Parecería que para gran parte de los humanos está fuera de discusión que efectivamente existe un creador.

Pero la dificultad con aceptarlo es qué no pueden manejarlo.

Porque una cosa es saber qué Él existe por el uso de la razón, y otra es tener fe en Él.

Tener la confianza que lo que nos pide es lo mejor para nosotros.

Y honrarlo con el cumplimiento, porque Él es nuestro creador.

Ellos querrían un Dios creador que le permitiera hacer las cosas que ellos quieren.
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Y no un Dios que tiene sus propios criterios y pide a los hombres que los cumplan.

Esto ha propiciado el crecimiento del espíritu de la New Age, que inteligentemente ha descubierto que el hombre sabe internamente que Dios existe.

Y que sus exigencias son difíciles de cumplir para nuestra cultura hedonista.

Entonces ha dicho sí señores existe un Dios, pero el Dios está dentro de cada uno y cada uno puede manejarlo de la manera que quiera, porque está a nuestro servicio.

O sea que estamos frente a un Dios “a la carte” que cada uno crea.

Esto mismo es lo que está sucediendo con el catolicismo actualmente, en ancas de una pésima catequesis en las últimas décadas.

Hay una tendencia entre los católicos, cada vez más fuerte, a aceptar aquellas cosas de la Biblia y de la doctrina católica con la que se está de acuerdo y a rechazar las otras.

Esto es lo que el sociólogo italiano Luca Diotallevi llama una religión de baja intensidad, donde el compromiso con los valores religiosos es menor y cada uno arma su “catolicismo” a su manera.

Y en algunos casos se lo racionaliza diciendo que hay que modernizar la doctrina y la modernización pasa por el menú que la persona creó.

Esta gente está creando un Dios manejable, cambiando en la Tierra los criterios con los que Dios nos juzgara en el Cielo.

En Romanos 1: 23 ya San Pablo habla de que los judíos cambiaron la gloria de Dios inmortal por imágenes que se asemejan a seres humanos, aves, animales, reptiles.

Esto es para no lidiar con el gran Dios que nos exige un comportamiento que no estamos dispuestos a aceptar.

Entonces lisa y llanamente suprimimos la verdad y no honramos a Dios como Dios realmente es y se reveló en la Biblia.

  

UNA COSA ES SABER QUE DIOS EXISTE Y OTRA ES TENER CONFIANZA EN ÉL

El Concilio Vaticano 1º (1869-1870) ha dicho que la verdad de las cosas reveladas es percibida por la luz natural de la razón,

Esto viene de San Pablo en Romanos 1: 19-20 donde dice

«…Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se los manifestó.

Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables…»

Esto está expresado en el Catecismo de la Iglesia Católica #47 que dice,

«La Iglesia enseña que el único Dios verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza por sus obras, por la luz natural de la razón humana«.

Pero además Pablo agrega en Romanos 1: 21,

«Porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció«.

Esto significa que no necesitamos tener fe para saber que Dios existe.

Y que tener fe es tener confianza en que lo que Dios nos está diciendo es la verdad, porque viene del creador en quién depositamos toda nuestra vida.

La fe es una virtud sobrenatural inspirada por Dios en la que creemos que las cosas reveladas por el son verdaderas no por su valor intrínseco que podemos razonar, sino porque Él lo dijo.

Dios se ha comunicado con nosotros y nos ha dicho cómo debemos comportarnos para tener la amistad con él y así llegar a la vida eterna junto con él

Y esto se lo ha dicho a todos por ejemplo a través de los 10 mandamientos, que pueden ser comprensibles por la razón.

Pero ser comprensibles no significa aceptarlos y vivir de acuerdo a ellos cómo pide Dios.

Para ello se necesita tener fe, tener confianza, de que ellos son lo mejor para nosotros, porque Dios lo dice.

Con la razón podemos interpretar lo que Dios quiere de nosotros.

Pero al no tener confianza absoluta en Él caemos presos de nuestros deseos personales humanos.

  

DIOS ES FÁCIL DE INTERPRETAR, PERO…

En realidad Dios es bastante fácil de interpretar si estamos dispuestos a dejar de lado nuestra ideología y deseos personales.

Por ejemplo actualmente sea constituido e un axioma católico en las parroquias de que no se puede juzgar lo que otra persona hace, porque Dios así lo quiso y dicen está escrito en la Biblia.

