Firme decisión de Francisco de “hacer limpieza”.
El director general del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Paolo Cipriani, y su vicedirector, Massimo Tulli, presentaron su dimisión, las que fueron aceptadas por la comisión de cardenales y la dirección de sobreintendencia. Las funciones del Instituto fueron asumidas ‘ad interim’ por el presidente Ernst von Freyberg. Lo indicó esta tarde el Vaticano en una nota informativa.
Esto sucedió más o menos de la misma forma hace unos meses con monseñor Nunzio Scarano, el prelado contador de la APSA acusado de lavado de dinero y arrestado por corrupción y fraude la semana pasada.
De las interceptaciones del monseñor parecía surgir, efectivamente, la complicidad del “management” del IOR, que habría autorizado sin problemas ingentes movimientos de dinero.
La magistratura italiana tendrá que verificar las responsabilidades de Scarano, que durante su primer interrogatorio rechazó cualquier acusación, y establecer cómo obtuvo las autorizaciones para operar de esa manera con sus cuentas: ¿los “managers” del IOR creían que actuaba en nombre de la APSA? ¿Cuál era la información que tenían al respecto?
De cualquier manera, lo que ha quedado en evidencia es la falta de funcionamiento del sistema de vigilancia. A pesar de las repetidas y tranqulizadoras declaraciones públicas sobre que el «sistema funciona» por parte del presidente von Freyberg y del director de la AIF (la Autoridad de Información Financiera Vaticana), René Brülhart, sucedió que en el caso de Scarano los que comenzaron a indagar y dieron los primeros pasos fueron los magistrados italianos.
En junio de 2012, pocos días después del brutal despido del presidente Ettore Gotti Tedeschi, el director general del IOR organizó una visita guiada por el Instituto para unos 50 periodistas. En aquella ocasión, Cipriani, en compañía del vicepresidente Tulli y otros cuatro dirigentes, repetía que el IOR quería «quitar el velo de secreto» que cubre las actividades y las sospechas de que el “banco del Vaticano” podría seguir siendo usado para operaciones poco limpias.
Cipriani también subrayó que los servicios que ofrecía el IOR
«fueron concebidos en el respeto de los principios éticos fundamentales de la Iglesia católica».
El director había afirmado que,
«desde 1996 existe un sistema informático que no permite operaciones opacas; si en el pasado hubo muchas cuentas extrañas, ahora y ano es posible, no puede salir ni entrar un solo euro sin dejar huellas».
Cipriani fue nombrado director en lugar de Lelio Scaletti, que dejó la dirigencia del IOR con más de ochenta años en 2007. El nuevo director, proveniente del mundo bancario italiano, era considerado como un personaje cercano al ex Secretario de Estado Angelo Sodano y al entonces prelado del “banco vaticano”, monseñor Piero Pioppo. Pero instauró también una buena relación con el sucesor de Sodano, el actual Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone.
Tanto Cipriani como Tulli, además del entonces presidente Gotti Tedeschi, estuvieron bajo las investigaciones de la procuraduría de Roma por una transferencia anónima de 23 millones del IOR a la JP Morgan de Frankfurt, vía el Credito artigiano (20 millones) y la Banca del Fucino (3 millones). La investigación no ha terminado y la suma volvió al Vaticano. Obviamente, la renuncia no equivale ni a una condena ni al hecho de que haya sido confirmada la responsabilidad de los “managers”. Pero es una señal muy clara, que va no solo al interior de la Curia, sobre la voluntad de poner en marcha verdaderamente la transparencia.
MONSEÑOR SCARANO, ARRESTO DOMICILIARIO
Los abogados defensores del monseñor, Silverio Sica y Francesco Caroleo Grimaldi, al final del acto instructorio del viernes pasado, pidieron a la juez Barbara Callari la concesión del arresto domiciliario para su cliente, en una parroquia. De esta manera el sacerdote podría seguir celebrando los sacramentos.
Monseñor Scarano, durante su interrogatorio en la cárcel de Regina Coeli, «reafirmó con fuerza su moralidad, su historia, su apego a los valores religiosos y dijo que lo que le falta más es no poder celebrar la Misa», indicaron sus abogados.
Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos