Pérdida del valor de la vida y de quienes son los enemigos.
La muerte en un enfrentamiento bélico forma parte del paisaje; se pierde la sensiblidad sobre la vida humana, sobre lo que está bien y está mal y los niños también son parte de los ejércitos. Pero lo que muestra además este reportaje a un niño francotirador de los rebeldes sirios, es que la línea divisoria entre quienes son los aliados o nó es tenue, porque el mató a unos cuantos rebeldes con los que su grupo había tenido discrepancias.
La terrible historia de Shaaban Abdallah Hamedah en una entrevista con una televisión árabe:
«Me ha reclutado mi tío, matar no me hace ningún problema».
Se llama Shaaban Abdallah Hamedah, de tan sólo 13 años de edad y en Alepo ya ha matado a 32 personas, después de haber sido contratado por los rebeldes como un francotirador. El mismo muchacho cuenta su historia en una entrevista de televisión en árabe traducida al Inglés del canal de Eretz Zen.
BUENA PAGA Y UN ARMA
Shaaban fue empleado en una fábrica que trabaja el plástico, cuando su tío Yahya Aziz Aziz lo contrató:
«Él me pidió que le acompañara en un grupo llamado ‘Perdóname, padre’, afiliado a los ‘Nietos del Profeta’. Me dijo que me daría un buen sueldo y una pistola para mostrar mis amigos y yo trabajado con ellos durante tres meses».
El Ejército rebelde Ahfad Al Rasoul, Nietos del Profeta, es una brigada de unos 15.000 hombres financiados por Qatar. Está dirigida por Ziad Haj Obaid, que forma parte del Comando Militar del Ejército Sirio Libre, que los Estados Unidos, Francia e Inglaterra han armado.
DISPARAR A TODOS
Shaaban fue entrenado como francotirador por un mes
«cuando me capacité bien [mi tío] me han establecido con un rifle de francotirador en el tejado de un edificio desde donde se podía ver el puente Shaar. Cuando viera civiles o soldados me dijeron que les tirara».
Shaaban trabajó desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde,
«después venía mi reemplazado. Me dijeron que tirara a cualquiera que cruzara el puente, cualquier persona o vehículo que pasara, civil o militar. A pesar de que se tratara de una madre, tenía que dispararle igual. Si alguien en nuestro grupo tenía que pasar, de loa hacían saber».
LA PRIMERA PERSONA QUE MATÓ
El chico cuenta la primera persona que mató sin la menor emoción:
«La primera persona que maté, yo la vi de lejos, y cuando llegó al puente, Yahya me dijo que le disparara. Quedé atascado y empecé a temblar. Él fue la primera persona que mataba. Tenía escalofríos, y él me dijo: ‘Dispárale, no tengas miedo’. Me tomó la mano y le disparó. Durante tres días, yo no fui capaz de dormir. Seguía viendo al hombre mientras dormía. Luego me acostumbré y no he tenido pesadillas. Cuando empecé a disparar bien, mataba tres al día«.
LE DISPARÉ TAMBIÉN A OTROS REBELDES
Shaaban recuerda haber matado a otros combatientes rebeldes. Cuando el entrevistador le pregunta por qué, respondió:
«Yo también he disparado a otros rebeldes porque hubo desacuerdos entre ellos y el grupo de mi tío. Todo esto de matar a la gente es como un juego para ellos»
Obviamente también matado soldados de Assad:
«Cuando los soldados llegaron al puente, tuve que dispararles. Avanzando 15 a la vez pude matar a uno o dos de 15. Entonces entendieron que había un francotirador y llamé a Yahya, me dijeron que venían en camino, tuve miedo de que ellos vinieran por mí. El vino con tres o cuatro guerrilleros, que esperaban bajo el edificio para ayudarme a mi y a los otros francotiradores para huir».
«AHORA ESTOY ACOSTUMBRADO»
En total Shaaban dice haber matado
«a unos 10 soldados, 13 civiles y 9 militantes rebeldes, como Yahya me pidió que hiciera.»
Al final de la entrevista, dice con una frialdad y calma inhumana:
«Desde el techo se puede matar a cualquiera. No me hago ningún problema en matar a la gente. Yo estoy acostumbrado».
Fuentes: Tempi, Signos de estos Tiempos