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Cómo Apareció el Verdadero Rostro de Jesús, confirmado por el propio Jesús y el Padre Pío.

En las últimas horas del Padre Pío sucedieron dos milagros.

El día anterior a su muerte, se cerraron misteriosamente sus heridas en manos, pies y costado, que le acompañaron durante cincuenta años.

Había recibido los estigmas el 20 de septiembre de 1918, a la edad de 31 años.

Y el segundo milagro, horas antes de su muerte, fue que el Padre Pío fue visto orando, en su última bilocación, ante el Sagrado Rostro de Manoppello, mientras agonizaba en su celda de San Giovanni Rotondo.

Estaba haciendo su última oración ante lo que él creía que era el rostro del resucitado.

¿Qué misterios sobrenaturales esconde la Santa Faz de Manoppello? ¿Es realmente el rostro de Cristo resucitado? 

Aquí hablaremos de las maravillas de la Santa Faz de Manoppello, y te contaremos cómo fue legitimado como el rostro del resucitado, tanto por el Padre Pío, como por el propio Jesús en mensaje a María Valtorta.

Sólo cuatro años después de aparecidos sus dolorosos estigmas, el Santo Oficio comenzó a restringir el acceso del público al Padre Pío.

Fue acusado de auto-infligirse sus propias heridas y abusar sexualmente de penitentes.

E incluso de ser un agitador político de un grupo fascista, que había ayudado a incitar un motín.

Diez años después Pío XI ordenó al Santo Oficio que revirtiera la prohibición de la celebración de la misa y declaró, “No he estado mal dispuesto hacia el padre Pío, sino que me habían informado mal”.

Y otra vez más en 1960 le fue restringido su ministerio público, citando preocupaciones de que su popularidad había crecido fuera de control.

Se le acusó de mantener relaciones sexuales con penitentes dos veces a la semana.

Se le prohibió celebrar misa en público, escuchar confesiones o dar consejos espirituales a los peregrinos. 

Sin embargo, el padre Pío continuó su ministerio en privado, atrayendo a miles de peregrinos a San Giovanni Rotondo.

La restricción de 1960 avalada por Juan XXIII, fue finalmente levantada en 1966 por Pablo VI. 

Quien declaró que el padre Pío era un «hombre de Dios» y que su ministerio era un regalo para la Iglesia Católica.

Y al llegar al final de una vida llena de sufrimientos, en la mañana del 22 de septiembre de 1968, el padre Doménico Da Cese abrió las puertas del santuario de Manoppello, y se sorprendió al encontrar al Padre Pío arrodillado en oración ante la Santa Faz de Manoppello.

Y el Padre Pío le dijo, “Ya no confío en mí mismo. Estoy llegando a mi fin. Reza por mí. Adiós, hasta que nos encontremos en el Paraíso”.

Estaba agonizando a 200 kms de ahí, y murió a las 2:30 am del día siguiente.

Después de cincuenta años de soportar las heridas visibles de Cristo, el Padre Pío había buscado el enlace visible con Jesús resucitado, dejando atrás el rostro de Jesús crucificado, con el que había vivido durante cincuenta años.

¿Y qué es la Santa Faz de Manoppello? 

Es el lienzo en quedó estampado el rostro de Jesús, cuando la Verónica se lo secó camino al Calvario.

Este ‘vera icon’ se conservaría en el pueblo de Manoppello, en Italia, luego de haber sido robado de la Basílica de San Pedro hace cientos de años. 

Es una de las tres reliquias más importantes del rostro de Jesucristo, luego del Sudario de Oviedo, que es la tela que envolvió la cara de Jesús cuando lo bajaron de la santa cruz.

Y la Sábana Santa de Turín, que es la mortaja con que envolvieron a Jesús en el santo sepulcro.

Según la tradición, Santa Verónica experimentó el dolor y la agonía de Nuestro Señor cuando vio a Jesús cargando la cruz camino al calvario.

Se apartó de la multitud y le limpió la sangre y el sudor de su rostro con su velo.

