Reinterpretación del libro del Génesis en clave contemporánea.
No hay arte sacro, vírgenes, crucifijos, cantos gregorianos, sino arte contemporáneo por artistas que no son del núcleo fuerte católico, sino exitosos representantes del arte contemporáneo, como el fotógrafo Josef Koudelka, el artista plástico Lawrence Carroll y la vídeo-instalación de Studio Azzurro.
El Vaticano ha querido que estos artistas se inspiraran en los primeros once capítulos del Génesis, dedicados “al misterio de los orígenes, a la aparición del mal en la historia, a la esperanza y a los proyectos de los hombres tras la devastación simbólicamente representada en el diluvio”.
Nada indica al visitante del Pabellón de la Santa Sede que se muestra arte religioso. Cualquiera de las obras expuestas podría estar en el espacio de otro estado que profese un arte profano. Al margen del tema elegido –la interpretación de los primeros once capítulos del «Génesis»–, incluso de la intención de los tres artistas elegidos y de su condición religiosa, la resolución formal es idéntica a la del mas agnóstico, o directamente ateo, de los creadores. Es curioso que precisamente esa palabra, «creadores», se emplee muy a la ligera en el mundo del arte contemporáneo, lleno de divos o semidioses. Miles de creadores andan estos días por Venecia. Después de todo, dos grandes artistas contemporáneos, como han sido Beuys y Tàpies, han utilizado la cruz como el elemento mas visible de sus obras, y en el caso del último, su sentido religioso es claro, como él siempre admitió.
Sólo faltaba, pues, que El Vaticano diera el paso de acudir a la Bienal de Venecia, decisión que no tiene que ver con el nuevo papado, sino que es algo que ya se estudió hace tres años, como ha reconocido el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. También era consciente de la polémica que podría tener esta decisión: «Ya sé que estaremos en el punto de mira de todos, algunos nos acusarán de dar crédito al arte «degenerado» y otros en cambio nos reprocharan una selección demasiado «religiosa»». Al final, polémica no ha habido ninguna y, en todo caso, el nivel del pabellón vaticano está muy por encima de las propuestas de otros países aconfesionales cuyos «creadores» tienen entre sus temas favoritos la crítica a la Iglesia católica. Por su parte, el presidente de la Bienal, Paolo Baratta, ha declarado que la decisión de El Vaticano coincide con un momento en el que el arte contemporáneo «es objeto de atención de una vasta comunidad: la llamada popular».
La Bienal ofreció un espacio en el Arsenale de 500 metros cuadrados por un millón de euros (podrá utilizarlo durante 26 años haciéndose cargo sólo de los gastos de instalación). Los patrocinadores han invertido cerca de 750.000 euros, por lo que las cuentas vaticanas no se van a resentir, uno de los aspectos que demoran la decisión de Ravasi.
Al final, se han dado las condiciones exigidas por Ravasi. En primer lugar, un comité de expertos ha dejado claro que, a diferencia de otros estados que promueven a sus artistas, no es el Estado de la Ciudad del Vaticano quien participa, ni sus artistas, sino la Santa Sede, cuya identidad y razón de ser es religiosa. Los artistas elegidos por un comité han sido la cooperativa italiana Studio Azzurro, el pintor australiano y residente en Estados Unidos Lawrence Carroll y el fotógrafo checo Josef Koudelka, que abordan los temas de la Creación, la Descreación y la Recreación. “No hay nadie que no haya experimentado altibajos, depresión, derrota, y momentos en los que debe volver a levantarse y buscar la esperanza nuevamente. Estos tres temas son universales”, decía el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci en el Pabellón.
LO QUE CONTIENE EL PABELLÓN
Studio Azurro ha creado una videoinstalación en la que el hombre ocupa el espacio central en medio de un entorno caótico en el que se va dando forma a un orden a medida que el espectador toca las pantallas. La muestra está compuesta por cuatro pantallas, tres en la pared y una en el suelo, que ponen al hombre en el centro de la escena y que estimulan al observador con movimientos físico-sensoriales.
Josef Koudelka plantea con sus grandes fotografías en blanco y negro el paisaje moral de un hombre que ha sabido destruir el mundo y sus valores. La parte de Koudelka es la central y está formada por 18 de sus famosas panorámicas, recogidas en trípticos, con los conflictos, el mundo industrial y la naturaleza, que cubren un arco cronológico que va del año 1986 al 2012, y muestran la desolación y el abandono causados por la mano del hombre.
Por último, Lawrence Carroll muestra en sus pinturas la capacidad de regeneración de la materia, de volver de nuevo a la vida. “Re-creación”, que nace a partir del diluvio universal, la búsqueda representada en la historia de Noé y su familia y después en la de Abraham y sus descendientes.
La instalación del artista, conocido por el uso de materiales pobres y su reutilización, bajo el nombre de «Another Life» (Otra vida), ha sido creada especialmente para la Santa Sede.
Está compuesta por cinco grandes paneles colocados en las paredes con sus famosos materiales, cuerdas y bombillas, mientras que en uno de ellos, decorados con óleos y ceras, se ha utilizado la innovadora técnica del «freezing painting» (pintura congelada).
El impresionante panel tendrá que ser periódicamente congelado y descongelado y, debido a este proceso, cada hora y cada día variará la experiencia visual.
NO ES NUEVO
La presencia de la Santa Sede en la Bienal se inscribe en la línea de diálogo entre la Iglesia y el mundo del arte que inició Ratzinger con un encuentro que, en 2009, mantuvo con artistas y una exposición que tuvo lugar el año pasado en el Vaticano con motivo de los sesenta años de su sacerdocio. Sin embargo, esta relación viene de más lejos.
En 1964, Pablo VI convocó en la Capilla Sixtina a una representación del arte internacional con la intención de hacer una colección contemporánea dentro de los Museos Vaticanos. La idea no era formar una colección de arte religioso, sino dar testimonio de la religiosidad en el arte. El núcleo originario de este fondo partió de 900 piezas del empeño personal del que fue secretario de Pablo VI, Pasquales Macchi.
Hace cuarenta años, el 23 de junio de 1973, el Papa Montini inauguró la nueva Colección del Arte Religioso Moderno de los Museos Vaticanos, que entonces estaba expuesta en el Apartamento Borgia e instalaciones colindates a la Sala Regia y a la Capilla Sixtina. Actualmente está compuesta por 8.000 obras y su conservador es Micol Forti.
Fuentes: Infocatólica, La Razón, Signos de estos Tiempos