Los Grandes Períodos de Crisis en la Iglesia y cómo Jesús la sacó de la oscuridad.

¿Crees que estamos viviendo la peor época de la Iglesia Católica?

Algunos católicos consideran que lo estamos viviendo, con crímenes como los de los abusos, que destrozaron la imagen de los sacerdotes, y con herejías y abandono progresivo de la fe de los apóstoles.

Sin embargo, ha habido otras épocas muy oscuras en la Iglesia y de todas ellas salió reforzada.

En esos períodos de gran oscuridad eclesial, el mundo se sumió en la oscuridad.

Pero aún en ellos, la Iglesia fundada por Jesucristo, siguió llevando a los hombres a la salvación; quizás menguada, pero ajustada a su misión.

En el silencio de las parroquias siguieron produciéndose cantidad de conversiones.

E incluso, que la Iglesia haya seguido cumpliendo su misión, a pesar de sus integrantes pecadores, es la mejor señal de que el Espíritu Santo guía a la Iglesia, y escribe derecho en renglones torcidos.

Aquí hablaremos sobre los períodos de gran oscuridad por los que pasó la Iglesia, cómo salió de ellos renovada y como debemos tomar los períodos de oscuridad para el bien del Reino de Dios, y no entrar en pánico.

Hubo varios períodos de oscuridad en la Iglesia, permitidos por Dios, para que la luz que vino después fuera percibida como más brillante frente a la oscuridad anterior.

En el siglo X hubo un período de gran corrupción y decadencia para la Iglesia.

El asesinato, el adulterio, la idolatría, la codicia y la perversión reinaban en el papado del siglo X. 

Según el historiador Roberto de Mattei alcanzó su punto cúlmine con el pontificado de Juan XII, del 955 al 964, quien era miembro de la poderosa familia noble Tusculum, que controlaba Roma durante ese período. 

El jovencito Papa era un pontífice disoluto, abandonado a los placeres desenfrenados.

Entre sus delitos estuvieron la simonía, el sacrilegio, el adulterio, el incesto.

Había convertido el Palacio Santo en un verdadero burdel.

Mató a varios prelados importantes.

Brindaba por la salud del diablo y en los juegos de dados invocaba la ayuda de Júpiter y Venus.

No celebraba las horas canónicas, y no se hacía la señal de la cruz. 

Por eso el clero y el pueblo de Roma lo destituyó, eligiendo en su lugar a León VIII.

Y finalmente fue asesinado por el marido de su amante.

¿Y cómo fue que la Iglesia se recompuso de la perversión de este período?

El empuje lo dieron los monjes de la abadía de Cluny, en Borgoña, Francia.

Estos monjes se caracterizaban por su estricto apego a la Regla de San Benito, que enfatizaba la oración, el trabajo manual y la pobreza. 

Eran conocidos por su devoción a la Virgen María y su oposición a la simonía, y la venta de cargos eclesiásticos.

La orden cluniacense se expandió rápidamente por toda Europa durante los siglos X y XI. 

Y en su apogeo contó con más de mil monasterios y abadías.

Sus monasterios fueron centros de aprendizaje y de cultura.

La semilla de mostaza del monaquismo benedictino, plantada siglos antes, ahora floreció en una nueva cruzada espiritual contra la dominación del culto y el sacerdocio por parte de los reyes occidentales.

Y de esta cruzada interna surgió la perfección del ideal masculino cristiano, el caballero cristiano.

Luego, durante el período renacentista, a caballo entre los siglos XV y XVI vino otro período de gran oscuridad.

No sólo hubo corrupción sexual y financiera, sino que estos papas tenían ejércitos y buscaban luchar contra otros estados cristianos.

El peor Papa de este período parece haber sido Alejandro VI, de la familia noble de los Borgia, entre 1492 y 1503. 

Tuvo nueve hijos, siete de ellos siendo cardenal y con dos mujeres diferentes.

Y cuando tenía sesenta años, convenció a Giulia Farnese, de diecinueve años, para que se convirtiera en su concubina. 

Fue un período tan malo, que Dios castigó a la cristiandad occidental mediante la herejía protestante, el recrudecimiento de las invasiones musulmanas y los conflictos de poder entre los estados católicos.

En 1517 Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg.

En ese tiempo se multiplicaron las incursiones musulmanas a la Europa católica. 

En 1527 Roma fue saqueada por las tropas de Carlos V, un rey católico.

Pero cuando la “madre de todas las iglesias” estuvo en peligro, los nobles de la cristiandad finalmente se sintieron inflamados.

Y hubo tres signos importantes que los inflamó.

A miles de kilómetros al otro lado del océano, la Virgen de Guadalupe se apareció al indio Juan Diego en 1531 diciéndole en su lengua nativa, “¿No estoy aquí Yo, que soy tu Madre?”, y así convirtió a los indígenas paganos del nuevo mundo.

Se produjo el milagro del Concilio de Trento en 1545, que sentó las bases de la contrarreforma, que reformó la Iglesia y quitó poder a los protestantes.

Y Dios levantó a grandes santos para ayudar con la reforma antes y después de Trento: San Carlos Borromeo, San Felipe Neri, San Juan de la Cruz, San Francisco de Sales, San Ignacio de Loyola.

En el siglo XX vivimos otro período de oscuridad que llega hasta nuestros días.

Es tan malo que la propia Virgen bajó a Fátima para avisarnos, exhortándonos a la penitencia y al sufrimiento por los pecadores, advirtiéndonos sobre los errores de Rusia y de la ira castigadora de Dios.

No está claro cuándo los errores de Rusia invadieron a la Iglesia, pero bajo el papado de Pío XI, de 1922 a 1939, hubo serios problemas con la burocracia.

El Papa fue engañado acerca de los Cristeros, del Padre Pío y de consagrar a Rusia para evitar la Segunda Guerra Mundial.

La ambigüedad y herejía doctrinal generalizadas hace que esta oscuridad sea, por lo menos, tan mala como las anteriores.

Hitos en este período fueron las investigaciones del Cardenal Gagnon pedidas por Pablo VI, que descubrieron una red de masones en los altos cargos de la Iglesia; entre ellos nada menos que el obispo encargado de diseñar la Nueva misa y el que nombraba a los nuevos obispos en todo el mundo. 

Luego el escándalo del Banco Vaticano, la sospechosa muerte de Juan Pablo I, el atentado contra Juan Pablo II, las presiones para que renunciara Benedicto XVI, la terrible crisis de los abusos y el encubrimiento por los obispos, que destrozó la imagen de los sacerdotes.

Y hasta la toma de la jerarquía vaticana por los modernistas, quienes están en proceso de cambiar partes importantes de la doctrina católica. 

Pero este período va a terminar pronto, ya está en proceso el gran cambio y la época de paz, sobre lo cual hemos hablado en varios artículos y videos.  

Por eso debemos tomar este período de oscuridad en perspectiva.

El demonio sabe que la Iglesia Católica la dirige el Espíritu Santo y por eso su ataque tan feroz para corromper a sus líderes.

Especialmente en esta época en que sabe que su tiempo se está acabando.

Pero el amor de Cristo por ella es tan grande que no la abandona, sino que usa esos ataques para purificarla.

Por eso la Iglesia puede seguir cumpliendo su misión, aunque sea con mengua, cuando hombres malvados corrompen las estructuras e incluso la gobiernan. 

La Iglesia nunca será destruida ni detenida, ni siquiera en la época de mayor corrupción, porque Cristo es fiel a su Esposa.

Ésta es la seguridad que tenemos los católicos.

Y la historia de estos 20 siglos, con períodos de oscuridad y otros de gran luz, lo demuestra.

Bueeeno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los períodos de gran oscuridad que pasó la Iglesia y cómo salió de ellos, porque son formas de purificación que usa Dios.

Y me gustaría preguntarte si piensas que este período de oscuridad es el peor de todos por los que pasó la Iglesia o no.

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