Y Jesús hizo un milagro, dejó la pintura de Su rostro en el velo.

La Verónica mantuvo el velo y descubrió sus propiedades curativas.

Se dice que ella curó al emperador Tiberio con el velo, y luego lo dejó a cargo del Papa Clemente y sus sucesores.

María Valtorta recibió en 1942 la confirmación de Jesús de que ese velo refleja su rostro.

Le dijo, 

«El Velo de la Verónica es un estímulo para vuestras almas escépticas. 

Vosotros, racionalistas, frígidos, vacilantes en la fe, que lleváis a cabo investigaciones sin alma, comparad el reflejo del rostro en el Velo con el reflejo en la Sábana Santa. 

El primero es el Rostro de los Vivos, el segundo el de los Muertos.

Pero la longitud, la anchura, los rasgos somáticos, la forma, las características son las mismas. 

Superponed estos dos reflejos. Y verás que se corresponden. Soy yo”.

Y en efecto, los estudios científicos muestran que ambas imágenes muestran un rostro humano de proporciones similares y con las heridas de la crucifixión.

Pero la Santa Faz de Manoppello no se trata de un mero documento histórico en que está impresa la cara del resucitado, sino que es un lienzo con características sobrenaturales propias únicas.

Desde hace más de 20 años, eminentes científicos han realizado estudios exhaustivos de la misteriosa reliquia, que muestra la Faz de Cristo.

Sus resultados establecen que esta imagen fue creada de un modo inexplicable.

La tela mide 17 por 24 centímetros y todas las proporciones de la imagen muestran, 1 a 1, las medidas de tamaño natural de una cara humana. 

Muestra el rostro barbudo de un hombre con rizos judíos, los peyes.

Cuya nariz ha sido destrozada, la mejilla derecha está hinchada, y la barba en parte arrancada.

La frente y los labios tienen signos rosáceos, lo que sugiere heridas recién curadas.

Su boca está medio abierta, incluso son visibles sus dientes.

Una paz inexplicable llena su mirada de ojos abiertos. Hay asombro, sorpresa, piedad compasiva. No hay desesperación, ni dolor, ni ira.

Es como la cara de un hombre que acaba de despertar a una nueva mañana.

La característica más sorprendente del rostro de Manoppello es la transparencia del lienzo, es como una media de seda.

La cara se vuelve invisible dependiendo de cómo la toque la luz.

Si se mira bajo una luz brillante es transparente, pero a la sombra se vuelve casi gris pizarra.

Además, la imagen es perfectamente visible por ambos lados, como si se tratara de una transparencia.

Otra característica de la imagen, es que cambia de aspecto según la luz, como si estuviera viva. 

Y a la luz de las bombillas eléctricas, el delicado paño es de color oro y miel.

La imagen no es como una pintura sino una gran diapositiva fotográfica.

Los exámenes ultravioletas de la tela, realizados por el profesor Donato Vittore de la Universidad de Bari, confirman que la imagen no es una pintura.

Al microscopio se ve claramente que no hay ni el más mínimo rastro de pintura u otros pigmentos en la tela.

La tela está finamente tejida, y es tan fina que parece que cabría en una cáscara de nuez si se doblara.

Por su consistencia parece nylon de color, aunque el nylon fue inventado sólo hace 400 años.

Parecería que es de byssus, un tejido que se consideraba sagrado, que se produce a partir de hilos de un cierto tipo de mejillón que se adhiere al suelo.

El tejido byssus se ha utilizado desde la antigüedad para la fabricación de ropa, alfombras y otros textiles. 

Y en la Biblia, se lo menciona como un material precioso que se utilizaba para la ropa de los sacerdotes.

Bueeeno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la Santa Faz de Manoppello, a la cual el Padre Pío dio legitimidad al postrarse ante ella, en su última bilocación, como si se postrara ante el resucitado, y también la legitimó Jesús ante María Valtorta.   

Y me gustaría preguntarte si habías oído hablar de la Santa Faz de Manoppello o no.

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