Sin embargo omiten que hay aún más cantidad de versículos que dicen que hay que amonestar al hermano cuando el hermano peca.

Y en ese sentido es una tradición de la iglesia la corrección fraterna, la cual obviamente ha caído en desuso en estos tiempos.

Otro criterio impuesto por el terrorismo de lo políticamente correcto es que Dios no manda pruebas.

Nada más lejos de la realidad y de las escrituras, ver aquí y aquí.

Dios nos pone a pruebas para que sepamos nosotros mismos hasta donde hemos llegado, para que aprendamos y para señalarnos en que nos debemos esforzar más.

Y no para que Él conozca nuestro rendimiento como si fuera un maestro.

Otro criterio impuesto también es decir que Dios es tan bueno que no castiga a nadie y a quién diga lo contrario lo tratarán de preconciliar.

Pero lo que sucede es que esto no tiene nada que ver con las conclusiones del Concilio Vaticano II ni con la Biblia.

La que está llena de sucesos donde dice directamente que Dios está castigando, por ejemplo en el caso concreto de Sodoma y Gomorra y mismo en el caso de Nínive, que después no cumplió.

Ver además aquí y aquí.

Y hay múltiples menciones de Jesús sobre el castigo, que se ignoran sólo ideológicamente.

Quizás el castigo de Dios lo opera dejando pasar ciertos males qué antes prevenía, o sea por omisión y no por comisión.

Estos son sólo ejemplos que muestran cómo la ideología está predominando en este momento sobre la palabra de Dios expresada en la Biblia.

Y en todo este proceso los que han sido más perjudicados son los 10 mandamientos, o sea las normas que Dios nos ha dado para que vivamos en la Tierra.

Una opción que tienen es ignorarlos y establecer que lo único que existe es el amor.

Pero su virtud es que aterrizan en mandamientos lo que significa el amor en situaciones concretas.

Y la otra forma es considerarlos como ideales, a lo que uno tiene que tender, en contraposición a lo que la Iglesia ha creído en estos siglos, de que son un pedido concreto de Jesús para que los cumplamos.

  

LOS MANDAMIENTOS NO SON IDEALES

Jesucristo hace un llamado inequívoco a cumplir los mandamientos y no simplemente habla de ellos como si fueran un ideal inalcanzable en su tipo puro.

Él quiere que vivamos de acuerdo a sus mandamientos y no sólo que nos esforcemos por llegar lo más cerca posible de su cumplimiento.

Si los tratamos como ideales lo vamos a considerar como no necesariamente alcanzables en el mayor grado y entonces podremos menos pasión por cumplirlos.

Eso está expresado en la frase “eso sería lo ideal si pudiéramos hacerlo”.

Jesús dijo a sus Apóstoles que enviaría al Espíritu Santo para acompañarlos y consolarlos, y que no debían tener miedo.

En Juan 14: 15 Jesús dice a los apóstoles que si verdaderamente lo aman guardarán sus mandamientos.

En Juan 14: 21-24 dice que Él enviará el Espíritu de Verdad para estar con los apóstoles para siempre, y Él hará su morada en ellos.

Y en Juan 13: 34 dice que deben amarse unos a los otros como Él nos ha amado

¿Qué tenemos entonces?

En primer lugar que Cristo da a los apóstoles la misión de hacer lo que Él hizo y de seguir su ejemplo.

Y en segundo lugar que proporciona el auxilio para llevar a cabo la misión, que es el Espíritu Santo y Cristo mismo.

De modo que Cristo nos está dando un auxilio sobrenatural para cumplir sus mandamientos y no sólo nos pide que nos esforcemos humanamente para llegar lo más alto posible de la meta de cada mandamiento.

Cristo le da la gracia y la fuerza los Apóstoles y hoy nos las está dando a nosotros mismos para cumplir con sus mandamientos.

Y esos mandamientos tienen su base en el amor que es la fuerza que Dios sobrenaturalmente nos da para cumplir la voluntad del Padre.

  

HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE

En Mateo 7: 21 dice que debemos hacer la voluntad del Padre y guardar sus mandamientos.

No se trata de un esfuerzo, porque dice también que no todo el que le diga Señor Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino los que hacen la voluntad del Padre que está en el cielo.

Y la voluntad del Padre es amarlo a Él y al prójimo, que es sobre lo que se nos juzgara al final; de acuerdo a al amor que dimos.

O sea si realmente hicimos o no lo que el Señor nos ha mandado.

La voluntad de Dios no es simplemente que nos esforcemos en dar amor, sino en el tipo de amor que Él estableció en los Mandamientos.

Jesús no dice “trata en guardar mis mandamientos” sino que exige que los vivamos y los cumplamos en concreto.

1 Juan 5: 3-4 dice que el amor a Dios es mantener Sus mandamientos y que los mandamientos no son una carga para nosotros.

En la Última Cena les dejó a los Apóstoles un mandato para que hicieran lo que Él hacía (Juan 13:15)

Si nosotros pensamos que los mandamientos son ideales estamos negando la eficacia de la gracia de Dios.

Dios es el gran capacitador, nos da la fuerza para que podamos conquistar el mundo.

Y al Espíritu Santo, para que insufle en nosotros la gracia para poder cumplir lo que Dios quiere.

Acá no se trata de convertirse en mejores personas o de ser lo mejor posible, sino de cumplir lo que Dios quiere a partir de su gracia.

En Mateo 5: 28 dice “seamos perfectos como vuestro Padre en el Cielo es perfecto”.

Si el Señor está dentro de nosotros como nos prometió, entonces perfectamente nos puede dar la gracia y la fuerza para cumplir lo que Él pide.

San Pablo en Filipenses 4: 13 dice que podemos hacer todas las cosas en Cristo, que nos fortalece.

Y en Mateo 7: 13-14 Jesús dice que el evangelio es un camino duro y estrecho que pocos pueden encontrar.

Sólo se puede encontrar con la gracia y poniéndose a disposición de lo que Dios quiere y no de lo que nosotros queremos.

Los sacramentos de la Iglesia, la oración, la adoración y la lectura atenta y devota de los evangelios, son centrales para activar nuestra disposición a cumplir los mandamientos.

Porque en definitiva de eso se trata, de la disposición personal a dejarse llevar por los pedidos de Dios y no intercalar nuestras predilecciones personales.

  

VEAMOS QUE QUIERE DIOS CON LOS MANDAMIENTOS

Los mandamientos son los enunciados que engloban más pedidos concretos de Dios, que debemos discernir. 

  

Primer Mandamiento

Yo soy el señor tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto ese lugar de esclavitud; no tendrás otros dioses aparte de Mí.

Este mandamiento pide creer en un solo Dios y adorar al único Dios y no a otros dioses que creamos nosotros.

Además señala la maravilla de sacar al pueblo judío de la esclavitud, o sea que demuestra su poder previamente.

Nos da un indicador de dónde podemos ver a Dios.

Y al hablar de esclavitud nos está hablando a nosotros actualmente cuando vivimos una vida desordenada, pensando en los dioses del dinero, el poder, el sexo, las posesiones, la fama.

Él nos ordena no adorar a esos dioses terrenales y nos promete sacarnos los grilletes hacia una libertad verdadera.

Él hace el primer movimiento en este proceso, nos demuestra su poder y nos llama para que nosotros respondamos amándolo sólo a Él.

  

Segundo Mandamiento

No tomarás el nombre de Yahvé tu Dios en vano.

Nos llama a adorar a Dios con un profundo amor y asombro.

Él nos da la gracia de amar a Dios y de estar abierto al regalo que Él quiere para nosotros.

Cuándo lo ponemos como punto central y no como una cosa accesoria en nuestra vida, podemos referenciarlo, llamarlo y tener una profunda gratitud hacia Él.

Lo que luego no lleva a la docilidad y la apertura a escuchar su palabra.

  

Tercer Mandamiento

Recuerda guardar el santo día de reposo o sea santificar las fiestas.

El concepto es que se puede trabajar 6 días pero el séptimo ofrecerlo a Yahvé cómo reposo y en adoración a Él.

Nos está prometiendo descansar gozosamente en Él y que Él actúe en nosotros.

Es por esto que la misa dominical es tan importante y se hace tanto énfasis, porque implica permanecer en el amor de Dios.

Ese es el día central en que Dios trabaja transformando nuestro corazón para que escuchemos su voz y nos dispongamos a una comunicación más plena con Él y todas las criaturas de Él.

Por lo tanto la misa dominical no es solamente una costumbre o un rito tradicional, sino que es un momento especial para la acción de Dios sobre nosotros y que nos manda cumplir.

  

Cuarto Mandamiento

Honra a tu padre y a tu madre para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te ha dado.

Este es un llamado no solamente para que honremos a nuestros progenitores, sino a la tradición y sabiduría de la sociedad y de la familia que Él ha creado.

Constreñirnos dentro de la tradición familiar enfría nuestro orgullo y nuestra rebeldía.

Los grandes males de Occidente se catapultaron a partir del deterioro de la familia y la rebeldía de los adolescentes.

Fueron estos adolescentes y jóvenes que crearon el mayo de París de 1968 y la revolución sexual.

Sin la necesaria actitud de referencia hacia la tradición familiar y los padres no hay transmisión de sabiduría.

Y vivimos como meros experimentadores de las ideas que nos surgen, en vez de ponerlas a prueba con la experiencia de nuestros antepasados, para refinarlas y descartar las que no son buenas.

El Señor quiere la continuidad de la sociedad y que crezcamos en la sabiduría acumulada por miles de años.

En que las pruebas fueron templando a la civilización y refinando sus caminos.

  

Quinto Mandamiento

No matarás.

Acá Dios nos previene sobre la ira, el resentimiento, el odio, la venganza, que son los caminos destructores del maligno.

Nos llama incluso amar a los enemigos y a perdonar 70 veces 7.

A mantener la serenidad cuándo el resentimiento nos domina.

Por otro lado nos indica que la vida es sagrada porque en ella está el amor de Dios.

Nos llama a preservar la vida y a protegerla.

 

Sexto Mandamiento

No cometerás adulterio o no cometerás actos impuros.

Hoy vivimos en un mundo de adicciones relacionadas con el sexo, la pornografía, la fornicación, la masturbación, el adulterio, la homosexualidad, la transexualidad, que significan la esclavitud sexual.

El gran criterio que introdujo el judeocristianismo en la civilización humana fue reordenar la sexualidad natural salvaje y canalizarla hacia la familia como eje constitutivo de la sociedad.

Esta liberación de la lujuria ha transformado la sociedad humana y estableció la sacralidad de la vida humana.

Dios quiere que controlemos nuestra sexualidad y darnos pureza de corazón a través de ello.

  

Séptimo Mandamiento

No robaras.

El robo es consecuencia de la avaricia y de la codicia.

Y nos aleja de algo importante en nuestra relación con Dios, que es la gratitud que debemos tener hacia lo que Él nos da.

El temor muchas veces hace que la gente quiera acumular riquezas para tiempos malos, pero Dios nos promete el pan de cada día si confiamos en Él.

Por otro lado robar significa violar el amor al prójimo porque le estamos quitando cosas que Dios ha permitido que tenga.

  

Octavo Mandamiento

No darás falso testimonio contra tu prójimo.

Este mandamiento, al igual que los demás, atenta contra el amor al prójimo.

Porque al dar falso testimonio conspiramos contra su reputación, que es quizás una de las cosas más importantes que pueda tener un hombre en sociedad.

Además está violando su amor a Dios, porque se está alejando del amor a la verdad que es lo que Dios quiere inculcarnos.

Dios quiere sólo cosas buenas para nosotros y entre ellas quiere un buen relacionamiento entre los seres humanos, basado en la realidad y la verdad.

Por esta razón las personas que están en el verdadero camino a la conversión hablan siempre agradecidamente del prójimo y no cuchichean a su espalda.

  

Noveno y Décimo Mandamientos

No codiciarás la casa de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo ni ninguna otra cosa que le pertenezca.

Esto está relacionado con el séptimo mandamiento que es no robarás.

Pero mientras el séptimo mandamiento se refiere a un hecho que se da en la realidad, en este caso está hablando de la fantasía codiciosa, que más tarde puede llegar al hecho concreto de enajenarle la casa al prójimo y la mujer.

Este mandamiento implica liberarnos del deseo de poseer lo que los otros tienen.

El mensaje de Dios se centra en que debemos considerarnos satisfechos, porque Dios nos da lo que necesitamos para nuestra subsistencia, el pan de cada día como dice el Padrenuestro.

Con este mandamiento Dios quiere que nos alejemos de las pasiones esclavizantes de la comparación con los demás.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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