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¡Anda con Cuidado! porque puedes llegar a confiar más en los hombres que en Dios.

Dios nos pide obediencia, que nos abandonemos al plan que tiene para nosotros.

Lo que también vale para las naciones y para el mundo.

Nos ha mostrado las desgracias que suceden cuando le desobedecemos, y las gracias que obtenemos cuando le obedecemos. 

Y lo ha hecho de una manera muy directa.

Está a disposición de quienes tengan ojos para ver y oídos para escuchar.

Sin embargo la humanidad se aleja cada vez más de Él, a la par que se acrecientan sus desgracias, porque se niega a pensar siquiera que Dios premia y reprende.

Aquí hablaremos sobre las pruebas que Dios nos da sobre las gracias que nos otorga por nuestra obediencia y las desgracias que nos vienen por confiar en nuestros criterios sólo humanos.

Y cómo crearnos una actitud para poner primero a Dios en nuestras vidas, y abandonarnos a Él. 

La historia está llena de ejemplos de los desastres que han ocurrido por desobedecer a Dios.

Y de ejemplos de las maravillas con que Dios premia a quienes le obedecen, a pesar de que a veces no comprendamos por qué Dios nos pide eso.

La Biblia está llena de estos ejemplos, que algunas veces parecen lejanos para nosotros.

Pero vayamos a tiempos más contemporáneos.

El Señor se le apareció en el siglo XVI a Santa Margarita María de Alacoque y le pidió que el rey consagrara Francia a Su Sagrado Corazón.   

Luis XIV, Luis XV y Luis XVI no obedecen el pedido.

¿Y qué pasó?

El mismo día de la Fiesta del Sagrado Corazón, la Revolución Francesa despojó al rey de su poder.

Produjo un reinado de terror, como si el mismo infierno hubiese emergido a la tierra.

Le cortaron la cabeza al rey Luis XVI.

Y murieron por la guillotina y por métodos peores, no menos de 80 mil personas, incluyendo la corte real y cantidad de religiosos y fieles.

Y más acá en nuestro tiempo, la Santísima Virgen pidió en 1917, que el Papa junto con todos los obispos, consagraran Rusia al Inmaculado Corazón de María, para evitar que el comunismo difundiera sus errores por el mundo.

Y Jesús también le dijo a Lucía que rezarán la siguiente oración para ayudar a que estos males no se expandieran.

Le dio esta oración,

«Por tu Purísima Concepción ¡Oh María! Salva a Rusia, a España, a Portugal y al mundo entero».

Pero los Papas, haciendo uso de su libre albedrío, fueron renuentes a hacer la consagración.

Y entonces el Señor se apareció a Sor Lucía en 1931, o sea 14 años después, y le recordó la desobediencia de los reyes franceses a consagrar Francia a Su Sagrado Corazón, con el fin de sensibilizar al Papa para hacer la consagración de Rusia, dijo,

«No han querido atender Mi petición.

Al igual que el Rey de Francia se arrepentirán, y la harán, pero ya será tarde. 

Rusia habrá ya esparcido sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia».

Y es lo que estamos viviendo hoy.

El caos en el mundo, la apostasía y la persecución de los cristianos, es consecuencia directa de que Rusia esparció sus errores por el mundo.

El marxismo cultural, que hoy domina occidente, es el que creó las condiciones y le dio el respaldo a una élite, que está avanzando para diezmar la población mundial.

Y para crear un nuevo orden mundial feudal, centralizando el poder en manos de un pequeño grupo de tecnócratas multimillonarios.

Y esto pasó porque la jerarquía vaticana no consagró Rusia al Inmaculado Corazón de María, por cálculos meramente humanos, como mostramos en otro video, que te recomiendo mirar.

O sea por desobediencia.

Y por otro lado, tenemos ejemplos de los premios que obtenemos por confiar en Dios.

Podemos citar el gran milagro de que una pequeña banda de harapientos cristianos logró convertir al cristianismo en la religión del imperio romano.

Y luego producir el milenio de la cristiandad a partir del siglo IV, o sea dominar todo el mundo. 

También se puede mencionar el milagro de la Batalla de Lepanto, en que una fuerza muy superior de los musulmanes, que estaban invadiendo Europa, fue derrotada por los cristianos.

Esto mismo sucedió en la Batalla de Viena.

Y también tenemos los incontables milagros producidos por el rezo del Santo Rosario.

Por ejemplo una multitud rezando el Rosario se enfrentó a los tanques de la dictadura filipina en 1986, los hizo retroceder y cayó la dictadura.

