erosionando.

Y el mantenimiento de la fe por un remanente de cristianos practicantes fieles a la doctrina de los apóstoles, harán surgir en algún momento de nuevo a la institución.

El diagnóstico de Ratzinger ha sido que la dictadura de relativismo ha generando una cultura blindada contra Dios y enemiga de Cristo, que es impenetrable.

Esta cultura, que tan bien describen Solzhenitsyn y Murray, está eliminando las resistencias a través de un marco legal que protege el pensamiento único con la excusa del bienestar y la protección de las minorías.

Ratzinger ha sido una de las primeras voces de alerta cuándo pocos identificaban el peligro, incluso lo siguen sin identificar del todo en los puestos más altos del Vaticano.

Ratzinger también ha comparado lo que puede suceder ahora con lo que sucedió en la Edad Media, cuando los monasterios se convirtieron en reservorios de la cultura y permitieron el florecimiento posterior de la civilización.

Ratzinger no apuesta todas sus fichas a la reacomodación de la civilización occidental, sino al mantenimiento y custodia de la verdad revelada.

Porque llega a percibir que la Iglesia tiene poca capacidad de influir, debido a que el mundo ha decidido no tomarla en cuenta.

Entonces para Ratzinger la única opción que le queda a la iglesia es prepararse para ser minoría y conservar el depósito de la fe de las presiones que vendrán.

Él no hablado de las presiones internas por su investidura.

Sin embargo cada vez parece más claro que hay fuertes presiones internas dentro de la Iglesia para transformarla en un engranaje de esta cultura del relativismo occidental.

No es casualidad que importantes prelados propongan cambios importantes en la doctrina en el sentido de los valores actuales del mundo occidental.

Y tampoco es casualidad que el Primer Ministro del Vaticano, el Secretario de Estado Pietro Parolín, concurrió en el años 2018 a la reunión del grupo Bilderberg, que es el máximo exponente del relativismo moral y bautizado como el «gobierno fantasma del Nuevo Orden Mundial«.

La opción de Benedicto XVI entonces es blindar la fe de la Iglesia admitiendo que se transformará en una iglesia de minorías.

Y que esto le traerá una salud doctrinal que no tendría si apostara a congraciarse con el mundo, para mantener su volumen actual e incluso crecer.

El punto conflictivo en esta visión es el mantenimiento de los activos edilicios de la Iglesia y su estructura operativa, porque toda organización tiene una fuerte resistencia a achicarse.

Y por otro lado está la persecución que necesariamente habrá de venir si la iglesia se mantiene fiel a sus principios doctrinales históricos y la proclama.

Es por esto que pronostica que vendrán grandes convulsiones en la Iglesia.

Y por eso ve con buenos ojos, aunque no lo recomienda verbalmente, la opción de aislarse para no ser contaminados por el derrumbe moral occidental.

Y por eso alaba el modelo monástico como opción para el mantenimiento de la verdad.

Naturalmente, como en todas las visiones, hay hilos sueltos.

Y uno de ellos es África subsahariana, donde el catolicismo está floreciente y conserva algunos valores que el catolicismo occidental ha perdido, como la creencia en lo sobrenatural.

Es el único lugar del mundo donde hay un franco crecimiento de la Iglesia y se avizora que pronto será mayoría.

¿Esto puede cambiar la visión pesimista que Ratzinger tiene?

Una gran incógnita.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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