Y algo similar sucedió, cuando la población rezando, terminó con la amenaza comunista en el Brasil de la década de 1960.

Y estos mismos milagros que se producen a nivel macro los vemos a nivel personal, y cada uno puede puede dar testimonio de las cosas que se han solucionado en nuestras vidas por rezar el rosario.    

Entonces ¿cuál es la enseñanza central que deberíamos sacar de esto de esto?

Que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

El primer mandamiento que nos dejó Dios es amar a Dios por sobre todas las cosas.

Y en Juan 14 leemos la enseñanza de Jesús que dice que «Si me amas guardarás mis mandamientos».

O sea obedecer a Dios por amor es cumplir sus mandamientos, lo que nos traerá grandes frutos y nos evitará desgracias.

Y esto es de importancia crucial para la civilización de nuestro tiempo, porque el ser humano se ha rebelado contra Dios y su desobediencia es cada vez mayor, se aleja cada vez más de Él.

Y es lo que explica las tribulaciones a nivel personal y a nivel de las sociedades.

Porque cuanto más nos alejemos de Sus pedidos, más tribulaciones tendremos y más profundas serán.

Por eso la solución de los problemas del mundo no pasan por inoculaciones ni por la ecología, ni los personales por terapias de algún tipo. 

La solución de los problemas pasa por ser fiel al plan de Dios

Y el plan de Dios se centra en restaurar al hombre a vivir en la Divina Voluntad, que es la comunión entre el hombre y Su creador.

Y a tal punto es vital la obediencia a Dios, que Jesús le dice a Luisa Piccarreta que incluso los sacramentos mismos se vuelven ineficaces cuando un alma se opone a la Voluntad de Dios, o sea que le desobedece, le dijo,

«Los mismos sacramentos producen frutos en función de cómo las almas se someten a Mi Voluntad. 

Producen efectos según la conexión que tienen las almas con Mi querer».

Y lo explicitó más diciéndole,

«Si no hay vínculo con mi Voluntad, podrán recibir la Comunión, pero se quedarán con el estómago vacío.

Pueden ir a la confesión, pero siguen estando sucios.

Pueden venir ante mi Presencia Sacramental, pero si nuestras voluntades no coinciden, estaré como muerto para ellos».

De modo que ser fiel a la voluntad de Dios es lo que produce la eficacia de los sacramentos y todos los bienes.

Es la obediencia a Dios lo que le da eficacia a la eucaristía y la confesión.

Y también Nuestra Señora le explicó a Luisa que la causa de las desgracias personales es la falta de obediencia, le dijo,

«Hay muchas almas que se encuentran llenas de pasiones, débiles, afligidas, desdichadas y miserables. 

Y aunque oran y oran, no obtienen nada porque no hacen lo que mi Hijo les pide; el cielo, al parecer, no responde a sus oraciones»

Y entonces Ella nos interroga,

«¿Desean conquistar todos los males? Hagan lo que les diga mi Hijo. 

¿Desean tener las cosas más básicas, las que son necesarias en la vida? Hagan lo que mi Hijo les diga. 

¿Desean obtener una gracia, incluso una que sea difícil de obtener? Hagan todo lo que Mi Hijo les diga y desee de ustedes».

Y agregó que, 

«Las palabras de Mi Hijo encierran tal poder que, mientras Él habla, Su palabra hace que las gracias que buscan, surjan dentro de sus almas»

Y esto es especialmente importante hoy porque vivimos en una época en que las cosas parecen que se salen de control muy frecuentemente.

De modo que ten en cuenta esto antes de tomar alguna acción y antes de discernir tus problemas, cuando estés alterado, cuando sientas que las cosas están fuera de control.

Tómate un tiempo, descansa en el Señor y no hagas nada. 

Escúchalo, recuerda que Él es Dios y que todo saldrá bien. 

Sólo debes abandonarte a Él.

Imagínate que vas en la barca con Jesús y los Apóstoles por el lago cuando estalla la tormenta. 

Estás acurrucado en una esquina del bote. Hay viento, llueve y tienes miedo. 

Los relámpagos parpadean, los truenos retumban y el barco es como una cáscara de nuez.

Pedro despierta al Señor que duerme profundamente y le clama, «¡Sálvanos, Señor!» 

Y entonces ves a Jesús levantarse con firmeza y poder, alza las manos y sientes la calma restaurada. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre que la obediencia a Dios es la madre de todas las gracias, mientras que la desobediencia es la madre de todas las desgracias.

Tanto a nivel personal como de las naciones.

Y me gustaría preguntarte si has notado que las personas más obedientes a Dios llevan una vida más feliz o no del todo.

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